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"...y la contribución esencial de muchos otros, presentan:"
BASADO EN LA NOVELA DE ALFRED DÖBLIN.
PELÍCULA EN 13 EPISODIOS Y UN EPÍLOGO.
Dos marcos cincuenta...
sesenta...
setenta...
ochenta...
noventa.
Eso es todo.
No hay más.
Pero yo puedo...
No vuelvas a interrumpirme.
- Si yo pudiese... - ¡Que no!
Cuando digo que no, es que no.
No quiero que ganes dinero para mí.
No quiero vivir del dinero que gana alguien a quien quiero.
Trae mala suerte. ¿Está claro?
Y también lo juré. Lo juré la primera noche, Lina.
Sí, Franz.
Prométeme que no volverás a mencionarlo.
- Tráeme una copa, Maxie. - Marchando.
¿Cuántos hombres en el paro habrá en Berlín?
No lo sé. Unos cientos de miles.
¿En serio?
Un marco, dos marcos...
dos marcos cincuenta...
sesenta, setenta, ochenta...
noventa.
Hola, Meck.
Siéntate con nosotros.
- Salud. - Gracias.
- Una cerveza, por favor. - Bien.
¿Es todo lo que tenéis?
Sí.
Entonces...
¿Sí?
Ya veremos.
II. CÓMO SE DEBE VIVIR SI NO SE QUIERE MORIR.
...hace demasiado frío para excavar. Lo mejor sería un comercio.
En Berlín o fuera, como quieras. Al menos podréis comer.
¿Por qué el obrero no lleva corbata? ¡Porque no sabe anudarla!
Y por eso tiene que comprar un sujetacorbatas...
y cuando ya lo ha comprado, no le sirve de nada.
Sigue sin saber anudársela.
Es un timo. Hace que la gente se irrite.
Empuja a Alemania a una miseria aún mayor.
¿Por qué la gente no quiere llevar un sujetacorbatas grande?
No quieren llevar un recogedor alrededor del cuello.
Ni un hombre ni una mujer querría...
ni siquiera un bebé, si pudiese dar su opinión.
Compren un sujetacorbatas así en Tietz o en Wertheim...
o si no quieren comprarle a judíos, cómprenselo en otra parte.
Yo soy ario.
Los grandes almacenes no me necesitan para publicitarse.
Cómprense un sujetacorbatas y piensen en cómo anudársela.
¿Quién tiene tiempo para anudarse una corbata por las mañanas?
¿Quién no prefiere dormir un minuto más?
Todos necesitamos dormir. Trabajamos mucho y ganamos poco.
Un sujetacorbatas así les ayudará a dormir mejor.
Esto les hace la competencia a las farmacias.
Cómprenme un sujetacorbatas y no necesitarán pastillas para dormir.
No necesitarán nada. Dormirán como un bebé en brazos de su madre.
Nada de prisas por las mañanas. Lo que necesitan está aquí.
Sólo pónganse el sujetacorbatas.
Se gastan el dinero en basura que no necesitan.
Pero... ¡por favor!
Esto es mercancía de calidad.
Nada de celuloide. Es verdadero caucho.
20 pfennigs cada uno. Tres por 50 pfennigs.
Quítate de la carretera, hombre, o te atropellarán.
¿Y quién iba a limpiar todo ese desastre?
Déjenme que les explique cómo usar el sujetacorbatas.
No se necesitan habilidades especiales. Les saldrá enseguida.
Cogen los dos extremos, así, unos 30 centímetros...
luego los doblan así... pero no así.
Eso parece un insecto aplastado en la pared...
un arenque ahumado en el cuello.
Un caballero ni muerto querría llevar eso.
Así que utilicen este artilugio.
Ahorra tiempo, y el tiempo es dinero.
Esto es justo lo que necesitan.
Es perfecto como regalo de Navidad.
Es de su gusto, es para su comodidad.
El Plan Dawes no les ha dejado más que un cerebro en la cabeza.
Y su cabeza les dirá que necesitan esto...
que deben comprarlo y llevárselo a casa, porque les vendrá bien.
- ¿Quién era esa mujer? - Era...
Eva.
Una chica que conocía antes.
Pero eso ya es historia. Forma parte del pasado.
¿Sabes, Lina? No sé hablar.
No soy buen orador.
Cuando hablo de mi mercancía, la gente me entiende...
pero no de verdad.
¿Sabes lo que es el ingenio?
No.
El ingenio es cabeza, no sólo ***.
