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Buenas tardes a todos y a todas
Está medio vacío. Debe ser porque no hay almuerzo.
Pero, la primera cosa que tengo que hacer es agradecerle por la invitación
al compañero Denis.
Él me dijo que iba a salir de vacaciones,
pero debe estar por ahí sentado.
Gracias, porque sino no hubiese tenido esta oportunidad
de contarles un poco acerca de mi historia.
Pero ahí, véanme como a millones de extractores
que están por debajo de las capas forestales
y que no tendrían esta oportunidad, Denis,
de hablar aquí y ante un público tan importante
y en un momento crucial
en el que todo el mundo está aunando esfuerzos
con el objetivo de construir un mundo mejor
y más justo para todos, porque nos lo merecemos
Como ya me han presentado, mi nombre es Manuel Cuña
hijo del municipio de Caraurí, en el estado del Amazonas,
distante a poco más de 700/750 km de aquí, hablando en línea recta,
si deciden ir a través del río se demorá mucho tiempo más en llegar hasta allá.
Y nací el 2 de marzo de 1968,
no soy tan viejo no?
Pero, conocí gran parte de una historia muy triste,
podemos decir, vieja, triste
que ha molestado mucho la vida de varias personas.
Y han pasado muchas cosas interesantes en mi vida
que me encantaría contarles.
Nosotros somos 14 hermanos.
Criados por un viejo llamado Joaquín Cuña.
Por este motivo, no hemos tenido muchas oportunidades en nuestras vidas,
y una de ellas fue la de haber podido estudiar.
En aquel momento, ahora entrando de lleno en el asunto,
los patrones no querían que los hijos de los extractores de caucho estudiasen.
Ellos decían que para extraer el caucho no era necesario tener escolaridad.
Y nosotros ni nos imaginábamos que ellos no querían que estudiásemos
para que no pudiéramos cambiar las reglas del juego.
Nosotros pensábamos que ellos tenían razón,
que para extraer el caucho no se precisaba de ningún grado de escolaridad.
Entonces, cuando cumplí los 11 años,
yo le estaba pidiendo a mi papá para ir junto con él a los forestales,
para ayudarlo a recolectar el caucho,
el patrón, vecino del nuestro, consiguió una escuela.
No era una escuela, pero si era un permiso
para que la esposa del patrón le enseñe a los habitantes que vivían en el campo.
Vivíamos distantes: a una hora y media de remo,
como bien lo ejemplificó nuestro compañero de la salud y la alegría,
para llegar hasta allá.
Pero,igualmente, mi padre tomó una decisión muy importante
para su vida y para la nuestra:
hizo que dos de nuestras hermanas estudiasen
con el objetivo de que ellas pudiesen alfabetizarse
y que después alfabeticen a todos en nuestra casa,
ya que no podíamos ir a la escuela
porque teníamos que ir para la ruta del caucho.
La profesora sentía pena de ellas,
entonces sólo dejaba ir a clase a mis hermanas tres veces por semana,
los otros dos días les daba tarea para el hogar.
Y yo, con muchas ganas de aprender a leer y a escribir,
conseguí alfabetizarme con ellas,
cuando ellas se juntaban para hacer sus tareas.
Entonces, ahí conseguí alfabetizarme -sólo me he alfabetizado de esta forma.
E fue ahí que comenzó toda mi vida.
Pero me dediqué por completo a la producción de caucho
y en aquella vida tan humillante que vivíamos.
Me acuerdo hasta el día de hoy de eso.
Durante un año, mi padre sufrió un gran problema de salud
y sólo conseguí llegar a los lugares de extracción del caucho en el mes de octubre,
y la época de verano para nosotros va desde julio hasta diciembre.
Y, en ese año, mi padre llegó en octubre,
sólo restaban los otros dos meses del año,
y el patrón tenía una regla que era: el día 31 de diciembre
tenía que sacar todos las colectoras de la maleza
tenía que sacar todas las colectoras de la maleza, porque no se podía recolectar más caucho.
Mi padre tuvo que cumplir esa regla
y comenzamos a pasar más hambre del que veníamos pasando.
