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Muy buenas tardes a todos y a todas.
Señor Gobernador de Santiago del Estero; señor Intendente;
queridos santiagueños y santiagueñas todas y todos:
hoy, como recién decía Gerardo Zamora, no es solamente
un día de inauguraciones de importantísimas obras;
hoy, como en tantos lugares de la patria y hoy aquí
en Santiago del Estero, estamos también cumpliendo sueños,
viejos sueños que se representan en símbolos concretos.
Esta reconstrucción del Dique Figueroa, del centro
de la provincia, que se había roto allá por 1970,
díganme si no es un símbolo.
Una región que debió ser abandonada porque se inundaba,
porque ese dique se había roto y nadie lo había reparado.
Y allí estuvo un hombre, que había llegado al gobierno
nacional apenas con el 22% de los votos, pero era un hombre
del país profundo, del país que sabe de las carencias,
del país que sabe de los abandonos.
Cuando firmó, junto al gobernador Zamora,
el Acta de Reparación Histórica, no solo lo hacía como presidente
de los argentinos, sino como un hombre de ese país
que necesitaba y que sigue necesitando aún una reparación
que supere décadas y siglos de abandono.
Esta obra, una obra de mucha inversión, casi 370 millones de pesos.
Pero no es eso lo más importante.
Lo más importante es que se ha recuperado la esperanza
y el sueño, que se han incorporado más de 30 mil hectáreas
para la producción agropecuaria a partir de la reconstrucción
de ese dique que llevaba más de 30 años esperando.
Hoy ha llegado.
Por eso, así como hay miles de santiagueños en esta plaza,
también hay miles de santiagueños en Figueroa,
también hay muchos santiagueños en La Banda porque acabamos
de inaugurar un centro de atención de la salud,
la salud esa que ayer hablaba yo, de la salud de nuestros
mayores, de nuestras mujeres, embarazadas, de nuestros chicos
que han vuelto a tener aquellos que no logran todavía
un trabajo, una obra social.
La mano del Estado en su rol indelegable e insustituible
en materia de salud pública, de protección a los débiles,
de ayuda a los que la necesitan.
Es también un símbolo las Termas de Río Hondo y su nueva escuela
técnica, un país donde hemos vuelto a abrir las escuelas
técnicas que se habían cerrado.
Claro, en un país sin producción, en un país con
un endeudamiento externo que nos impedía sacar la cabeza de abajo
del agua, para qué se requerían técnicos u obreros,
no eran necesarios.
Por eso también ese hombre fue el que decidió reabrir
nuevamente las escuelas técnicas en el país para un nuevo modelo
de producción, de valor agregado, de exportación,
de consumo popular.
Necesitamos y necesitamos más todavía, alumnos...
Néstor vive en cada uno de ustedes, vive en esos chicos
de la escuela técnica, en esas netbooks que estamos dando
a todos los chicos de las escuelas públicas
secundarias como el símbolo de instrumento de la educación
que viene en el siglo XXI donde no puede haber brecha digital.
Es un símbolo también haber incorporado las Termas de Río Hondo
a los planes de turismo del PAMI, de un PAMI que ya no
es presa de las corporaciones, que ya no es botín del gobierno
de turno, sino que cumple su verdadera función:
dar salud a nuestros más de 4 millones de jubilados.
Aquí en Santiago del Estero, más de 100 mil nuevos jubilados.
Ayer anunciábamos la ampliación de cobertura
en los medicamentos.
Les decía que en el año 2004 apenas 9.000 jubilados tenían
cubiertos el 100% de sus medicamentos.
Hoy en nuestro país, el 25% de los jubilados,
más de 1.100.000 jubilados, con el 100% de sus medicamentos.
Y van a venir a hacer turismo a Termas de Río Hondo, lugar
emblemático de los argentinos, de ese turismo que genera
puestos de trabajo tal vez como pocas actividades económicas,
ustedes lo saben.
Y en Loreto, en esa ruta N°6 que une a Loreto y a Frías,
y que va a permitir también mejorar la actividad económica.
Son símbolos, son sueños de un país diferente,
de un país que yo les digo a los 40 millones de argentinos,
a los que nos quieren y a los que no nos quieren
también, que se pongan una mano en el corazón y el que no se
la quiera poner en el corazón que se la ponga en el bolsillo
o se toque la cabeza y que me diga si podíamos pensar
en el año 2003 en este país que estamos alumbrando
hoy entre todos los argentinos.
