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¿Por qué la paz?
Te dirán: "El mundo necesita esto,
lo otro, lo de mas allá",
pero siete mil millones de personas en este mundo
piden a gritos una sola cosa: paz.
Y la paz no es la ausencia de guerra.
Palabras de Paz Global
Viajo, no por placer,
sino para poder decir:
"Lo que buscas está en tu interior,
y tú deberías sentirte en paz".
Prem Rawat lleva viajando durante 40 años
e inspirando a personas en todo el mundo a encontrar la paz interior.
Buenos días. Shalom. Buongiorno. Guten tag. Bon soir, Montreal.
Hablo a la gente
y les presento la posibilidad de conocerse a sí mismos.
Descubre la paz que se encuentra en tu interior.
La búsqueda de la plenitud
Se trata de ti.
De que tú
sientas ese sentimiento,
de que tú
disfrutes de la vida
porque has entendido cuánta riqueza posees.
Mi nombre es Jeff Hart y soy nadador.
He participado en competiciones internacionales en Australia
y aquí, en América.
Empecé en el equipo Máster de natación de la universidad
y he batido 3 records de América y 2 records mundiales.
Me quedé a medio segundo de las pruebas olímpicas
y he logrado ser socorrista de playa .
Eso es lo que quiero hacer toda mi vida.
El ser capaz de aguantar 2 minutos y medio sin respirar
me ha servido de gran ayuda para este trabajo.
Me mantiene en forma y ayudo a la gente.
Salvo vidas humanas,
eso me motiva y llena mi vacío.
Por la mañana, cuando me levanto y voy a nadar,
me siento en paz y en armonía.
En nuestra vida necesitamos inspiración
para sacarle el máximo partido
a nuestra vida.
Aprovechar al máximo el hecho de estar vivos.
Encontrar el sentido
a estar aquí,
a estar vivos.
Ese será el motor
que me impulsará a disfrutar.
Todo tiene que ver contigo.
Eres tú, tu viaje, tu vida,
tu corazón, tu satisfacción.
Cuando estás satisfecho, todos los atributos que la sociedad admira en alguien,
se manifiestan de manera natural.
Cuando estás satisfecho, los que te rodean lo notan.
Hace mucho tiempo, iba viajando por India.
Me habían preparado comida para el camino.
Me entró hambre, comí muy bien,
y seguíamos en marcha, pero me di cuenta de que no habían puesto agua.
Siempre hay algo que se nos olvida poner en la nevera;
si llevas refrescos, no tienes abridor,
y si hay abridor, no tienes refrescos.
Y esta vez faltaba el agua.
Fue hace más de cuarenta años,
pero a día de hoy, sigo acordándome de la cara de esta persona.
Era un agricultor de una parcela a un lado de la carretera
que estaba acarreando agua y regando a mano los campos.
Nos acercamos a él y le preguntamos: "¿Podría darnos agua?".
"Claro que sí", contestó.
Y luego dijo:
"Mi casa no es gran cosa, es solo una pequeña cabaña,
pero tengo pan y algunos pepinillos.
¿Quieren pasar y comer algo?".
Lo miré y pensé:
"¿Quién le habrá enseñado esos modales?".
Entonces me di cuenta de que no era cuestión de modales,
sino de ese precioso y dulce regalo que a todos se nos ha dado,
llamado "humanidad".
Comprender lo valioso que es tener humanidad.
Tratarnos unos a otros con dignidad,
permitirnos unos a otros
ese espacio para buscar la felicidad,
para buscar la paz.
Me quito el sombrero ante los que quieren cambiar las cosas.
Tenéis mi admiración, porque queréis hacerlo;
y el hecho de que podáis marcar la diferencia
es la prueba de que
la bondad no ha desaparecido,
que queréis impulsar cambios,
que os preocupáis por ello.
Claro que he tenido experiencias duras.
No hace mucho tuve que tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida.
Iba patrullando por el puerto
con el bote salvavidas
cuando vi a un surfista y me acerque. Estaba flotando, boca arriba, sin vida.
Yo iba sólo en el bote y no sabía muy bien qué hacer.
Le agarré, pero no podía subirle al bote,
y, como estaba sólo, tampoco podía abandonarlo,
porque era nuestro bote salvavidas.
¿Qué iba a hacer con él en el agua?
Conseguí alcanzar la radio con una mano y pedir ayuda,
pero yo sabía que iban a tardar al menos 5 minutos en llegar.
Fue una decisión difícil, pero estuve sosteniéndole en el agua durante 5 minutos
sin poder hacer nada más por él.
Cuando llegaron los bomberos, conseguimos encontrarle pulso,
pero llevaba mucho tiempo sin respirar.
Lo último que supe es que seguía en coma.