Y un orador...
es un orador.
Y tú eres uno, Franz.
No digas eso. ¿Yo, un orador?
No.
¿Sabes quién era un orador?
¿Ves? Yo tampoco.
Pero eso no significa nada para mí.
Llevo pensando en ello todo el día. Quiero vender periódicos.
- ¿Periódicos? - Sí, periódicos.
Se me ha metido de repente en la cabeza, y se ha quedado ahí...
y es lo correcto.
Periódicos... Veré qué puedo hacer.
Puedes quedarte aquí y seguir por mí.
De todas formas, eres mejor que yo.
Adiós.
Hola.
- Hola, ¿has pensado en algo? - Los sujetacorbatas no son para mí.
Es como...
vender algo que yo no necesito.
Yo de ti probaría con la educación ***.
- Está de moda y vende muy bien. - ¿Qué es?
Toma.
Échale un vistazo. Luego no me harás más preguntas.
- ¡Dibujos de chicas desnudas! - Sólo las tengo así.
Oye...
- ¿te divierte eso? - ¿Qué?
Estas chicas así, los dibujos.
"La vida sonriente."
Han dibujado a una chica con un gatito.
¿Qué hace en unas escaleras con un gatito?
Qué raro.
¿Te importa si los miro?
Deja que eche un vistazo.
Éste se llama "Fígaro."
Y éste, "El matrimonio."
Y éste, "El matrimonio ideal."
Eso es diferente del matrimonio.
"Amor entre mujeres."
Disponibles por separado.
Hay mucha información si tienes dinero...
pero son carísimos.
Dime...
- ¿tiene trampa? - ¿Qué trampa iba a tener?
Está autorizado. No es nada ilegal.
Tengo permiso para lo que vendo. Yo no me meto en cosas ilegales.
Yo sólo digo que mirar esos dibujos no es bueno.
Te puedo contar cosas sobre eso. Echa a perder al hombre. Lo fastidia.
Empiezas mirando dibujos y luego, cuando, quieres, ya no viene solo.
No sé de qué me hablas. No escupas en mis revistas, cuestan dinero.
Y no estropees las portadas.
Toma. Lee esto:
"Parejas que no están casadas." Hay una revista para cada cosa.
"Parejas que no están casadas."
¡Como si no hubiese!
- Yo tampoco estoy casado con Lina. - Mira. Lee esto...
y dime si no es verdad. Es sólo un ejemplo.
El intento de regular la vida *** de una pareja casada por contrato...
y de dictar las obligaciones conyugales como dicta la ley...
es la forma de esclavismo más abominable y humillante...
que uno pueda imaginar.
- ¿Cómo? - ¿Es cierto o no?
Yo no he tenido ese problema.
Una mujer que pide algo así de un hombre...
- ¿De verdad ocurren esas cosas? - ¡Vamos, léelo!
Dios mío, deja que ella lo intente conmigo.
El intento de regular la vida *** de una pareja casada por contrato...
y de dictar las obligaciones conyugales como dicta la ley...
es la forma de esclavismo más abominable y humillante...
que uno pueda imaginar.
Toma. Aquí tienes "Amor entre mujeres"...
y "Amistad"...
y no sólo hablan, también luchan.
Por los derechos humanos.
¿De qué se quejan?
Del párrafo 175, por si no lo sabías.
Es una gran injusticia...
que afecta cada día a millones de alemanes.
Basta para ponerte los pelos de punta.
Me pueden dar pena...
pero, ¿qué tiene eso que ver conmigo?
Hola. ¿Has encontrado algo?
Sí. Puede.
Le he dicho al viejo que ya estamos hartos de los sujetacorbatas.
Nadie me compra nada.
Hay una historia muy rara en esta revista.
Un calvo sale a pasear una noche...
por Tiergarten.
Conoce a un chico muy guapo...
que le coge del brazo enseguida.
Después de estar dando vueltas durante una hora...
el calvo siente la urgente necesidad de mostrar su afecto al chico.
Está casado, pero ya se ha sentido así antes, y ahora tiene que hacerlo...
porque es una sensación maravillosa, o lo que sea.
"Eres mi vida", le dice, "Eres mi tesoro."
Y es tan amable y...
A veces pasan cosas así.
Y entonces el chico le dice: "¿Sabes qué?
"Vamos a un hotelito y dame 5 ó 10 marcos, porque no tengo un duro".
Y el calvo le dice:
"Haré lo que quieras por ti, amor mío." Y le da toda su cartera.
