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Hola, me llamo Rick Axsom y soy el curador del Museo de Arte Contemporáneo de Madison.
Me gustaría guiarlos por Los Grandes del Arte Moderno Mexicano,
una exposición que celebra a los maestros del arte moderno mexicano.Los siete artistas reunidos en esta exposición son
Manuel Álvarez Bravo, Frida Kahlo, Leopoldo Méndez, José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo—
quienes definieron el vanguardismo mexicano a principios del siglo XX.
Basándose en las obras de la colección permanente del museo, la exposición
coloca a estos artistas dentro del contexto mundial de arte moderno para reconocer sus logros y obtener una perspectiva histórica.
Después de la Revolución Mexicana, que duró de 1910-1920, el arte moderno disfrutó un período vital de la realización artística.
La Ciudad de México fue un centro internacional importante para los pintores modernos, fotógrafos, cineastas, compositores, escritores y poetas—
la mayoría de los cuales eran mexicanos.
Entre ellos está Diego Rivera,
quien iniciado en el arte moderno mientras estaba en Francia y en Europa entre 1913 y 1919.
Estas tres litografías son detalles de un ciclo importante de frescos que Rivera creó
para el Ministerio de Educación en la Ciudad de México en 1920.
Sus temas incluyen el campesinado rural,
cuyas vidas oprimidas debían ser enormemente mejoradas según los objetivos socialistas de la Revolución Mexicana.
Artistas progresistas como Rivera
vieron en los pueblos indígenas de su país una verdadera identidad mexicana.
De acuerdo al espíritu del vanguardismo, Rivera deseaba crear arte que reflejara su tiempo,
de modo que registrase su reacción al mundo contemporáneo en que vivía y mejorase sus condiciones sociales.
En este caso, su enfoque su propia cultura mexicana en los años posteriores a la Revolución.
El estilo de Rivera se considera realista,
aunque modificó su realismo con simplificaciones de forma moderna
y en sus pinturas y muros con los colores exagerados de arte azteca y folclórica.
En su estilo, tema y contenido político, el arte de Rivera
es parecida al realismo social de la época en los Estados Unidos y la Unión Soviética.
En El Rebozo del Soledad,
Leopoldo Méndez se imagina a una mujer mexicana desgastada.
Ella es mestiza o una persona mixta de sangre española e indígena.
El título de esta linoleografía se refiere a una película mexicana
en la que los habitantes de un pueblo rural, dirigidos por una heroína valiente, luchan contra un tirano local.
El grababado, Cargadas de significado político, las rayas blancas del grabado que rodean la cabeza de la figura,
las puntuaciones duras en la cara, y la intensidad emocional del retrato conecta la obra con el expresionismo europeo,
uno de los principales estilos vanguardistas de la época.
Aunque Méndez nunca viajó al extranjero, su contacto con el arte moderno, como fue el caso de muchos artistas mexicanos,
vino de revistas de arte y catálogos de exposiciones.
Como co-fundador del Taller de Gráfica Popular, era un verdadero artista moderno,
dada su creencia en el arte como un vehículo importante para la protesta social y el mejoramiento de las masas.
En sus pinturas y grabados, José Clemente Orozco,
así como Méndez, refleja la influencia del expresionismo europeo.
En La retaguardia, una litografía de 1929,
él presenta un conjunto de bandas de casi dos docenas de hombres, mujeres y niños, quienes se mueven a través de un plano abierto.
Habiendo llegado del campo, a los campesinos se les ha incitado para luchar en la Revolución Mexicana.
En La retaguardia, una litografía de 1929, él presenta un conjunto el grupo llevan rifles.
La marcha parece ser obligada por las circunstancias de la guerra.
Estas personas parecen ser desplazadas, tal vez lejos de su pueblo que ya no existe.
Para subrayar su solidaridad y determinación
Clemente Orozco, de forma expresionista, exagera la perspectiva del espacio por donde se mueven las personas;
además, de manera forzada, los amontona en poses similares,
sin exponer sus caras, y con los sombreros y los cañones de fusil apuntados hacia el mismo ángulo.
En las pinceladas rápidas de su lápiz litográfico,
el artista delinea los pliegues de los vestidos y pantalones, de forma que el movimiento d edel momento.
A pesar de ser una marcha silenciosa, la escena parece psicológicamente depurada.
La Sandía # 1 de Rufino Tamayo es una litografía en color que se inspira de la tradición europea de la naturaleza muerta.
Por un lado, la entremezcla de rojos brillante, negros y blancos lúcidos bordeados de verdes esmeralda
sugieren una preferencia cultural por el color dramático.
Por otro lado, las tres rebanas de sandía traen a la mente las características visuals del cubismo europeo,
uno de los primeros movimientos del arte vanguardista del siglo XX.
Flotando por encima, en un ambiente brumoso y multicolor, aparecen rodajas de sandía cortadas con
un cuchillo misterioso y semi-transparente que, como una espiga, las mantiene unidas.
