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Mi padre lo compró por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Mi padre lo compró por dos suz.
Así lo cuenta la Haggada.
El gato se mantuvo al acecho.
Se lanzó sobre el cordero y lo devoró.
El perro se tragó al gato
que se comió al cordero
que mi padre había comprado
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Entonces coge el bastón
y, golpeándolo, corrige al perro
que mordió al gato
que se comió el cordero que mi padre compró
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Sin vacilar, el fuego consume el bastón
que había corregido al perro
que engulló al gato
que se comió al cordero que mi padre compró
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Después el agua apagó el fuego
que consumió al bastón
que había corregido al perro
que engulló al gato
que se comió al cordero que mi padre compró
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
El buey, que pasaba por allí, se bebió el agua que apagó el fuego
que consumió al bastón
que había corregido al perro
que engulló al gato
que se comió al cordero que mi padre compró
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Vino el carnicero, quien degolló al buey que se bebió el agua
que apagó el fuego
que consumió al bastón
que había corregido al perro
que engulló al gato
que se comió al cordero que mi padre compró.
Después vino el ángel de la muerte, quien mató al carnicero
que degolló al buey que se había bebido el agua
que apagó el fuego
que consumió al bastón
que había corregido al perro
que engulló al gato
que se comió al cordero que mi padre compró
por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
¿Por qué cantas, cordero?
La primavera no ha llegado y la Pascua tampoco.
¿Has cambiado?
He cambiado este año.
Y todas las tardes, como cada tarde,
sólo he hecho cuatro preguntas.
Pero esta tarde se me ocurre una más:
¿Hasta cuándo durará este ciclo infernal.
Esta tarde se me ha ocurrido una pregunta:
¿Hasta cuándo durará este ciclo infernal
del opresor y del oprimido, del verdugo y de la víctima?
¿Hasta cuándo esta locura?
¿Qué ha cambiado?
Yo. Este año he cambiado yo.
Yo era un tierno cordero.
Después fui tigre y lobo salvaje.
Fui una paloma, una gacela.
Hoy sé lo que soy.
Mi padre lo compró por dos suz.
¡El cordero! ¡El cordero!
Nuestro padre lo compró por dos suz.
Y volvemos al punto de partida.