Pero las habitaciones de hotel tienen mirilla.
El propietario del hotel ve algo y llama a su mujer...
y ella también ve algo.
Y dicen que no tolerarán cosas así en su hotel...
esas cosas que acaban de ver.
Que le debería dar vergüenza seducir a un chico así.
Le amenazan con llamar a la policía.
Llega el portero y la camarera del hotel y todos se burlaron de ellos.
Al día siguiente, el calvo compró dos botellas de brandy...
y se fue de viaje de negocios a Helgoland.
Quería ahogar sus penas y luego ahogarse él mismo o algo.
Así que en el barco se emborrachó...
pero al final no se suicidó.
Y un día, mientras él está fuera, convaleciendo...
su mujer tiene que firmar una citación para él.
Ella la firma, pero también la lee... y ve todo lo que está descrito:
lo de la mirilla, la cartera, y el joven.
Y cuando el calvo vuelve a casa...
están todas gritándole como locos...
su mujer y sus dos hijas mayores. Entonces lee él mismo la citación.
"Señoría, ¿cuál es mi delito? Fui a mi habitación y me encerré.
"No es culpa mía el que hubiese mirillas.
"No he cometido ninguna infracción." Y el chico lo confirmó.
"¿Qué he hecho mal?"
El calvo empezó a sollozar.
"¿Acaso he robado?
"¿Me han pillado entrando a robar en una casa?
"En el único sitio que entré fue en el corazón de un joven.
Y le dije: "Eres mi vida." Y lo era.
Entiendo.
¿Tú también eres así?
¿Como el hombre de la revista?
¿Qué?
¡Lina, espera!
¿Qué te ocurre?
¿Qué significa todo esto?
No, Franz. No me voy a ir contigo.
Hemos acabado.
Por mí te puedes largar.
¿A qué viene todo esto?
Vamos, Lina.
Devolveré esa basura.
Dios mío, Franz.
Me he asustado mucho.
¿Qué pasa?
Bueno, es que...
Está bien.
En la zona de guerra, la dulce, desaliñada, sucia y pequeña Lina...
con los ojos llorosos, pasó a la ofensiva estilo príncipe de Homburg.
Noble tío Friedrich von der Mark. ¡Natalie! Déjalo, déjalo.
Dios Todopoderoso, ahora está perdido. Da igual, da igual.
Fue directa como una flecha hacia el quiosco del viejo.
Franz Biberkopf, siempre noble, debió esperar en un segundo plano.
Se escondió tras la tienda de puros Schröder importación exportación...
desde donde observó, oculto por una ligera neblina, por los coches...
y por los transeúntes, la evolución de las hostilidades.
Los héroes se habían conocido, en el sentido figurado...
y se tanteaban el uno al otro, buscando puntos débiles.
De un pésimo humor, Lina Przybilla de Czernowitz...
única hija legítima de Stanislaus Przybilla tras dos partos prematuros...
de unos bebés que también iban a llamarse Lina...
la Srta. Przybilla tiró con vehemencia los periódicos al suelo.
El resto se perdió en el barullo del tráfico de la calle.
"¡Qué mujer!"suspiraba, admirativo, un alegremente escondido Franz.
Se acercó al núcleo de la contienda como una fuerza de reserva...
y fuera de la tienda de licores de Ernst Kümmerlich...
la victoriosa y sonriente heroína, la Srta. Lina Przybilla...
despeinada pero encantadora, le gritó: "Se ha enterado, Franz."
Y se desplomó en la parte de su cuerpo que ella creía ser el corazón...
pero que, bajo la camiseta de lana...
eran el esternón y el lóbulo superior de su pulmón izquierdo.
Había vencido. "Inmortalidad, ahora eres mía." Cómo resplandecía.
¡Viva el príncipe de Homburg, vencedor en la batalla de Fehrbellin!
"¡Viva!", abre paréntesis:
damas, oficiales y antorchas aparecen en la entrada del castillo.
Cierra paréntesis.
- ¿Qué tal ha estado? - Ha sido magistral. Magistral.
Cuando yo hago algo, lo hago bien.
Bueno, puede que ahora no tenga trabajo, pero...
- te tengo a ti, Lina. - Sí, Franz, me tienes a mí.
Y encontraremos trabajo.
Dame el bolso. El bolso.
Espera un momento, tengo que mear.
Seis mil...
seiscientos setenta y tres mil...
quinientos ochenta y dos.
¿Qué?
