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Sulfametoxazol: qué es y cómo actúa
El sulfametoxazol es un compuesto químico que pertenece al grupo de los antibióticos. Por tanto, lo encontramos en el tratamiento de una gran cantidad de infecciones de origen bacteriano.
Su uso en el campo de la medicina está ampliamente aceptado, aunque hay algunas situaciones en las que no se recomienda su administración como veremos más adelante.
Además, este medicamento puede utilizarse sólo o combinado con otros fármacos. Por norma general, se combina con la trimetropina. Esta sustancia también funciona como un potente antibiótico pero está enfocado a otras subclases de infecciones.
En esta combinación, la mayor parte es de sulfametoxazol porque tiende a producir menos efectos secundarios o alteraciones en los pacientes que la trimetropina.
Esta sustancia química participa en el tratamiento de una amplia categoría de infecciones provocadas por bacterias:. Bronquitis crónica: el paciente experimenta una inflamación anormal de los bronquios. El individuo presenta graves problemas para respirar y siente asfixia o disnea (sensación de falta de aire).
El uso de este fármaco previene en la mayoría de casos que se agrave la enfermedad.
Infecciones de las vías urinarias: durante esta dolencia, el sujeto padece una fuerte molestia al orinar acompañada de una fiebre alta. De esta manera, al utilizar antibióticos la infección se trata de manera eficaz y rápida.
Infecciones en los oídos: también se puede denominar otitis y suele afectar al oído medio (normalmente aparecen en los niños pequeños y son más frecuentes en verano).
Neumonía por Pneumocystis carinii: normalmente aparece en personas con VIH. Son pacientes inmunodeprimidos y por eso son más susceptibles de tener infecciones por patógenos oportunistas. Es decir, aquellos microorganismos que en una persona sana no provocan una enfermedad, en los pacientes con SIDA supone una infección grave.
Shigelosis: se trata de una infección que afecta a los pliegues internos de los intestinos. Esta enfermedad suele provocar diarreas, náuseas con vómitos y dolor agudo en la zona abdominal del paciente.
Al igual que neumonía por Pneumocystis carinii, se trata de una enfermedad oportunista. Efectos secundarios del sulfametoxazol. El uso de este medicamento puede provocar una serie de efectos secundarios o adversos en el paciente. Entre los más comunes podemos citar los siguientes:.
Alteraciones de tipo gastrointestinal: se pueden producir náuseas con vómitos, diarrea o estreñimiento y retortijones. El paciente puede llegar a deshidratarse debido a la pérdida de líquidos. Por eso se recomienda administrar suero y reponer los minerales. Erupciones cutáneas o urticaria.
Dificultad para respirar y para tragar o deglutir debido a un edema (inflamación). Cefalea o dolor de cabeza. No se recomienda la aplicación de este fármaco si el paciente presenta alguna de las siguientes condiciones:.
El hígado es un órgano encargado de realizar varias funciones muy importantes para el mantenimiento correcto del organismo. Una de sus tareas principales es eliminar las sustancias tóxicas que recibe, como es el caso del alcohol y los medicamentos.
Si el hígado no trabaja correctamente, por ejemplo en los pacientes con hepatitis o insuficiencia hepática, se pueden acumular los restos de estas sustancias que no han sido metabolizados, produciendo graves alteraciones y efectos secundarios en todo el cuerpo.
También destacamos a los pacientes con insuficiencia renal. Los riñones filtran las sustancias de desecho de nuestra sangre, producen hormonas y mantienen el equilibrio de los líquidos corporales mediante la formación la orina.
Si estos órganos no funcionan correctamente, principalmente a causa de la insuficiencia renal, los pacientes no podrán expulsar al medio externo los compuestos tóxicos (como los medicamentos) y permanecen circulando en la sangre más tiempo de lo esperado.
Embarazo.
Debe evitarse la administración de esta sustancia química en cualquier mes del embarazo. Todavía no se conocen los posibles efectos secundarios o alteraciones que podría provocar en el feto.
Por tanto, sólo se utilizará cuando el riesgo de la madre sea mayor que el daño posible del bebé, en casos extremos de infección con compromiso vital. Lactancia.
La leche materna es otra forma de excreción de sustancias al medio externo. Los medicamentos alteran su composición y el bebé recibe los tóxicos en la lactancia.
Las principales consecuencias de una alimentación con medicamentos en leche materna son la patología renal o hepática infantil.