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A finales del verano de 1859, Charles Darwin finalmente completó
el último párrafo de su gran obra "El Origen de las especies".
Pero no obtuvo su inspiración de las exóticas islas
que había visitado en su famoso viaje en el HMS Beagle.
Una ladera de roca caliza en Kent, cerca de su casa en Downe,
le proporcionó la metáfora para las leyes
que explican la diversidad de la vida en nuestro planeta.
Es interesante contemplar una enmarañada ladera,
vestida con muchas plantas de diversas clases,
con pájaros cantando en los arbustos, con diferentes insectos revoloteando,
y con gusanos arrastrándose por la tierra húmeda,
y considerar que estas formas, detalladamente construidas,
tan diferentes una de otra,
y dependientes mutuamente de forma tan compleja,
han sido todas el fruto de leyes que obran a nuestro alrededor.
Darwin estaba lanzando una nueva visión de la naturaleza
en la que las especies evolucionaban indistintamente de la mano de un creador.
La visión establecida de un mundo armonioso, ordenado de forma divina
para servir a la más noble creación de Dios, el hombre, quedaría destruida.
Él era muy consciente
de que lo que estaba manejando era auténtica dinamita intelectual,
y guardó en secreto la mayoría de sus reflexiones sobre su trabajo
en cuanto a la procedencia del hombre y de dónde procedían las nuevas especies.
Fue un secreto con el que Darwin estuvo luchando durante 20 años.
20 años de inquebrantable apoyo de su mujer, Emma, que temía que
su amado esposo pudiera ser castigado a una condenación eterna
por desafiar las creencias tradicionales.
Juntos soportarían dos décadas de enfermedades que debilitaron su salud,
de dudas sobre su propia teoría y de tragedia familiar.
Fue una lucha vital que Darwin también observó
en los animales y plantas en los campos y las laderas enmarañadas
de la campiña del Condado de Kent.
Una lucha que es el principio fundacional de su teoría de la selección natural.
El último párrafo de "El origen de las especies"
termina de forma espectacular.
Todo el libro trata sobre la lucha por la existencia
y lo que Tennyson denominó la "naturaleza, roja en colmillo y garra."
El último párrafo ofrece, en mi opinión, un sentimiento de esperanza.
De algún modo dice que esta guerra de todos contra todos
tiene un resultado que es el mundo viviente que vemos a nuestro alrededor.
Las bellezas de la ladera enmarañada,
los gusanos y las mariposas, las hierbas y las orquídeas,
todas esas bellezas de la naturaleza
emergen de la simple idea de Darwin.
Hay grandiosidad en esta visión de la vida, con sus diversas fuerzas
habiendo avivado originalmente unas pocas formas, o sólo una,
y que mientras el planeta daba vuelta tras vuelta
según las inmutables leyes de la gravedad,
de unos comienzos tan simples
innumerables formas hermosísimas y maravillosas
han evolucionado y siguen evolucionando.
Del mismo modo en que la belleza emerge de una guerra de la naturaleza
así evolucionó el gran libro de Charles Darwin tras años
de meticulosa investigación y conflicto interno.
La lucha de Darwin - La evolución del Origen de las Especies -
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Una Traducción de: Fry
A la edad de 33 años,
Charles Robert Darwin era ya un caballero naturalista establecido.
Sus sustanciales ingresos privados
le permitieron dedicar su vida a su interés particular,
resolver lo que había sido llamado "el misterio de misterios".
Cómo los animales y las plantas transmutan o evolucionan.
Fue buscando un lugar tranquilo para escribir
que en 1842, Darwin y su creciente familia se mudaron a una casa
en las afueras de Londres cerca del pueblo de Downe, en Kent.
Tras varias búsquedas infructuosas en Surrey y otros lugares,
encontramos esta casa y la compramos.
Me gustó el aspecto variado
de la vegetación propia de una zona caliza,
tan diferente a la que yo estaba habituado en la región de los Midlands.
Y me gustó aún más la extrema tranquilidad
y rusticidad del lugar.
Darwin sabía que en el campo tendría
espacio para expandir sus experimentos,
para caminar, para observar la naturaleza.
Allí había gran cantidad de información a su disposición
y además había un factor muy importante para Darwin
que era conseguir un espacio en el que sentirse seguro
con su teoría secreta de la transmutación.
A principios de la década de 1840,
la transmutación o evolución era aún una idea radical
asociada con la revolución social.
Era un secreto que compartía con su esposa y prima hermana
Emma Wedgwood con la que se había casado tres años antes.
Me admira el haber tenido la inmensa suerte de que Emma,
una persona infinitamente superior a mí
en toda cualidad moral, aceptase ser mi mujer.
Emma era la condición previa para todo lo que hacía.
Ella... creó un espacio de amor
donde él se sentía a salvo para poder trabajar obsesivamente sin temer
la pérdida de su amor ni dañar su relación.
Le cuidó durante años de recurrentes ataques de enfermedad
cuya naturaleza sigue hoy sin estar clara.
Posiblemente deterioro causado por un parásito sudamericano,
aumentado por la ansiedad y tensión nerviosa.
25 años de flatulencia espasmódica extrema de día y de noche.
Vómitos precedidos de temblores, gritos de histeria,
sensación de muerte o pérdida de conocimiento y copiosa orina muy pálida.
La fatiga trae consigo los dolores de cabeza
y nervios cuando Emma me deja solo.
Creo que a ella siempre le preocupó su salud.
Constantemente trataba de persuadirle
de que se tomara un día libre o hiciera un viaje,
no porque quisiera su compañía
sino porque creía que si seguía trabajando al ritmo al que lo hacía,
su enfermedad empeoraría.
Emma le daría diez hijos, siete de los cuales llegaron a la edad adulta.
Como padre, Charles Darwin no se ajustaba
al estereotipo del patrón victoriano
del distante y severo "pater familias".
Darwin era un hombre de familia.
Escribe de forma bastante irónica un año
que su mujer no debía estar demasiado bien ese año
porque no había tenido un bebé,
lo cual, para un victoriano, es bastante grosero, tengo que decir.
Pero lo fascinante es que utilizaba a sus hijos
como animales experimentales.
