Tip:
Highlight text to annotate it
X
- Hola, buenos días. - Acaba de una vez. ¡Date prisa!
¡A trabajar!
Disculpen el retraso. Estamos haciendo los calendarios anuales del Sr. Kimri.
Con semejante encargo, tenemos exceso de trabajo.
Somos los proveedores principales de todo el país, incluida la capital.
- Llegas con retraso. ¿Cuántos traes? - 300.
Si no recibo 200 más cobraréis la mitad.
- Eche un vistazo a estos modelos. - Gracias.
No es lo que buscamos. Mi jefe quiere uno de estilo más antiguo.
Me han dicho que un tal Mohei conoce los gustos de mi jefe. ¿Está aquí?
- Ve a despertar a Mohei, quieren verle. - Sí, señor.
- Todos estos son muy modernos. - Imprime calendarios para todas...
las familias y empresas del país. Este negocio es una mina de oro.
La crisis afecta a ricos y a pobres, pero veo que los hay con suerte.
Los miembros de la familia Shogun son buenas personas, respetables...
Aunque el dinero siempre ayuda a serlo.
Mohei, despierta. El Sr. Kus quiere hablar contigo.
Querrá ver los muestrarios. Creo que están en...
la segunda estantería. Enseñádselos y que decida.
Nadie conoce el gusto de ese cliente como tú. Levántate, por favor.
Está bien.
Vamos.
¡Osan!
¡Osan!
¡Osan!
¡Hermano! ¿Por qué llamas a través de la ventana?
- ¿Está Ishun? - No.
Está bien.
Quiero pedirte un favor. Voy a entrar.
- Osan, no quiero molestarte... - Hola.
Necesito que me prestes 5 monedas de plata.
¿Otra vez?
¿Has vuelto a malgastar el dinero en los barrios bajos?
No. Hipotequé la casa y no puedo pagar los intereses.
- ¿La casa de Shimodashuri? - Sí.
Me deben dinero, pero tardan en devolvérmelo y no podía pagar...
los gastos del negocio. Tuve que usar 7 monedas de plata de mis clientes.
Por favor. ¡Tienes que ayudarme!
He conseguido dos, pero me faltan cinco.
Si no las devuelvo en tres días, iré a la cárcel.
¿Por qué has corrido tal riesgo? No es propio de un comerciante.
Con permiso, señora. Ha llegado la señora de Gifuya.
No le digas que he estado aquí. Pasaré mañana.
Okaya, voy a llevarle la comida a Mohei. Ocúpate de la cocina.
¡Será posible! Actúa como si Mohei fuese su esposo.
Me gustaría saber qué piensa Mohei de ella.
Eso es fácil. Pregúntaselo a Mohei.
- Te traigo la comida. - Gracias.
¡Vaya por Dios! No deberías estar levantado.
Ya, pero hay trabajo por hacer.
Querría quedarme contigo, pero debo atender a la señora de Gifuya.
- ¿Ha venido la señora? - Sí.
Otama, ¿no has oído nada extraño sobre Gifuya?
No, nada.
Toma, buen provecho.
Come antes de que se enfríe.
- Toma. - ¡Otama!
- ¡Sí! Bueno, vendré más tarde. - Gracias.
- ¡Otama! - ¡Qué pesada! Adiós.
Todos dicen que tu hermano no sirve para los negocios.
Pero desde la muerte de vuestro padre nadie le ha valorado como merece.
Si ahora fuera a la cárcel, ya nunca levantaría cabeza.
¡Qué vergüenza para la familia! Nunca me perdonaría no haberlo evitado.
Ya nunca seríamos respetados en el mundo de los negocios.
No sabes cuánto me cuesta pedirte dinero, pero te lo suplico...
Dile al Sr. Ishun que nos deje el dinero que necesitamos.
Descuida, se lo pediré.
Desde que me casé con él no ceso de pedirle dinero y me duele.
Buenos días.
- Buenos días. - Buenos días.
¿Qué pasa con ese encargo? Ya debería estar listo.
Es que Mohei está en la cama a causa de un resfriado.
¡Que se levante! Le dije al cliente que lo tendría mañana.
Bien. Así que ayer salió con ese cliente...
Sí. Hoy los funcionarios son más accesibles.
Basta con invitarles a un par de copas.
- Buenos días. - Buenos días.
- Buenos días. - ¿Dónde está Osan?
Está atendiendo a la señora de Gifuya.
- Buenos días. - Buenos días.
Bienvenido a casa, señor.
- La almohada. - Sí.
- ¿Lo has pensado? - Suélteme y perdóneme, por favor.
¿Te resistes? Piensa en todas las ventajas. Nadie se ocupa de ti...
- y yo te ofrezco una casa. - Compréndalo señor. Yo estoy bien así.
Quizá tú te conformes, pero yo no.
Además, estoy prometida en matrimonio a un hombre.
- ¡Eso no es cierto, mientes! - No, le digo la verdad.
¿Quién es? ¡Dímelo, y nada de invenciones!
- ¿Quién es? - Es Mohei, señor.
- ¿Mohei? - Por favor, no venga a mi dormitorio.
- Se lo suplico. - Claro que vendré, hasta que te rindas.
Bienvenido a casa. Lamento no haber salido a recibirte.
Estoy cansado. Toda la noche bebiendo sake con el ministro.
- ¿La señora Gifuya se ha marchado ya? - Sí.
- ¿Quería algo especial? - Sí, es que...
