Tip:
Highlight text to annotate it
X
Me añoro.
Todo me pesa.
¡Estoy harta!
No es extraño: he dormido toda la noche,
me he levantado,
he tomado el té con mi marido
y he vuelto a la cama.
¡Aquí no hay otra cosa que hacer!
¡Oh, Dios mío, qué aburrimiento!
Mi vida era mucho mejor cuando era soltera.
Vivía pobremente, pero en libertad.
Y ahora. . .
¡Esto no es vida! ¡Es cautividad!
Soy la mujer de un comerciante,
la esposa del rico comerciante
Zinovi Borisovich Ismailov.
La hormiga arrastra la hebra de paja,
el pájaro construye su nido,
los jornaleros ensacan la flor de la harina.
Sólo yo permanezco estática,
sólo yo estoy triste y languidezco.
Únicamente a mí, la mujer del comerciante,
no me sonríe el mundo.
¿Habrá setas para cenar, hoy?
Sí, las habrá.
Me gustan mucho las setas con sopa de alforfones.
Por mí ya puede brillar el sol o desatarse la tormenta.
Ya nada me importa.
- ¿Qué haces cantando? ¿No tienes nada que hacer? - ¿Y qué?
¿Por qué ha entrado en casa una mujer así?
Ya se lo decía, a mi hijo: No te cases con Katerina.
Pero no quiso escucharme. Vaya mujer está hecha :
¡después de cinco años de casada
no ha tenido todavía ningún hijo!
- ¡Cuán afligida estoy, ay, cuán afligida! - ¡Cuánto!
- ¡Cuán afligida estoy, ay, cuán afligida! - ¡Cuánto!
¡Cuán feliz sería
si fuera madre al fin!
¡Tonterías!
De buena gana te buscarías un joven para escaparte con él.
Pero el muro es alto, los perros no están atados.
Los obreros son fieles y sumisos.
Y yo estoy siempre de guardia.
Prepara el veneno para las ratas.
Se han comido toda la harina.
¡La rata eres tú!
¡Tendrías que tragarte tú el veneno!
¡Habla!
El muro del molino ha cedido,
y los daños son considerables.
¿Qué haremos ahora?
¡Justo ahora que hay tanto trabajo!
Tendré que ir yo mismo.
¡Sí, ve! No se puede hacer nada sin que lo vea el amo.
No se puede confiar en los demás.
¿De qué os reís?
Este es el nuevo trabajador que contraté hoy.
- Bien. ¿Dónde trabajabas antes? - En casa de los Kalganov.
¿Y por qué te despidieron?
¡Los caballos están listos!
No se puede hacer nada más.
Di adiós a tu mujer.
¡Adiós, Zinovi!,
di adiós a tu mujer.
¡Así no! ¡De rodillas!
¡De rodillas! ¡Vamos!
¿Qué haces aquí parado? ¿Qué estás esperando?
Este nuevo trabajador, ¡es un seductor!
Arrastra al pecado a la primera que encuentra.
Tiene todas las gracias para hacerlo:
buena planta, belleza.
Trabajaba en casa de los Kalganov,
y se lió con la señora.
¡Por eso lo echaron!
- ¡Socorro! - ¡Escuchad al ruiseñor! ¡Eh, tú, Aksinia!
- ¡Socorro! - ¡La cerda canta como un ruiseñor!
- ¡Demonio! ¡Suéltame! - ¡Qué vocecita!
- Déjame tomarte un momento por el brazo. - ¡Qué tierno, qué gordo!
¡Por Dios, qué buena!
¡Indecentes! ¡Me has pellizcado, desgarrado la falda!
¡Aksinia! ¡Azótalo, Aksinia!
- ¡Eh! ¡Suelta! - ¡Ayudadme!
- ¡No la soltéis! - ¡Qué vocecita!
¡Tranquila, Aksinia! ¡Agárrala, Serguei!
- ¡Quitádmelo de encima! - ¡Vamos, tranquila!
¡Qué canción tan bella! ¡Empujad!
¡Quieta, muchacha!
¡Qué risa, que diversión!
¡Nos hace morir de risa!
¡Venga!
¡La señora!
- ¿Qué te ocurre? - Me rompieron la falda.
Dejadla marchar. ¿Os divierte burlaros de una mujer?