Me preguntaste cuántos desempleados hay en Berlín.
- Sí. - Pues ya lo sé:
673.582.
No. Hay 673.583.
¿Cómo lo sabes?
He dicho 673.582.
Muy fácil. Te has olvidado de mí.
Ahora somos 673.583.
¿Lo entiendes?
Tienes que ceñirte a los hechos, ¿no?
- Sí, pero... - Nada de "peros."
Si había 673.582 hombres en paro en Berlín hace diez minutos...
ahora hay en Berlín 673.583 hombres en paro.
- Si tú lo dices, es verdad. - Eso es.
Oye, Lina.
¿Sabes lo que es una camarera?
- ¿Una camarera? - Sí.
Una camarera... es... tiene que...
No sé.
Una camarera tiene que servir cosas...
atender a la gente...
- Eso es una camarera. - No, Lina, no me refiero a eso.
Si yo te empujo en el sofá, y te tumbas y yo a tu lado...
entonces somos camareros.
Te gustaría, ¿verdad?
- Hoy nos podríamos dar un capricho. - ¿Por qué hoy?
Porque ayer se acabó y mañana todavía no ha llegado.
- ¿Entiendes? - Sí, entendido.
Bien. Entonces iremos al Nuevo Mundo.
¿El Nuevo Mundo?
Sí, en Hansenheide.
- ¿No lo conoces? - No.
Pues mejor. Lo que no se conoce hay que descubrirlo.
673... 583.
El que él sea tu amo
por muy orgulloso que suene
tiene también sus límites.
Cuando uno piensa cuáles son los motivos...
para una boda así en Sicilia
Ahí está el marido, fuera, tras la puerta.
Aquí está el amante, dentro y con ella...
sin ninguna vergüenza.
Eso pasa hasta en las mejores familias.
Se queda en la cama hasta tarde...
y luego sale bien engalanada.
Está magnífica y se sienta con un rosario en la mano...
¡Bebe, amigo, bebe! Deja tus preocupaciones en casa.
Sí, eso es lo que haré. Dejar mis preocupaciones en casa.
¡Salud!
... hablad de salvación, hablad de condena...
la economía no es cosa vuestra.
El hombre es un pobre tonto.
Eso aquí, en Berlín, no pasaría.
Aquí, ningún hombre hablaría así.
Ni tampoco está su sitio en la cocina.
Pero aún así él le lleva el café a la cama...
y ella sólo tiene que molerlo.
Qué amable.
El hombre de Berlín es bromista y alegre...
y, de todas formas, lleva pantalones.
Por eso, hace muchos años...
cambiaron todas las canciones de Berlín...
y ahora cantamos:
Mamá, el hombre del carbón está aquí.
¡Cállate! que ya lo sé.
No tengo dinero, ¿qué voy a hacer?
¿Quién ha ordenado venir al hombre del carbón?
Mamá, el hombre del carbón está aquí.
¡Cállate! que ya lo sé.
En el sur, quemarse por el sol es gratis.
Pero en Berlín, hace falta dinero para el carbón.
Sí, para el carbón.
¡Otra vez!
Así que cantamos:
Mamá, el hombre del carbón está aquí.
¡Cállate! que ya lo sé.
No tengo dinero, ¿qué voy a hacer?
¿Quién ha ordenado venir al hombre del carbón?
Vamos, Franz.
No se viene aquí a estar triste.
La gente viene aquí a divertirse...
a bailar...
y reír. ¿Está claro?
Sí, pero...
- el mundo... - ¿Cómo que el mundo?
Esto es el Nuevo Mundo.
Venga, tomemos algo.
¿Quiere probarlo, señor? 20 pfennigs.
Un pequeño precio por descubrir lo fuerte que eres.
Por 20 pfennigs puede descubrir si es un hombre.
- ¿Quiere probar? - No lo sé.
Tonterías. Tú eres el más fuerte. Vámonos.
Eso es lo único que una mujer no puede decir:
si el hombre al que ama es fuerte.
Dos cervezas.
- Salud. - ¿Y yo qué?
- ¡Salud! - ¡Salud!
Prosit, prosit...
¡Por la prostitución!
Prosit, prosit...
¡Prostitución!
¿Qué tal ha estado?
Ha estado bien. Tienes una buena voz.
Sí. Tengo una voz muy buena.
Tengo una voz muy, muy buena.
No me mires tanto a los ojos.
Mírame.
Claro...
Te estoy mirando.