Si les contase la infinidad de humillaciones que sufrimos.
Por ejemplo, si pescábamos...
este lago que ven aquí es el Lago de la Mandioca,
de la plantación San Román, donde yo vivía.
El patrón había decidido que sólo se podía pescar ahí a partir del día 1 de Agosto.
Un ejemplo.
Y si esa gente, por tener la necesidad de alimentarse,
pescaba en aquel río antes de esa fecha,
eso era un motivo más que suficiente para perder su colocación.
Perder su colocación, en aquella región, era casi como perder la vida
porque todas las colocaciones de las plantaciones estaban ocupadas,
entonces no había ninguna colocación sobrando.
De este modo nos humillábamos hasta decir basta
para no perder nuestra colocación.
Matar un pez en un lugar no autorizado
también era uno de los motivos para perder la colocación.
Y en el sistema de trabajo que teníamos,
no se sabía por cuánto era vendida la producción
ni por cuánto la mercadería era comprada,
lo único que escuchábamos era, al finalizar el año, un vozarrón detrás de un escritorio que nos decía:
“Usted está en deuda conmigo, el año próximo precisa producir más caucho
“Comenzamos a darnos cuenta que cuando más producíamos,
más deudas teníamos,
esto era para que pudiésemos producir más
para generar más riqueza al patrón, ya que toda la ganancia era de él.
Entonces, yo, como tantos otros...
y como les dije, estoy hablándoles aquí en nombre de otros tantos compañeros…
comenzamos a rebelarnos contra esto,
a pensar que había alguna cosa errónea,
pero no teníamos cómo actuar de forma diferente
Entonces, yo en aquel momento ya había dejado de ser un muchacho,
ya estaba casado y con tres hijos,
y durante toda esa vida, desde que nací hasta que me crié y cumplí 24 años,
conocí solamente 14 playas de un río,
el equivalente a 40 minutos de la lancha voadeira 40
Entonces, mi vida estaba toda focalizada en aquel lugar.
Por eso, nunca tuve ninguna oportunidad
de que alguien me informase acerca de otro mecanismo,
que fuese posible implementar para cambiar la región,
para cambiar la forma de producir de alguien.
Y ahí, un cierto día, más o menos por el mes de mayo,
escuchamos un aviso en la radio
de una institución llamada MEB, Movimiento de Educación de Base,
que tenía conexión con la Iglesia Católica,
Los cuales iban a realizar un trabajo de movilización de los trabajadores del caucho
y esperamos...
y cerca de las 8 de la noche, una cierta noche,
ellos subieron a la casa de mi papá,
y hablaron acerca de esa otra vida que era posible vivir.
Y me acuerdo hasta el día de hoy de esas personas diciendo:
“Ustedes pueden organizarse, los trabajadores del caucho,
los que están en la punta de arriba, los que están en la punta de abajo, los del medio
y formar una comunidad,
y de esa forma ustedes toman coraje para reivindicar las escuelas, los puestos de salud,
y entonces sus hijos van a poder estudiar.
Y los más interesante de todo es que las comunidades de allá abajo
eran las comunidades más cercanas del municipio,
y ya se están organizando en una asociación.
Y el objetivo es que podamos vender nuestros propios productos
a través de nuestras organizaciones
y eliminar ese sistema criminal que tienen los patrones”.
Creo que aquel día, fue el día más feliz de mi vida,
porque conseguí ver que había otra forma diferente
de vivir
y de vivir dignamente.
Y fue desde entonces que la lucha comenzó.
Aquí voy a saltar una buena parte de la historia para decirles que en el año 1997
conseguimos crear la primera reserva extractora del estado del Amazonas,
Allá en mis comunidades, allá en el Médio Juruá.
Y que hoy, ese mismo público,
que pasó por esa tremenda humillación
que intenté contarles aquí,
esa asociación creció, se movilizó,
nuestros trabajadores individuales, de la plantación San Román,
la hemos transformado en una comunidad
y yo soy el líder de la misma, y hoy soy profesor.
Interesante no?, yo nunca fui alumno,
pero trabajé como profesor durante cuatro años en mi comunidad.
