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Dos días antes de las elecciones locales en Marruecos, los candidatos y sus seguidores abarrotan las calles.
Esperan reclutar votantes entre los que van camino a casa del trabajo.
Como los candidatos de todo el mundo, se dan la mano, debaten temas, discuten sobre sus casos.
Lo que es inusual es quién hace campaña.
Mujeres, como Nadia Belqari, una ginecóloga que se presenta para mejorar los servicios.
Nos cuenta que su barrio necesita desde carreteras hasta reciclaje.
Realmente me gustaría practicar lo que he aprendido y me enseñaron en mi especialización en salud pública.
El año pasado, el Parlamento aprobó una ley que añadía miles de escaños en los ayuntamientos de Marruecos
y los reservaba para las mujeres.
Las mujeres comprenderán el 12% de estos ayuntamientos, subiendo de menos del 1% en la última elección.
Este es solo el último paso de una serie de reformas que han situado a Marruecos casi en la cima
del mundo musulmán, en cuanto a derechos de las mujeres.
Una progresión que empezó hace 5 años con reformas radicales en leyes del divorcio y tutelas
contenidas en el Código de Familia marroquí, conocido como "Moudawana".
La "Moudawana" ha despertado los derechos de la mujer.
Las mujeres juegan un papel sin precedentes en la vida pública marroquí.
Las feministas dicen que han alcanzado este punto al tomar, primero, el control legal de su vida privada.
El código de familia anterior, llamado "Moudawana" consideraba al marido como el cabeza de familia.
Y la mujer le debía obediencia.
Estaba escrito en la ley.
Y antes de que se casaran, las mujeres estaban sujetas a la voluntad de sus padres.
Las mujeres no tenían derecho a elegir a su marido por si mismas.
Tampoco podían terminar con su matrimonio.
Se casaban a la fuerza.
Entre otras reformas, el nuevo código declara a las mujeres iguales que los hombres,
asegura su derecho a elegir con quien casarse
y concede a las mujeres los mismos derechos para divorciarse en un juzgado.
Es un cambio profundo.
Consideramos que ha sido una verdadera revolución para la sociedad y cultura marroquíes.
Y no solo para mujeres como Belgari, doctora de clase media alta, que vive en un barrio chic de la capital.
S. H. es hija de un granjero cerca de Kenitra. Ocultamos su identidad por cuestiones de seguridad.
Hace 6 años, se casó con un hombre que nunca había conocido, en una boda acordada por sus padres.
Mi marido comenzó a pegarme cuando me quedé embarazada. Me pegaba, me tiraba del pelo y me insultaba.
Una vez, me pegó en la cabeza con un vaso y me hizo una herida para la que necesité tres puntos.
Me encerraba en casa y no podía salir hasta la mañana.
No podía irme.
El antiguo código de familia todavía tenía validez cuando se casó.
Pero ahora, con la ayuda de una organización en Casablanca
está en proceso de conseguir el divorcio y está solicitando la custodia de su hijo de 5 años.
Antes no sabía nada. La ley ha cambiado. Antes era difícil para una mujer obtener el divorcio.
Las cosas han cambiado y ahora podemos ejercer nuestros derechos, todos los derechos.
Los cambios no se han producido de la noche a la mañana.
Activistas como Latifa Jbabdi, han pasado décadas luchando por los derechos de las mujeres.
Es una cuestión que se ha debatido por todas partes, en los zocos, balnearios, buses.
Vaya donde vaya, la gente habla del código de familia. Es un asunto que preocupa a todos.
Pero los marroquíes más conservadores creen que el Islam ha dictado diferentes roles para hombres y mujeres.
El sociólogo Abdessamad Dialmy nos lo explica.
La mujer, porque es mujer juega un papel social diferente y es en función de este papel biológico y social
que ella tiene derechos diferentes.
Tras las primeras derrotas, las feministas marroquíes dicen que han planteado un próspero caso para el cambio,
usando argumentos para la igualdad y justicia social contenidas en la teología islámica.
Reinterpretamos el Islam desde el punto de vista de una mujer y formamos a las militantes.
Estábamos bien preparadas para rebatir sus argumentos.
Dicen que su éxito nacional ha hecho de su movimiento un modelo para otros países musulmanes.
En Arabia Saudita, Bahrein, Yemen, los Emiratos Árabes, Jordania, todas las mujeres están intentándolo.
Hay una emergencia de un movimiento de las mujeres también en otros países.
Hemos hecho un trabajo bárbaro para demostrar que se puede promover estos derechos basándonos en el Islam.
Pero el debate no termina.
Incluso entre las jóvenes estudiantes en la Universidad Mohammad V, en la capital,
hablé con aquellas que se oponían a las reformas.
Amri Nouria, de 23 años y especialista en biología,
dice que aprecia algunos de los cambios, pero le preocupa que otros hayan ido muy lejos.
Tenemos el derecho a decir sí, nos queremos casar, o no.
Este es un punto positivo.
Pero un punto negativo es que, en vista de los cambios de ley, los hombres tienen miedo a casarse.
Y a la vista de la religión musulmana hay más mujeres que no se casan, que mujeres que sí.
Es una afirmación común entre aquellas que se oponen a las reformas,
aunque las últimas estadísticas no parecen corroborarlo.
Según el departamento de justicia, los registros de matrimonios crecieron un 30%
en los primeros cuatro años desde que la ley cambió.
Ha habido un claro aumento en el número de enlaces.
Nouzha Skalli era una activista por los derechos de las mujeres, antes de ser designada ministra
de desarrollo social, familia y solidaridad.
Está de acuerdo con los que dicen que se debe hacer más.
El código de familia está esporádicamente asegurado y las mujeres siguen estando por detrás de los hombres
en otras áreas de la ley, como en la herencia.
Los avances que se han logrado con el código de familia son muy importantes y se pueden ver en la vida diaria.
Y los problemas, continuarán, ya que ningún problema puede resolverse con una varita mágica.
Skalli tiene fe en que los cambios continuarán
al paso establecido por los ritmos y tradiciones en el corazón de la vida marroquí.