Lo que una mujer sueña en primavera...
todas esas cosas caprichosas y estúpidas...
Ven aquí.
Ven.
Más cerca. Así.
¿Eres alemán?
- ¿Alemán de verdad? - Sí.
¿Cómo te llamas?
Franz. Franz Biberkopf.
¿Eres alemán? ¿Me das tu palabra de honor?
¿No estás con los rojos?
Si lo estás, eres un traidor.
Y los traidores no son amigos míos.
Los polacos...
los franceses...
la patria por la que hemos derramado nuestra sangre...
Así nos lo agradece la nación.
Oye... tú eres un alemán de verdad, ¿no?
¿Alemán de cabo a rabo?
- Sí. - Me di cuenta enseguida.
Alemán hasta la médula. ¿Dónde hiciste la mili?
Eso no importa. Hoy estoy sin trabajo.
¿Me ayuda de algo dónde hice la mili?
¿Ves? Así de injusta es la vida. El hombre alemán está en paro.
Salud.
¿Sabes qué?
Como eres alemán, alemán de verdad...
y como estás en paro...
y como el mundo es muy injusto...
y como no debería ser así, te voy a decir algo. ¿Sabes qué?
- No. - Claro, no lo puedes saber.
Escucha.
Soy el representante en Berlín...
del Völkischer Beobachter.
¿Sabes lo que es el Völkischer Beobachter?
- Pues... - Eso es. Eso digo yo...
es el único periódico que puede leer una persona sensata hoy en día.
Y como ésa es mi opinión y como ésa es tu opinión...
te voy a dar una oportunidad.
Eso es. Yo siempre digo:
¡Alemania para los alemanes! ¿Tengo razón?
¡Salud!
Salud.
¡Arenque escabechado con salsa especiada de primera!
¡Filetes bien tiernos!
¡Arenque escabechado con salsa especiada!
¡Un pescado delicioso con pepinillos!
Bueno. Esto pinta bien, ¿verdad?
Sí. Muy bien.
- ¿Pasa algo? - ¿Cómo?
Bueno, como me mira así...
No.
Sólo estaba pensando si me había olvidado algo.
Bueno, ya está todo.
Buena suerte.
Gracias.
Ya está, sabía que me olvidaba algo.
Se me olvidaba esto.
¿Es necesario?
- Es decir, ¿tengo que...? - ¿Qué ocurre?
No tiene que avergonzarse de este brazalete.
Al contrario, es un honor.
Si Vd. lo dice...
Vamos, se lo pondré yo.
Ya está.
Qué diferencia.
Tiene algo sólido detrás.
¿Sí?
- Puede que tenga razón. - ¿Cómo que "puede"?
Le queda muy bien...
y surtirá efecto.
Buena suerte de nuevo.
Bueno...
¡Völkischer Beobachter!
¡Lea el Völkischer Beobachter! Sólo 20 pfennigs.
¡Völkischer Beobachter!
TIENE QUE HABER ORDEN EN EL PARAÍSO.
¡Salchichas calientes!
- Hola. - Hola.
- ¿Eres nuevo? - Sí.
Vaya, el Völkischer Beobachter.
Se supone que son buena gente...
pero hay algo detrás.
- Están contra los judíos, ¿no? - Yo no tengo nada contra los judíos...
pero estoy a favor de la ley y el orden.
Todo el mundo debería saber que el orden es necesario.
Para el pueblo alemán en la fiesta de la cosecha.
Poned fin a vuestras ilusiones y castigad a los que os engañan.
Llegará el amanecer...
y la verdad se elevará del campo de batalla...
con la espada de la justicia y un escudo deslumbrante...
para derrotar al enemigo.
- ¿Te pasa algo, amigo? - No, nada.
Supongo que las cosas deben de ser así.
Todos encontramos la felicidad según nuestro entender. Además...
son los tiempos que corren.
Te deseo suerte, amigo. Suerte.
Soy judío, ¿sabes?
Pero no te guardo rencor.
Buena suerte de todas formas.
Gracias.
Salchichas.
Salchichas, caballeros. Salchichas.
Así es la vida.
Salchichas, salchichas.
Oye, Dreske.
No pases de largo así, sin más.
Podrías al menos saludar.
Vaya... es Biberkopf.
Sí, es Franz Biberkopf.
Con una esvástica en el brazo.
¿Qué hace llevando una esvástica?
¿Por qué me miráis con esa cara de tontos?
¿Cómo? Sólo te estamos mirando.
- ¿Es por la esvástica? - ¿Por la esvástica?