¿De quién nos burlamos, si no?
¿Las mujeres sólo servimos para reír?
¿Y para qué más, si no?
¡Canalla!
¡Anda, vamos!
Vosotros, los hombres, sois unos egoístas engreídos.
Pensáis que sois fuertes,
que sólo vosotros sois valientes, que sólo vosotros tenéis cabeza.
¿Y cuando son las mujeres las que mantienen a la familia?
¿Y cuando luchan en la guerra para vencer al enemigo?
¿Cuántas veces las mujeres dan su vida
para salvar al marido o al amado?
Para ti todo esto no significa nada.
¡Una buena paliza tendría que darte!
¡Así sabrías
para qué sirve una mujer!
Quiero hacerle una proposición.
¿Cuál?
Luchar con usted.
Bien, probemos.
¡Apartaos!
¿Por qué te detienes?
Me olvidé. . . Estaba entre mis brazos
y he pensado. . . ¿Por qué todo esto?
¡Yo tengo mucha más fuerza!
¡Suéltame! ¡Para!
¡Ah, Serguei, basta!
¿Qué significa esto?
Pasaba por aquí, tropecé con un saco.
Me caí. Él quiso levantarme y también se cayó.
¡Exactamente!
¿Qué hacéis ahí parados?
¿Quién hará vuestro trabajo?
¿Para qué se os paga?
¡Pandilla de perezosos, borrachos!
¡Fuera de aquí!
¡Ve a tu habitación!
¡Tú espera,
que cuando venga tu marido
ya le contaré yo!
Cuando estoy triste, miro mohína por la ventana.
Del tejado pende un pequeño nido.
En él arrullan el palomo y la paloma.
Juntos vuelan en lo alto del cielo.
Me gusta contemplarlos
y al hacerlo a menudo lloro,
pues envidio la dicha de la palomita.
Yo, en cambio, soy cual prisionera, presa con el desamado.
Sin libertad
no puedo seguir viviendo.
No tengo un nido
como la palomita
y, sobre todo,
no tengo amante.
Sin alegría
transcurren los días.
¡Cuánto desconsuelo habrá en mi vida!
Estoy sola.
Sola. . .
¿Por qué me castiga tanto
el destino cruel?
¿Quién es?
- No tenga miedo, soy yo. - ¿Quién? - Serguei.
¿Serguei? ¿Qué haces?
- ¿Qué quieres? - Quiero decirle algo.
¿Qué?
Acérquese y se lo diré.
- Bueno, venga, ¿qué pasa? - He venido para pedirle un libro.
- ¿Qué libro? - Alguno, para leer.
No tengo ninguno.
Ni siquiera sé leer, y mi esposo no lee libros.
El aburrimiento me mata.
- ¿Y por qué no te casas? - ¿Con quién?
Una rica no me querrá,
y las chicas ordinarias no me interesan :
¡no tienen educación, y yo soy un hombre sensible!
Por eso me aburro.
¡Yo también me aburro!
No me sorprende.
Si pudiera leer libros. . .
Los libros alimentan la razón y el corazón.
Mas sólo el amor nos da la dicha.
Si usted tuviera a alguien
como tienen todas las demás.
Pero en su situación, difícil le sería encontrarlo
a menos que ese alguien estuviera en esta casa.
¿Cree que no lo entiendo?
Hace ya tiempo que vivo entre señores
y he visto cómo les va a las mujeres.
Sí. . . Pero ahora vete.
- Me voy. - Adiós.
Veo que vuestra suerte no es mejor que la mía.
¿Qué estás diciendo?
Mas está en vuestras manos cambiarlo.
¡No es cierto!
¡Sí, sí es cierto!
¡Déjame! ¿Qué haces aquí conmigo?
¡Déjame! ¡O salto por la ventana!
- ¿De qué serviría? - ¡Basta!
¡Socorro! ¡Suéltame!
- ¡Eres mi vida! - ¡Suéltame! ¡No quiero!
¡Sólo tú eres mi alegría!
¡Vete, por el amor de Dios!
Soy una mujer casada.
No amas a tu esposo.
Le he dado juramento.
¡Por ello, no me presiones!
¡Katerina!
- ¡Mi suegro! - ¿Estás acostada?
