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He conocido gente que asegura que lo que más le seduce de un hombre son las manos, tanto
así que son capaces de derretirse por un señor que a simple viste parece algo menos
que común. Otras dicen que no hay nada como unos brazos bien trabajados y no falta la
que derechamente reconoce que donde primero fija la vista es el trasero.
El tema no sólo nos preocupa a las mujeres, sino también a estudiosos y medios de comunicación,
por ello los han investigado las Universidades de Nuevo México y de Colorado en Estados
Unidos, además de una cámara indiscreta de la revista Cosmofor Guys
Todo indica que Bertrand Morane, el legendario seductor que Truffaut retrató en la película
'El hombre que amaba a las mujeres', tenía mucha razón. Decía él que los caballeros
no pueden pasarse todo el día haciendo el amor, y que por eso se había inventado la
jornada laboral. Cuando en las calles se les pregunta acerca de lo primero que ven en una
mujer, la mayoría de ellos responden: "Los ojos, el espejo del alma". No hace falta un
polígrafo para determinar que esta declaración, aunque suene tan romántica, es de lo más
falsa. El hombre es un animal ***, y veremos por qué.
Un estudio realizado por la clínica Androsex en Santiago de Chile, anuncia que todo depende
del ángulo desde el cual se observe la anatomía de una dama. Si ella camina hacia el varón,
este posará los ojos en los senos. Si ella lleva unos pasos de ventaja, lo que llamará
la atención es la zona trasera... pronunciada en cuatro letras que ilustran mejor su redondez.
Que uno prefiera pechos o derrière es otra historia. Para los ojos de un hombre, lo primero
que vale es la circunstancia que se le cruce en el camino.
Las piernas ocupan el siguiente lugar en este podio. Si son largas, resultan más llamativas.
Y si las acompaña una sensual forma de caminar, cuyo movimiento también involucre el rebote
de las bondades arriba mencionadas, el éxtasis será aún mayor. No se hable más si el paso
firme es acentuado por un par de tacones que pronuncian las pantorrillas y resaltan otras
curvas.
Continuemos con las caderas, que los hombres prefieren amplias. Estudios revelan que se
sienten atraídos por dimensiones generosas, y hay una razón biológica para ello. Cuando
una muchacha transita por la pubertad, las hormonas permiten que su cuerpo se desarrolle.
La naturaleza, siempre sabia, hace que los hombres vean los atributos de una mujer como
una señal de salud y fertilidad. El hombre vive en la búsqueda de una potencial pareja
con la que pueda reproducirse. Hay excepciones a la regla, pero es poco frecuente que se
sientan atraídos hacia proporciones esqueléticas u obesas. Para aquellas que se desviven en
el gimnasio buscando los brazos de Madonna y un abdomen sin una gota de grasa, es preciso
saber que el justo medio es lo que ellos prefieren, aunque algunos buscan ganarse con algo de
yapa.
EL DETALLE QUE FALTABA
Recién entonces el macho presta atención a los atributos faciales. Ojos, nariz, labios,
dentadura y orejas juegan sus respectivos papeles. Una mirada que brille, una boca carnosa
que invite al beso, o una sonrisa que levante el ánimo resultan de lo más atrayentes.
Recién cuando se han observado todas las partes, el hombre se toma el privilegio de
disfrutar el conjunto. Ello ha sido demostrado por el European Journal of Social Psychology,
cuya investigación revela que los hombres perciben a las mujeres como un conglomerado
de partes del cuerpo, de la misma manera en que se perciben los objetos inanimados. Suena
horrible y por supuesto que ha levantado su cuota de polémica, pero hay datos fiables
que respaldan la afirmación.
Esta clase de observación se conoce, según la doctora Sarah Gervais, como 'Proceso Local'.
Es el mismo que se utiliza para identificar las piezas de un auto o los ambientes de una
casa. "Se centran en la observación de determinadas partes del cuerpo que configuran su totalidad.
Así, pechos, piernas u ojos son valores únicos que se suman a una percepción de conjunto",
asegura la especialista. Aquella afirmación de que los hombres son más detallistas que
las mujeres parece ser cierta, y que una de las partes resulte defectuosa puede ser motivo
suficiente para que una mujer deje de llamarle la atención.
Por otra parte, la especialista también sostiene que las mujeres se comparan con otras de su
género utilizando la misma clase de observación. Es el modo de compararse con las posibles
rivales, y el origen de la frase: "Qué tiene ella que no tenga yo".
HUELE A PELIGRO
Una investigación canadiense revela que, en el juego de seducción, tienen un rol capital
las hormonas y olores emanados por una mujer. Se verificó que la secreción natural que
emiten ellas para atraer a un hombre, realmente afecta el nivel de atracción. El experimento
consistió en mostrar ante los voluntarios un grupo de fotografías de varias mujeres.
Sin que ellos lo sepan, a las imágenes se les agregó una feromona llamada 'Copulina'.
El resultado fue que todas las mujeres, incluso las más feas, resultaron atractivas para
ellos.
El resultado prueba que dicha sustancia incrementa los niveles de testosterona en ellos, y la
testosterona impide al hombre comportarse de manera racional. La secreción natural
femenina es, a diario.
De acuerdo a los sondeos, lo primero en que nos fijamos las mujeres al ver un hombre es
en la cara, resultando más atractivo (según los científicos de las universidades mencionadas)
un rostro masculino en el que está bien definida la mandíbula y la frente. Es más, si estamos
en nuestros días fértiles esos atributos nos resultaran más atractivos todavía. Incluso
si tenemos pareja es probable que nos veamos "tentadas" por un caballero con esos rasgos.
El segundo lugar es para los ojos. El viejo cliché de que son "el espejo del alma" parece
ser tomado en serio por las mujeres encuestadas que aseguran que a través de ellos es posible
determinar si un hombre es sincero o no.
Llegamos al tercer lugar y aún no salimos de la cara: los labios. En el cuarto puesto
figura "la colita", ocupando las preferencias de las féminas aquellas bien "redondas" y
tonificadas, que denotan que su dueño es amante de los deportes. Y es que el estado
físico parece ser relevante para las mujeres, muestra de ello es que en el quinto puesto
se ubican los brazos, que son más apetecidos cuando están bien "trabajados" y se ven musculosos
(aun cuando el señor ande muy abrigado)
Y sigue el gusto por la musculatura porque en el puesto número seis se ubican los bíceps
-- especialmente cuando se trata de hombres sin camisa o con una polera ajustada- y lo
siguen los abdominales, en el casillero siete. Los expertos aseguran que es muy difícil
que una mujer pueda resistirse al abdomen plano y tonificado de un hombre.
En el octavo puesto se ubica la entrepierna de los señores, aunque las mujeres aseguran
que la miran de forma inconsciente; el noveno puesto es para las manos, que ellas prefieren
grandes, y a pesar que algunas fantasean con manos de mecánico o carnicero, la mayoría
las prefiere bien cuidadas. El último lugar es para los pies, que no deben ser feos, con
callos o uñas negras, aun cuando estén escondidos en calcetines gruesos por estos días.