Bueno, Franz...
una esvástica es una esvástica, ¿no?
Claro.
- Una esvástica es una esvástica. - Federalismo...
es antisemitismo...
La lucha contra los judíos...
es también la lucha por la soberanía...
de Baviera.
¡La lucha contra los judíos...
es también la lucha por la soberanía de Baviera!
¿Te estás burlando de mí, Richard?
¿Por qué?
¿Sólo porque estás casado?
Tienes 27 años y tu mujer tiene 18. ¿Tú qué sabes de la vida?
Nada. Menos que nada.
Y el brazalete, Dreske... Míralo bien.
No hay nada ahí por lo que un hombre no pueda responder.
Yo también salí, como tú...
pero, ¿qué ocurrió luego?
Aunque el brazalete sea rojo, dorado, ***, blanco o rojo...
no hace que un puro sepa mejor.
Es el tabaco lo que cuenta, chico.
La hoja exterior, el tabaco bien enrollado y secado, el origen.
¿Qué hicimos, Dreske? Dímelo.
Cuando te miro, Franz...
lo único que puedo decir, y te conozco de hace tiempo...
es que te han engañado como a un chino.
- ¿Por lo del brazalete? - Y todo lo demás.
Olvídalo.
No necesitas ir por ahí así.
Es cierto. No lo necesitas, Franz.
Vamos, Richard. Eres un buen chico...
pero esto es para hombres.
Que ya puedas votar no te permite inmiscuirte en esto.
- Te han embaucado. - Teníamos inflación...
papel dinero, millones, billones...
No había carne, no había mantequilla. Nada.
¿Y nosotros?
Venimos de robar patatas a los granjeros. ¿Revolución?
Arría la bandera, envuélvela en una tela...
y métela en el cajón.
Que tu madre te dé las zapatillas de ir por casa...
y te quite la corbata rojo brillante.
Lo único que hacéis es ladrar sobre la revolución...
pero vuestra república es un completo desastre.
Una abeja, una avispa, un abejorro revoloteando...
es una maravilla natural en invierno.
Otros de su tribu, especie y género están muertos.
Ya están muertos o todavía no han nacido.
Ese solitario abejorro está sufriendo la Edad del Hielo...
sin saber cómo o por qué tenía que pasarle a él.
Pero el rayo de sol...
es ancestral. Todo parece efímero e insignificante si uno lo piensa.
Atravesando "x" kilómetros, pasando por la estrella "y"...
el sol brilló millones de años antes de Nabuconodosor...
antes de Adán y Eva, antes de los ictiosauros...
y ahora brilla en las profundidades de una estación de metro.
Franz se siente vivo, eufórico: ligero como el aire, del cielo vengo.
Simplemente no lo hemos conseguido.
Será mejor admitirlo...
tú y quienquiera que sea.
No había disciplina. Nadie llevaba el mando...
eran todos contra todos.
Los peces gordos nos traicionaron en 1918 y 1919, Franz.
Mataron a Rosa y a Karl Liebknecht.
La gente debería unirse y hacer algo.
Mira Rusia, Lenin...
están unidos. Es un verdadero vínculo.
Espera y verás.
La sangre debe correr, debe correr. Ríos de sangre deben correr.
Eso me da igual.
El mundo estallará con tanto esperar, y tú incluido.
Eso es suficiente prueba para mí:
no han conseguido nada.
No han conseguido ni lo más mínimo.
No sé lo que conseguirán los que llevan este brazalete...
pero eso es otra cuestión...
y eso es lo que importa.
¡Salchichas, salchichas!
¡Völkischer Beobachter!
¡Völkischer Beobachter! Sólo 20 pfennigs.
¿Es un jilguero?
- ¿Es hembra? - Sí.
¿Tú qué sabes? ¡Es tan pequeñín!
¿Y no le molesta el barullo?
¿Tú qué sabes? ¿No es genial?
Me pregunto si el humo es bueno para él...
- con esos pulmones tan pequeños. - Está acostumbrado.
Siempre hay mucho humo en el bar. Aún no hay casi.
Hoy no fumaré, así no habrá tanto humo.
Luego podríamos abrir la ventana...
pero sin que haya corriente.
La sangre debe correr, debe correr. Ríos de sangre deben correr.
Buenas noches, Dreske.
Cinco cervezas, Max, y rápido.
¿Qué antro es éste?
Está demasiado tranquilo.
- ¿No hay pianista? - ¿Para quién? Yo no le pagaría.