Sé que hice lo que tenía que hacer.
Decisiones difíciles como ésta se nos presentan cada día.
Fue duro, pero me fortaleció.
Estoy seguro de que puedo realizar este trabajo.
Reafirma mi pasión por ser socorrista
porque sé que puedo hacerlo, y hacerlo bien.
No estoy seguro de cuál es el propósito de mi vida,
pero hay ciertas cosas que le dan sentido, como ser socorrista.
Siento que estoy contribuyendo a la seguridad pública,
y eso se podría considerar como tener un propósito.
Me encanta este trabajo.
El éxito viene de tu corazón,
al igual que la paz.
No de la mente,
ni de tu intelecto.
Hay que comprender para qué sirve la mente.
La mente puede enseñarte a cocinar,
puede enseñarte a conducir, a pilotar un avion
o a montar en bicicleta.
Pero no puede darte
la verdadera plenitud.
Puede darte más deseos,
pero la verdadera plenitud únicamente nace
de lo más profundo de tu ser.
Es de tu interior
de donde debe emanar la paz.
Nos ponemos a filosofar al hablar de la paz,
pero la paz no tiene nada que ver con la filosofía, la paz es un sentimiento.
Mi nombre es Preston Walker y soy músico.
En la universidad me paso todo el día tocando, al menos en este semestre,
salvo si estoy en clase o estudiando.
Todo lo que hago está relacionado con la música.
Cuando toco o escucho música desde el sentimiento,
la sensación es más profunda, es distinta. Es mucho mejor.
Eso es lo que me incita a tocar el piano o la guitarra.
Tengo la sensación de que necesito ponerme a trabajar
para transformarlo en algo comprensible.
Muchas de mis letras tratan de cómo yo veo el mundo.
Llevo escuchando a mi padre tocar arreglos musicales, clásicos y de jazz,
desde que estaba en el útero de mi madre. Ha formado siempre parte de mi vida.
Me encantan tus temas.
La familia es algo inalterable, increíblemente estable.
Es una fuente constante de amor, de sentimientos en general.
Es el lugar al que acudir. La mayor inspiración.
La última vez que toque en directo con mi grupo, Alphabet, en Whiskey a Go Go,
nada más empezar sentí que algo me subía del estomago hasta la cara,
dentro de mi cuerpo. Seguro que era una subida de adrenalina, no es nada nuevo,
pero yo sentía: "¿Qué me está pasando?
Algo me está pasando y no sé qué es,
pero es increíble".
Creí que iba a estallar.
Me sentía parte de la música, de lo que estaba ocurriendo allí.
Miraba al público y sentía como si algo dentro de mí hirviera.
No quiero sonar empalagoso, pero era dentro de mi alma
y yo quería empapar a la gente con eso,
quería inundarles.
¿Qué es una guitarra? ¿Qué es una flauta?
¿Qué es un tambor?
Si escuchas a alguien tocar la flauta
y no siente pasión, no podrá expresarla.
Si siente frustración,
eso es lo que va a transmitir.
Para que surja la pasión,
para que la vida sea un ejemplo de esa pasión,
has de sentir pasión dentro de ti.
Tienes que estar en contacto
con esa belleza que reside en tu interior.
En realidad la pregunta es:
"¿Tú, como ser humano sobre la faz de la Tierra
durante un período limitado de tiempo,
tienes paz en tu vida?".
Imagina una guitarra,
una guitarra maravillosa, hecha a mano,
con incrustaciones de nácar
y clavijas de oro para afinar,
la madera más exquisita,
pero sin cuerdas.
¿Qué se puede hacer con esta guitarra?.
Se puede tocar como un tambor, golpear a alguien en la cabeza,
utilizarla como mesa.
¿Qué otras cosas se podrían hacer con ella?.
Sentarte encima, si no es demasiado frágil.
Podrías sin duda marcar el ritmo con ella.
Si alguien tratara de robarte el equipaje, podrías golpearle en la cabeza con ella.
Básicamente, puedes hacer lo que quieras con esta guitarra,
cualquier cosa excepto una.
¿Sabes cuál?
Tocar la guitarra.
Si no tiene cuerdas,
no puedes.
Puedes hacer con ella todo lo demás, pero no se hizo para eso.
Se fabricó para ser tocada.
Sin paz también podemos hacer de todo,
pero en realidad,
¿acaso fuimos creados para eso?.
¿Es esa la razón por la que estamos aquí?.
¿No es nuestro potencial
sentir la paz?.
¿Podrías tocar la guitarra si tuviera manchas de dedos?.
Mientras tuviera cuerdas, claro que sí.
¿Podrías tocarla
si no estuviera reluciente?.
Por supuesto.