Con una diferencia:
yo siempre pensé que la educación no se limitaba solamente a aprender a leer y escribir ni a ver números,
pero si pensaba que era un mecanismo, un medio, una luz encendida
para la transformación de una sociedad.
Intenté inculcar eso para aquellos jóvenes y adultos que comencé a formar.
Y pienso que hoy, sin discriminar ninguna región,
pero una de las regiones que tiene la acumulación más grande de líderes comunitarios,
es la comunidad de San Raimundo
y especialmente la Reserva de Extracción del Médio Juruá.
Y, tal vez, yo haya sido parte de esa historia
por el hecho de educar de una manera diferente,
preparando a las personas para enfrentar los problemas que surgen diariamente.
En esas comunidades, volviendo nuevamente a los días actuales,
en la que vivíamos en esa situación,
hoy, toda la producción es vendida a través de la asociación
o de la cooperativa directamente a los consumidores.
Nuestra compañera de Natura, cuando hizo su presentación,
habló acerca de un punto el cual se refería al Médio Juruá.
Entonces, las comunidades del Médio Juruá proveen un valor aproximado entre 15 y 20 toneladas
de aceite vegetal directo para Cognis, en Jacareí, San Pablo.
Sale de la canilla de la usina, que se encuentra dentro de la reserva extractora,
y va para Jacareí, San Pablo, para que la empresa Cognis realice el procesamiento
y después lo repasa para Natura.
El caucho que sale de adentro de esas comunidades,
o iba para Sena Madureira, en el Acre,
que era donde había una usina de procesamiento,
o iba para Manicoré, en el estado del Amazonas.
La harina que sobra de la producción familiar es vendida en un mostrador
de la misma asociación, dentro de la ciudad.
Los productos, los otros productos,
las escobas, los remos, las artesanías, pues,
todos los productos son vendidos directamente a quienes los consumen,
o a quienes le dan el tratamiento final,
en el caso de Natura, es la que transforma los aceites en cosméticos.
Y lo que es más interesante de todo,
en ese período de la vida que teníamos, por ejemplo,
era que yo viví mucho de tiempo de mi vida sólo con dos camisetas
y las tenía que estrujar bien para que el sol las secase,
para que cuando llegase en casa, poder vestirme,
porque había una que llevaba para trabajar
y la otra se quedaba con mi mamá para que la lave en la tabla.
Hoy, las personas viven dignamente dentro de esa reserva.
Y esa reserva ya tuvo la posibilidad de crear, yo diría,
más de una decena de otras unidades de conservación.
Las personas, cuando van a realizar sus conferencias,
movilizan a las comunidades para crear las unidades de conservación.
utilizando siempre como ejemplo el Médio Juruá
de una región que salió de esa situación de esclavitud
y que hoy tiene una independencia total,
un movimiento muy fuerte, muy organizado.
Por último ahora fue implementado el comercio ribereño solidario
que son cantinas, nosotros las llamamos cantinas,
pero son como un pequeño supermercado propagado por todas las comunidades.
Y les estoy hablando de un área de 400km en línea recta,
de la sede del municipio hasta la última comunidad donde atendemos.
Estoy hablando de más de 54 horas en barco,
que es el medio de transporte que tenemos,
haciendo todas esas curvas del río.
Entonces, un pueblo que consiguió, aunando todos sus esfuerzos,
contando con persecución policial, que esa parte la pasé por alto,
sumado a esto, las persecuciones de los patrones,
a pesar de todo eso, consiguieron encontrar una forma de sobrevivir.
Y lo más interesante es que consiguieron sobrevivir de forma sustentable.
Todo lo que es realizado en aquella reserva
es llevado a cabo visando las generaciones presentes y futuras.
Y si me permiten,
quería contarles una historia de la andiroba.
Cuando comenzamos,
yo era el presidente de la asociación en aquella época,
comenzamos a hacer un estudio acerca del potencial de la andiroba
en conjunto con la Universidad del Estado del Amazonas,
encontrábamos, en un momento o en otro, un andamio de andiroba en las casas,
y decíamos: “corten otros árboles, dejen a la andiroba,
ya que estamos investigando”.