Tú sabrás.
Pues cantaremos sin piano. Es lo que solemos hacer.
Agrupémonos todos...
en la lucha final.
El género humano...
es la Internacional.
¿Qué te ha parecido la canción?
¿A mí? Bien.
Tenéis buena voz.
- Puedes cantar con nosotros. - No, gracias, prefiero comer.
Cuando acabe de comer cantaré con vosotros...
o cantaré algo diferente.
De acuerdo.
Salud.
Era una vez un tío que se comió una salchicha.
En el estómago, se lo pensó mejor. La volvió a sacar y dijo:
"¡Se me ha olvidado la mostaza!"
Sólo entonces se la comió de verdad.
Eso es lo que hace un hombre de verdad...
y no un judío cualquiera.
Ya está bien.
Tranquilo.
- ¿Ahora vas a cantarnos algo? - Claro.
Si hago una promesa, la mantengo.
Gotea cuando entras en calor. No sirve de nada sorber.
Bueno...
¿qué puedo cantar?
No saben nada de la vida...
pero una promesa es una promesa.
Me sé un poema...
de un tío en prisión...
un bonito poema.
Si quieres ser un hombre de este mundo...
antes del momento de nacer de una mujer sabia, piénsalo bien...
pues el mundo no es más que un valle de lágrimas.
Para empezar, el padre Estado tenderá...
a tenerte en un puño de principio a fin...
atormentándote con raros artefactos: un laberinto de párrafos y leyes.
El primer mandamiento es:
"Paga, seas viejo o joven." El segundo: "Cierra el pico."
Existirás en un estado nebuloso, el desconcierto será tu destino eterno.
Los años han dejado marca en ti.
Tu pelo apolillado también lo prueban.
Tu armazón comienza a agrietarse y a chirriar.
Tus marchitas piernas y brazos se debilitan.
Las gachas cuajan en tu cabeza...
y aún más fino crece el hilo.
El otoño ha llegado. Exhalas el último suspiro y desapareces.
Sí.
Lo escribió uno en prisión.
Fue hace mucho tiempo, pero me acuerdo bien.
Es bueno, ¿verdad? Trata de la vida...
pero es amargo.
Acuérdate del trozo sobre el Estado.
Ese padre Estado que te tiene en un puño.
Aprendérselo de memoria...
no es suficiente.
Ni mucho menos.
Ellos tampoco comen ostras ni caviar.
Hay que ganarse la vida.
Debe de ser duro para un pobre hombre.
Puedes alegrarte de haber salido y tener dos piernas.
Puedes ganarte la vida de varias formas.
¿Qué pasa? ¿No vas a cantarnos una canción?
Has hecho una promesa y no las has cumplido.
Está bien.
Tendréis vuestra canción.
Cuando yo prometo algo, lo cumplo.
Aquí llega la llamada, como el rugido del trueno...
como el choque de las espadas, como las olas rompen en la orilla...
los tambores llaman a la batalla.
Mi camarada, andando a mi lado...
llevaba mi mismo paso...
levaba mi mismo paso.
Una bala vino volando.
¿Era para mí o era para ti?
Le alcanzó a él, le destrozó.
Hoy yace a mis pies...
como parte de mí...
como parte de mí.
Quiero alcanzarte...
pero mientras cargo la carabina...
no puedo extender la mano.
Quédate pues en la Tierra Prometida...
mi buen camarada.
Mi buen camarada.
¡Mi buen camarada!
¡Bájate de la mesa!
Aquí llega la llamada, como el rugido del trueno...
no existía mejor amigo...
¡AI Rin, al Rin alemán, alemán!
Guardianes, todos seremos vuestros.
Descansa, querida patria mía.
Descansa, querida patria mía.
Con fuerza y lealtad mantenemos la guardia...
la guardia del Rin.
Con fuerza y lealtad mantenemos la guardia...
la guardia del Rin.
Tiene que haber más sillas en este sitio.
¿Qué has comido?
He dicho que tiene que haber más sillas en ese sitio.
No estábamos hablando de eso.
Quiero saber lo que has comido.
Bocadillo de queso, inútil.
Para ti sólo queda la corteza, zopenco.
El bocadillo de queso ya lo huelo yo.
Pero, ¿de dónde es?
No pienso tolerar que arméis gresca. ¡En mi bar no se pelea!
Si no podéis estar tranquilos, largaos.
Quítate de en medio.
No es una pelea, sólo tenemos una cuenta pendiente.