Anotaba sus expresiones cuando lloraban, cuando se enfadaban
y vio lo parecidas que eran a las expresiones de un perro.
Veía a su familia como parte de la familia humana,
la familia humana como parte de la familia de los mamíferos,
y la familia de los mamíferos a la par que la familia de las prímulas.
Y eso demuestra de verdad que veía a la humanidad
como una parte intrínseca del mundo viviente y no como algo aparte.
Esto era radicalmente diferente de la visión cristiana establecida de la época
en la que la humanidad era la creación especial y distinta de Dios.
Guardaba sus opiniones en un cuaderno de notas privado.
El Hombre, en su arrogancia, se cree una gran obra,
digna de la interposición de una deidad.
Es más humilde, y creo que acertado,
creer que fue creado de otros animales.
Y Charles y Emma hacían lo que hacen los animales,
sólo que tenían una cama para hacerlo, en el piso de arriba.
Además Darwin creía poderosamente en las analogías,
y no sólo los animales hacen lo que hacen las personas,
también las plantas lo hacen de formas extrañas y complicadas.
Así que del lecho matrimonial al lecho de flores sólo había 100 metros
y Darwin bajaba por la puerta trasera a su lecho de flores
donde realizaba sus experimentos y a observar cómo estas criaturas
- él consideraba incluso a algunas plantas como animales simples -
también se reproducían.
Sólo un año después de llegar a Downe
se atrevió a, dubitativamente, plantear el tema del cambio de las especies
a su amigo botánico Joseph ***.
Por fin empiezo a ver algunos rayos de luz
y estoy casi convencido de que las especies no son inmutables.
Es como confesar un asesinato.
La respuesta de *** fue evasiva.
Darwin se retiró de nuevo a su refugio.
Si no había convencido a ***,
mucho menos podría hacerlo con sus antiguos profesores de Cambridge.
Incluso los miembros más progresistas del clero anglicano
seguían viendo la belleza y abundancia de la naturaleza como divinamente ordenadas
para beneficio de la máxima creación de Dios, el hombre.
La mayoría de la gente a principios del Siglo XIX pensaba en la naturaleza,
especialmente en Cambridge, pero también en el resto de la Gran Bretaña anglicana,
como en algo diseñado.
El mundo había sido creado para el hombre y probablemente el mejor modo
de explicar esto es simplemente pensar en el día de 24 horas.
Nosotros pensamos en ello como en una casualidad astronómica
debido al modo en que se mueven los planetas.
Pero para la gente que se sentaba en Cambridge,
la idea era que básicamente el día tiene 24 horas
porque los humanos necesitamos dormir 8 horas.
Y todo a su alrededor está organizado así,
partiendo de las necesidades humanas como causa para el resto.
Sugerir que la humanidad era un mero producto de la naturaleza
tenía el riesgo de sufrir ataques de los curas de sotanas negras,
las "bestias negras", como los llamaba Darwin.
Pero posiblemente temía incluso más la pérdida de respeto
de los catedráticos de Cambridge que le habían enseñado e inspirado.
Como el Reverendo Adam Sedgwick, originario de Yorkshire,
profesor de geología y hombre de discurso directo
que veía el diseño de Dios en la naturaleza.
"Negar esto..."
... Podría brutalizar y sumergir a la raza humana
en un nivel de degradación más bajo que hasta el que nunca haya caído antes
desde que las crónicas escritas nos cuentan su historia.
Sedgwick representa una unión incómoda entre ciencia y religión
que había prevalecido desde el Siglo XVII, en especial en Gran Bretaña.
Una división del trabajo en la que aquéllos que estudian la naturaleza
ofrecen a los que estudian a Dios
evidencias de la grandeza, bondad y sabiduría de Dios en el mundo,
y aquéllos que estudian la revelación de Dios en la Biblia
ofrecen razones para creer en Dios que él nos ha revelado,
y cómo ir al cielo.
La naturaleza no nos dice cómo ir al cielo,
pero nos dice que hay un Dios en el cielo
que se nos ha revelado y nos ha revelado en la Biblia cómo ir allí.
Teniendo en cuenta estas ideas tradicionales, a principios de 1844,
Darwin empezó a preparar un manuscrito esperando que, con el tiempo,
demostraría incluso a hombres como Sedgwick
que la evolución era una realidad,
y que él había descubierto el mecanismo que hace que ocurra.
Pero como hombre meticuloso y cauto que era
tenía que conseguir primero sus pruebas.
Lo que hace allí en Downe
es crear un laboratorio viviente.
Un laboratorio que lo acompañara en su carrera, como si dijéramos.
Él no se quedaba sentado mirando por la ventana.
Darwin no usaba su casa y su jardín
sólo para observar y aprender de la naturaleza.
Criaba palomas y orquídeas, cultivó 50 variedades de grosellas,
y, para refutar a los creacionistas,
se convirtió en apicultor
para poder demostrar que los hexágonos casi perfectos de las colmenas
eran construidos por instinto y no por diseño divino.
Mis hábitos son metódicos,
mi amor por las ciencias naturales ha sido constante y ardiente.
Tengo el deseo más intenso
de comprender o explicar todo lo que observo.
De agrupar todos los hechos bajo unas pocas leyes generales.
También creó para sí un lugar donde reflexionar.
Dispuso un sendero de gravilla con forma oval
y plantó árboles que le proporcionaran medio kilómetro de circuito de paseo.
Lo llamó el Camino de Arena.
Darwin llamaba a su Camino de Arena su sendero de reflexión.
Observaba los árboles crecer - y muchos de ellos aún están allí -
sabiendo y esperando que podría
caminar por este terreno y escapar a la presión
de sentarse en un lugar a escribir
y tratar de exprimir ideas de la punta de su pluma.
Darwin se perdía en sus reflexiones en el Camino de Arena,
tanto que el único modo en que era consciente del paso del tiempo
era llevar la cuenta de las vueltas que daba, y lo hacía
mediante una pila de piedras.
Después de cada vuelta, de una patada enviaba una de ellas al otro lado
y cuando toda la pila había cruzado el camino
sabía que había completado su ejercicio, ése era el tiempo de reflexión del día.
Nosotros, la siguiente generación, amamos el Camino de Arena
porque podemos imaginarnos a Darwin en él
y reflexionar sobre lo que él podía ver en el Camino de Arena.
