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Desde Canaracuini sobrevolamos el tepuy de Sarisariñama.
Arriba la vegetación es tan exhuberante como abajo,
pero este tepuy encierra un fenómeno extraordinario.
Aquí se encuentran la sima de hundimiento más voluminosa del mundo
y la cuarta en profundidad absoluta.
La superficie de la meseta esta surcada por profundas grietas
y las mayores simas de colapso, desarrolladas en roca arenisca.
La más grande tiene 352 metros de boca por 350 metros de profundidad vertical
y 502 metros de diámetro en el fondo.
Se han desarrollado por el hundimiento de grandes cavidades de roca arenisca.
Poseen un sistema propio de drenaje formado por corrientes
que se originan en sus paredes y bordes,
y terminan desapareciendo por vía subterránea.
Cerca de Sarisariñama, la unión del Canaracuni y el Merevari forman el río Cáura.
Sus aguas descienden con bravura en el Salto Para,
una de las cataratas más espectaculares de Venezuela
y un lugar sagrado para los indígenas.
Al poblado sánema, han llegado unos parientes del río Itúcu.
Los saludos preceptivos son un verdadero ritual.
De dos en dos van recitando sus respectivos arboles genealógicos,
que a veces se remontan a 20 generaciones.
Mientras, la vida cotidiana sigue su lento transcurrir.
Los sánema trabajan lo mínimo necesario para comer
y sentirse cómodos en el poblado.
Pasan mucho tiempo ociosos o entregados a entretenimientos sencillos, casi infantiles.
La llegada de visitantes siempre rompe la monotonía.
Preparan danzas, juegos y comida para todos.
Los guerreros se pintan con tizones
como lo hacen cuando guerrean con otras tribus.
Es una costumbre muy arraigada la de retar a los forasteros,
aunque sólo sea de forma lúdica.
El sánema siempre ha sido y será un pueblo guerrero.
Los visitantes entran en el poblado con sus arcos armados.
Allí otros guerreros les esperan.
Las puntas de las flechas están envueltas en hojas de platanera
para que no hieran a nadie.
Es tan sólo un ritual de bienvenida.
Los sánema creen, que tras la creación del mundo,
los dioses libraron una cruel batalla en las estrellas.
De las gotas de sangre que cayeron en la tierra,
mezcladas con el polvo, nacieron los hombres.
Por eso se consideran surgidos de la violencia,
lo que podría explicar la importancia que tiene en ellos la guerra y las confrontaciones bélicas.
Siempre están vigilantes observando el bosque que les rodea.
Los enemigos siempre llegan a través de él.
Esa maraña forestal que aquí es especialmente tupida.
En el Macizo Guayanes la selva se desarrolla en un suelo granítico:
Los arboles se ven obligados a sujetarse mediante raíces aéreas y de superficie,
por eso hay zonas donde el bosque se hace casi impenetrable.
Los chamanes son los personajes más respetados.
Se ocupan de ordenar las conductas sociales de la comunidad,
de atender el culto a los espíritus y de curar las enfermedades.
Conocen la farmacopea de la selva y saben elaborar medicinas y potentes venenos.
Son los encargados de la recolección y preparación de la sacona o yopo.
Buscan en el bosque el árbol llamado ama-ahí.
Cuanto más grande y adulto sea más fuerte será el alucinógeno que obtengan.
Primero tienen que hacer fuego, algo que no es tan fácil en el interior del bosque,
porque el ambiente es extremadamente húmedo y la madera,
aunque no este verde, se encuentra totalmente empapada.
Lo encienden con un tizón candente que han triado desde el poblado.
Aunque a veces consiguen fósforos de los yecuanas,
siempre mantienen un fuego encendido en el pueblo.
Cuando alguien quiere encender otro fuego,
lo hace cogiendo algunas brasas.
Así ha sido desde el principio de los tiempos,
el fuego nunca se apagaba, siempre había alguien, elegido por el chaman,
que tenia la suprema misión de mantenerlo vivo.
Incluso había guerras por el fuego.
Cuando un grupo se quedaba sin él, atacaba a otro para robarle las brasas.
Para extraer la sacona arrancan tiras de corteza del ama-ahí,
las humedecen con saliva y las ponen sobre las llamas
para que exuden el alcaloide.
La sabiduría de los chamanes esta provocando una nueva invasión de la selva.
Primero fueron los buscadores de caucho y luego los de oro.
Ahora los laboratorios farmacéuticos se han lanzado a la búsqueda
de los conocimientos botánicos de los chamanes.
Son menos violentos, no organizan matanzas de indios como los anteriores,
pero su presencia y los objetos occidentales que llevan para negociar con ellos,
desequilibra la cultura de estas comunidades indígenas.
Son una nueva peste que se suma a las anteriores.
La resina alucinógena exudada por la acción del calor
es depositada en una marmita, que luego pondrán a cocer hasta que se solidifique.
La sacona se puede clasificar dentro del grupo de fármacos indolicos enteogénicos.
Sólo es utilizada de forma litúrgica,
como sucede en otras sociedades con el ***, la ayahuasca,
el cactos San Pedro o en Centro Africa, con la iboga.
Antes de regresar al poblado uno de los chamanes prueba la eficacia del preparado.