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Buenas tardes.
Hoy hablaré del tabú más importante:
nuestra muerte. ¿Cuándo vamos a morir?
Esta es la evolución de la esperanza de vida en los últimos 250 años.
Se ha triplicado. De 25 años en 1750, a más de 80 en la actualidad.
Hoy, nuestra esperanza de vida aumenta 3 meses cada año.
Esto significa que cuando envejecemos un año
solo nos acercamos 9 meses a nuestra muerte.
¿Cuánto más podemos retrasar la muerte?
Es una pregunta fundamental
a nivel individual y grupal para nuestro propio futuro.
Hay 4 escenarios:
la flecha verde es el escenario pesimista, lo que temen algunos ecologistas,
es el descenso de la esperanza de vida
debido a la contaminación, la ingeniería genética, el calentamiento global.
El segundo escenario es la flecha blanca,
que implica un tope en la tecnología, porque habremos alcanzado sus límites.
El escenario azul es el aumento lento y paulatino de nuestra esperanza de vida
hasta llegar a 120 o 130 años.
Además, hay un cuarto escenario, el de la flecha roja.
Este escenario es el de la revolución tecnológica,
con un aumento de la esperanza de vida rápido, desde principios del siglo XXI.
La vida es tremendamente compleja.
Las células, los tejidos, los órganos
son extremadamente complejos.
No hace mucho, analizar, comprender y manejar
las funciones biológicas se consideraba una tarea imposible.
Pero hoy,
la realidad tecnológica está cambiando. Lo que llamamos 'tecnologías NBIC'
nos permitirá combatir la muerte, el envejecimiento y la enfermedad,
gracias a la medicina de combate que tiene un poder
inimaginable algunas décadas atrás.
Las tecnologías NBIC: N de Nanotecnología,
tecnologías que pueden actuar en una mil millonésima de metro.
B de Biotecnología, I de Informática
y C de "Cognética", la ciencia del cerebro de la que escucharon antes,
y la inteligencia artificial.
Con las tecnologías NBIC
la ciencia ficción del pasado será medicina real.
Podremos reparar los órganos a escala cada vez más pequeña,
modelar y cambiar el ADN, reparar las células,
crear órganos artificiales,
insertar implantes electrónicos, cirugías robóticas,
nanomotores que curan, todo gracias a nanosensores y nanoimplantes
en tejidos, en células.
Y gracias a la modelización, que es clave.
Modelización, es decir, analizar y decodificar lo vivo
con computadores poderosos.
La Ley de Moore es la base de esta revolución tecnológica.
Gordon Moore fue el co-fundador de Intel,
y ya en los años 70, había predicho
que la potencia de los computadores se duplicaría cada 18 meses.
Nunca ha sido negado.
Un solo chip, como el que Uds. ven, que cabe en la palma de la mano,
realiza un billón de operaciones por segundo.
Los servidores más grandes realizan 15 000 millones de millones por segundo.
En el 2018 se lograrán miles de miles de millones de operaciones por segundo.
Se denomina exaflop.
Estas colosales potencias de cómputo nos permitirán hacer cosas
inimaginables pocas décadas atrás: comprender y modelar la vida.
Cada uno de nosotros tiene 100 billones de células.
que son pequeñas fábricas con máquinas biológicas de tan solo unos nanómetros.
La revolución nanotecnológica nos permite actuar precisamente a escala
de la mil millonésima de metro. Podremos desencriptar y reparar nuestro ADN,
reconstruir las células y los tejidos, aumentar nuestras capacidades,
podremos reprogramar nuestros órganos
y luego, como el profesor Lledo dijo anteriormente,
empezaremos a intervenir las células con componentes electrónicos,
incluso las neuronas.
¿Por qué no estamos familiarizados con esta tecnología?
¿Por qué no la vimos venir?
Dos razones:
primero, estamos en la fase subterránea:
ha habido pocas concreciones visibles para el público general
de lo producido en los laboratorios.
Durante 20 años, hemos aprendido a descifrar lo vivo,
incluyendo nuestro genoma.
Hemos desarrollado gradualmente los principales ladrillos
que nos permiten manipular lo vivo.
Pero la democratización de estas herramientas y tecnologías
recién empieza ahora.