- ¡Espero que no sea dinero! - No, sólo ha venido a visitarnos.
Por cierto, Sukemon me ha dicho que el otro día le prestaste dinero...
- a mi hermana, la de Fu Ya Sho. - Siendo tu hermana, lo creí correcto.
¡Por mucho que sea mi hermana, el dinero es mío!
Hola Mohei, ¿te encuentras mejor?
Estoy bien. Me siento mejor cuando trabajo.
¿De veras?
Toma.
- ¿Cómo lo sabes? - Es normal, te veo cada día.
¿Quieres ser la esposa de un empapelador?
Así es.
¿Qué te pasa?
Perdóname, pero si el señor te pregunta por mí, dile que estamos prometidos...
aunque no sea verdad. ¿Me harás ese favor?
- ¡Qué tonterías dices! - No para de hacerme proposiciones...
- indecentes, y yo ya no sé qué decirle. - ¿El señor te busca?
Seguro que habrá otra solución. No quiero mentir.
No puedo dejar el trabajo. Lo necesito para vivir.
- Pues haz tu trabajo. - ¿Crees que debo ceder a...
- sus pretensiones? - No he dicho eso.
Muchas veces he pensado decírselo a la señora, pero...
No lo hagas. Se armaría un gran escándalo.
Además, perjudicarías a la señora.
Te conviene disimular tus sentimientos. Trampea la situación...
y haz tu trabajo tan bien como puedas. Es nuestra función.
En pocos sitios estarías tan bien, ¿verdad?
¡Están dando el paseo a unos delincuentes!
Dicen que es la mujer de un ministro y que se enamoró de un empleado.
¿Una gran señora enamorada de un miserable?
¡Abrid paso!
¡Aparta!
¡Abrid paso! Dejad pasar.
Les llevarán a Badaguchi y allí, en público, les aplicarán...
la pena de muerte. ¡Qué vergüenza para la familia!
La culpa es de esa desgraciada. En la familia, todos deben respetar al señor.
- ¡Y la primera, la esposa! - Sí, pero su marido podría haberla...
matado y evitarle pasar esta vergüenza.
¡Mohei! Ya estás levantado. ¿Te encuentras bien?
Gracias por su interés. Ya estoy mejor.
¡Señora!
He visto a la señora de Gifuya. ¿Tienen algún problema?
¿Por qué me lo preguntas?
No tenemos problemas.
Mohei, un hombre puede ser infiel cuando quiera, pero si lo hace...
una mujer la condenan a muerte. Es una gran injusticia, ¿no crees?
- No digas bobadas. - La pena de muerte es demasiado.
- No ha robado ni matado a nadie. - Es cierto, me da mucha pena.
- Mohei, ¿a ti no te da pena? - Sí que me la da, pero eso da igual.
En esta vida hay normas y no hay que desviarse del camino correcto.
Gracias.
- También te he traído algo caliente. - ¿Qué es?
- Sake con huevo. Tómatelo. - Sí, gracias.
¡Mohei!
¿Qué tal va?
- Ya lo he terminado. - Has trabajado toda la noche.
- Enséñaselo al señor. - Antes de entregarlo le diré que lo mire.
Sigue con el trabajo. Los calendarios deben estar para la tarde.
¡Mohei!
- ¿En qué puedo servirla? - Ayer te preocupaste por la señora...
de Gifuya.
Quiero pedirte un favor muy importante.
- ¿Puedes venir un momento? - Sí.
No me extenderé en el deshonor de mi familia.
Tranquila, señora. No es un deshonor, es normal en los negocios.
- ¿Cuánto dinero necesita? - 5 monedas de plata.
Esperaba que el asunto sería de 50 ó 100 monedas.
Te parecerá poco, pero desde que llegué me siento acomplejada...
por ser de una familia tan modesta. Con mi marido no puedo hablar de dinero...
Os comprendo. Yo presupuesté todos los gastos de su boda.
- Déjelo en mis manos. - No hagas nada improcedente.
No debe preocuparse. Al fin y al cabo, hacer algo por la señora es hacerlo...
por el bien de la casa. Reuniré esa cantidad.
Sabía que lo entenderías, pero no pensé que aceptaras con tanta decisión. Gracias.
De nada, señora.
- Buenos días. - Hola.
- Bienvenido. - AI cliente le gustó mucho tu trabajo.
Me alegro.
¿Qué tal el resfriado? ¿Te cuidas suficiente?
- Sí, gracias por su interés. - Tengo muchos trabajadores, pero...
los trabajos importantes te los confío a ti.
Aquí tiene el catálogo y el muestrario para mañana, si quiere revisarlos.
Sí, claro.
Otra cosa, hoy debo recibir una transferencia de Tokio...
- ¿me deja su sello? - Claro.
Toma.
- Mohei, ¿qué estás haciendo? - Buenas tardes.
- Te veo contento. - ¿Qué es eso?
- El recibo para la transferencia. - ¿Y ese papel en blanco con el sello?
Un asunto personal. Quiero tomarle prestadas 5 monedas de plata...
al señor sin que lo sepa. La semana que viene las devolveré.
- Haz la vista gorda, por favor. - ¿Para qué lo quieres?
No puedo decírtelo. La cantidad que pido no es nada. Tú y yo hemos...
- distraído más dinero otras veces. - Puedo hacer la vista gorda, pero...
necesito saber por qué has puesto el sello del señor en un papel en blanco.
