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El ñame es lo más importante en las Trobriand,
de hecho es un símbolo externo de riqueza tanto personal como del clan.
Cada hombre debe construir una casa del ñame a cada una de sus mujeres.
Es donde se almacenan los tubérculos tras la cosecha.
Son casas desmontables que mantienen el ñame aislado de la humedad
en los meses de lluvias.
Entre junio y julio tienen lugar los ritos de la recolección.
Los tubérculos más grandes son expuestos, antes de almacenarlos.
Nadie puede hacer la recolección
hasta que no haya sido recogido el ñame del Paramon Chif.
Es entonces cuando se convoca la fiesta ritual más importante de estas islas.
Cada familia tiene que dar una parte de su cosecha, al Paramon Chif.
Es un impuesto que varía cada año según el resultado de la recolección.
Durante el almacenado,
las familias suelen llamar al hombre de la magia para que realice una pequeña ceremonia,
así los ñames quedaran bajo la protección de los espíritus, que velaran para que no se estropeen.
Las casas del ñame son administradas por los cuñados de los dueños,
o por alguien del clan de la mujer,
lo que pone de manifiesto una vez más el carácter matrilineal de la sociedad.
Las casas del Paramon Chif están profusamente adornadas con tallas de madera que simbolizan su poder.
La importancia de las tallas es tal, que la figura de los talladores ocupa un lugar muy alto en la sociedad
La magia ocupa un lugar predominante en la vida de estos pueblos.
Nadie emprende nada antes de consultar con los curanderos,
quienes recetarán, según el caso, las acciones y ceremonias que tendrán que realizar para asegurarse el éxito.
La enfermedad y las desgracias tienen su origen en la magia,
bien porque alguien haya ofendido a un espíritu,
o porque una tercera persona haya realizado un conjuro contra alguien.
Cuando se sienten enfermos, o cuando creen que son víctimas de un hechizo porque las cosas le salen mal
acuden a los hombres de la magia para que les curen o les solucionen sus problemas.
El mundo de los muertos es tan real como el de los vivos.
Se desarrolla al mismo tiempo, pero en un ámbito paralelo y hermético,
solo accesible mediante el ritual y los conocimientos mágicos de los brujos y curanderos.
Como en todas las sociedades animistas, nada ocurre por azar.
odo, lo bueno y lo malo, es fruto de la intervención de los seres de más allá.
En la isla de Kiriwina asistimos a una ceremonia de limpieza.
Los asistentes, bajo la protección del medicinero,
invocan a los ancestros para que luchen y expulsen a los malos espíritus
que han provocado una mala cosecha.
Cuando el curandero siente que los espíritus protectores han llegado,
ordena a los participantes que se alejen hasta las proximidades del bosque
para que expulsen la maldad que llevan dentro.
Luego, reciben su bendición que les preservara de las influencias malignas.
En las noches de la isla de Nueva Bretaña,
la máscara Tumbuán danza al son de las cañas.
La invocan para solicitar su intervención entre los hombres y los dioses.
Es un espíritu mensajero que lleva y trae encargos del más allá.
Cada poblado tiene sus propias máscaras.
Los iniciados se reúnen en el bosque con el escultor y le indican como deberán ser sus rasgos y como estará decorada
Luego, tienen que consagrarla mediante un complicado proceso litúrgico que dura unos tres meses.
En este tiempo, sólo los altos jerarcas pueden verla.
Cuando esta terminada, una noche sin previo aviso, la mascara irrumpe en el poblado,
para las mujeres y los no iniciados es el propio espíritu del bosque quien la ha creado.
Los cerdos son muy importantes en Papua.
Son un símbolo de riqueza. Cuanto mayor sea el número de cerdos que tenga una familia, más alto será su nivel social.
No hay ninguna celebración en la que no se sacrifiquen cerdos.
Entre la mayoría de los pueblos isleños las dotes se pagan con un numero determinado de cerdos.
También son utilizados para compensar el posible agravio que un clan haya infligido a otro.