Podía ver estas plantas trepadoras, la brionia en el seto, por ejemplo.
Podía ver el campo de Great Puckland
donde formularía un concepto de biodiversidad.
Recluido en su laboratorio rural,
el manuscrito de Darwin sobre lo que ya llamaba selección natural
se convirtió en un ensayo adecuado para su publicación.
Parte del texto se inspiraba en sus experiencias
durante su expedición alrededor del mundo a bordo del Beagle.
Durante los 5 años que pasó de viaje
sólo pasó 5 semanas en las Islas Galápagos
recogiendo especímenes de plantas
y distintas especies de sinsontes y pinzones.
La importancia de su experiencia en las Galápagos
en el desarrollo de su teoría se ha exagerado.
Del mismo modo en que es muy común que la gente imagine
que las grandes teorías aparecen de repente, gracias a la inspiración,
como si todos los científicos fueran como Arquímedes
caminando por la calle volviendo de su baño en algún lugar de Siracusa.
Del mismo modo, queremos que el lugar donde aparece la inspiración
sea glamuroso y exótico y las Galápagos responden perfectamente a eso,
pero eso es comprender el origen del Origen de forma totalmente errónea.
Fue a su vuelta a Londres tras su visita a las Galápagos
que Darwin vio que las especies de pájaros y plantas que había reunido
eran sutilmente diferentes de una isla a otra,
y sin embargo muy similares a las especies del continente sudamericano.
En el manuscrito de 1844, utilizó esto como evidencia
de que nuevas especies habían evolucionado
con la adaptación de los pájaros y plantas continentales
a los distintos hábitats de las islas.
Las Galápagos, por supuesto, son un lugar fantástico y de algún modo
estarán siempre inevitablemente asociadas con Darwin.
Pero creo que su importancia es fácil de malinterpretar.
Para empezar, las muestras que recogió allí no son tan impresionantes.
Clasificó mal la mayoría de los especímenes,
y no identificó de qué isla en particular
procedían sus diversos pinzones y otros organismos.
Lo más importante en ese momento no tiene que ver con la selección natural,
sino que las Galápagos son mucho más importantes
en cuanto a que ayudaron a Darwin a convencerse
de que la evolución podía haber tenido lugar.
Las evidencias de las Galápagos fueron sólo parte del despertar de Darwin.
Sólo un lugar destacado en el retorcido camino
hacia la formulación de su teoría de la evolución.
En Downe pudo entonces inspirarse en sus 9 años de lucha intelectual.
Y fue entonces cuando plasmó sus ideas más brillantes
en lo que acabaría siendo conocido como los "cuadernos de la transmutación".
Fue en estos cuadernos donde esbozó por primera vez la idea
de que el inmenso espectro de especies vivientes
tenía que haber evolucionado de un antepasado común.
Grandes y pequeñas ramas saliendo de un mismo árbol de la vida.
En ese momento reflexiona con un abandono total, fuera de toda ortodoxia,
inaceptable para los filósofos de su época.
Tal vez unos pocos racionalistas de la ilustración francesa harían algo similar,
pero nadie en Gran Bretaña consideraría seriamente
a alguien que intentara comprender el mundo del modo en que lo hacía Darwin.
Y no sólo bebía de las fuentes de la física y la teología,
también acudía a la economía, a la cría de animales,
acudía a cualquier rama del conocimiento
que le proporcionara evidencias o intuiciones
para construir el mundo tal y como él sentía que era.
Y sin embargo esa visión del mundo cambiaba constantemente,
ponía a prueba cada idea que pensaba que podía ser la respuesta,
contrastándola con lo que la gente decía que era la respuesta.
El manuscrito de Darwin de 1844 estaba basado en extensas lecturas,
desde el Paraíso Perdido de Milton
a las especulaciones evolutivas de su abuelo Erasmo
y del radical biólogo francés Jean Baptiste Lamarck.
Su gran mentor, el geólogo Charles Lyell le enseñó
que la superficie de la Tierra se había formado
gradualmente durante incontables eras.
Pero fue el economista político Thomas Malthus el que estimularía
lo más parecido a un momento "eureka" que Darwin nunca tendría.
En octubre de 1838, 15 meses después de iniciar mi investigación sistemática,
leí como diversión el libro de Malthus sobre la Población.
En términos de la selección natural,
hay un momento crucial en el descubrimiento de Darwin
y en mi opinión es cuando lee el ensayo de Thomas Malthus
sobre "El Principio de la población".
Este libro fue increíblemente controvertido.
Y lo fue básicamente porque afirmaba que había límites al crecimiento.
Muchos filósofos del Siglo XVIII habían afirmado,
"La humanidad puede progresar indefinidamente, todo va a ir bien."
Malthus dijo, "No, no es así.
"De hecho tenemos un suministro de alimento limitado,
"por lo que la potencial explosión exponencial de la población
"se verá limitada por la necesidad de alimento."
Lo que Darwin hizo fue convertir esto en un principio creativo de la naturaleza.
La muerte se convierte en el modo de explicar la vida.
Y entonces surge la increíble idea de que todos
los miles de formas, todas estas especies ligeramente distintas
compiten por minúsculos espacios en la Tierra y en la naturaleza.
Todos intentando sobrevivir y sólo los mejor preparados,
sólo los que encajan perfectamente en ese minúsculo espacio,
ésos son los que sobrevivirán,
y los miles, millones, miles de millones de demás formas morirán.
Se me ocurrió de repente que bajo estas circunstancias,
las variaciones favorables tenderían a conservarse
y las desfavorables a destruirse.
El resultado de esto sería la formación de nuevas especies.
Aquí tenía por fin una teoría en la que basar mi trabajo.
Dice que este crecimiento de población
es como 100.000 cuñas golpeando la faz de la naturaleza.
Empujando más profundamente a las más fuertes y expulsando a las más débiles.
Y con ello capturando la esencia de la lucha por la existencia,
la supervivencia de los más fuertes.
Hubo un momento en que se entusiasmó muchísimo,
se puede ver esa emoción
en el cuidado con que lo escribe, con la letra muy apretada.