Te lo contaría si pudiera. No digas nada, por favor.
De acuerdo. Pon 7 monedas de plata. Dos para mí por callarme.
Sukemon, no es para gastármelo, ya pensaré cómo compensarte.
Mohei, corres un gran riesgo. Si te descubren te encerrarán...
por falsificación.
Píénsalo. No te aproveches de ser el preferido de los señores.
Sí. Lo que hago está mal, pero debo hacerlo, guárdame el secreto.
Mohei, ¡espera! ¿Qué te cuesta darme dos monedas?
¡Mohei!
- ¿Qué respondes, miserable? - Son sólo 5 monedas.
Y qué más da. Es dinero de tu amo.
- ¿No te das cuenta? - Sí.
- ¿Para qué las querías? - No puedo explicárselo...
- pero las necesitaba. - ¡No me das explicaciones!
No olvides que lo que tienes y sabes me lo debes a mí.
Ahora me robas el dinero para gastártelo con una cualquiera.
Se equivoca. Yo nunca he ido a una de esas casas de perdición.
Palabra de empleado que le devolveré el dinero.
- ¿Qué pasa aquí? - Mohei ha puesto el sello del señor...
- en un papel en blanco. - ¡No te precipites, cariño!
¿Te niegas a decir la verdad? ¡Yo sé cómo hacerte hablar!
- ¡Vamos! - Verás...
- ¡Señor! Yo le pedí ese dinero. - ¿Para qué se lo pediste?
Mi tío de Okasaki está desesperado. Tiene muchas deudas y me dijo que...
si no se le arreglaban las cosas debería hacerse el ara kiri.
Por eso le pedí a Mohei que me consiguiera el dinero, para salvarle.
- ¿Acaso sois amantes? - ¡Claro que no!
- Y ¿por qué te has arriesgado por ella? - Cariño, la historia de Otama es terrible.
Es normal su compasión. De rodillas te suplico que les perdones.
- No. ¡Son amantes y unos traidores! - No diga eso. Castígueme a mí.
- Otama es soltera y desgraciada. - ¡Cállate!
Sukemon, enciérrale en lo alto del trastero.
Mañana le denunciaré. ¡Que Otama tampoco salga de casa!
Voy a salir. Esta noche llegaré tarde.
Cariño, ni Otama ni Mohei son capaces de cometer semejante fechoría.
- ¡No te metas! - ¡Perdónales, por favor!
- ¡No se hable más! - Es sólo culpa mía. Escucha...
Si me hubieras hecho caso. Qué forma de desperdiciar tantos años de trabajo.
Todos los amos son iguales, incapaces de ser generosos...
para evitar que nos independicemos. Hay cosas que no pueden hacerse...
es muy arriesgado.
¡Serás idiota!
- Vigiladle bien. - Sí.
- Mohei, esto es de parte de la señora. - ¿De la señora?
- Sí. - De acuerdo. Gracias.
¡Señora! Éste no es sitio para usted.
Vengo a darte las gracias por lo de esta tarde.
Todo lo que pasa es culpa mía. Perdóname, por favor.
- ¿Culpa suya? - ¿No lo sabías?
- Quieres a Mohei, ¿verdad? - Sí.
No te preocupes, aclararé las cosas con el señor y os perdonará.
- ¡El señor no me perdonará nunca! - ¿Por qué?
No se lo había dicho porque no quería que se preocupara.
Pero... el señor...
¿Qué pasa?
Me ofreció un kimono y una casa si accedía a las indecencias...
que me proponía. No podía más y me inventé que estaba prometida...
con Mohei. De ahí su enfado. Sé que no nos perdonará.
- Está celoso. - ¿En serio?
A pesar de haberme castigado es capaz de venir esta noche a mi dormitorio...
- y volver a intentarlo. - ¿Qué?
¿Viene a tu dormitorio en secreto? ¿Es eso cierto?
Sí. Viene a verme muy a menudo.
Por Dios.
Cómo puede acusar a los demás siendo su conducta tan impura.
Nunca ayuda a sus familiares y a ti te promete una casa.
¿Cómo puede ser tan injusto?
Trabajar tanto acabará conmigo.
- ¿Seguís despiertos? - Sí.
- ¡Cuidado con el fuego! - Sí.
Otama, soy yo, Mohei.
Gracias por intentar ayudarme y por proteger a la señora.
¡No digas nada!
No puedo seguir aquí. Tengo que irme.
Vengo a darte las gracias. ¡No digas nada!
¡Mohei!
¡Señora! ¿Qué hace usted aquí?
Otama me lo ha contado...
Y he decidido esperar a mi marido para sorprenderle.
Te prometo que intentaré que os perdone a ti y a Otama.
¿Así que se lo ha contado todo?
- Mohei, ¿de verdad piensas irte? - Sí, si me encierran no podré reunir...
aquellas 5 monedas. Debo conseguir el dinero y llevárselo a Gifuya.
A pesar de todo, ¿aún piensas en hacerme ese favor?
Sí, debo hacerlo y compensar mi fracaso.
Olvídalo, le pediré ese dinero a mi marido.
Aunque se lo pida, dudo que acceda.
- Debo irme. - Mohei, no quiero que te vayas.
Aquí tenías un futuro prometedor.
¡Qué forma de vigilar es ésta!
¡Despierta!
¡Mohei no está!
¡Mohei!
Lo que me faltaba. Menudo lío.
¡Idiotas!