Algunos lo dirán en voz alta como ustedes; otros en voz baja;
habrá algunos que no dirán nada y seguramente algunos
que seguirán negando.
Pero aquí estamos, somos realidades tangibles,
no somos promesas electorales. Porque además, ¿saben qué?
Nunca prometimos nada de lo que íbamos a hacer.
Al contrario, solo prometimos no dejar las convicciones
en la puerta de la Casa de Gobierno.
Esa fue la gran promesa, ese fue el gran compromiso.
Porque sabíamos, desde muy jóvenes ambos sabíamos que este
país, nuestro país, nuestra Nación, nuestro pueblo había
sufrido demasiadas traiciones, demasiadas desilusiones,
demasiadas frustraciones, que era necesario demostrar
que desde la política se podía transformar, se podía gobernar,
se podía administrar los recursos del Estado en beneficio
de todos los sectores, trabajadores, docentes,
empresarios, comerciantes, productores, intelectuales,
científicos.
Díganme si no hemos llegado con el proyecto de este país
tan querido a lo largo y a lo ancho de la patria.
¿Que nos falta? Claro que nos falta.
Ayer lo decía, todavía nos quedan argentinos bajo la línea
de pobreza, muchos menos de los que él recibió: 54%
de los argentinos en el año 2003 estaba bajo la línea de pobreza;
27% bajo la línea de indigencia.
Todos sabemos el país que teníamos.
Hoy, esos vergonzosos índices han descendido a índices
de un dígito: 9% en el caso de la pobreza y un poco más
del 2% en la indigencia.
Pero todavía avergüenzan y por eso hay que profundizar
las políticas y el modelo.
Por eso es necesario y yo se los digo a todos los argentinos
desde aquí, desde este lugar, Santiago del Estero,
ciudad madre, madre de ciudades, la ciudad más antigua
de la República Argentina, un llamado al corazón pero también
a la inteligencia de todos aquellos argentinos que han
comenzado a cumplir sus sueños, aquellos empresarios que creían
fundidos y de repente han visto florecer nuevamente
sus actividades porque hay un pueblo que consume;
a esos trabajadores que no tenían trabajo
y hoy consiguen trabajo; a esos santiagueños
que ya no sueñan con irse, sino que quieren quedarse
en su provincia porque hay oportunidades para vivir aquí.
Quiero dirigirme a esos productores que hoy atraviesan
tal vez el mejor momento económico de décadas y décadas,
que por un momento dejen de lado prejuicios políticos
o culturales; a los miles de comerciantes que han visto
florecer sus comercios, porque los trabajadores han vuelto
a tener trabajo y los que no consiguen trabajo tienen
para sus hijos la Asignación Universal que les permite
comprarles un guardapolvo, un par de zapatillas, un cuaderno
sin que se los tenga que dar un puntero político
o el gobierno de turno.
Esa dignidad de un pueblo.
A esos científicos que han logrado retornar al país
porque son reconocidos; a esas universidades en las cuales se
están haciendo cientos de obras luego de décadas y décadas
de no poner un tarro de pintura o un solo ladrillo, inaugurando
nuevos edificios de facultades emblemáticas o creando nuevas
universidades, donde han logrado mejorar sus salarios,
a todos los empresarios, a todos los trabajadores que hoy pueden
negociar en sus convenciones colectivas de trabajo salarios
dignos para poder seguir creciendo, a todos ellos,
que han logrado alcanzar su sueño, yo les pido que colaboren
para ayudar a los argentinos que todavía siguen soñando
y no podemos o no hemos podido llegar con un trabajo
o con una casa digna en la que puedan vivir.
Hoy también estamos entregando 232 viviendas que...
Ahí están los obreros, los cascos amarillos
de Madres de Plaza de Mayo, otro símbolo de esta Argentina
que estamos afortunadamente dejando atrás, la Argentina
de la tragedia más terrible que nos tocó vivir, la tragedia
de la falta de democracia, de la muerte, a eso no queremos volver.
Y ustedes, obreras y obreros de esa Fundación de Madres de Plaza
de Mayo que hoy entrega 232 viviendas, son el símbolo
de que también sobre el dolor y la tragedia, es posible
construir en positivo y ayudar a los demás.
