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La diferencia es sustancial. Nuestra decisión estratégica ha sido no
vender los derechos del nombre del estadio, sino ponerle un apellido, que tiene menos
valor comercial. Por ejemplo, poner un nombre sería el caso del Allianz Arena o el Emirates
Stadium. Poner un apellido sería la opción de combinar una marca comercial pero manteniendo
el nombre del Camp Nou. Este apellido estaría sujeto a un concurso
internacional y la Junta Directiva propondría a la Asamblea la opción finalista para la
aprobación de los socios compromisarios. Avisaremos a la marca ganadora que el contrato
no podrá entrar en efecto, ni ser vigente hasta que sea ratificado por los socios.
Si la Asamblea decidiera no ratificar el contrato, nunca entraría en vigor.