Tip:
Highlight text to annotate it
X
En algún momento del pasado distante, los ancestros de las plantas de hoy en día se
establecieron en una curiosa molécula verde para ayudarles a hacer comida usando la energía
del sol. No sabemos exactamente de dónde vino esta molécula, ni porqué era verde;
es decir, el *** sería claramente mejor en la absorción de TODOS los colores de la
luz. Sin embargo, el hecho de que casi todas las plantas de la Tierra aún estén usando
la receta de la clorofila debe significar más de lo que parece a simple vista.
Las plantas necesitan moléculas que absorban luz, como la clorofila, para hacer dos cosas:
1) capturar la energía del sol y 2) transferir esa energía a otros componentes de la hoja
de forma que tengan energía para hacer azúcar.
Resulta ser que tener moléculas para absorber luz que son malas en la absorción de ciertas
longitudes de onda de la luz, realmente no es un gran problema, debido a que las moléculas
como la clorofila no sólo están en la superficie de la hoja, sino que se extienden en capas
a través de ella. Eso le da a la hoja oportunidad de sobra para absorber cada fotón de luz
que la atraviese. Por ejemplo, a pesar de que las moléculas de la clorofila son pésimas
absorbiendo luz verde, esta disposición en capas permite a la hoja capturar hasta el
80% de la luz verde que le llega. De hecho, si la hoja absorbiera toda la luz verde justo
en la superficie, podría correr el riesgo de recibir demasiada energía muy rápido
y sufrir del equivalente botánico de las quemaduras de sol.
Otra utilidad de capturar la energía de forma dispersa es que, una vez absorbida, la energía
queda extendida; no hay necesidad de transportarla a través de la hoja. Y eso es bueno porque
ahora, el verdadero trabajo está a punto de comenzar: usar la energía del sol para
cocinar azúcar a partir de agua y dióxido de carbono. Y aquí es donde la clorofila
realmente brilla. Otras cocinas celulares, como las de las bacterias
moradas, también pueden hacer azúcar, pero no tan bien como las verdes. Eso es porque
la maquinaria azucarera verde es más pequeña (eso significa menor consumo de energía para
su construcción) y al mismo tiempo tiene un sistema más potente para usar la energía
lumínica; puede combinar la energía capturada de dos fotones de luz para estimular una síntesis
de azúcar a gran escala.
Así que, de todos los sistemas captadores de luz que sí evolucionaron, la receta verde
fue superior a la morada. Y podemos ver el resultado de esa competencia todos los días
a nuestro alrededor; es decir, la fotosíntesis verde equivale a más del 99,9% de la productividad
natural en la Tierra. Pero ¿Hicieron la física y la química del “verde” que este resultado
fuera inevitable? o ¿es que simplemente resultó de esa forma? ¿Existirá algún planeta en
alguna parte de nuestra galaxia dominado por plantas moradas? No lo sabemos, pero lo que
sí sabemos es que aquí en la Tierra, las fortalezas de la clorofila superan con creces
su disgusto por los verdes, y quizá para nuestro planeta, al menos, eso no sea tan
malo.