Es una lección que todos los argentinos debemos aprender
sobre la memoria, la justicia pero también la construcción
del presente y del futuro que es lo que nos debe seguir movilizando.
Por eso, este crecimiento económico que llega además
con un proceso de inclusión social nunca visto, también
con proyectos que han volcado la igualdad para todos,
una sociedad cada vez más igual.
Queremos la libertad, pero también queremos lograr
la igualdad y la equidad.
Esas deben ser las claves del crecimiento y eso se hace
a través de la inclusión y del compromiso firme
de que en cada Casa de Gobierno de una provincia
o en la Casa mayor, allá en Buenos Aires,
en la Rosada, donde le toca morar temporalmente
al Presidente o a la Presidenta de la Nación, el que decida
o la que decida, siga siendo ese presiente o esa presidenta
y no las corporaciones de turno que han gobernado
durante años la Argentina.
No se trata tampoco de negar la importancia
que las corporaciones tienen en la vida económica de un país.
Pero una cosa es opinar, decidir y participar de las decisiones
de un país y otra cosa es querer imponer decisiones
al poder político.
El que quiera hacerlo, que deje la corporación y funde
un partido político y vaya a elecciones, porque entonces,
estaremos haciendo funcionar el sistema democrático a pleno.
Yo fui constituyente junto a muchos de los dirigentes
políticos, algunos ya no están y otros sí, del '94,
donde introdujimos en aquella reforma y consagramos la figura
de los partidos políticos.
El sistema de partidos políticos no fue una inclusión a la ligera
ni casual, tampoco fue una inclusión de técnica
legislativa; fue la decisión de consagrar constitucionalmente
un modelo de funcionamiento institucional donde las cosas
en el sector público, se dividen entre el Poder Ejecutivo,
el Poder Legislativo y estos tienen que ir a elecciones
para poder determinar las políticas de un país
a través de los partidos.
Se requiere entonces, mucha serenidad; se requiere
entonces mucha firmeza.
Aprendí una cosa en estos años duros que me han tocado
vivir como Presidenta.
Duros, primero en lo político, y más tarde tal vez en lo más
inimaginable para mí que era lo personal, debo decirles algo:
yo también he aprendido muchas cosas: he aprendido
que es necesario convocar a todos los argentinos
a este proyecto de transformación; he aprendido
que no hay que enojarse, porque muchas veces nos provocan
para que nos destemplemos, nos enojemos, salgamos
de nuestros cabales y entonces luego el estigma, la acusación,
más si sos mujer todavía.
Por eso en este duro aprendizaje, yo quiero decirles
a todos ustedes, con mucha humildad y con mucha
sencillez..., esa "fuerza Cristina" que recorre el país,
no es solamente un "fuerza Cristina", es una fuerza
del trabajo, es la fuerza de la inclusión, es la fuerza
de la familia, es la fuerza de él, es la fuerza del amor,
es la fuerza de un pueblo que ha decidido definitivamente
abordar un proyecto de Nación, de liberación, de igualdad,
de libertad, de democracia y en nombre de esos valores
es que yo quiero seguir siempre junto a ustedes desde el lugar
en que me toque estar, no importa cuál, lo importante
es saber que hemos tenido en esta historia que estamos
construyendo, participación, que hemos puesto lo mejor
de nosotros mismos, coraje, ideas, también errores,
también equivocaciones.
Pero cada vez que nos equivocamos o cada vez que hemos
cometido un error, lo hemos hecho -créanme- pensando
que estábamos haciendo lo mejor por todos y para todos.
Nunca, si me he equivocado, he pensado que podía dañar
a alguien; nunca he insultado ni agraviado a nadie;
nunca he ofendido a nadie ni lo haré.
Yo quiero decirles, en nombre de él, en nombre también
de mis hijos, que quiero agradecerles a todos y a todas
las inmensas muestras de cariño, de amor, de afecto
que me mantienen de pie y me ayudan a seguir adelante,
porque es muy difícil pero está el ejemplo de él que se entregó
entero como siempre desde que lo conocí.
Siempre fue el mismo, desde que lo conocí hasta el día en que
se fue y yo tengo que honrar esa memoria y ese legado,
lo siento acá adentro en mi corazón.
Gracias Santiago, muchas gracias, muchas gracias a todos
y a todas por el inmenso cariño que siempre me han dado.
Gracias.