¡Señor, señor!
Señora, levántese, por favor.
Señora, Mohei se ha escapado. Levántese, señora.
Otama, ¿qué haces aquí?
- No te vayas. - No me lo impida.
Vuelve al trastero y aguanta un poco. Todo se arreglará.
- Eso sería el final. Debo irme. - ¡No, Mohei!
¡Mohei!
¡Espera, Mohei!
Mohei, espera.
¡Mohei!
Quedaos a dormir en mi casa, será divertido.
- ¡Señor! - ¿Os animáis?
- Es terrible, señor. - ¿Qué te pasa?
- Ya se lo explicaré. Entre en casa. - ¿Qué ha ocurrido?
Vosotras, ¡largo!
Por favor, confía en mí. Te juro que no te miento.
No es fácil creerte. ¿Por qué estabas en las habitaciones de los empleados?
Ya te lo he dicho. Quería pillarte y ponerte en evidencia.
Sabía que de otro modo nunca lo reconocerías.
¡Lo ocurrido es muy grave! Te han sorprendido con otro hombre.
Si aun sabiendo la verdad te niegas a creerme, prefiero retirarme.
¡Osan!
Osan, soy un hombre distinguido y has puesto en peligro mi honor.
- ¡Señor! - ¡Señor!
- ¿Dónde está? - Señor, ni rastro.
- ¿Le habéis buscado bien? - Sí, hemos recorrido toda la ciudad.
- Erais muchos, ¿cómo pudo escapar? - Aprovechó la oscuridad.
Mañana seguiremos buscando. Que nadie comente nada del asunto.
- Esperemos que Mohei sea discreto. - Hay que denunciarle por robar el sello.
- ¡Encárgate! - Sabía que Mohei tramaba algo.
Lo que no sabía es que lo hacía por la señora.
Nadie sospechaba que estuvieran liados. Su sistema de citas...
- era muy ingenioso. - ¡Deja de cotillear! ¡Id a denunciarle!
¿Qué haces ahí parado? ¡Vamos!
Osan.
Osan.
¡Osan!
- ¡Señora! - ¡Mohei!
¿Qué hace aquí?
Nada me retiene en esa casa.
Señora, cuidado.
Esperad.
Si me respetase como esposa, creería lo que le digo.
Ahora le conozco. ¡Pobre de mí! No me di cuenta de cómo era...
hasta hoy.
Señora.
Señora, las acusaciones de infidelidad de su marido son producto de los celos.
Vaya a pasar esta noche a su casa natal de Shimodashiuri. La acompañaré.
No quiero volver a casa de mi familia.
- Quiero ir a algún lugar lejano. - Pero, ¿qué está diciendo?
- Y tú, ¿tienes pensado dónde ir? - Sí. Creo que iré a Osaka.
Creo que allí será más fácil conseguir las 5 monedas que necesita Gifuya.
- Yo voy contigo, llévame a Osaka. - No, si lo hiciera nos considerarían...
amantes y estaríamos perdidos. Nos castigarían en público.
Sí, es verdad.
Vete a Osaka.
Yo, aunque sola, iré a algún sitio.
¿Qué dice? No puedo dejarla así. ¿Cómo iba a abandonarla ahora?
Pobre de mí, no sé lo que debo hacer.
Señora, espere.
¿Desde este puerto sale el barco a Osaka?
- Sí. - ¿Sabes? Nunca me había alejado...
tanto de casa.
- Hace frío. - Sí.
Con permiso.
- Disculpen, les traigo té recién hecho. - Gracias.
De nada. ¿Quieren que les prepare ya la cama?
Sí, por favor.
Tome.
¿Y su resfriado?
Con las emociones se me ha pasado.
Oiga, ¿qué hace? ¡Para una sola persona!
Yo iré a dormir a otra habitación. Caliente la habitación.
Vaya, pensaba que dormirían juntos. Qué torpe soy. Discúlpenme.
Siempre hablo más de la cuenta. Buenas noches.
- Mohei, me siento sola. Quédate aquí. - ¡Ni hablar! ¿Cómo voy a compartir...
su habitación? Descanse, debe estar muy cansada.
¿Sabes? El destino de las personas es impredecible.
Quizá ésta sea mi última noche y quiero tenerte a mi lado.
No sea tan pesimista. Mañana lo verá todo de otro modo.
Intente no pensar. Métase en la cama y descanse. Yo haré lo mismo.
- Buenas noches. - Buenas noches.
El jefe nos paga poco y nos hace trabajar duro, pero con...
- las celebraciones es muy generoso. - No hay tanto que agradecer.
Comparado con el beneficio de los calendarios este banquete no es nada.
La base de la empresa son los contratos exclusivos de los calendarios.
Es normal que se celebre su entrega. Si no los dioses podrían castigarle.
¡Y que lo digas, le va mejor que a nadie en Año Nuevo!
Vamos, Otama, no pienses más en ello.
¿No ves que por muchas vueltas que le des no vas a resolver nada?
Vamos, seguro que la señora y Mohei volverán pronto.
Tienes que animarte. ¿De acuerdo?
Gracias, Sr. Kuroki, Sr. Kurakogi y Sr. Umegaki por venir a nuestra fiesta.
Es un honor recibirles.
Ud. Siempre nos trata muy bien, y no podíamos faltar en la fiesta de hoy.
- Gracias. - Para los empapeladores...
el primer día de venta de calendarios es más importante que Año Nuevo.