La democratización de la manipulación de seres vivientes empezará en 2015
y es por eso que no están familiarizados con estos desarrollos.
La segunda razón, es que los propios científicos
no habían anticipado esto.
El gran Jacques Monod, el fundador de la biología molecular moderna,
escribió en 1970, era un respetado ganador del Nobel:
"El tamaño del ADN probablemente nos impida modificar el genoma, los cromosomas".
Seis años después, en 1976, empezó la primera manipulación genética.
Más recientemente, en 1990, 12 años atrás,
los genetistas de todo el mundo dirían que nunca secuenciarían, analizarían
todo el ADN, todos los cromosomas.
Los más optimistas pensaron que demoraría de 3 a 5 siglos.
De hecho, este programa estaba completo en 2003.
Hoy, las cosas están cambiando. La revolución NBIC emerge de las sombras
y las primeras concreciones visibles al público están viniendo con la secuenciación del ADN.
Un genetista en toda su vida haría una secuencia
de solo unos pocos miles de los 3000 millones de bases químicas del ADN.
Hoy, un secuenciador secuencia un genoma entero en 4 horas.
¡Decenas de miles de millones de pares de bases de ADN!
En 13 años, el costo de secuenciar ADN fue de USD 3000 millones
--y solo era para una persona a la vez--
a USD 1000, y pronto bajará a USD 100.
Los costos bajan un 50 % cada 5 meses; ya se dividió por 3 millones en noviembre.
Es un verdadero tsunami tecnológico: todos seremos secuenciados.
Esto desarrollará una medicina personalizada
guiada por nuestras características genéticas, y es particularmente importante en oncología,
ya que lamentablemente 1 de cada 4 tendrá cáncer.
Estas tendencias son inesperadas.
Encontraron a los propios especialistas mal parados.
Si nos hubieran dicho en el 2000 que podíamos tener en esta memoria USB
nuestro genoma entero, nos habrían considerado utópicos,
escritores de ciencia ficción
o desacreditados por la comunidad científica. Sin embargo, es una realidad.
Las olas de innovación científica ahora se acelerarán.
Vienen 3 grandes olas:
primero, la revolución de la electrónica médica; después de los implantes cocleares en los 90
para tratar niños sordos;
los implantes cerebrales para tratar el Parkinson, para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo,
y los trastornos alimenticios severos,
ahora serán la depresión, y experimentalmente, la enfermedad de Alzheimer.
Se están desarrollando las primeras retinas artificiales para tratar a los ciegos.
El primero corazón artificial debería implantarse el próximo año.
La cirugía robótica está creciendo, y para 2030 podemos suponer
que los cirujanos serán expertos en biomecánica e informática,
y ya no tocarán a sus pacientes.
Más espectacular aún: la bioingeniería a nivel de ADN
mediante la manipulación de ADN para reprogramar las células,
la regeneración de tejido por células madre (Fabrice mencionó esto más temprano)
y la ingeniería de tejidos, que apunta a producir órganos
y hace pocos meses, se creó el primer órgano en forma artificial, una laringe,
se implantó en un paciente que no tenía laringe.
Finalmente, está llegando la nanomedicina.
El primer congreso internacional de nanomedicina,
o sea, medicina a una escala de una mil millonésima de metro,
se realizó en 2012.
Y estamos empezando a obtener implantes cada vez más pequeños
que gradualmente podrán actuar en los tejidos y células.
Estas 3 olas de innovación nos beneficiarán en el 2020.
Podremos surfear de una ola tecnológica a la siguiente.
Con la transferencia de tecnología del laboratorio hacia Uds. en 2010,
podremos agregar varias décadas saludables a nuestras vidas.
Cerca del 2050, tendremos otras olas tecnológicas
quizá incluso más espectaculares que las que llegan a nuestros laboratorios hoy.
Con lo que podemos conseguir, en pocas décadas más,
salto a salto, podremos lograr una esperanza de vida
inimaginable hoy.
¿Están pensando, como algunos expertos,
que el ser humano podría ser inmortal en el corto plazo?
Mi convicción personal es que algunos de Uds. en esta sala vivirán 1000 años.
Gracias.
(Aplausos)