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De alguna forma, ocurrió en la trayectoria evolutiva del hombre animal
la sofisticación – la enorme – sofisticación del cerebro
y de los estados mentales que acompañan nuestras experiencias.
Exactamente por qué, evolutivamente, eso ocurrió y vengó
yo no tengo respuesta.
Lo que me parece curioso es lo siguiente, cada uno puede pensar en eso en su propio caso.
Todo lo que ocurre de más importante en su metabolismo interno
está completamente cerrado a sus ganas y a su elección consciente.
Mi corazón está latiendo, la sangre está circulando, el alimento está siendo dirigido,
el hipotálamo está controlando una miríada de procesos homeostáticos
de autorregulación metabólica.
Una miríada infinitamente compleja.
Nada de eso pasa por deliberación, por conciencia, por elección.
Sin embargo, al actuar en el mundo,
cuando levanto el dedo, o hago este gesto con la mano, o uso mi lengua para hablar,
tengo la impresión de que son cosas que están saliendo de mí.
No son cosas totalmente cerradas y vedadas a mis ganas y elección.
¿De dónde viene esa cisión? 19 00:01:20,300 --> 00:01:22,622 ¿Por qué la frontera cae donde cae?
Una actriz muy experimentada controla,
por un acto de ganas consciente,
sus glándulas lacrimales. Yo no las controlo.
Ella entrenó para hacerlo, pero allí es justo en la frontera.
Si yo paro para pensar en la respiración, consigo acelerar o retardar, hasta un punto,
pero mientras estoy durmiendo mi respiración sigue en el piloto automático,
no necesito pensar en eso.
¿Por qué algunos procesos conectados con nuestro comportamiento
nos dan la impresión de estar sujetos al “Yo Soberano”?
¿Y quién es ese “Yo Soberano?
¿Dónde está ubicado? Probablemente no está ubicado en ningún lugar
tenemos idea de un hombrecito, un pequeño yo que está dentro y que soy yo.
Eso no existe.
Yo, en una parte del libro, escribí una frase,
mi personaje la escribió, no soy yo,
“soy la experiencia que mi cerebro tiene de sí mismo”.
Entonces él se pregunta “pero, ¿mi cerebro? ¿Mío, de quién?
¿Quién es ese “yo” de quien el cerebro es propiedad?”
Entonces reescribe:
“soy la experiencia que un cerebro particular tiene de sí mismo”.
No hay ese pequeño “yo” soberano decretando en sus dominios, licencias y órdenes regias.
Todo eso es parte de nuestra psicología intuitiva heredada del mundo arcaico.
Con el avance de la neurociencia imagino que muchas cosas serán revistas.
El “yo”, en el fondo, es una pieza de ficción.