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Elige un adjetivo como "implacable",
o un verbo como "proliferar",
o incluso un sustantivo, "compinche"
y añade un sufijo, por ejemplo: "-ilidad" o "-ción" o -"ismo".
Has creado un sustantivo nuevo.
"Implacabilidad", "proliferación", "compinchismo".
Impresionante, ¿verdad?
¡Error! Lo que has hecho es liberar a un zombi caníbal.
Los nombres creados a partir de otras categorías gramaticales se llaman nominalizaciones.
Los académicos las adoran,
así como los abogados, burócratas, escritores de negocios.
Yo les llamo sustantivos zombis, porque consumen lo vivo.
Canibalizan verbos activos, absorben la vida de los adjetivos
y sustituyen a los seres humanos por entidades abstractas.
Ahí va un ejemplo.
"La proliferación de nominalizaciones en una formación discursiva podría ser un indicativo
de una tendencia hacia la pomposidad y la abstracción". ¿Eh?
Esta oración contiene no menos de siete nominalizaciones,
además de no aclarar quién está haciendo qué.
Cuando eliminamos, o reanimamos, la mayoría de los sustantivos zombis,
"tendencia" se convierte en "tienden", "abstracción" en "abstracto",
y luego añadimos un sujeto humano y algunos verbos activos,
y la oración vuelve a la vida.
"Los escritores que sobrecargan sus oraciones con nominalizaciones tienden a sonar pomposos y abstractos".
Sólo a un sustantivo zombi, la palabra clave "nominalizaciones",
se le ha permitido seguir tal cual.
En el mejor de los casos, las nominalizaciones nos ayudan a expresar ideas complejas:
percepción, inteligencia, epistemología.
En el peor, nos impiden una comunicación clara.
Para saber cómo funcionan los sustantivos zombis, libera unos cuantos en una oración viva
y mira cómo succionan toda su energía.
George Orwell jugó con esta idea en su ensayo "La política y el lenguaje inglés".
Empezó con un conocido verso del Libro del Eclesiastés de la Biblia.
Dice: "Me volví, y vi debajo del sol que ni es de los veloces la carrera, ni de los fuertes la guerra,
ni aún de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor;
pues a todos les llega el tiempo y la ocasión".
Y aquí está la versión moderna de Orwell.
Consideraciones objetivas de los fenómenos contemporáneos llevan a la conclusión de que el éxito o el fracaso en actividades competitivas
no suele estar en proporción con las capacidades innatas, bien al contrario, un considerable componente de azar
debe ser tenido en cuenta invariablemente".
El pasaje de la Biblia habla a nuestros sentidos y emociones con sustantivos concretos,
descripciones de personas y sustantivos abstractos directos como "carrera",
"guerra", "riquezas", "tiempo", "ocasión".
Ningún zombi entre ellas.
La traducción satírica de Orwell, por otro lado, está plagada de nominalizaciones y otras abstracciones vagas.
Los zombis se han hecho con el poder y los humanos han huido de la aldea.
Los sustantivos zombis hacen más daño cuando se juntan en paquetes generadores de jergas
y se tragan cada sustantivo, verbo y adjetivo a la vista.
Así que "globo" se transforma en "global", de ahí a "globalizar" y de éste a "globalización".
El abuelo de todas las nominalizaciones: antidesistematizacionismo,
contiene al menos, dos verbos, tres adjetivos y otros seis sustantivos
dentro de su hinchado vientre.
Un párrafo cargado de nominalizaciones mandará directamente a tus lectores a dormir.
Rescátalos del apocalipsis zombi con enérgicas oraciones verbales
estructuradas de forma clara y concreta.
Quieres que tus oraciones vivan,
no que se unan a los muertos vivientes.