Es una emoción controlada, diría, escribiendo de forma muy detallada
poniendo capa tras capa de su reacción a esta idea.
Para 1844, Darwin había situado las ideas de Malthus sobre la población
en pleno centro de su teoría de selección natural
como mecanismo mediante el cual ocurría la evolución.
La guerra de la naturaleza destruía a los débiles.
Sólo los mejor adaptados conseguían reproducirse
transmitiendo sus exitosas características
a las generaciones posteriores.
Al tener tantos hijos, Charles y Emma estaban de hecho
llevando a cabo su propio experimento malthusiano.
Para cuando tuvo su manuscrito terminado,
un bebé había ya muerto y Emma estaba embarazada de su quinto.
William y Annie, los dos mayores, crecían sanos.
Anne Elizabeth Darwin nació en marzo de 1841.
Se volvió indispensable para su madre
para cuando alcanzó esa maravillosa edad de 8 ó 9 años.
Demostraba a sus padres gran ternura.
Y creo que eso aumentaba el amor de Emma y Charles por ella.
Les acariciaba, y les mesaba el pelo y les acariciaba las manos
y le hacía trenzas a su padre y le peinaba.
Después lo tomaba de la mano
para pasear por el Camino de Arena y ella se adelantaba dando brincos.
Y tenía su propio jardincillo con flores, multitud de detalles enternecedores
mientras ellos observaban cómo su hija mayor se convertía en una mujercita.
Su alegría y su espíritu animal irradiaba de todo su ser,
y cada uno de sus movimientos era elástico y lleno de vigor.
Era un deleite y una alegría contemplarla.
Su amado rostro surge ahora ante mí cuando recuerdo cómo solía venir
bajando las escaleras corriendo con una pizca de rapé robado para mí.
Todo su ser radiante con el placer de dar placer.
Y mientras sus hijos crecían, no eran sólo hijos amados,
eran también criaturas, pequeños organismos en desarrollo.
Eran como el orangután del zoo de Londres y Darwin comparaba
a sus hijos, William y Annie, con el orangután del zoo.
En Downe, Annie y sus hermanos le proporcionaban alivio emocional
de su constante lucha con su nueva y polémica teoría.
Pero había otra permanente fuente de inquietud.
Emma leyó su manuscrito terminado.
Darwin tuvo que saber que para ella sería una lectura incómoda.
En una intensa relación de amor, su rechazo a las tradicionales
enseñanzas religiosas la llenó de inquietud sobre su salvación.
Aunque el manuscrito reconocía la existencia de un creador,
Emma sentía que socavaba la creencia
de que el hombre había sido creado especialmente por Dios.
Si se ponen en la situación de un lector del Siglo XIX,
la idea de que las especies, y en especial el hombre, habían evolucionado
sería algo tremendamente perturbador debido a la presunción de la época
de que los humanos estamos en la cima de la escalera, de la jerarquía,
perfectamente formados, nobles, todas esas cosas.
Sugerir que habíamos evolucionado de monos,
y antes que eso de criaturas marinas primitivas,
debió parecerles profundamente herético.
Darwin era muy consciente de que tenía que contarle a Emma la tesis general
del trabajo que estaba haciendo,
pero también era consciente de que la iba a disgustar.
Ya que aunque Emma era bastante liberal en términos generales,
también era una cristiana practicante y una firme creyente.
Emma temía que las dudas religiosas de su marido significarían
que tal vez no se salvaría y no se reuniría con ella en la vida posterior.
Cuando estoy contigo todo pensamiento melancólico desaparece de mi mente,
pero desde que te fuiste algunas tristes ideas se han abierto camino,
un miedo a que nuestras opiniones sobre el tema más importante
difieran completamente. Mi razón me dice
que las dudas honestas y razonadas no pueden ser pecado,
pero siento que podrían ser un doloroso vacío entre nosotros.
La gran cuestión para Emma era si iban a pasar la eternidad juntos.
O si cuando ambos murieran
aquello podía provocar que estuvieran separados,
y creo que esa idea era una carga terrible para ella
y lo siguió siendo hasta el final de sus vidas.
No deseo respuestas a todo esto.
Es una satisfacción para mí escribirlo.
No pienses que no me interesa y que no tiene importancia para mí.
Todo lo que te concierne a ti me concierne a mí.
Y me sentiría muy infeliz
si creyera que no nos perteneceremos el uno al otro eternamente.
Esto se convirtió en un problema sin resolver en su relación.
Lo enterraron tal vez muchas veces,
pero cuando uno de los hijos enfermaba gravemente
o cuando Darwin, como era frecuente,
caía enfermo y ella tenía que atenderle,
el espectro de estar eternamente separada de su amado
perseguía a Emma y le hacía volver a sacar el tema a relucir.
No sabemos cuántas veces lo discutieron en privado.
Pero sabemos cuánto le pesaba el tema a Darwin
por una nota que añadió más tarde a la carta de Emma.
Cuando esté muerto, debes saber cuántas veces he besado y llorado por este tema.
Fueran cuales fueran sus recelos personales,
Emma leyó y comentó fielmente el ensayo.
Darwin todavía no tenía la suficiente confianza como para publicarlo
y su preocupación sobre las actitudes hostiles
hacia las ideas evolutivas pronto se confirmarían.
Terminó el ensayo y creo que cualquier decisión que hubiera tomado
pensando en su publicación
ciertamente quedó trastocada en octubre de 1844,
cuando se enteró por un anuncio en el London Times
que se había publicado un libro
titulado "Vestigios de la historia natural de la Creación."
Era un libro anónimo cuyo autor fue tema de todo tipo de conjeturas y suposiciones
y era un libro que, como el propio anuncio decía,
trataba sobre todo el espectro de fenómenos naturales y lo explicaba
mediante una ley natural del desarrollo.
En otras palabras, hay algún tipo de evolución
que explica el proceso por el que existe el Universo.
Se convirtió en una de las grandes sensaciones de la década de 1840.
Todo el mundo lo leyó, desde la Reina Victoria al poeta Tennyson,
y también la mayoría de los amigos de Darwin.
Un amplio abanico de personas lo discutieron extensamente.
Toda la cadena de seres animados,
desde el más simple y ancestral hasta el más elevado y reciente,
deben considerarse como una serie de avances
del principio del desarrollo.