Porque su belleza
y el propósito por el que fue fabricada, se cumple cuando el tañido de las cuerdas,
perfectamente afinadas,
los dedos deslizándose por los trastes y el rasgueo de las cuerdas,
hacen que suene la música,
se toca música con ella.
Tu sonrisa,
tu ser, tu gratitud, es tu música.
Y luego viene la parte más increíble,
lo más maravilloso, que es disfrutar de esa música.
Algo que tiene lugar en tu interior.
Eres el instrumento capaz de disfrutar.
Eres la casa
en la que habita ese poder.
Eres la casa
a la que llega todos los días,
la bendición de la vida.
Soy Phyllis Muldavin.
He sido profesora de arte y artista durante cuarenta y tantos años.
Ahora estoy retirada.
Mis comienzos tuvieron lugar cerca de Bahía James,
cuando allí no había ni carreteras ni nada.
Nací en una región muy apartada y luego me fui mudando hacia el sur.
Creo que la mezcla de vivir en esos lugares tan remotos, en contacto con la naturaleza,
me afectó profundamente.
Todos los veranos mis padres
me mandaban a Otawa con mis abuelos
y ellos me llevaban a museos y galerías de arte.
Eso me influyó enormemente.
Cuando acabé la carrera
comencé a trabajar como profesora de arte.
Tenía siempre cientos de niños cerca,
más que niños eran jóvenes universitarios,
lo que fue muy enriquecedor.
El ver que no sólo estaba trabajando, realizando mi sueño,
también estaba transmitiéndoles un amor por algo que ellos ya poseían,
y si consiguieran ser capaces de conectar con su interior, podrían crear algo único.
Soy parte de la raza humana
y estoy aquí, en este lugar del mundo, ejerciendo mi libertad,
mi libertad de pintar y de decir lo que pienso.
Supongo que quiero devolver algo. Deseo dar algo.
Aunque hay dos maneras de verlo.
Por una parte pienso que da igual, y por otra pienso que es muy importante.
Vivo justo en medio de las dos.
Siento una gran satisfacción en lo que hago,
porque no solamente se trata de tener pensamientos efímeros,
sino que a partir de ellos creo algo.
Es curioso. Supongo que a las personas que diseñan edificios también les ocurre.
O cuando los grandes fotógrafos hacen fotos fantásticas;
seguro que se quedan sorprendidos: "Yo hice eso".
Cuantas más hacen, más les entusiasma.
Quizás la palabra no sea entusiasmo,
pero debe de ser satisfactorio el sentir que estas cumpliendo algún propósito por el cual estás aquí.
Supongo, de manera algo infantil,
que la mayoría de esos momentos se podrían llamar plenitud.
Pero puede que sólo se necesite un momento,
que justo antes dejar este mundo
sienta un gran instante de plenitud y eso sea suficiente.
No quiero dejar este mundo sin saber más de esto.
Quizás parte de mi búsqueda consista en aprender, en estar abierta a la vida.
Si cada uno de nosotros puede ser esa lámpara encendida,
encendida con el conocimiento, encendida con la comprensión,
con la claridad,
tendremos el potencial
para encender una cantidad ilimitada de lámparas apagadas.
Ésa es la posibilidad.
Ésa es.
Una lámpara encendida,
una lámpara encendida puede encender innumerables lámparas apagadas.
Todo eso es posible y empieza por ti.
La búsqueda de la paz en tu interior,
en tu corazón.
Tienes que dar ese primer paso
que consiste en empezar a tener acceso a ti mismo, a tu corazón,
porque es en lo más profundo del corazón donde se encuentra la sed
que te conducirá a la fuente.
Los sedientos comprenden el valor del agua,
los hambrientos comprenden el valor de la comida
y tú necesitas en tu vida sentir esa sed que habita en tu interior.
Tu vida,
tu existencia
significan algo para ti.
Algo importante.
Vemos todas las cosas malas que nos suceden porque estamos vivos
y no somos capaces de ver la bondad de este aliento
que entra en nosotros.
Es evidente que vemos todas las necesidades y problemas que tenemos en nuestra vida,
pero no vemos la belleza,
la alegría de lo que significa estar vivos.
Mira en tu interior y encuentra tu sed, mira en tu interior y encuentra tu búsqueda,
mira en tu interior y averigua qué es lo que quieres.
Ahí es donde tienes que llegar.
Y no lo encontrarás buscando en el exterior.
Sólo cuando de verdad aprendas a mirar en tu interior,
empezarás a caminar en la dirección correcta.
Y si quieres empezar tu "búsqueda", no busques más.
Encuentra.
Porque lo que estás buscando tiene una dirección.
Y en español consta de dos letras,
la Te y la Ú.
Tú.
Tú.
Ahí es donde empieza todo.
Extractos de conferencias de Prem Rawat en: