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Desconocida y radiante,
Armenia fue en el pasado un territorio de casi 400.000 km2
situado entre los mares ***, Caspio y Mediterráneo.
Actualmente la República de Armenia
está al noroeste de lo que fue la Armenia histórica
y linda con Georgia, Azerbaiyán, Irán y Turquía.
La prodigiosa adaptación de los sucesivos pobladores armenios,
su ejemplar fortaleza espiritual y el arraigo de una cultura imperecedera
han hecho posible la consolidación de una estirpe gloriosa
que durante milenios ha mantenido vigente la herencia de una de las civilizaciones
más antiguas del mundo.
Desde su independencia de la Unión Soviética en 1991,
este pequeño país de casi 30.000 km2
se ha convertido en una nación laboriosa y moderna,
capaz de satisfacer la demanda turística más exigente.
Visitar Armenia significa penetrar en las raíces más puras de la Humanidad
y descubrir uno de los enclaves legendarios más fascinantes de Europa.
ARMENIA
La tierra de Noé
El eco de la flauta dudúk, hecha con la madera del albaricoquero
y símbolo de identidad armenia, impregna el Templo de Gárni.
Su melodía rememora el pasado de un pueblo que data del III milenio a.C.
Armenia nace y crece entre el Cáucaso Sur, la meseta iraní y Asia Menor,
y durante largos periodos de su historia fue ocupada por persas,
romanos, árabes, bizantinos, mongoles y turcos.
El esplendor llegó con Tigránes II.
Durante su gobierno el territorio armenio se extendía desde el mar Caspio al Mediterráneo y Egipto.
Cinco siglos después, la creación de un alfabeto propio
generó la proliferación de manuscritos y pergaminos prodigiosos.
La deportación y las masacres turcas
se incrementaron con el Genocidio de 1915 y los armenios se dispersaron por el mundo.
Hoy el número de armenios es de 10 millones,
3 viven en la Madre Patria y el resto componen la Diáspora en más de 120 países.
Descrita como “un tesoro al aire libre” Yereván es la mayor ciudad y la capital de Armenia.
Su valor cultural y artístico está avalado por sus más de 40 museos
y muchos de los 4.000 monumentos del país.
Y también es una metrópoli enormemente hospitalaria
en la que se palpan los valores de un país caracterizado por la paz,
la seguridad y la estabilidad política,
el lugar perfecto desde el que explorar la riqueza de una tierra que durante siglos
ha luchado para subsistir entre sus vecinos geográficos.
En la provincia de Kotaík, junto a Yereván, se alza Katojíke,
la iglesia principal del Monasterio de Gegárd.
Su nombre hace honor a Santa María, madre de Dios.
Decenas de kachkárs, cruces de piedra tallada,
conmemoran una victoria militar, recuerdan a una persona fallecida
o glorifican un evento importante de la Historia nacional.
El recinto sagrado, Patrimonio de la Humanidad,
está compuesto por varias capillas, cámaras y tumbas excavadas en las rocas
y altorrelieves como el escudo de armas de la familia Prósian,
un cordero atrapado por un águila entre dos leones encadenados.
Gegárd, además de importante centro de peregrinación,
es un lugar magnífico para celebrar los ritos nupciales.
Las bodas armenias tienen un momento cumbre,
el instante de la coronación de los novios,
un gesto que simboliza el reinado sobre su futuro hogar conyugal.
De camino a Gegárd se halla otro fabuloso tesoro soportado por 24 columnas jónicas de basalto,
el Templo de Gárni, destruido por un terremoto en 1679 y reconstruido en la época soviética.
El templo fue levantado en el siglo I d.C. por el rey armenio Trat I Arsakúni
y dedicado al dios pagano Mir o Mítra.
Tras el asentamiento del cristianismo se cree que fue residencia veraniega de los reyes armenios
que lo describían como “una casa de frescor”.
Su refinamiento complementa otra de las maravillas de la Reserva Estatal de Kosróv,
la espectacular “sinfonía rocosa” de piedra en forma de tubos de órgano de iglesia.
La calurosa acogida de las gentes de Gárni
nos brindará la oportunidad de asistir a la elaboración del inconfundible lavash,
el pan armenio hecho con harina, agua y sal.
Tras el amasado, la pasta se introduce y se pega contra las paredes del tonir,
el horno familiar que originará una especie de tortilla flexible
ideal para rellenar con diversos y sabrosos ingredientes.
Testigo de un glorioso pasado irrumpe el majestuoso Templo de Ezvárnots, próximo a Echmiadzín.
Su robusta estructura y la intricada combinación de arcos y contrafuertes
revelan el alto nivel de la arquitectura armenia del siglo VII.
El complejo monumental constaba del templo en sí y del palacio del Catolikós,
o suprema autoridad de la Iglesia Armenia, Nersés Ill.
Ezvárnots es Patrimonio Mundial de la UNESCO por su valor artístico
y la originalidad de sus capiteles con forma de cestas de mimbre.
El Ararat se divisa desde Ezvárnots,
la montaña donde según la leyenda se posó el Arca de Noé.
Hoy en territorio turco, es un gigante de 5.000 metros de altura,
un tótem sagrado para los armenios, que se consideran herederos de Noé,
el repoblador de la Tierra tras el Diluvio Universal.
El punto más cercano al Ararat es el Monasterio de Kor Viráp.
Aquí fue encarcelado San Gregorio “el Iluminador”, primer pontífice de la Iglesia Armenia,
antes de sanar al rey pagano Trat III de una enfermedad incurable.
Gracias a este milagro el rey abrazó la cristiandad
y Armenia fue la primera nación que hizo del cristianismo su religión oficial, en el año 301.
Los viñedos inundan el valle del Ararat, pero sobre todo proliferan los albaricoques,
“prunus armeniaca” en latín o ciruela armenia.
Dicen que en Armenia está su origen
porque han aparecido huesos de albaricoque con 3.000 años de antigüedad en las ruinas de Gárni.
El nombre de Yereván, o Ereván,
deriva de esta fortaleza del Periodo Urártu llamada Erebuni.
Está dentro de los límites de la capital de Armenia y es un excelente recordatorio de que Yereván
es una de las ciudades más antiguas del mundo.
Los vestigios arqueológicos expuestos en el Museo Erebuni legitiman esta afirmación.
A tan sólo 50 kilómetros de Yereván, sobre la ladera sureste del monte Tegénis,
se extiende la pequeña localidad de Sakadzór,
un acreditado resort de ski desde hace más de 50 años.
Las infraestructuras globales de Sakadzór, que en armenio significa “valle de las flores”,
son de una calidad técnica excelente y por ello esta deliciosa localidad deportiva
es un destino turístico prioritario en cualquier época del año.
Yereván, rediseñada en los años 20 por el arquitecto armenio Alexandre Tamanián,
hoy ha multiplicado por 6 su población.
La Madre Armenia ensalza el valor de las mujeres combatientes por la libertad y la paz,
y en el Museo y Monumento del Genocidio arde una llama eterna
en honor a las victimas del 1915.
El nombre real del país, Jayastán, procede del mítico guerrero Haík
que según el paganismo fue descendiente de los primeros dioses
y que para el cristianismo desciende de Jafét, hijo de Noé y fundador de la nación armenia.
La figura del genial compositor Aram Kachatúrian
preside el edificio que contiene la Ópera y el Teatro Nacional de Ballet,
un centro cultural muy prestigioso con capacidad para más de 2.500 personas.
La envidiable calidad acústica del Auditorio Kachatúrian
a veces adquiere propiedades emotivas,
sobre todo cuando se interpreta alguna pieza romántica del ilustre poeta y músico Sáyat Nova,
“el rey de los cantares”, considerado como el más grande intérprete y compositor folk
de la región del Cáucaso.
Las voces de este grupo coral y los acordes del tar y el laúd oriental
irradian un dulce clima patriótico.
Estamos en el Aragátz, el punto más alto de la República de Armenia,
un volcán extinto compuesto por cuatro picos alrededor de un profundo cráter helado.
