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El artesonado constituye la nota singular de esta nueva sala,
dedicada a la donación Várez Fisa.
Cubre y crea una luz que le da un aspecto muy distinto
y que caracteriza a las obras de esta colección.
Ningún museo de nuestra categoría tiene un artesonado.
El artesonado es algo típicamente español.
Por sus características se puede desmontar
y numerar todos sus elementos y luego volver a montar.
Sin duda es la intervención realizada en todo el desmontaje en la casa familiar,
el traslado y el nuevo montaje aquí en las salas del Museo del artesonado,
realizado en madera, que mide aproximadamente unos 12 metros
por 6 metros de ancho y que pesa alrededor de 6.000 kilos.
Pintado directamente sobre la madera, ha sido limpiado de la polución,
contaminación que estaba superpuesta encima de las capas de pintura
y se han retocado todas las faltas de color que tenía la estructura.
Ha sido una oportunidad magnífica el poder trabajar
en este artesonado cuando estaba en el suelo,
antes de ser elevado a su posición definitiva.
Los restauradores han podido trabajar rodeados de este mundo de dragones,
este mundo fantástico, también escenas religiosas,
pero este mundo de dragones, este mundo medieval,
realmente impresionante cuando se ve de cerca,
la expresividad que tienen estas figuras.
Estamos en una sala del Prado que es abovedada,
que no es adintelada y lo hemos tenido que sostener al techo,
a la bóveda, pero está colocado como un objeto museable.
Tenemos que ver, valorar y contemplar cada una de sus escenas.
La intervención ha tratado de que el techo sea visible como un conjunto.
No estamos hablando de "Las meninas", no es una miniatura,
no es una obra de un primitivo flamenco, es un conjunto.
Lo que el espectador tiene que valorar es el efecto, el conjunto.
Luego por supuesto, ir deteniéndose en los diferentes animales,
monstruos, seres fantásticos que pueblan
todo este universo que está sobre nuestras cabezas.
No hemos tratado tampoco de reparar las pequeñas grietas,
las pequeñas fendas, hendiduras que tiene la madera.
Esto es fruto del tiempo, esto le da también el carácter medieval,
este carácter de un objeto con más de 600 años de antigüedad.
Estaba datado en 1350.
Su función era soportar el coro de la iglesia de Santa Marina de Valencia de Don Juan,
esta población de León que pertenece a la diócesis de Asturias.
La iglesia estaba abandonada desde 1876
y los vecinos denunciaron al ayuntamiento,
que había peligro de un derrumbe y finalmente en 1926 la iglesia se derrumbó,
pero no afectó ni a la cubierta, que era un alfarje morisco también del presbiterio,
ni a la cubierta debajo del coro que es este soto coro que tenemos aquí.
Al parecer por los datos que tenemos,
un chamarilero se lo llevó el artesonado en carro de bueyes
y lo tuvo en depósito hasta que alguien lo compró.
Al analizar yo las distintas escenas me he dado cuenta
que la indumentaria que luce, los escudos,
todo ello nos indica, que es una obra entorno a 1400.
Todas las escenas que hay son muy ricas y muy variadas.
Son escenas muy corrientes en este momento, de tipo cortesano.
Hay escenas de lucha, cinegéticas, de torneos, amatorias, danzas.
No son tan corrientes las escenas religiosas en este tipo de artesonado
pero aquí hay muchas escenas,
incluido por ejemplo “La matanza de los inocentes”,
también hay escenas sobre todo de la pasión,
incluida la “Santa Cena” con su mantel, con sus peces,
perfectamente representada.
Muy característico también es la manera con que representa
la bajada al limbo o incluso escenas como el “Noli me tangere”.
Hay mucho animal fantástico que a veces tiene una escala muy grande,
hay luchas como el hombre con el león… Es complejísimo.
Entonces es objeto de un estudio a posteriori,
porque acabamos de disponerlo en la sala
y es necesario profundizar más en todos los elementos.