Los espacios ambiguos, la falta de perspectiva tradicional, y las formas fragmentadas del grabado
reflejan la tendencia del cubism de alterar la apariencia de los objetos.
El aspecto enigmático de la naturaleza muerta le da un sentido mágico que lo conecta con
las yuxtaposiciones incongruentes del surrealismo,
otro movimiento vanguardista a comienzos del siglo XX.
Manuel Álvarez Bravo fue el primer fotógrafo moderno de México.
Además, se considera uno de los fotógrafos más importantes en la historia de la fotografía.
Como fotógrafo vanguardista, Álvarez Bravo valoraba la capacidad de la fotografía para
crear una crónica que relatara todos los aspectos de la vida cotidiana.
En sus fotografías en blanco y ***, él buscaba un enfoque lúcido,
la creatividad en sus composiciones, y una estructuración artística de luz y sombra.
Si bien estaba comprometido a los ideales vanguardistas,
Álvarez Bravo también se dedicó al studio de la historia, la cultura y la identidad de México.
Como se puede ver en sus fotografías típica,
lo cual se puede ver en sus retratos de Margarita de Bonampak (un antiguo sitio maya)
y El Hombre de Papantla (una ciudad en el estado de Veracruz).
André Breton, quien es considerado el líder del surrealism francés, apreciaba en la obra de Bravo su obras como
Retrato de lo eterno
El Día de los Muertos
El surrealismo, que pretendíamostrar los mecanismos del subconsciente y el juego de los ensueños,
fue el más destacado movimiento del arte vanguardista en los años 1920 y 1930.
Así como Rufino Tamayo, Frida Kahlo fue inspirada por la la tradición europea en su obra Naturaleza sobre un paisaje estéril,
de modo que reflejó su tema tanto en términos ocultos como en terminus explícitamente discernible ante un público mexicano.
La pitahaya, favorita de Kahlo,
es una fruta nativa que es dulce y jugosa;
es un alimento vivificante en las regiones áridas donde crece.
En el retrato, una de las frutas abiertas revela su pulpa y semillas bajo de la piel dura y madura.
Situado cerca de una piedra con cráteres, se encuentra una calavera—
un adorno macabre del arte folclórica que se asocia con el Día de los Muertos,
una de las fiestas más importantes de México.
La calavera, que sostiene una guadaña, se presenta como La Muerte.
Habiendo sufrido un accidente automovilístico a los dieciocho años, Kahlo vivió con un dolor crónico por el resto de su vida.
Su naturaleza muerta de las pitahayas es, simbólicamente, una reflexión muy íntima sobre la vida y la muerte.
André Breton interpretó la obra de Kahlo, así como la obra de Álvarez Bravo, como surrealista.
Sin embargo, Kahlo, se negó a la asociación, diciendo que sus pinturas como Naturaleza muerta:
Pitahayas, constituían imágenes de la identidad personal en vez de sueños surrealistas.
Aunque el vanguardismo mexicano mezclaba los estilos y valores del arte moderno,
en el fondo era una búsqueda de un estilo nacional que proclamara una nueva identidad mexicana.
El vanguardismo mexicano, si realmente se podía categorizar de "vanguardista",
también fue una mezcla de las tradiciones indígenas,
sobre todo lo religioso, folclórico y el arte precolombino.
El retrato del famoso pedagogoco mexicano—
Moisés Sáenz—por David Alfaro Siqueiros retoma las simplificaciones
del cubism temprano, lo cual se vislumbra en los rasgos afilados de la cara.
Tal acercamiento a la cara humana se relaciona al interés de los primeros artistas del llamado "arte primitivo";
esta arte reflejaba la perspectiva eurocéntrica
de que la sencillez y falta de complejidad del arte primitivo lo hacía más "auténtico."
En este sentido, el retrato de Alfaro Siqueiros
evoca la imagen de las cabezas colosales cortadas de piedra de basalto de la cultura olmeca—
considerada la primera civilización auténtica de Mesoamérica,
que se originó en 1.500 años antes de la era actual.
A través de la mescolanza de estilos, Alfaro Siqueiros vincula el presente con el pasado.
El modernismo mexicano alcanzó su pleno desarrollo en la XXVa Bienal de Venecia, montado en 1950.
La Bienal es una exposición prestigiosa y competitiva de arte contemporáneo que,
con pocas excepciones, toma lugar cada dos años desde 1895.
Por primera vez en 1950, México fue representado con su propio pabellón o espacios expositivos.
Además de Clemente Orozco, Diego Rivera y Rufino Tamayo, Alfaro Siqueiros también formó parte del contingente mexicano.
Alfaro Siqueiros tomó segundo lugar entre todos los artistas participantes, por
lo que confirmó el estatus internacional del vanguardismo mexicano y le aseguró un
lugar de honor en el arte moderno.