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Nunca se había producido una crisis tan grave como la que tienen que afrontar los jóvenes hoy,
que requiere una respuesta conjunta de todo el mundo,
incluidos gobiernos e interlocutores sociales,
mediante estrategias que fomenten el crecimiento y el empleo,
y políticas y programas que favorezcan a los jóvenes.
¿Por qué? Pues por las dificultades que presenta el mercado laboral para los jóvenes,
y sobre todo, los que trabajan en la denominada economía informal,
con empleos precarios, mal remunerados y sin protección alguna.
El marco mundial adoptado por representantes gubernamentales,
empleadores y organizaciones de trabajadores promueve la adopción de medidas en 5 áreas:
creación de empleo, enseñanza y formación,
ayuda a los desfavorecidos, formación empresarial y derechos laborales.
A tal efecto, cabe observar que:
- el empleo juvenil viene determinado por el nivel de empleo general.
Por consiguiente, es preciso enfatizar en el crecimiento y el empleo,
y dar una respuesta macroeconómica coordinada a nivel nacional e internacional.
- la experiencia laboral y las prácticas de aprendizaje son importantes
para promover eficazmente el empleo juvenil,
reducir el desajuste de cualificaciones y facilitar el primer empleo.
Los sistemas de prácticas de aprendizaje ideales fomentan
la colaboración entre gobiernos, centros de formación,
empresas e interlocutores sociales
para que los jóvenes adquieran la cualificación que demanda el mercado laboral.
- por otro lado, las pequeñas y medianas empresas necesitan créditos para emplear a más jóvenes
y otorgarles los mismos derechos de los que gozan los trabajadores adultos.
Ello es importante en los mercados de trabajo,
con cuotas elevadas de jóvenes que realizan trabajos informales,
o que sólo pueden acceder a empleos temporales o a tiempo parcial.
- los programas y servicios de empleo para jóvenes desfavorecidos
han dado mejor resultado
que los centrados en actividades de formación o búsqueda de trabajo,
en particular si conjugan la enseñanza y formación con la inserción laboral,
e incluyen incentivos de contratación de jóvenes,
como por ejemplo subsidios salariales,
deducciones fiscales
o exención de cotizar a la seguridad social por un período de tiempo.
En los países en que numerosos jóvenes realizan trabajos de subsistencia
en la economía informal cabe aplicar estrategias
y programas de empleo y de mejora del nivel de vida.
El alfabetismo y las cualidades profesionales y empresariales adecuadas,
asi como las ayudas crediticias y de acceso a servicios
y mercados no financieros son elementos muy importantes.
También debería promoverse, en la medida de lo posible,
la creación de empresas y cooperativas dirigidas por jóvenes.
Países como Finlandia, Noruega y Suecia, entre otros, han logrado mantener el vínculo
entre los jóvenes y el mercado laboral mediante programas de garantías
que ofrecen capacitación, experiencia profesional
y apoyo a los jóvenes para que encuentren un trabajo decente
con arreglo a su cualificación y proyectos de futuro.
Otros países han mejorado la situación laboral
y los ingresos de jóvenes trabajadores cuya situación profesional era precaria.
Es el caso de los programas "Jóvenes" implantados con éxito
en varios países de América Latina.
Las repercusiones económicas y sociales en el caso de no adoptar ninguna medida
tendrían un coste muy superior a la inversión que se requiere para poner en marcha esos programas
mediante políticas que fomenten la rentabilidad,
incluso en países en fase de consolidación fiscal.
La situación de la generación de jóvenes de hoy en día es peor que la de hace 20 años;
por ello, urge adoptar medidas frente a la actual crisis de empleo juvenil.
Debemos mantener el objetivo de mejorar la situación económica y social
de una generación con respecto a la anterior, como ha sido el caso hasta ahora.
No podemos permitirnos retroceder al pasado.
Organización Internacional del Trabajo (OIT) 2013