Tip:
Highlight text to annotate it
X
¡Dios mío!
¡Una tienda!
¡Toda bordada!
¿Estará en ella el caballero enemigo?
¡Hermano, si se nos escapara,
sería una deshonra!
Qué pena que no se le pueda ver.
Será mejor que carguemos los cañones a una distancia prudente
y los dirijamos contra él con osadía.
¡Cañonero, ven aquí enseguida!
¡Enciende las mechas!
¡Listos!
¡Fuego!
Dime, sol, que todo lo ves,
cuando viniste
del este hasta nosotros,
¿ viste mi hogar,
la tierra con la que sueño?
¿Siguen reluciendo allí las rosas
y los arbustos de azucenas rojas?
Las libélulas azul turquesa,
¿siguen acariciando
las jugosas hojas?
Y por las noches
en el agua,
¿sigue ocultándose en las canciones de las muchachas
y de las mujeres ese dulce anhelo
de la pasiôn
del amor prohibido?
¿Sigue siendo bienvenido el invitado inesperado?
¿Le siguen esperando regalos,
una humilde fiesta
y miradas furtivas
a través de velos celosos?
¿ Y cuando cae la noche azulada
se apresura a su lado la joven ama,
olvidando el pudor y el miedo,
con una dulce declaraciôn
en los labios?
Esa canciôn,
¡qué maravilla!
Si a la joven ama le complace
el atendernos,
podríamos quedarnos aquí.
No tengas miedo, bella mujer.
Cuéntanos todo enseguida:
Cômo te llamas, a quién perteneces
y de dônde vienes.
Soy una doncella libre,
la Zarina de Shemajan.
Me acerco a hurtadillas como un ladrôn
para apoderarme de tu ciudad.
Bromeas, obstinada doncella.
Para la guerra hace falta un ejército,
sin él no se puede ir a la guerra.
Te equivocas,
para vencer no hace falta ejército.
Sôlo con mi belleza
puedo dominar a todos.
Me alegra esta inesperada visita.
Las copas están llenas de zumo de uvas silvestres.
La espuma rebosa por el borde. ¡A vuestra salud!
Bebe tû primero,
nosotros después. - Eso no me lo esperaba. Mírame a los ojos,
que brillan más que el sol de la mañana.
¿Podría alguien con una mirada tan celestial
ofrecer veneno a sus invitados?
¿ Qué tal has dormido, estimada Zarina?
Muy bien, gracias.
Pero al amanecer me sucediô algo.
El aire era de pronto tan embriagador,
hûmedo y pesado, lleno de dulzor,
como si lo llenara el perfume de flores nocturnas,
como el juego de vagos sueños,
como el respirar de un ser invisible
que se consume de pasiôn.
Y entonces escucho una voz que me seduce con ternura
como el aire primaveral y me susurra:
''¡Querida, libérame!''
A veces alto, a veces bajo,
a veces lejos, a veces cerca.
Debiste mirar bajo la cama.
Estaba oscuro. - ¡Entonces ignora tal jueguecito!
Me invadiô un dulce anhelo.
¡Eso es sôlo un delirio febril!
O meros sueños juveniles, ahora mismo nadie puede librarse de ellos.
Yo también...
El temblor de la ternura,
los ornamentos del cuento de amor,
el primer beso de la pasiôn,
¿dônde estáis? ¿Dônde?
¡Ya vendrán, descuida!
Zar, espanta a este monstruo, aborrezco a tu comandante!
¡Qué insolencia es esa, hombre, la miras fijamente como un mochuelo!
Mira, has ofendido a la muchacha, no ves que aûn nos teme a los hombres.
¡Márchate!
¡Ve detrás de la tienda
y observa desde allí!
Quisiera pediros algo. - ¿El qué?