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No sé bien si puedo hablar de vida, no sé bien si tengo muertes que contar
yo que nunca he estado en una guerra, yo que no he podido estar en una paz.
No sé bien si sé de la belleza, no sé bien si algo de la libertad
yo que nunca he visto mi cabeza, yo que no besé los labios de mamá.
Yo que no dejé de tener miedo, yo que al enemigo no he podido amar
que no sé la nieve sobre el cuerpo ni he sabido Santa Claus ni Navidad
yo que nunca comprendí a Vallejo, que no he sido nunca amigo de Serrat
yo que no he gritado en un concierto, no he gritado el rock, no he gritado el Jazz.
Yo que no he tenido una certeza, yo que no distingo Sánscrito y Latín
que no he desposado a una duquesa, que no sé el amor en un café en París.
Yo que no he podido ir a la huelga, que no sé un espacio para disentir
yo que no he perdido la paciencia. la de perdonar, la de sonreír.
No sé bien si puedo hablar de vida, no sé bien si tengo muertes que contar
yo que nunca he estado en una guerra, yo que no he podido estar en una paz.
No sé bien si sé de la belleza, no sé bien si algo de la libertad
yo que nunca he visto mi cabeza, yo que no besé los labios de mamá.
Yo que no he llorado en el exilio ni he sabido de una puta de burdel
no he desesperado hasta el suicidio, no he sido judío, *** o japonés
yo que no he dejado de ser niño, pateado con Maradona ni Pelé
que no he sido Genio ni Aladino, no he sido Simbad, no he sido Gulliver.
Yo que no he noviciado en un convento, que no he sido carpintero ni pastor
no he sentido el polvo del desierto ni la lluvia en una calle en Nueva York.
nunca he sido viejo como Homero, nunca indio, carabela, ni Colón
yo que no he filmado con la Metro, no he sido "Chicuelo", no he sido Charlot.
No sé bien si puedo hablar de vida no sé bien si tengo muertes que contar
yo que nunca he estado en una guerra yo que no he podido estar en una paz.
No sé bien si sé de la belleza no sé bien si algo de la libertad
yo que nunca he visto mi cabeza yo que no besé los labios de mamá.
Yo que nunca he vuelto de un invierno, de una fría playa y un abrigo gris
de un primer y tímido “te quiero”, de mis doce años, de un dolor sin fin.
Yo que nada sé del limonero donde Padre y Madre acordaron que, en fin,
yo sería lindo o majadero pero de los dos, pero tan feliz.
Y aunque yo no he perdido la esperanza no sé bien si he compensado tanto amor
yo que no he escapado a la nostalgia, a lo que no he tenido, a lo que me faltó.
Y yo que nunca supe el desaliento, yo que no he topado con la perdición
no sé bien si vivo o si estoy muerto, no sé bien si el diablo, no sé bien si Dios...
No sé bien...