- Por eso he venido. - Gracias, su visita me honra.
- Ha llegado el Sr. Isan. - ¡Isan! Gracias por venir.
- Sé que estás muy ocupado. - Me alegra verte en un día como hoy.
Veo que tu negocio prospera. Enhorabuena.
Gracias. Adelante, por favor.
Se llama Isan y empapela las paredes del templo.
- ¿Sí? - Es un honor presentárselo.
- Es un buen profesional, como nosotros. - Encantado de conocerles.
Siéntate con nosotros y toma algo.
Escucha...
- Es raro, no he visto a tu mujer. - No...
Su madre está enferma y ha ido a visitarla.
Qué mala suerte. Tenía muchas ganas de verla. Es tan guapa...
Sr. Isan, tome una copa con nosotros.
Señor.
Señores, debo retirarme un momento.
- El negocio de Ishun no para de crecer. - Cierto.
Y además, creo que tiene a mucha gente ahogada con el alto interés...
- de sus préstamos. - Es muy inteligente.
- Me encantaría aprender de él. - Tengo entendido que está a punto de...
arruinar a varias familias y que el Gobierno se ha apropiado de...
los bienes de la casa Yodoya de Osaka como castigo por llevar una vida...
- demasiado lujosa. - Los hombres de negocios no deben...
- pretender vivir como los reyes. - Ishun no caerá en ese error.
Tiene razón.
Nadie sabe nada de su mujer. Ni siquiera su familia.
Es evidente que han huido porque son amantes.
Envía a alguien a buscarles y cuando los encuentren, que me traigan...
- sólo a Osan. - ¿Y qué hacemos si la policía...
- les detiene antes? - Seguro que no confesarán.
- Serían castigados en público. - ¿Quién sabe de qué son capaces...
- en su actual situación? - ¡Por eso debemos encontrarles!
- Señor Ishun, hablemos un momento. - Sí.
¿Podría pedirle un favor? Cómpreme esto por 8 monedas.
Es muy bueno, seguro que lo venderá por un precio muy superior.
Descuénteme los intereses que le debo.
Bien.
- Tome. - Gracias.
- Así que es verdad... - El rumor corre muy rápido.
Yo no estaría tranquilo. El Gobierno podría dejarle sin nada.
La vida de los ciudadanos es más tranquila, pero si se quieren...
tener negocios y ser considerado samurái hay que ir con cuidado.
- ¿Crees que lo puede tener todo? - ¿No los ha denunciado?
- ¡Ni para eso tiene valor! - Le gusta mantener las apariencias.
Su conducta es impropia de un samurái. Si les detienen juntos está perdido.
Y si el Gobierno le cierra el negocio, su licencia como empapelador me será...
asignada a mí. Y mi actual licencia, yo se la pasaría a otro.
- ¿Te gustaría abrir tu negocio? - ¿Yo? ¿La licencia del templo?
¿Me la está ofreciendo?
Tú no te conformas con ser un simple empleado.
Sé astuto y trabaja para mí.
- Ya está. Gracias por acompañarme. - De nada.
Bienvenida.
Toma. Es un talismán muy poderoso. Déjalo en el altar.
- Gracias. - No hay de qué.
Estos acordes son muy difíciles y no he estado muy fino.
Ud. No ha fallado ni una nota. Tiene mucho talento. Superará al maestro.
Sólo tengo talento para ser un desgraciado.
- Tonterías. - No, en serio.
- Gracias por venir a darle clase. - No me dé las gracias.
Hoy en día, muy pocas familias me llaman para dar clases de música.
La verdad es que estando en su casa me siento como en el paraíso.
Nada de paraíso, esto es un infierno. Quizá pronto no pueda venir...
- a darme clase. - Cuídese mucho.
¿Un infierno? ¿Eso piensas?
Tu madre apenas prueba bocado, y va cada día al templo a rezar.
- ¿Así se lo pagas, sinvergüenza? - No hay solución, estamos acabados.
Te falta carácter.
Ya no se me ocurre qué hacer.
Madre, como dueño de esta casa, acabaré en la cárcel.
Y mi hermana ha huido con un empleado.
El terreno y la casa están embargados. Y encima, la deshonra...
Diga lo que diga su marido, me niego a creerlo.
Conozco a Osan, es incapaz de hacer algo así.
Fue un error entregarla en matrimonio a un hombre 30 años mayor que ella.
- Por mucho dinero que tuviese. - No seas injusto.
Sabes que no teníamos otro remedio.
Aun así, estoy segura de que no le ha sido infiel.
Espero que siga con vida.
¡Señor!
¡Señor!
- ¿Señor? - ¿Qué quieres?
Acaban de traerle esto. Viene de Osaka.
De acuerdo, ya puedes irte.
Madre, es de Osan.
"Sabiendo de tus problemas..."...
"Le he pedido un favor a un amigo."
"Adjunto 5 monedas de plata."
¡Madre! ¡Aquí hay dinero!
"Es posible que mis actos planteen algún conflicto, pero tranquilo...
seguro que pronto se resolverá todo."
"Pase lo que pase, cuida de nuestra madre. Te lo suplico. Osan."
Gracias, muchas gracias, mi benefactora.
Hija mía, ¿qué estará haciendo en Osaka?
Gracias, Osan.
Vamos.
- ¿Qué ocurre? - No sé.
- Nada sospechoso. - Que pasen.
Gracias.
- En marcha, nos dejan pasar. - ¿Qué ocurre?