El lago Kári, o “lago de piedra”, está a 3.250 metros de altitud.
Este espléndido entorno natural atrae a los alpinistas de todo el mundo
y en verano se convierte en un paraje óptimo para las excursiones turísticas.
Por aquí es normal encontrarse con los Yazídi, un grupo étnico de origen kurdo
que defiende a ultranza la inalterable homogeneidad del clan familiar
y cuya organización social está basada en el sistema de castas.
Ambérd, que en armenio significa “fortaleza en las nubes”,
posee un vetusto castillo destruido por los mongoles en el siglo XIII.
Sus gruesas murallas de piedra cuelgan de una ladera del monte Aragátz
y parece que vigilan en silencio la hermosa iglesia del año 1026 anclada en el fondo del valle.
Giúmri resurgió tras el brutal terremoto de 1988.
Pocos edificios, como la iglesia armenia de San Nisán o la ortodoxa rusa, quedaron en pie.
El talento creador del pueblo armenio y la tenacidad de los 250.000 habitantes de Giúmri
han hecho posible la restauración y el embellecimiento
de la segunda ciudad más importante de toda Armenia.
Son célebres el Museo Nacional de Urbanismo y Arquitectura
y la soberbia representación escultórica de la Madre Armenia sobre el Parque Central Górki
que inmortaliza la memoria de los patriotas caídos en la II Guerra Mundial.
Albert Vardanián es un artista armenio de renombre universal
que tiene su estudio-taller en Giúmri.
Sus esculturas han recorrido el mundo entero
y muchos países exponen con orgullo sus trabajos
que sistemáticamente expresan conceptos tan universales como la paz, la esperanza, la guerra y el dolor.
De sus manos milagrosas brotan obras tan delicadas como esta atractiva silueta de mujer.
En dirección al norte, camino de Lori,
uno de los 10 “márzes” o provincias del país,
el horizonte se ensancha fastuosamente.
Es una zona espectacular, potenciada por los montes Bazúm
que suavizan el aire frío de la vecina Georgia
y proporcionan el clima idóneo para realizar acampadas en medio de una soledad reconfortante.
Y si la aventura al aire libre no satisface plenamente,
este lujoso hotel es la alternativa ideal para disfrutar de unas vacaciones inolvidables.
Situado junto al cristalino río Debéd puede ser un estupendo punto de partida
para efectuar largas caminatas y explorar el mágico embrujo de las mesetas norteñas de Armenia
Al abrigo de los campos de cultivo de Lori Berd,
un antiguo asentamiento durante el II y III milenio a.C.,
se detectan los símbolos religiosos que anuncian la aparición de una fortaleza
que fue el estandarte defensivo de la capital del Reino de Tasír-Zoragét,
un extenso dominio que abarcaba territorios de la actual Armenia,
Azerbaiyán y Georgia en el año 989 de nuestra era.
El Fuerte Lori tiene la impronta seductora de los enclaves medievales
y aunque esté casi deshecho
es fácil deducir la impenetrabilidad que le caracterizó hace más de 10 siglos.
Una nueva sorpresa nos espera en Odzún,
la Basílica con bóveda reconstruida en el siglo VIII por el Catolikós San Jován III de Odzún.
Además de su lograda conservación
este templo es un sagrario artístico de gran importancia para la cristiandad
porque según parece entre sus muros se halla la imagen de piedra
más antigua que se conoce de Jesús con la Virgen.
Los reincidentes kachkárs pregonan la cercanía de otro monumento religioso,
en este caso es el Monasterio de Sanajín, cerca de la ciudad de Alaverdi.
De nuevo, al contemplar su compleja estructura interior,
se pone de manifiesto el altísimo nivel de las construcciones religiosas
desarrolladas en Armenia durante los siglos XI y XIII.
No es menos llamativo el Monasterio de Jagpát, también en las proximidades de Alaverdi
y al igual que Sanajín, Patrimonio de la Humanidad.
Las cruces armenias son los grabados en piedra más característicos.