Ya estoy en la cama.
Muy bien, pues.
- ¡Vete! - No me voy a ningún lado.
Mi suegro va a cerrar la puerta.
Para un joven como yo una ventana es una puerta.
¡Ven, Katia mía!
Esto es la vejez:
no poder dormir.
Tener la impresión
de estar viendo ladrones
que quieren entrar a robar.
Y venga a dar vueltas
y a vigilar que no haya ladrones.
Tampoco dormía
cuando era joven,
pero por otras razones.
Me paseaba bajo las ventanas de las mujeres de los otros.
Cantaba canciones y las seducía.
A veces, hasta me trepaba por las ventanas.
Era una buena vida.
Zinovi no se parece en nada a mí.
Si yo tuviera su edad. . .
¡La agarraría y. . .!
¡Luz en su ventana!
Eso significa que no duerme.
Es una mujer joven. . . Le hierve la sangre,
y no tiene con quién consolarse.
¡Si yo fuera más joven!
¡Adiós, Katia!
¿Qué demonios es eso? Parece una voz.
- Quédate un rato más. - Voy a echar un vistazo.
Se está haciendo de día.
- Antes las noches eran interminables. - ¡Traición, traición!
¡Katerina engaña a su marido!
Se ha buscado un amante.
- ¡Demasiado tarde ha llegado Boris Timofeyevich! - ¡Estas noches
- ¡Qué vergüenza! - que hemos pasado juntos
- ¡Dios mío! - han pasado tan rápido!
- Adiós, Katia. - Adiós.
- ¡Serguei mío! - ¡Katia!
¡Canalla! ¡Ya verás!
- ¿Dónde estabas? - Donde ahora ya no estoy.
¡Has pasado la noche con la esposa de mi hijo! ¡Venid!
- ¡No grites! - ¡Gritaré, si quiero! ¡Soy el dueño aquí!
¡Venid! ¡Atrapé a un ladrón!
¿Qué harás conmigo?
¡Te daré quinientos latigazos!
¡Piedad, señor!
¡Trae el látigo! ¡Quitadle la camisa!
Eh, amigo, te lo buscaste. En fin, te lo mereces.
- ¿Lo azotará usted, o lo hará otro? - ¡Yo mismo! ¡Katerina!
¿Qué pasa? ¡Estaba durmiendo!
¿Dormías?
Hace poco estabas en la ventana
contando estrellas mientras esperabas el alba.
¡Mira, Katerina! He atrapado a un ladrón,
y voy a azotarlo.
¡Bueno! ¡Empecemos!
- ¡Mira, Katerina, cómo corre la sangre! - ¡Dejadlo!
- ¡Mira! - ¡Dejadlo!
¡Tienes mucha sangre y esto te pierde!
¡Abrid la puerta! ¡Está cerrada con llave! ¡Abrid!
- Te sacaremos un poco más de sangre. - ¡Eh, vosotros!
- ¡Ya te amansas, canalla! - ¡Que alguien me ayude!
¿No gritas? ¿Delante de una mujer quieres hacerte el valiente?
¡Yo voy a hacerte gritar! ¡Vamos, vamos!
¡Rápido!
¡Callad! ¡Deteneos!
¡Saltaré de la ventana!
- ¡Agárrate a ella! - ¡No vais a retenerme!
¡Te haces el valiente ante una mujer! Si gritas, me detendré.
¡Vamos, vamos!
Estoy cansado.
¿Queréis que continúe?
No, es suficiente.
No hace falta insistir más,
podría ser fatal.
Llevadlo al almacén.
Mañana seguiremos.
¿Y qué, ahora?
Esto me ha abierto el apetito.
¿No quedaron sobras de la cena?
¡Te estoy hablando!
Quedan setas.
Muy bien.
Tráeme las setas.
¡Qué buenas están estas setas!
¡Las haces como nadie, Katerina!
¡Y ahora ve a vestirte!
¡No tienes que andar por ahí así, medio desnuda!
Ve. . .
¡Espera! ¡Me quemo por dentro! ¡Agua! ¡Tráeme agua!
¡No pienso hacerlo!
- ¿Qué has dicho? ¿Te burlas? - ¡Pues claro!
- ¿Te burlas? - ¡Pues claro!
¿Te burlas?
¿Y qué?
¿Qué me pasa?
Comer setas tan tarde. . .
Mucha gente que las come se muere.
¡Llama al Pope, Katerina!
Puede ser que me muera.
¡Me quema como fuego!
He vivido mucho
y también he pecado mucho. ¡Que venga el Pope!
¡Dios,
qué dolor!
¿Dónde están las llaves?
Me ahogo.
Ah, Boris Timofeyevich,
¿por qué nos has dejado?
¿Nos dejas solos,
a Zinovi Borisovich y a mí?
¿Qué haremos sin ti, Zinovi Borisovich y yo?
¿Qué puede haberle pasado? Era un hombre fuerte.
Comió setas antes de acostarse.
Muchos que las comen se mueren.
Es cierto.
“No me deis más sopas con setas”,
decía Nikolai Gogol,
el gran escritor ruso.
Cuando llega la muerte todo son extraños pensamientos.
Boris decía que reventaba como una rata.
Pero eso no tiene ningún sentido:
las ratas revientan, pero los hombres fallecen.
Extraño. . .
Que eso no nos impida rezar por él :
Señor, acoge en la paz a tu siervo.
¡Serguei!
¡Serguei mío!
¡Ya eres mío!
¿Qué sucederá ahora?
- ¡Eres mío! - Sí.
¡Oh, querido mío!
¡Eres mi único amor!
Eres mío,
sólo mío.
Prefiero morir antes que separarme de ti.
¡Ah! ¡Serguei mío!
Katia. . .
- Se acerca el fin de nuestro amor. - ¿Por qué?
Vuelve Zinovi Borisovich, tu marido legítimo.
¿Qué haré yo entonces?
¿Contemplar cómo te acuestas con tu marido legítimo?
Esto no va a pasar.
Katerina Lvovna, Katenka.
Yo no soy como los otros, a quienes todo les da igual
mientras tengan para su placer un cuerpo de mujer.
Yo aprecio lo que es el amor.
Ah, ¿por qué me habré enamorado de ti?
Ardo de pasión por ti.
Eres la mujer de un rico comerciante,
y no te honra ser mi amante.
¡Katia, cómo me gustaría ser tu esposo ante Dios!
Ahora, sólo podemos vernos de noche,
por miedo a mostrarnos a los ojos de la gente.
No te amargues, Serguei,
yo haré de ti un comerciante.
Y viviré contigo como corresponde.
¿Y cómo vas a conseguirlo?
No es cosa tuya.
No estés triste, no te aflijas, Serguei.
¡Ahora serás mío!
¡Tú, mi Serguei!
¡No desesperes, Serguei! Ahora serás mío por siempre.
¡Tú, mi Serguei! ¡Amor mío!
Serguei, no temo a nadie; haré que seas mi esposo.
No me detendré ante nadie.
Boris Timofeyevich quiso entrometerse.
Y ya no está :
muerto, enterrado y olvidado.
Sólo yo lo recuerdo algunas noches.
¡Se me aparece a veces, terrible!
¡No! ¡No! ¡Vete!
¡Katerina Lvovna!
¡Asesina!
¡Vengo a ver
cómo calientas la cama de mi hijo con Serguei!
¡Déjame en paz! ¡Vete! ¡Quítate de mi vista!
¡Asesina!
Se acerca el día de la expiación,
¡Katerina!
¡Tu hora también ha de llegar!
¡Ah, Serguei, despierta!
¿Qué ocurre?
Serguei, mira allí, ¿lo ves?
¡Es Boris Timofeyevich!
No hay nadie. ¡Cálmate, Katia!
¡Tengo miedo, Serguei! ¡Sálvame, oh, sálvame!
¡Amor mío!
¡Estréchame en tus brazos!
- ¡Escucha, Serguei! - ¿Sí?
- ¿No lo oyes? - ¿Qué?
Alguien está caminando sigilosamente.
¿Ya vuelves a oír cosas?
No. No.
Los perros no han ladrado,
es alguien de aquí.
¿No lo oyes? Viene alguien.
- Ahora lo oigo. - Escóndete.
¡Es Zinovi Borisovich, mi marido!
¡Ha llegado el día del Juicio!
¡Escóndete! ¡Escóndete!
¡Está escuchando a través de la puerta!
¡Espera y verás!
¡Katerina!
- ¿Quién es? - ¡Abre!
- No oigo bien. ¿Quién es? - ¡Yo!
- ¿Quién? - Yo, ¿no me oyes?
- No oigo bien. - Pues soy yo, Zinovi Borisovich.
¿Cómo se puede vivir así?
No voy al teatro, ni tampoco al baile.
- ¿Siempre has estado en casa? - Sí.
¡Bueno! ¡Eso está bien! ¿Cómo murió mi padre?
Pues murió sin más, y lo enterramos como conviene.
¿Por que está preparada la cama para dos?
- Te esperaba. - Eres muy buena.
- ¿Y eso qué es? - ¿Qué cosa?
¡Ahí! Por lo que yo sé, esto es un cinturón de hombre.
Estaba en el jardín ; me sujeto la falda con él.
¡Ya he oído rumores sobre tus faldas!
¿Qué escuchaste?
Se dice mucho a propósito de tus amores.
- ¿Y qué te dijeron? - ¡Lo sé todo!
No soporto
esta insolencia. ¡Y ahora explicadme
de qué amoríos se habla!
Porque no sabéis nada. Sólo yo lo sé todo.
Y no permito que se me hable así.
¡Katerina, lo sabré todo!
¡Te castigaré, y te van a doler los latigazos!
Me repugnas, mísero mercader.
Debo responder por el honor de la familia.
- Di la verdad. - ¿Y por qué?
- ¡Habla ya! - ¡De todos modos no lo entenderías!
¿A qué esperas?
- ¡Serguei! - ¿Quién es Serguei?
¿Dónde estás? ¡Defiéndeme! ¡Serguei, amor mío!
- ¡Oh, miserables! ¡A mí! ¡Ayuda! - ¡No escaparás!
- Yo. . . lo sabía. . . todo. . . - ¡Sujétalo bien, Serguei!
¡Canallas! ¡Ayuda!
¡Me estrangulan!
El Pope. . .
¡Aquí lo tienes!
¡Se acabó!
- ¡Luz, Katia! - ¡Deprisa!
Ya está.
Ahora ya está. Se ha terminado.
- ¡Bésame, bésame! - ¡Katia!
¡Ahora eres tú mi marido!
¡Yo tenía una comadre que bebía sin parar!
¡Y tenía un consuegro diestro en ***!
Y mi abuelo bebió hasta que murió.
Sin vino mis padres no podrían aguantar ni un día.
¡Yo quiero ser digno de ellos y beber *** por los tres!
¡Y yo bebo noche y día,
en invierno y en verano! ¡Cuando no duermo, bebo!
Bebería un siglo entero, soy un tipo muy alegre.
¡Sólo se canta bien cuando la bebida abunda!
Pero cuando no hay nada para beber, no hay por qué cantar.
¿Y por qué no hay nada para beber? Porque no hay dinero.
¡Éste es mi destino! Otros tienen más suerte.
¡Serguei también era pobre y ahora nada en ***!
¿Por qué habrá elegido a Serguei por marido y no a mí?
¿Qué tiene él que no tenga yo? Tengo brazos y piernas, todo en su lugar.
Pero no tengo buena estrella.
¡Entonces, a beber!
Aquí está la bodega. La señora no le quita el ojo de encima.
Dentro tiene que haber buen vino. . . No le quita el ojo de encima.
Bien, voy a echar un vistazo.
¡Tienen que ser vinos estupendos!
¡Oh, Dios mío! ¿Qué voy a hacer?
¡Un muerto! ¡Apaleado! ¡Asesinado!
Y yo, tonto de mí, pensé que se habían podrido las provisiones.
Voy, miro, - ¡oh, Dios! - ¡veo a un muerto!
¡Ah! ¡Socorro! ¡Deprisa!
¡Ah! ¡Ayudadme, vosotros!
¡A la policía!
¿Qué puede haber más bello que el sol en el cielo?
¡No sabemos qué es más bello que el sol en el cielo!
Katerina es más bella que el sol en el cielo.
¡Es absolutamente encantadora!
¿Puedo? ¡Que se besen!
¡Que se besen!
¿Os incomoda?
¡Viva Katerina Ismailova,
que es más bella que el sol en el cielo!
¡Que se besen!
¡Que se besen!
¿Qué te ocurre?
¡Han roto el candado! ¡Allí está Zinovi!
¡Sí, está roto!
¡Pero calla! ¡Calla!
- ¡Cuando se vayan tendremos que huir enseguida! - Están susurrando. . .
Demasiado pronto. ¡Aún no es de noche!
¡Servíos más, por favor!
¡Katerina es más bella que el sol en el cielo!
¿Qué puede haber más bello que el sol en el cielo?
¡Que se besen!
¡Serguei, vámonos rápidamente!
Alguien ha roto el candado y habrá visto el cadáver.
- ¿Y el negocio? - Nos llevaremos el dinero,
nos servirá para vivir.
Todos parecen dormir.
Ve a buscar el dinero.
¡No podemos perder ni un instante!
¿Dónde está?
Ya voy.
¿Qué es esto?
¡Demasiado tarde!
¡Oh, Serguei! ¡Estamos perdidos!
- ¿Qué quieres decir? ¡Huyamos rápido! - ¿A dónde?
¿Quién es?
¡Policía!
¡Buenas tardes!
¡Buenas tardes!
No nos habían invitado.
¿Les disgustamos? Bueno, de todas formas, ya estamos aquí.
Nos hemos enterado de una cosa.
¡Cuántos invitados!
¡Parece que se ha bebido mucho vino!
Hay un problema. . .
Para ser directos,
hay un pequeño problema.
No hace falta que se entretenga. ¡Cogedme!
¡Ah, Serguei querido,
perdóname!
¡Perdóname!
¡Cogedme!
¡Anda, vamos, esposadla!
¡Dejadme!
- ¡Sujetadlo bien! - ¡Dejadme!
- ¡Mantenedlos bien atados! - ¡Rápido! ¡Rápido!
¡Cómo te atreves!
¡Atadlos a los dos!
¡A la prisión!
¡Ah, Serguei querido, perdóname!
Las verstas, una tras otra,
se hacen largas y penosas.
Ya no hace ese calor de justicia,
el sol se pone tras la estepa.
¡Ah, camino abierto por las cadenas,
camino de Siberia, sembrado de huesos!
¡Camino empapado de sangre,
camino que resuena con los gemidos de la muerte!
¡Ah, camino abierto por las cadenas,
camino de Siberia, sembrado de huesos!
¡Camino empapado de sangre,
camino que resuena con los gemidos de la muerte!
Después del reposo nocturno,
con el primer rayo de sol,
volveremos a contar verstas
al ritmo de grilletes y cadenas.
¡Ah, estepas inmensas,
noches y días sin fin!
¡Qué tristes son nuestros pensamientos,
y los guardias no tienen piedad!
¡Ah, estepas inmensas,
noches y días sin fin!
¡Qué tristes
son nuestros pensamientos,
y los guardias no tienen piedad!
¡Stepanich!
¡Déjame pasar!
Ahí tienes 20 copecas, para comprar bebida.
¡Stepanich!
¡Ah, las mujeres!
¡Qué malas son!
¡En fin, venga, pasa!
Gracias.
¡Serguei! ¡Amor mío!
¡Al fin! ¡Ah, todo el día sin verte!
¡Serguei mío!
El dolor de mis piernas, el cansancio
y la tristeza. . .
Ya lo he olvidado todo,
ahora que estás conmigo.
¡Serguei mío!
¿Y tu culpa, también la has olvidado?
¿Qué culpa?
- ¿Quién me ha conducido a presidio? - ¡Serguei mío!
- ¡Déjame! - ¡Perdona, querido Serguei!
Vete, ¡has destrozado mi vida!
¡Serguei mío! ¡Perdóname!
¡Dios mío, qué suplicio!
¡Serguei mío!
¡Siempre serás mujer de comerciante! ¡Maldita sinvergüenza!
¡Mis respetos!
¿Cómo has llegado hasta aquí?
Di una moneda al vigilante.
¿Y de dónde sacas el dinero?
De la mujer del comerciante.
¿De la mujer del comerciante?
¡Qué estúpida es, tu mujer comerciante!
- ¡Pues sí que lo es! - ¡Qué estúpida!
¡Sonietka, quisiera pedirte
que me des la gran alegría de mi vida!