La providencia se ha complacido en estipular
que una especie dé origen a la siguiente
hasta que la segunda más elevada dio origen al hombre.
La identidad del autor, Robert Chambers, un periodista escocés,
no fue revelada hasta 40 años después.
Chambers había temido la inevitable reacción violenta.
En la vanguardia del ataque estaba un antiguo profesor de Darwin en Cambridge,
el Reverendo Adam Sedgwick.
Detectó las "sinuosidades de la serpiente de la falsa filosofía"
en la visión de la transmutación del libro.
La gente lo atacó muy duramente.
Su profesor Sedgwick aquí en Cambridge
se refirió a él como un "obsceno aborto" cuya cabeza había que aplastar.
Por supuesto esto era coherente con ver el libro como el producto
de una frágil mente femenina... este libro, este obsceno aborto.
Éstas eran palabras muy duras por parte del Reverendo Adam Sedgwick,
miembro del Trinity College en Cambridge.
No tengo más remedio que pensar que es producto de la pluma de una mujer.
¡Está tan bien vestido y su exterior es tan elegante!
Una mujer cometió ya este mismo error en el origen.
Ansiaba el fruto del árbol del conocimiento.
Y tenía que tomarlo, tanto si era correcto como si no.
Sedgwick aborrecía Vestigios absolutamente.
Para él, como para muchos cristianos evangelistas,
Vestigios es la meretriz de Babilonia, cubierto de rojo al igual que ésta.
Es un libro que tiene la hermosa atracción de una mujer.
Lo que hay que hacer, dice, es arrancarle sus hermosas ropas
y revelar la repugnante masa de corrupción que hay debajo.
Si el libro es cierto, los trabajos de una sobria inducción son en vano.
La religión es una mentira, la ley humana una masa de locura y abyecta injusticia,
la moralidad es una falsedad.
Nuestra labor por la gente negra de África es el esfuerzo de locos,
y los hombres y mujeres son sólo bestias algo mejores.
Y Darwin leyó esto y dijo, con temor y temblando...
Sin embargo, creo que esto tuvo también un rol útil para Darwin,
porque cuando leyó las críticas,
cuando leyó lo que Sedgwick tenía que decir,
en gran medida pudo hacerse una lista de la clase de argumentos
que tenía que desarrollar,
del tipo de cuestiones que tenía que responder
para asegurarse de que su teoría estuviera a salvo,
de que estuviera protegida por la armadura adecuada
para poder salir al mundo sin recibir
el mismo tipo de reacción adversa que Vestigios había tenido.
Aún tambaleándose por la salvaje respuesta contra Vestigios,
Darwin parece haber entrado en un periodo de duda.
Sus miedos de ser considerado un frívolo especulador fueron posiblemente
provocados por palabras de consejo de su propio amigo botánico Joseph ***.
*** le dijo que pensaba que nadie tenía derecho
a pronunciarse sobre las especies hasta haber examinado muchas de ellas.
En principio, una frase sin más de *** a su amigo,
pero un comentario que claramente
tuvo un profundo impacto en Darwin ya que sabía que *** tenía razón.
Que si alguien iba a creer la enorme afirmación que iba a hacer,
tendría que ponerse a trabajar y examinar muchas especies.
Tenía que hacer el trabajo con el microscopio
y con las herramientas de disección y cuando lo hubiera hecho,
y cuando la gente lo admirara por lo minucioso de ese trabajo,
entones tendría una mejor oportunidad con su gran idea.
Darwin decidió embarcarse en una descripción exhaustiva
de toda una subclase de organismos marinos, los percebes.
Era un proyecto que Darwin preveía que le llevaría cuestión de meses.
Le acabaría llevando 8 años.
Hay dos tipos de percebes principalmente. Están los percebes cónicos,
que son como pequeños conos volcánicos blancos que cubren las rocas.
Dentro del cono hay una pequeña criatura
que está anclada a la roca por su cabeza y que pesca con los pies.
Cuando la marea viene, los pies salen del agujerito
y con un maravilloso movimiento de pulsación, casi como plumas,
los pies pescan el diminuto plancton.
Además, los percebes cónicos tienen los penes más grandes
en relación a su tamaño del todo el reino animal,
así que de vez en cuando también podemos ver
un pene enorme saliendo de uno de los conos
e introducirse por la parte superior de otro pequeño volcán
a tal vez 4 ó 5 percebes de distancia.
Así que Darwin en seguida comprendió y expresó su asombro y maravilla
en cuanto a que aquí estaban estos seres aparentemente ordinarios
que cubrían prácticamente cada costa del mundo templado,
y sin embargo, cuando uno los miraba de cerca,
lo que parece un organismo simple se convierte en uno muy sofisticado,
y eso es algo que a Darwin le ocurrió una y otra vez al inicio de su trabajo,
esa sensación de que debemos dejar de hablar
de animales superiores e inferiores.
De que, de hecho, los animales inferiores son a menudo muy sofisticados,
casi fantásticos en el modo en que se han adaptado a sus condiciones.
Casi podemos verle asombrarse
a medida que profundiza en la belleza de estos seres.
Había otra recompensa.
Su investigación sobre los percebes
dependía de que otras personas le enviaran especímenes de todo el mundo.
Downe House se convirtió en el nodo de una red de contactos
que le proporcionarían evidencias vitales para poder escribir el "Origen".
Las redes de comunicaciones de Darwin son absolutamente asombrosas.
Son en parte un homenaje a la sofisticación
del servicio postal victoriano,
sin el cual, la mayoría de la ciencia del Siglo XIX se habría desmoronado.
Criadores de palomas y aficionados a las orquídeas,
médicos coloniales y oficiales de la Armada Real fueron importunados
por Darwin desde su estudio en Downe,
de forma que a su escritorio llegaban montones y montones de papeles.
Fue mientras estaba ocupado diseccionando laboriosamente
cientos de especímenes de percebes
que otro más de los hijos de Darwin fue golpeado
por lo que hoy se cree que fue tuberculosis.
Cuando Annie tenía 9 años, empezó a tener problemas en la barriga,
lo cual no era una sorpresa en una casa
en la que el padre vomitaba periódicamente en su estudio
y hacía todo tipo de cosas extrañas para evitar caer violentamente enfermo.