No existen dos iguales y los 3 brazos de la cruz terminan generalmente en un triple bucle.
El follaje ornamental que crece desde la base
simboliza la vida o la resurrección tras la muerte.
La Badarák o Divina Liturgia está a punto de comenzar en el monasterio.
Tras las velas, el celebrante entra en el templo
y se entona un salmo en honor de Jesucristo,
el korjórt korín, que expresa el misterio profundo de la divinidad del Hijo de Dios.
Luego, el sacerdote reconoce su fragilidad humana ante todos
y esparce el incienso sagrado.
Este desfile es el inicio de la Liturgia de la Palabra y la Eucaristía,
los dos componentes esenciales de la Santa Misa de la Iglesia Apostólica Armenia.
Por fuera parece un monasterio más.
Sin embargo, el recinto fortificado de Aktála
aloja en su interior una de las joyas de la región de Tumanián.
Los frescos de estilo bizantino que adornan la Iglesia de la Santísima Virgen
representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento
con una exuberante gama de colores.
Un largo repertorio de santos cristianos como Cirilo de Alejandría
Eusebio de Cesaréa, Basilio “el Grande”, Clemente de Roma
o Gregorio “el Iluminador”
adornan las paredes y cúpulas de una iglesia única,
hábilmente cercada por una muralla de roca basáltica.
En Yereván el suelo de la Plaza de la República es como una típica alfombra armenia
y la tufa, piedra volcánica originaria del país,
le da un tono rosado a los edificios.
Y de la resplandeciente superficie urbana al abismo luminoso de la capital,
el metro, orgullo de la ciudad.
Con 10 estaciones y un recorrido de 13 kilómetros
es la forma más rápida de moverse por la ciudad.
Fue inaugurado en 1981 y su construcción duró sólo 9 años.
San Mesróp Mastóts creó, hace 1600 años, el alfabeto armenio.
Detrás de él, las 36 letras originales del idioma de Armenia,
y más arriba el Matenadarán o Instituto de Manuscritos Antiguos.
Durante la época pre-cristiana
se utilizó un sistema jeroglífico llamado “mehenagír”
o “escritura de templo pagano”.
Armenia es una de las pocas civilizaciones de la Historia
que adoraba a un “dios de la Escritura y la Ciencia”, el dios Tir.
Matenadarán es un “templo de sabiduría”
visitado por miles de personas al año que asombradas contemplan
ejemplares como este volumen de 27 kilos de peso
junto a un calendario de iglesia de tan sólo 19 gramos.
El Evangelio con tapas de marfil de Echmiadzín;
el Parzatumar, primer libro impreso armenio;
obras en árabe, persa, griego, sirio o latín;
y centenares de tratados de filosofía, derecho, medicina o astrología
componen un inventario documental de más de 17.000 manuscritos.
Además de museo, Matenadarán es el principal centro de investigación
de la inabarcable cultura de Armenia.
El territorio de Ijeván está al pie de la sierra de Paytapár,
la sede del Monasterio de Makaravánk.
La iglesia principal fue edificada en 1205 con roca volcánica,
la andesita rosa, y su decoración exterior es sencilla y hermosa a la vez,
bandas ornamentales sobre los pórticos de entrada,
una esfinge y un toro atacado por un león.
Tavúsh es una agraciada región montañosa,
muy rica en vegetación en la que además de Ijeván se esconden
ciudades tan hermosas como Diliján, llamada la “pequeña suiza”.
El esmerado diseño arquitectónico, su precioso complejo turístico
y un singular museo etnológico la han convertido en un foco turístico de primer orden.
Pequeños núcleos rurales al sur de Diliján
indican la presencia de los Molokáns,
colectividades rusas agrupadas en las pintorescas aldeas de Fioletóvo y Margajóvit.
Los armenios dicen que el cielo debe ser como Diliján,
y no les falta razón cuando se contempla su extraordinario Parque Nacional.
Ocupa cerca de 29.000 hectáreas y está ubicado entre las montañas de Pampák,
Aregúni y Jigárk, una zona de gran relevancia biológica
ya que incluye hayas y robles insustituibles y frágiles lagos como el Párzi.
Sin lugar a dudas la visita al Parque Nacional de Diliján es muy gratificante.
La “perla de Armenia”, el lago Seván,
y en la orilla noroeste el Monasterio de Seván,
construido por el Catolikós Mastóts I Egivardéci y la princesa Marian,
y cuartel general del rey Asót I
La iglesia del monasterio fue erigida por San Gregorio
sobre los cimientos de un templo pagano.
Existen numerosas playas a lo largo del lago más grande del país.
Sus apacibles aguas color turquesa son ideales para la práctica de deportes acuáticos.
Con una gran variedad disponible
se puede disfrutar a diario de las cualidades de este legendario cordón litoral,
uno de los tres grandes lagos designados como “los mares de Armenia” hace 2.200 años.
Rumbo al sur emergen los islotes del lago Seván,
esenciales para la reproducción de las gaviotas armenias
y otros pájaros como el cisne de Béwik o el ganso de frente blanca.
Desde las alturas impresiona esta rotonda circular de Norátus.
Es una gran necrópolis cuajada de kachkárs,
un cementerio en el que se agrupan de forma dispersa 900 lápidas
de diversos estilos, formas y tamaños.
Hoy en día aún pueden verse hábiles artesanos de kachkárs por toda Armenia
que mantienen una tradición iniciada en el siglo IX.
El lago Seván es alucinante,
ocupa el 10% del territorio del país
y el agua está a 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Ninguna ruta turística está completa si no se realiza una travesía en barco
por este maravilloso universo líquido que recibe sus aguas de numerosos ríos.
Quizás lo más atractivo del lago es el contorno montañoso
pero lo que le distingue es su condición de Parque Nacional,
un rango protector decretado en 1981 para salvaguardar
más de 150.000 hectáreas de terreno extremadamente valioso.
Entramos en Echmiadzín, centro espiritual de la Santa Iglesia Apostólica Armenia
y residencia del Supremo Patriarca y Catolikós de todos los armenios.
Su Catedral es la más antigua del mundo, construida por San Gregorio
cuando Armenia era el único Estado oficialmente cristiano.
Al parecer el santo vio a Cristo descender del Cielo con un martillo de oro en la mano
para indicarle dónde debía ser edificada la basílica.
Y desde entonces se llama Echmiadzín, “el lugar donde bajó el unigénito".
Y no cabe duda de que el alfabeto de Mesróp Mastóts
fue determinante para consolidar la unidad del pueblo armenio
y que al mismo tiempo fortaleció los vínculos religiosos de la Iglesia Apostólica Armenia.
Con suma devoción a la Santísima Virgen
y con una inquebrantable fidelidad hacia los valores esenciales del Cristianismo
los armenios han conseguido mantener intacta su fe durante siglos,
por encima de todo y de todos.
Uno de los mayores encantos de la ciudad de Yereván son los mercadillos a pie de calle.
En ellos se puede encontrar casi de todo,
artículos decorativos, piedras semipreciosas, tallas de madera, cerámica,
utensilios de latón, objetos religiosos, fina bisutería, instrumentos musicales y flautas duduk,
en fin, una interminable miscelánea de recuerdos
que pone de manifiesto la indudable creatividad artística del pueblo armenio.
La oferta ambulante de alfombras se mezcla con las hacendosas bordadoras
y el penetrante calor que proviene de los talleres de forja.
El origen de la metalurgia del hierro parece estar en la Armenia del siglo XV a.C.,
cuando los Hititas y los Mitáni crearon poderosos imperios militares.
Lejos del bullicio callejero, las fábricas exponen sus alfombras bajo techo
y permiten la verificación in situ del infatigable proceso de fabricación.
La urdimbre se realiza manualmente
y tras muchas horas de trabajo surgen verdaderas obras de arte,
productos artesanales únicos muy codiciados en el mundo entero.
En otros talleres más familiares se combina el telar con la orfebrería,
también famosa en Armenia gracias a sus bellísimos diseños
de inspiración mitológica ejecutados en plata maciza.
La leyenda cuenta que tras el Diluvio Universal
Noé plantó la primera vid en las laderas del Ararat,
convirtiéndose así en el primer viticultor.
Una legendaria tradición que desde el siglo XIX
se ha enriquecido con la destilación de un brandy excelente.
La larga experiencia de la Casa Anilánd hace que de estas barricas de roble
salga un brandy capaz de proporcionar un placer supremo.
Una velada en alguno de los lujosos restaurantes de Yereván, como el del Hotel Marriot,
es una experiencia inolvidable.
En todos ellos se saborean manjares selectos y se goza de un servicio cálido y amable,
dos cualidades que definen el entrañable carácter armenio.
Hospedarse en Yereván es también una elección acertada
ya que el modernísimo Aeropuerto Internacional de Ezvárnots se halla a tan sólo
10 kilómetros del centro de la ciudad.
2.300 km² de cumbres onduladas y bucólicos prados
configuran la amplia magnitud de la provincia Vayóts Zor, al sureste del país.
Estas tierras han sido trascendentales desde los tiempos de Marco Polo,
la época en la que la Ruta de la Seda unía comercialmente Asia con Europa.
En aquellos lejanos días de la Armenia medieval
cruzar estas montañas era una proeza
que exigía el descanso de los mercaderes procedentes de la China.
Para ellos se crearon los caravansarays,
posadas tan famosas como esta del Paso de Selím,
construida en 1332 por el príncipe Orbelián.
En Siuník, la provincia más meridional de la República de Armenia,
emergen del suelo más de 200 piedras enigmáticas.
Es el observatorio astronómico de Karahúnj
y forma parte de un templo todavía más antiguo.
Su antigüedad es infinitamente mayor que las pirámides de Egipto.
El camino hacia Noravánk es angosto,
pero una vez sorteados estos desfiladeros se obtiene la recompensa.
Sólo hay que alzar la mirada y dejarse llevar por el entusiamo.
Allá, a lo lejos, está el Monasterio que roza el cielo.
La Iglesia Asvatsátsin o Iglesia de Santa María,
minuciosamente cincelada, transmite una desbordante espiritualidad.
Pegada a ella se halla San Karapét o Iglesia de San Jovánnes “el Bautista”,
cuya ventana principal está coronada por un Dios Padre bendiciendo un crucifijo
y con la cabeza de Adán en la mano izquierda.
Jermúk deriva de una palabra armenia que significa “caliente”,
nombre apropiado para una ciudad
en la que proliferan los balnearios de aguas termales,
hoteles y sanatorios donde todas las dolencias desaparecen,
es un edén milagroso gracias a las propiedades curativas de sus manantiales,
canalizados mediante tuberías que aportan chorros de agua a distintas temperaturas.
Y este es el secreto,
las ardientes cascadas que desde tiempos inmemoriales fluyen por los riscos de Jermúk.
El “marz” de Siuník ocupa el 15% del territorio del país.
Es una zona montañosa, casi desprovista de vegetación
y caracterizada por sus llanuras volcánicas.
Muy significativa es el área de los montes Iskanasár.
Su frontera con la República Autónoma de Najicheván
está definida por las montañas Zangezúr,
una cadena de cumbres que tienen su punto más alto en el pico Kaputjúg
de casi 4.000 metros de altura,
aunque otras cimas como el Nahapét o el Erják
contribuyen a crear un macizo de 130 kilómetros de longitud.
Para ver los petroglifos que reflejan la huella de los primitivos pobladores de Armenia
hay que coronar la montaña Ugtasár.
Más de 2.000 rocas decoradas con animales y figuras humanas
se esparcen por el suelo desde hace 7.000 años.
También son destacables los petroglifos de otras altiplanicies del país,
como los de las cordilleras de Jegáma y Vardénis o las laderas del Aragáts.
El Monasterio de Tatév tiene una situación privilegiada.
Está al borde de un profundo barranco y el murallón defensivo que le circunda
da fe de su relevancia histórica ya que en el siglo IX
fue el centro político del principado de Siuník.
Los 32 pliegues acanalados de la cúpula de la Iglesia de Pedro y Pablo
captan la atención, al igual que sus ventanales estrechos
y la curiosa estructura anexionada a una entrada lateral.
La capilla de San Gregorio y el kachkár del Gavazán
completan el perímetro de un templo celestial.
Tatév fue un baluarte inexpugnable gracias a su horizonte geográfico,
montañas por los cuatro costados, pronunciadas gargantas y los cañones del Puente del Diablo
han fortalecido su pacífico aislamiento.
La pequeña localidad de Góris goza de una tranquilidad envidiable.
La Casa Museo del célebre escritor Axel Bakúnts,
un hotel muy popular y su saludable *** de moras son motivos suficientes para visitarla.
Pero lo que más impresiona de Góris son las antiguas viviendas de sus habitantes
perforadas en las rocas y que al parecer
también sirvieron de refugio para peregrinos y caminantes.
Sikajóg fue el segundo Espacio Natural de Armenia en adquirir la categoría de Reserva Estatal.
Sucedió en 1958 y desde entonces esta opulenta masa forestal
es un área protegida de 10.000 hectáreas con bosques únicos de carpes y robles milenarios.
Sikajóg además es el hábitat de 1.100 especies de plantas,
70 de las cuales están incluidas en Libro Rojo de Armenia,
el inventario que evalúa la biodiversidad nacional.
Armenia es, como se puede ver, un país de contrastes.
Frente al verdor espontáneo se superponen los paisajes lunares más bellos del mundo.
Mégri tiene un clima más suave que el resto de las provincias de Armenia,
una condición que beneficia a su arraigada industria conservera,
y la granada es la fruta estelar de estas calurosas tierras.
En la cercana aldea de Agarák, 9 kilómetros al suroeste de Mégri,
se halla el cruce de la frontera con Irán,
un factor que origina el constante trasiego de vehículos industriales.
Estepanakert es la capital de Nagorno-Karabáj, históricamente Arsák,
una de las provincias de Armenia, y el monasterio de Ganzasár
fue durante siglos la residencia del Catolikós de la región oriental del país.
Este entorno, además de suponer una herencia cultural e histórica,
constituye un destino turístico de excepcional interés.
"Tesoro de la montaña" es lo que significa en armenio Ganzasár,
y realmente su monasterio es una alhaja no sólo por sus atributos ornamentales
sino porque este lugar está considerado como una de las obras maestras de la arquitectura universal.
Actualmente este faro de la fe apostólica armenia se mantiene activo,
es la sede del arzobispo de Arsák
y conserva la deslumbrante intensidad religiosa de la vida monástica.
En pocos edificios de la Tierra se respira tanta paz y tanto fervor.
Dios, aquí, siempre está presente.
Abandonar Ganzasár significa dejar atrás
uno de los monumentos más notables de la arquitectura mundial.
Irrumpe de nuevo el ajetreo de Yereván, la Avenida del Norte,
las calles Abóvian o Mastóts, la ilustre Universidad,
los museos y los teatros,
Yereván está creada para la admiración y admirables son todos sus rincones.
Las marcas y las tiendas más prestigiosas del mundo
tienen un hueco en la capital de Armenia,
porque Yereván también está diseñada para satisfacer los deleites consumistas.
Y al igual que los comercios, el espectáculo, festivales multitudinarios como el Kenáts,
los bares y los restaurantes más emblemáticos de Europa
abren sus puertas de par en par para agasajar a sus visitantes.
Reliquias celestiales;
horizontes infinitos;
milagros de la naturaleza;
catedrales históricas;
templos mitológicos;
montañas sagradas;
enigmas prehistóricos;
arte, fe y devoción;
abismos impenetrables;
tradiciones milenarias;
descubrimientos sorprendentes;
titanes de nieve;
así es Armenia de norte a sur y de este a oeste,
todo lo imaginable está dentro de su territorio
y todos los sueños se hacen realidad en este pequeño reino de la maravillas,
un país protegido por la luz divina.