- ¿Y cuál es esta alegría? - ¡Lo sabes muy bien!
¡Eres un caradura! ¡Vete con tu mujer comerciante!
¡No la soporto! ¡Me da asco!
¿Por qué la sedujiste?
Por interés.
¿Y crees que te voy a dar lo que quieres gratis?
- ¡Pues has entendido mal! - ¡Quédate, Sonietka!
- ¡No puedo darte lo que quieres! - ¡Te amo!
¡Demuéstralo!
¿Qué quieres que haga?
¿Ves esto?
Mis medias están rotas. Tengo frío.
- Consígueme otras. - ¿Pero dónde?
- ¡De la mujer del comerciante! - ¡Eso es!
¡De acuerdo, las tendrás!
- ¡Katia! - ¿Has vuelto?
No te enfades, perdóname.
¡Serguei mío! ¡Sólo te tengo a ti, vida mía!
Pero me has herido enormemente.
¡Katia!
Perdóname, no estoy de buen humor.
Es la última vez que te voy a ver.
¿Por qué? ¡Serguei mío!
¡Iré al pueblo al hospital!
¡Los hierros me han herido el pie,
el dolor es insoportable!
¡Pero no puedes! ¿Qué haré sin ti?
- Me obligarán a continuar. - ¡Lo harán!
Pero yo no puedo caminar,
me duele mucho.
Serguei, no puedo estar ni un instante sin ti. ¿Qué voy a hacer?
¡No puedo, Serguei! ¡No me abandones!
Si pudiera encontrar unas medias de lana.
Sin duda me ayudarían mucho.
¿Medias? ¡Podías habérmelo dicho antes!
¡Toma, coge las mías!
¡Katia, gracias, eres mi vida!
Toma, cógelas.
- Vuelvo enseguida. - ¿A dónde vas?
Ahora vuelvo.
¡Serguei! ¿Por qué se ha ido?
¡La comerciante arde de pasión,
y su amado huye cuando la ve!
Ya no le queda nada : ¡ha perdido la libertad y el amante!
Sola se ha quedado Katerina,
terrible es la añoranza.
Cuánto sufre Katerina, cuánto sufre.
¡Dejadme!
¡Sola y llena de añoranza! ¡No poder dormir ni una noche!
Sin Serguei, será aburrido para Katerina.
¡Sin Serguei! ¡Sin Serguei!
¡Callad!
¿Por qué gritáis tanto? ¡Callad!
¡Allí. . . Serguei, Sonietka!
¿Dónde? ¡Callad de una vez! ¡A vuestro sitio!
En lo más profundo del bosque hay un lago.
Es redondo y profundo como el mar.
Sus aguas son negras,
negras como mi conciencia.
Y cuando el viento sopla en el bosque
en el lago se levantan olas.
Olas gigantes. . .
¡Es espantoso!
En otoño en el lago siempre hay olas.
Agua negra y grandes olas. . .
Grandes olas negras. . .
¿Sabes, Sonietka, a quién nos parecemos?
A Adán y Eva.
Pues aquí no parece haber un paraíso.
¡Qué importa, si acabamos de estar en él!
¡Gracias, Katerina Lvovna,
gracias por las medias!
Mira qué bien me quedan.
Serguei me las ha puesto y me besaba las piernas para calentarme.
¡Oh, Serguei, Serguei mío!
Katerina es idiota, no ha sabido conservar a Serguei.
¡Es idiota!
Ya no recuperarás las medias.
Ahora son mías, ¿lo ves?
¡Ahora me calientan a mí!
¡De pie! ¡Todos en pie! ¡Rápido!
¡Ah, otra vez levantarse!
¡Para ir siempre cada vez mas lejos!
Eh, tú.
¿Me oyes? Es mejor que te apartes.
O acabarás cayéndote al agua. . .
¿Me oyes?
¡Socorro!
¡Que nadie se mueva!
¡Obedeced! ¡Volved a vuestros puestos!
Andar todavía más y más
al ritmo de las cadenas,
contando tristemente las verstas,
levantando el polvo a nuestro paso.
Ay, ¿por qué será tan lóbrega nuestra vida,
tan atroz, sin esperanzas?
¿Acaso hemos nacido
para semejante vida?