Si alguien rompe algo, tendrá que pagarlo.
Me he rendido...
Mientras no me toquen...
Mientras no me toquen, no me molestan.
Pero si me pone un dedo encima, se las tendrá que ver conmigo.
¿Quién es este desgraciado, Dreske?
Franz, por favor.
Deja que hable.
Los fascistas tienen derecho a hablar, da igual qué digan.
Aquí tienen libertad de expresión.
Mira la que has armado con tus canciones.
No...
no me estoy mezclando.
Pero aquí nunca ha ocurrido nada así.
Aquí llega la llamada, como el rugido del trueno...
¡Fascista! ¡Carnicero!
Dame ese brazalete.
Y rápido.
He dicho que me lo des.
Dame el brazalete.
Yo te lo quitaré.
- Lárgate, Biberkopf. - Sólo estaba esperando a Lina.
Vengo todas las tardes.
Pero es la primera vez que he visto a esos dos aquí.
Eres un fascista.
Tienes un brazalete en el bolsillo.
Eres un nazi.
Le conté a Dreske el porqué. Se lo expliqué todo.
Pero tú no lo entiendes. Por eso me gritas.
Tú estabas gritando "La guardia del Rin."
Si armas una gresca así y te sientas en mi mesa...
nunca habrá paz en el mundo.
Tiene que haber paz en el mundo para que podamos trabajar y vivir...
los obreros, los comerciantes y todos...
para que haya orden. Si no, no podremos trabajar.
¿De qué viviréis los alborotadores? Estáis borrachos de palabras.
Sólo dais problemas y llenáis a los demás de odio...
hasta que al final se enfadan y os abofetean.
¿Vais a dejar que os pisen, sinvergüenzas?
No sabes lo que estás haciendo.
Quitaos esas ideas fantásticas de la cabeza.
Estáis echando a perder el mundo entero.
Tened cuidado...
de que no os pase nada...
asesinos, canallas.
Estuve en Tegel. Es una vida horrible.
El hombre del poema sabe cómo eran las cosas para mí.
Lo sabe muy bien.
Ida... Dios mío. No pienses en ello. No pienses en Ida.
¡No me digáis nada! ¡No me podéis decir nada!
¡Nadie puede venir y decirme nada, ninguno de vosotros!
¡No estuvimos tirados en las trincheras...
para que vinieseis a acosarnos, agitadores!
¡Debe haber paz! ¡Paz!
¡Tiene que haber paz!
¡Nada más que paz!
Haré algo...
cogeré a alguien por la garganta. No, no... Me voy a caer...
golpearé el suelo.
Creía que el mundo estaba en paz, que había orden.
Pero algo no va bien en el mundo.
Míralos ahí. Es horrible.
Lo siento, y me veo a mí mismo aquí.
En el Paraíso vivían dos personas...
Adán y Eva.
Y el Paraíso era el glorioso Jardín de Edén...
donde jugaban bestias y pájaros.
La nube se ha ido.
Gracias a Dios que se ha ido.
Los magnates de la madera insistían en sus órdenes judiciales.
Krupp dejaba que sus jubilados se muriesen de hambre.
Un millón y medio de desempleados...
con un incremento de 226.000 en 15 días.
Me voy. El placer será mío.
Yo no soy responsable de lo que tenéis en las cabezas.
Te pagaré mañana lo que te debo, Max.
Dreske, siento que haya tenido que pasar algo así entre nosotros.
Celebraremos tu victoria con patatas y arenque.
Deja que los despreciables y renegados idiotas...
envalentonados por la burguesía y los chovinistas sociales...
menosprecien la creación de los soviets.
Eso sólo acelera y profundiza la división...
entre los trabajadores revolucionarios de Europa...
y los que apoyan a Scheidemann y compañía.
Las masas oprimidas están de nuestro lado.
¿Qué ocurre?
- ¿Ha pasado algo? - En el fondo, no son así.
Simplemente no saben qué hacer con la sangre que les bulle.
Si hubiesen estado en Tegel o tuviesen algo de experiencia...
igual caerían en la cuenta.
Lina...
pensaba que ya no vendrías.
Lina, pequeña mía...
¿Sabes?
- Te quiero tanto... - ¿Qué ha pasado, Franz?
Ha tenido que pasar algo.
¿Qué tendría que haber pasado?
¿Qué ha podido pasar...
para que te diga que te quiero?
¿Qué tendría que haber pasado?
Está bien, Franz. Hazlo.