Era una de las formas de llamar la atención en Downe House,
caer enfermo, preferiblemente muy enfermo.
Y finalmente su enfermedad se volvió tan aguda,
que mientras Emma estaba en avanzado estado de gestación
embarazada de su noveno hijo,
Charles puso a Annie al cuidado de su propio médico
que inmediatamente diagnosticó
una enfermedad que irremediablemente iba a empeorar
y finalmente, durante el fin de semana de Pascua, Annie murió.
Sus ojos brillaban y sonreía a menudo.
Sus pasos eran elásticos y firmes.
Siempre andaba derecha y a menudo echaba la cabeza hacia atrás
como desafiando al mundo en su felicidad.
Una semana después de la muerte de Annie, esto es lo más extraordinario,
Charles, de una sentada, y eso se nota al leerlo,
escribió un magnífico panegírico
para su amada y profundamente añorada hija,
en el que describe la naturaleza humana de Annie en toda su calidad física.
Esto no es sólo una lucha por la existencia
en la que una vida vulnerable es destruida,
se trata una persona amada parte de su propia descendencia.
Hemos perdido la alegría de la casa
y el consuelo de nuestra avanzada edad.
Seguro que ella sabía cuánto la amábamos.
Ojalá pudiera saber cuán profunda y tiernamente todavía amamos
y amaremos para siempre su alegre cara. Dios la bendiga.
La muerte de Annie llegó sólo tres años tras la del padre de Darwin, un ateo.
Con su propia creencia en un dios cristiano ya debilitada,
Darwin cortó entonces todo vínculo con una fe tradicional.
La pérdida de fe me fue invadiendo poco a poco,
pero al final fue completa.
De hecho me cuesta creer cómo se puede desear que el cristianismo sea verdad,
ya que si lo es, la tradición parece decir que los que no creen
serán castigados eternamente.
Y ésta es una doctrina condenable.
En esto, en mi opinión, está la quintaesencia
de toda la ira que sintió al serle arrancada Annie de su lado
concentrada en un sola afirmación moral.
Y es la afirmación de un no creyente.
Un no cristiano que aun así seguía creyendo en Dios.
Pero no en un dios que castigaba a niños de diez años.
La muerte en la guerra de la naturaleza había sido la fuerza directriz
de la teoría de la evolución de Darwin desde el momento que leyó a Malthus.
Ocho años después de su muerte,
Darwin incluiría a su hija en esta visión.
Annie está en el capítulo 3 de "El origen de las especies"
en el que Darwin habla de la lucha por la existencia.
Y, ese capítulo, Darwin
lo escribe cinco, seis, siete años después de la muerte de Annie.
Describe para nosotros la naturaleza tal y como parece ser
y después la naturaleza como es realmente.
Se refiere a la cara sonriente de la naturaleza.
Se refiere a la naturaleza que podemos contemplar
y que es tan celebrada, la verde y plácida tierra de Inglaterra,
los insectos revoloteando por el aire, los pájaros jugueteando.
No vemos, dice, lo que hay bajo la superficie.
Es un continuo estado de guerra.
Bajo esta superficie de la naturaleza,
los jóvenes mueren jóvenes
y el resto de la vida animal lucha por sobrevivir.
Y después dice que esta lucha por la existencia es,
y utiliza la metáfora de su viejo cuaderno,
como cuñas siendo incrustadas en su cara.
Contemplamos la faz de la naturaleza brillar con alegría.
Pero cada organismo a nuestro alrededor
podría verse cómo lucha al máximo por aumentar su número
de forma que todos tienen que luchar para vivir en algún periodo de su vida,
que esta destrucción inevitablemente recae o sobre los jóvenes o los viejos
durante cada generación o a intervalos recurrentes.
La faz de la naturaleza podría compararse con una superficie
que cede bajo 10.000 afiladas cuñas
apiñadas y empujadas hacia dentro por incesantes golpes.
Una cuña recibe un golpe y después otra recibe otro aún más fuerte.
Así que tenemos la naturaleza con su faz sonriente
y a la vez estas cuñas siendo incrustadas en ella...
Es una metáfora antropomórfica de lo más horrible.
Cuando lo leí por primera vez, después de estudiar la muerte de Annie,
pensé, "¿Podría ser su cara?"
Y cuando lees su descripción de ella, una semana después de su muerte,
una y otra vez aparece su cara radiante,
su cara sonriente, sus sonrisas que él recuerda
con la imagen del daguerrotipo que tiene junto a él.
Al escribir este capítulo sobre la lucha por la existencia en el "Origen"
está retratando el destino de Annie al caer víctima
de una despiadada lucha que da lugar a formas de vida más elevadas.
Ella sufrió en Pascua para que otros puedan vivir.
Darwin se volvió a enfrascar en sus percebes
tardando otros 3 años en acabar su enorme estudio.
Por fin, ahora se sentía capaz de volver a su gran teoría,
pero, por un tiempo, algo le había estado preocupando.
¿Cómo un grupo, como los percebes, evolucionaba para dar lugar
a miles de especies ligeramente distintas, muchas de ellas viviendo juntas?
¿Era su idea de la selección natural por sí misma suficiente
para explicar la extraordinaria diversidad de los seres vivientes?
En aquel momento obvié un problema de gran importancia.
El problema es la tendencia de los seres orgánicos
que descienden del mismo ancestro a divergir en carácter
a medida que sufren modificaciones.
Hay un pasaje de su autobiografía en el que habla
del momento de su descubrimiento del principio de divergencia.
Podemos ver un trocito de papel entre los muchos
que llevan la misma fecha, Noviembre de 1954,
en el que su letra es extremadamente irregular
y a lápiz.
Y puedo recordar el lugar del camino,
estando en mi carro, cuando para mi alegría se me ocurrió la solución.
La solución, tal y como la veo, es que la descendencia modificada
de todas las formas dominantes y crecientes tiende a adaptarse
a los muchos y diversos lugares de la economía de la naturaleza.
Darwin se dio cuenta de que cuanto más diferentes entre sí eran los individuos,
mejor serían capaces de aprovechar el entorno particular en el que vivieran.