La andiroba sólo servía para hacer remedios caseros,
o para hacer jabón de soda,
que era más barato que comprar el jabón industrializado.
Y cuando ese proyecto se consolidó…
inclusive la empresa Natura, porque el grande objetivo era generar energía
a partir del aceite vegetal, y generó y genera hasta el día de hoy.
Cualquiera de ustedes puede ir hasta allá y verlo.
Pero Natura apareció, justamente en ese período, en el año 2002,
interesada en comprar esa materia prima.
Dijimos en su momento: “No, esperen. Natura quiere comprar a R$ 8 el kilo de aceite,
el litro de diesel cuesta R$ 0,92 o algo por el estilo.
Escuche, podemos comprar el diesel y también el rancho de casa”.
Gracias a todos.
Y entonces, comenzamos a quemar en los motores,
pero también, buena parte era para vender.
Y hoy es un contrato, por cierto, bastante justo, bastante organizado,
el que es realizado entre las comunidades y Natura, entre la cooperativa y Cognis,
siempre el Consejo del Extractor está presente a la hora de las negociaciones,
y es una cosa muy respetable.
Inclusive, ahora está siendo discutido el fondo del Médio Juruá,
con el objetivo de presentar proyectos.
Pero, volviendo a la cuestión.
Entonces, cuando las familias comenzaron a vender esa materia-prima
a R$ 8, 10, 14, 18, hoy la misma está siendo vendida a R$ 24
el kilo de aceite de andiroba o de manteca de muru-muru,
en los días actuales, aquella misma familia,
que no veía nada importante en la andirobeira,
y que, a veces, la madera era cortada para ser parte de su casa, y no para ser vendida,
hoy, él quiere saber, en las picaduras de la andiroba,
cuál fue el niño atrevido que pasó por allá
y realizó un corte en la sacupemba de su andirobeira,
porque él tiene miedo de dificultar el proceso de fructiferación de la misma.
Y les cuento esa historia para hablarles de nuestra responsabilidad
de encontrar el valor verdadero de los forestales,
encontrar la forma de valorar el trabajo de conservación de los forestales,
que realizan nuestras poblaciones.
Porque, cuando encontramos eso,
como el Médio Juruá encontró en la andiroba, en el muru-muru
ellos no precisan de leyes ni de fiscales para controlar.
El mejor fiscal es la comunidad propiamente dicha,
y el propio usuario del medio que él tiene,
así es como éste entiende ese proceso.
Entonces, eso me muestra...
y comencé ahora a hablarles un poco de mi vida.
Pasé por la presidencia de la asociación,
y llegué a la presidencia del Consejo Nacional de las Poblaciones Extractoras.
Hasta julio del año pasado era llamado con el nombre de Consejo Nacional del Extractor.
Creo que no fue porque...
primero es porque soy muy feo y no sé ni leer ni escribir,
pero tal vez por defender seriamente esa cuestión
de la importancia de la convivencia en armonía del hombre con la floresta.
Los cambios climáticos están aquí,
y están alcanzando gravemente a nuestras comunidades,
y a pesar de esto, mucha gente,
no es este público que está aquí,
no comprende eso.
Y traje un agua para acá, para finalizar, después de contar esa historia.
Invitarlos a todos ustedes.
El Consejo del Extractor es una institución de base, sin fines de lucro,
que vive de donaciones, pero que realiza un trabajo muy lindo en la Amazonia.
Uno de ellos es de más de casi 20 millones de hectáreas de floresta,
con poblaciones extractoras,
y esa política fue la que nosotros impulsamos para el gobierno a través del Consejo Nacional del Extractor
Pero, para finalizar quiero decirles.
Sólo quería que todos nosotros los que estamos aquí ayudásemos a pasar ese recado.
Las personas imaginan que la grande devastación de la Amazonia
es por la ganancia económica.
Pero, las personas no entienden
que cuando no tengamos más agua potable para beber,
no tengamos más ese aire lindo para respirar...
eso que está en mi bolsillo, no va a valer más nada,
no va a salvar ni mi vida ni la de mi hijo,
ni la vida del planeta.
Y es el vil metal lo que genera tanta ganancia.