Buscan a la esposa de un empapelador y a su amante.
¡En marcha!
Rápido.
Aquí no hay nadie.
- Iba con una chica, ¿no? - Sí, pero vestía como la mujer...
- de un empapelador importante. - No te fíes.
- Parece que él es un falsificador. - Y se lía con la mujer del dueño.
Sí, ¡buscad en todas partes!
Tienen que andar por aquí.
Es evidente que tu marido nos ha denunciado.
- ¿Qué hacemos? - Nadie espera que volvamos a Kyoto.
Debemos ir al lago Biwa a través de las montañas.
Y una vez allí, ¿qué hacemos? Nos buscan por todas partes.
¿Hasta cuándo crees que podremos huir?
Es preferible morir a que nos detengan y nos juzguen. ¡Quiero morir!
Señora, no diga eso.
Estoy seguro, señor.
- Compruébelo. - Sí.
Con permiso, una comprobación.
- ¿Me dice su nombre? - Sí, me llamo Shobei.
Ella es mi hermana Tami.
Viene de Osaka, ¿verdad? De la familia Kubei.
Sí.
- ¿Y a qué han venido? - A rezar en el templo Hiyoshi.
Claro...
Son los del retrato. Yo les vigilo, tú ve a avisar a la policía.
¡Date prisa!
¡Silencio!
- Nos han reconocido. Debemos irnos. - No quiero huir más.
No soporto estar siempre escondida.
Estoy harta de avergonzarme. Mohei, quiero morir.
Lo comprendo, de verdad.
Suicidémonos, quitémonos la vida.
Sra. Osan, ¿seguro que está preparada?
Lo siento, Mohei. Vas hacia la muerte por mi culpa.
- ¿Me perdonas? - ¿Qué dice? Es un placer acompañarla.
La muerte es la salvación. Nadie nos castigará.
Y ya que nos vamos de este mundo quiero confesarle algo.
Desde hace tiempo...
estoy perdidamente enamorado de usted.
- ¿Enamorado de mí? - Sí.
Venga, agárrese a mí. ¿De acuerdo?
Venga.
Señora Osan, ¿qué le pasa?
¿Está enfadada conmigo?
Perdóneme.
Después de lo que me has dicho, ya no quiero morir.
- ¿Por qué? - No quiero morir, quiero vivir.
Mohei...
- ¿Quería algo de mí? - Sí, acércate.
Presta atención.
Sal de inmediato hacia Katada y ocúpate de sus restos mortales.
- ¿Qué? - He recibido noticias del Sr. Umegaki.
- Se han tirado al lago Biwa. - ¿Sí? ¿Se han suicidado?
Iré a comisaría a informar a la policía y pedirles que no propaguen el rumor.
Si les encuentras, separa a Osan de Mohei.
No nos conviene que les vean abrazados.
- Vamos, no pierdas tiempo. - Sí.
- Menudo lío. Dicen que se ha suicidado. - No me lo creo. Será un rumor.
Hay un testigo que les vio tirarse abrazados.
- ¿Qué te pasa, Otama? - Está celosa, querría estar...
en el lugar de la señora.
- Él era mi hombre, no se lo lleve. - ¡Ya basta! Déjame en paz.
No toquéis los cadáveres aunque estén juntos. El que lo haga será castigado.
Dejadlos exactamente como los encontréis, ¿de acuerdo?
No los separéis, ¿vale?
- Hola, hace buen tiempo. - Sí. ¿Te diriges a Kyoto?
Sí, esta noche me quedaré en Saga. Mi hija vive allí, con su marido.
- Es verdad. Que vayan bien las ventas. - Gracias.
- ¿Nos deja descansar un rato aquí? - Sí, siéntense.
- ¿Qué pasa? - Se ha hecho daño en el pie...
y apenas puede caminar.
A ver.
Creo que se ha torcido el tobillo.
- Se nota que no acostumbra a caminar. - Y ¿qué hacemos?
- Tengo un ungüento que va muy bien. - ¿Nos podría dar un poco?
- Sí, espere un poco. - ¿Llegaremos al valle antes...
- de que anochezca? - No sé, habrá unos 12km.
Señora, venga, entremos en la casa.
Preguntaré si podemos dormir aquí. No quiero que vuelva a dormir al aire libre.
Señora, ¿podría dejarnos una habitación para pasar la noche?
Claro. Voy a preparar el ungüento.
Descansa.
Te pondrás bien, tranquila.
Venga, le limpiaré los pies.
Tengo el cabello muy descuidado.
- Cómo me gustaría arreglármelo. - Siento que pase tantas dificultades.
Es culpa mía. Mis piernas son delicadas y frágiles.
Aun así, esto es lo mejor que me ha pasado. Soy muy feliz a tu lado.
Según los carteles que vi en Saga, sólo yo estoy proscrito. No quiere que...
el deshonor la manche. Ud. Puede salvarse, no se condene conmigo.
- ¿Cómo puedes decir algo así? - Ya estoy aquí.
Es un remedio infalible.
- Déjeme ver ese pie. - Gracias.
A ver, le echaré un vistazo. Vaya, parecen los pies de una princesa.
- Por cierto, ¿adónde vais? - A rezar al templo de Kirido.
Un viaje fantástico. ¿Te duele aquí?
¿Y tu acompañante?
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
¡Mohei!
Mohei...
¿Por qué huías?
¿Por qué me abandonabas? ¿Tan poco te importo?
Por mi culpa debes soportar muchas penalidades. Lo siento.
Sra. Osan, ¿por qué no vuelve a su casa?
El señor la recibirá con los brazos abiertos. Seguro.
Por favor, vuelva a su casa.
No puedo. ¿No ves que ya no puedo vivir sin ti?
Ya no eres un empleado de mi casa...
eres mi amante. El hombre de mi vida.
Perdóname por haber huido. Nunca me separaré de ti. ¡Nunca!
- ¿De veras? - De veras.
- ¿En serio? - Te lo juro.
Aunque estoy retirado tengo ahorros. Mi hija no debe preocuparse por el dinero.
Se ha enamorado de un compañero, ha dicho mentiras a sus superiores...
y ha causado molestias de todo tipo. Lamento mucho lo ocurrido.
Otama, despídete.
- Muchas gracias por darme trabajo. - Aquí no te guardamos rencor.
- Sé que no obraste de mala fe. - Muchas gracias.
Yo te lo llevaré. Escríbenos, Otama.
Cuídate mucho.
Buenos días, soy el vendedor de castañas.
¿No quieren castañas? También tengo boniatos.
¡Qué susto nos has dado! La señora no está. Ven otro día.
¿La señora no está?
- ¡Claro, seguro que era ella! - ¿Has visto a la señora?
- ¿En serio? - Sí. En Atago, más allá de Saga.
- Era ella, seguro. - ¿Iba sola?
- No. - ¿Iba con un empleado?
Así es.
Vaya problema.
En menudo lío me he metido.
Señor...
¡Están vivos! Un vendedor de castañas los vio en la montaña de Atago.
- ¿Estás seguro? - Sí.
Deben dirigirse a la casa natal de Mohei. Ve con unos cuantos hombres.
Tráeme sólo a Osan. A Mohei déjale a recaudo de la policía del lugar.
Sí, señor. Salgo ahora mismo.
Están vivos...
- ¿Quién anda ahí? - ¡Soy yo, soy yo!
- ¿Quién es? - Soy yo.
Aguanta un poco más.
- Padre. - Vete, yo a ti no te conozco.
- Soy Mohei. - Si fueras mi hijo no serías...
- un delincuente que huye de la policía. - ¿Han venido a buscarme aquí?
¿Cómo se te ocurre presentarte aquí? ¿No te importa lo que nos pase?
No te conozco. Mi hijo era un empleado fiel y obediente.
- Mohei, vámonos de aquí. - No podemos seguir tal y como estás.
Si queréis descansar, id a la cabaña. Está más arriba. Escondeos allí.
¡Vamos, rápido!
Espera...
Vamos, con cuidado.
Osan...
Lo siento, pero aquí tampoco estaremos a salvo.
Lo sé.
Podéis dormir aquí, pero marchaos antes de que amanezca.
Me cuesta creer que hayas hecho algo malo, pero no quiero ver...
cómo te detienen.
Venga, comed.
Ten, os he preparado comida para el camino.
¿Sabes, Osan? De niño venía a este bosque de bambú y...
soñaba que de mayor sería alguien importante.
Aunque sea en una cabaña, sólo quiero vivir siempre contigo.
Gembei.
- Entra. - Sí.
Como te dije ayer, si escondes a Mohei tú también serás un delincuente.
Todo el pueblo dice haber visto a Mohei con otra persona por aquí.
Si le escondes todos los del pueblo serán castigados. ¡Te lo ruego...
piensa en nosotros! ¡No seas egoísta!
Tú cobras por cuidar los bosques de tu señor, no lo olvides.
Por culpa de tu hijo nuestro amo y señor tiene problemas graves.
¿No te importa aquél que te da trabajo? ¡Piénsalo bien!
Hablaré con la policía y ya verás como a Mohei no le pasa nada.
Si sabes algo debes decírnoslo.
Lo contrario es traicionar a tu señor. ¿Es eso lo que quieres?
Hay que ser peor que los animales para actuar así.
¡Lo siento muchísimo!
- ¿Está aquí? - Sí.
- Señora, ¡despierte, señora! - ¡No, no!
- ¡Tenía que hacerlo! - ¡Suelta!
- ¡Socorro! - ¡Osan!
- ¡Socorro, Mohei! - ¡Soltadme! No le hagáis daño.
- Soltadme, soltadme. - Tranquila, señora.
- Puede volver a casa. - ¡Mohei, Mohei!
- En marcha. - ¡Mohei!
¡No, Osan!
¡Soltadme!
- ¡Quieto! - ¡No!
Así que su esposa ya ha vuelto. En cambio, su empleado Mohei...
- sigue sin aparecer. Es extraño, ¿no? - Sí.
En cualquier caso, ya saben que mi esposa ha estado en su casa de Gifuya.
- Claro. - Ya sabe, favor con favor se paga.
Desde luego. Sus créditos están cancelados desde hoy.
- ¿En serio? - Sí.
Aunque comparadas con sus beneficios nuestras deudas no son nada.
No exagere.
¿Sabe que Isan, el empapelador del templo, dice que su mujer...
es adúltera y se fugó con un empleado?
¿Corre ese rumor? Le debe su trabajo a mi señor, ¿y hace correr esos rumores?
- ¡Es un maldito sinvergüenza! - Está bien. Déjalo.
Señores, gracias por su colaboración.
- Gracias por escucharme. - Has cantado muy bien.
Gracias. Ya que mi cuñado ha perdonado a Osan, a partir de ahora...
- podré disfrutar de la vida. - Ya, a seguir como hasta ahora.
Pero para eso, tu hermana deberá ser muy buena esposa.
- Sí, sírvale una copa. - Sí, desde luego.
Gracias.
Padre, por favor, soltadme. No soy un criminal.
¿Y qué harás si te escapas? ¿No ves que es una locura pretender...
a la mujer de nuestro jefe? No me lo puedo explicar.
- No comprendéis mis sentimientos. - Por supuesto que no.
Mañana...
vendrán agentes de Kyoto para trasladarte a la ciudad.
- ¿De veras? - Sí.
El destino ha querido que sea padre de un hijo como tú.
¡Qué desgraciado eres!
No puedo soportar verte así. Vete.
Vete.
Vete de aquí.
No te comportes como una niña pequeña.
¿No quieres volver con él? ¿Y qué será de ti y de nosotros?
Ningún marido te habría perdonado. ¡Yo he conseguido que te perdonara!
Si vuelve a enfadarse contigo, todos estaremos perdidos.
Vamos, déjala en paz, por favor.
Soy tu madre, y entiendo cómo te sientes, pero escucha...
Mohei ha sido detenido. No te lo digo por nuestra seguridad económica...
pienso en ti. Te conviene olvidar lo ocurrido y volver con tu marido.
Debes pensar en tu futuro, y ésa es la mejor solución.
Te lo digo en serio, hija. Hazme caso.
Ya sabes nuestra opinión. Ambos te queremos pero debes volver.
Debes estar al lado de tu marido.
Mohei. ¡Mohei!
Osan...
Señora...
Sé que no soy digno de entrar en esta casa...
Da igual. Aquí no podéis estar. Vamos, entrad en la casa.
Venga.
- Mohei, has conseguido escapar. - Sí.
No esperaba poder verte otra vez.
- ¡Qué alegría tan grande! - Pase lo que pase no me separaré de ti.
Nunca, mi amor.
No puedo ofrecerte gran cosa, pero tómate esto.
- Está caliente. - Siento causarles tantos problemas.
Corres un gran riesgo viniendo aquí. Dime, ¿qué planes tienes?
Sé que estáis enamorados, pero lo vuestro es imposible.
Ya...
Hijos, ahora ya os habéis visto y tenéis que separaros.
Mohei, lo mejor es que te vayas cuanto antes. Hazme caso.
No tengo gran cosa, pero te bastará para el viaje.
No, madre, no puedo dejar que Mohei se vaya.
Pero ¿qué dices? Además de arruinar la casa de tu marido...
¿pretendes hundir también la de tu familia?
Al venir a ver a mi hija, no eran ésas tus intenciones, ¿verdad, Mohei?
He venido para llevarme a su hija.
¡No lo permitiré! ¡Estáis locos!
¡Doki!
¡Doki! ¡Doki!
Mohei, entrégate como si nada hubiera pasado y estaremos todos a salvo.
Si quieres a mi hija, haz lo que te pido.
- ¡Madre! - Por favor, te lo suplico.
Mohei, Mohei...
Yo pensaba como tu madre, pero no puedo dejarte.
- ¿Y Mohei? - ¿Está aquí?
- Madre, aquí no están. - ¡Osan!
- Se han escapado. ¡Sukemon! - ¡Osan!
- Vamos, no pueden andar lejos. - ¡Osan!
¡Osan!
Ishun, quizá no lo sepas. Tu empleado Mohei ha sido detenido.
- ¿Le han detenido? - Sí, pero tu esposa estaba con él.
- ¡Osan! - Sí. He intentado convencerla...
de que volviera contigo, pero no se separa de Mohei. Acaba de confesar...
que ha cometido el delito de adulterio. Y se dice que tú lo sabías.
Ya sabes que es muy grave no denunciar el adulterio de la esposa.
Te comprendo. Tu esposa es muy guapa. Te daba pena denunciarla.
¡Señor!
Han venido a verle unos agentes de policía.
Invítales a pasar.
Isan, lo siento, pero estoy muy ocupado.
Siento haber venido en un momento tan inoportuno. Lo lamento.
Adelante.
El Sr. Ishun, el empapelador, era consciente de que su esposa Osan...
estaba cometiendo adulterio con uno de sus empleados.
Aun sabiéndolo, no lo denunció, y prefirió ocultarlo.
Por ello, se le castiga expulsándole de la ciudad y embargando...
todos sus bienes, que pasarán a las arcas del Estado.
No acabo de creerme que un negocio tan floreciente haya desaparecido.
Además del señor, Sukemon también ha sido desterrado.
Es increíble. Es como si fuera una pesadilla.
Oye, ¿por qué han castigado también a Sukemon?
Por ser un mal gerente, incapaz de evitar lo sucedido.
La verdad es que tanto el señor como Sukemon se lo tenían merecido.
Cierto.
¡Salid, llevan a unos delincuentes al patíbulo!
¡Apartad!
¡Apartad!
¡Apartad!
¡Apartad!
¡Apartad! Vamos.
Salid de en medio.
¡Apartad!
Atrás.
Pobrecillos.
Nunca vi a la señora tan sonriente. Mohei también parece muy feliz.
Se aman y van a morir juntos.
¡Apartad!
Atrás.
Abrid paso.
Atrás.
¡Apartad!
Abrid paso.
¡Apartad!