Y tan importante como esto,
que las especies divergían aun más al adaptarse las unas a las otras.
Esta interdependencia tenía un paralelismo
en lo que con el tiempo se convertiría en el sistema de fabricación victoriano.
Tiene lugar lo que yo llamaría la fase Adam Smith
del encuentro de Darwin con los economistas políticos
porque, como saben, Adam Smith tuvo la idea de la división del trabajo,
de que se puede producir más riqueza si los trabajadores se especializan
en vez de que todo el mundo sea granjero.
Si algunos se convierten en sastres y otros trabajan la piel,
se producirá más riqueza.
Darwin utiliza esencialmente la misma idea
y la aplica a sus parcelas de terreno
y su conclusión es que se puede sostener más vida en una parcela cuadrada
si los organismos utilizan diferentes partes del entorno.
Si pensamos en términos de un experimento en una parcela,
tendremos hierbas y otras plantas cuyas raíces llegarán a una cierta profundidad
para obtener nutrientes de ese nivel,
pero otra planta tal vez excave más profundo,
y se puede sostener más vida así que si todas alcanzan la misma profundidad,
si todas son del mismo tipo.
Y Darwin ve esto como un proceso de divergencia.
Darwin ideó ensayos innovadores para probar sus ideas.
Dejando unos pocos metros cuadrados de hierba sin cuidar durante 3 años,
regularmente anotaba los cambios en la composición de la lucha por la vida:
de entre 20 especies de plantas registró 11 ganadores y 9 perdedores.
En la pradera de Great Puckland
contó 142 especies diferentes, el primer estudio de este tipo nunca hecho.
Los campos y laderas de tierra caliza de los alrededores de Down
sostienen hasta 40 especies diferentes por metro cuadrado.
Una abundancia explicada por la selección natural y el principio de divergencia.
Y sus aplicaciones de las ideas de Adam Smith de la fabricación capitalista
no pasaron desapercibidas para el inventor
de la idea de la lucha de clases, Karl Marx.
Darwin descubre entre bestias y plantas la sociedad inglesa,
con su división del trabajo,
competición, la apertura de nuevos mercados, inventos
y la lucha malthusiana por la existencia.
Y desde luego, Darwin, cuando observa esas laderas enmarañadas,
donde nuevas variedades
y con el tiempo nuevas especies son producto, fundamentalmente,
de la competición y la división fisiológica del trabajo,
Darwin las denomina "fábricas de especies".
La expresión "sistema de fábricas" tenía ya unos 30 años
y se había aplicado por primera vez al nuevo sistema económico
basado en la producción industrial,
una feroz división del trabajo, automatización y mecanización.
Ahora Darwin utiliza estos principios
para intentar comprender qué ocurría
cuando la competición era especialmente vigorosa
y por lo tanto las adaptaciones particular e intensamente favorecidas.
Es en este momento cuando Darwin empieza a sentir confianza suficiente
como para hacer pública su teoría.
Empezó a preparar una obra maestra en la que cada posible crítica fuera
anticipada y cada afirmación respaldada por evidencias.
Quería ganarse a los lectores victorianos
con ejemplos impactantes y a la vez familiares.
Siendo consciente de su fascinación por los animales domésticos
eligió una especie especialmente popular, la paloma,
para hacer una analogía.
La cría de palomas por selección artificial
mostraba cómo la selección natural funcionaba en la naturaleza salvaje.
Se concentró en la enorme diversidad de palomas,
todas de formas increíblemente diferentes,
y cuál era la relación de todas ellas con un ancestro común.
Por un lado estaban las "fantail",
hermosos pájaros de hermosas plumas,
y por otro las "tumbler", o volteadoras, pequeños pájaros con picos tan pequeños
que al nacer apenas pueden romper las cáscaras de sus huevos.
Las palomas "carrier", o mensajeras inglesas, tienen grandes picos feos.
En definitiva, había una diversidad increíble.
¿Cómo podrían provenir todas de un sólo ancestro?
Igual que los criadores de palomas crían las diferentes variedades,
la naturaleza actuaba del mismo modo durante periodos de tiempo más largos
seleccionando naturalmente las diferentes variedades,
y cada una de ellas transmitiendo sus características heredadas.
Darwin venía a decir que igual que los criadores se encaprichaban de algo,
la naturaleza también lo hacía, y su capricho
era producir gran cantidad de variedades,
multitud de diferentes formas
y tipos de animales y plantas que vemos a nuestro alrededor.
Que esa diversidad podía explicarse con algo tan simple como las palomas.
Las palomas iban a ser un ejemplo entre muchos
en un trabajo que habría ocupado tres pesados volúmenes
si Darwin no se hubiera visto interrumpido.
Mis planes se fueron al traste.
Ya que en el verano de 1858, el Sr Wallace,
que estaba entonces en el Archipiélago de Malasia,
me envió un ensayo "Sobre la tendencia de las variedades
a diferenciarse indefinidamente del tipo original",
y este ensayo contenía exactamente la misma teoría que la mía.
Alfred Russell Wallace había estado suministrando a Darwin,
y a otros ricos coleccionistas,
especímenes de animales y plantas del archipiélago de Indonesia.
Hay que decir que Darwin era de clase alta, no hay duda,
y Wallace era todo lo contrario.
Había ido pocos años a la escuela, le habían expulsado,
y había ido a la universidad de la vida, eso es todo lo que pudo permitirse.
Decidió dedicarse a la profesión de coleccionista de animales
y tuvo una vida digna de un aventurero.
Fue a Indonesia y pasó por momentos tremendamente difíciles.
Vivió en la selva durante años y años
y de repente, un día, tuvo una buena idea.
Como a Darwin,
a Wallace le había impactado el ensayo de Thomas Malthus sobre la población.
Su teoría le sobrevino mientras yacía incapacitado
y luchando por su vida contra la malaria.
Así que escribió con cierto nerviosismo al gran
y ya famoso miembro de la Royal Society, Charles Darwin,
contándole su idea y, por supuesto, cayó en la mesa del desayuno de Darwin,
aquí en Downe, con la fuerza de una granada de mano.
Así que toda mi originalidad, sea la que sea, quedará destruida.
Aunque mi libro, tanto si llega a tener algún valor como si no, no se deteriorará
ya que toda la labor consiste en la aplicación de la teoría.
Darwin estaba consternado. Además su hija, Henrietta, estaba enferma
y también su hijo pequeño, Charles, enfermó de gravedad.
Depositó su confianza en sus amigos Joseph *** y Charles Lyell
para decidir el futuro de su teoría.
Con Wallace en la lejana Indonesia, decidieron que los trabajos
de ambos naturalistas se presentaran
en una reunión de la Linnean Society en Londres.
Increíblemente, la presentación conjunta despertó poco interés.
Darwin también estuvo ausente del evento.
Su hijo pequeño había muerto.
Una vez recuperado decidió
publicar su libro tan pronto como fuera posible.
La gran contribución de Wallace, creo, fue que obligó
a Darwin a terminar su libro, y además a escribirlo de un modo
que fuera legible para un público mucho más amplio
de lo que lo habría sido originalmente.
Darwin básicamente estaba escribiendo
un tratado de tres volúmenes sobre la selección natural,
con todas las evidencias, palomas, abejas, hormigas, todo incluido.
Iba a haber un capítulo sobre el hombre, lo iba a contener todo.
Wallace dio un empujón a Darwin.
Recuperó gran parte de la energía que tenía mientras trabajaba
en su viaje en el Beagle y de repente empezó a escribir con verdadera pasión.
En septiembre de 1858 me puse a trabajar siguiendo el consejo de Lyell y ***
para preparar un volumen sobre la transmutación de las especies.
Me llevó 13 meses y 10 días de dura labor.
Se publicó bajo el título de
"El origen de las especies" en noviembre de 1859.
Darwin describiría su libro de casi 500 páginas
como un larga discusión.
Poco a poco y con delicadeza lleva a su lector
a través del desarrollo de una serie de observaciones y ejemplos.
Durante todo el libro se repite la misma estructura
empezando con detalles específicos para llegar a conclusiones globales.
Muchas veces pienso que la teoría de la evolución de selección natural
es un poco como la gramática de la biología.
No se puede aprender un idioma sin entender al menos algo de su gramática,
y uno no podía ser biólogo antes de 1859
porque los hechos disponibles no parecían encajar.
Uno podía estudiar flores, o lombrices,
uno podía coleccionar pájaros en las Galápagos
pero eran descubrimientos independientes.
Pero de repente "El origen de las especies" le dio sentido a todo.
Proporcionó un marco en el que uno podía fijar todos los hechos.
Así que fue realmente, y todavía es,
el libro fundamental de la ciencia de la biología.
El libro atrajo a una nueva generación de científicos profesionales
que estaban dispuestos a aceptar
que toda la naturaleza estaba gobernada por leyes fijas,
tanto por el "Origen de las especies"
como por las leyes de los movimientos planetarios.
Pero Darwin había invertido tantos años desarrollando el libro
porque también esperaba convencer a sus antiguos mentores anglicanos.
"El origen de las especies" se refiere sólo dos veces a los orígenes del hombre
pero para los viejos naturalistas,
como su respetado maestro el Profesor Adam Sedgwick,
las implicaciones eran tan obvias como odiosas.
Adam Sedgwick le escribió una carta.
Este anciano se sentó y afligido
le explicó a su estudiante de geología
cuánto desaprobaba su libro, El Origen de las especies,
que en ciertos pasajes, Sedgwick decía,
"intentaba romper el vínculo
"entre el mundo natural y la realidad de Dios."
He leído tu libro con más dolor que placer.
He leído con gran admiración algunas partes,
me he reído casi hasta el dolor con otras,
y otras las he leído con absoluto pesar
porque creo que son totalmente falsas y gravemente maliciosas.
Sedgwick esperaba que se volverían a ver en el cielo
y eso lo decía todo, ¿no creen?
Sedgwick se daba perfecta cuenta de lo que estaba en juego
y lo que el propio Darwin siempre había sabido que estaba en juego.
Sedgwick veía toda la estructura tambaleándose y derrumbándose.
La estructura de la salvación y la vida eterna.
Si uno crea al hombre a partir de un mono todo eso se derrumba.
A su familia le afectó mucho todo esto. Creo que es probablemente
la carta que más afectó a Darwin sobre "El origen de las especies"
porque representaba, a cierto nivel,
su fracaso en su intento de que sus argumentos llegaran
al tipo de persona que era Sedgwick.
Y creo que a Emma también le afectó especialmente
porque Sedgwick era alguien a quien ella admiraba particularmente
y cuyas opiniones respetaba mucho.
Así que creo que se puede decir que la familia quedó muy disgustada
como resultado de la intervención de Sedgwick en el debate.
Pero a pesar de los reveses personales, Emma apoyó firmemente a Charles
durante todos los años de controversia que siguieron,
permitiéndole escribir nueve libros más,
a pesar de más crisis de salud y del cansancio acumulado.
Aún así, Darwin calificaría más tarde "El origen de las especies"
como la obra más importante de su vida.
El libro nunca ha dejado de imprimirse.
En él inmortalizó una ladera de roca caliza en Downe para ilustrar
la extraordinaria diversidad e interdependencia de los seres vivientes
que resulta del proceso de la selección natural.
También podría servir como metáfora de su lucha por escribir el libro.
Y, por supuesto, la enmarañada ladera que describe al final
es también una visión de su propia vida,
la enmarañada ladera que ve, fundamental en su visión de la naturaleza,
es también el mundo en el que ha vivido.
Y hay una sensación de adoración en ella,
un culto a la naturaleza que él ve en su completitud.
En la que acepta la guerra, la destrucción, el hambre,
el dolor, el sufrimiento, la pérdida de hijos,
pero a pesar de todo, al considerarlo todo junto,
la muerte y el sufrimiento, la belleza y el milagro de todo ello,
uno acaba maravillado.
Hay grandiosidad en esta visión de la vida con sus diversas fuerzas
habiendo avivado originalmente unas pocas formas, o solo una,
y que mientas el planeta daba vuelta tras vuelta
según las inmutables leyes de la gravedad,
de unos comienzos tan simples innumerables formas hermosísimas
y maravillosas han evolucionado y siguen evolucionando.
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Una Traducción de: Fry