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Desde hace decenas de siglos, el ser humano ha ido viviendo en sociedades cada vez más
complejas. Las personas se han organizado a lo largo de su historia para convivir, empleando
contratos sociales y sistemas que, de mejor o peor forma, han ido asegurando su subsistencia
hasta el día de hoy. Cada época ha tenido un determinado modelo de sociedad, de los
cuales podríamos estar estudiando años para lograr una total comprensión. Hemos pasado
por grupos tribales, monarquías, imperios, democracias, de mil tipos y variantes.
Para bien o para mal, la forma de organizarnos ha sido un factor que ha marcado nuestro destino,
hasta el día de hoy, en el que hemos poblado la mayor parte del mundo con más de siete
mil millones de seres humanos. Nuestras características como especie nos ha capacitado para ser versátiles
y poder adaptarnos a casi cualquier entorno y sobrevivir a todos los obstáculos que se
nos han puesto delante, formando una sociedad compleja, llena de individuos muy distintos
entre sí. Por otro lado, la interacción humana también
ha estado llena de matices. Desde conflictos hasta acuerdos, desde guerras hasta la diplomacia,
desde grupos cerrados hasta otros más abiertos, la forma de interactuar en un determinado
marco social también es una importante seña de identidad de cada época, y también ha
marcado importantes sucesos históricos. Y es, sin duda, una parte vital, ya que una
sociedad no se entiende sin interacción. El sistema que organiza a la sociedad y las
interacciones que predominan en ella ha marcado también cómo se ha clasificado a la gente
que vivía en ella. Las etiquetas son innumerables: pobres, ricos, esclavos, nobles, clero, estudiantes,
políticos, intelectuales, obreros, empresarios... lo cierto es que no podría terminar nunca.
Los grupos y clases en los que se divide la sociedad tratan de ofrecer una categoría
para ciertas personas que comparten una serie de características y/o objetivos. A veces,
estos grupos se organizan de manera consciente. Otros no lo son. Y otros no lo son hasta que
lo descubren y se organizan. No se conoce sociedad, exceptuando la prehistoria,
cuya sociedad no sea dividida en multitud de grupos y clases sociales. Y no tiene por
qué ser malo. La diversidad siempre es enriquecedora. Un grupo de vecinos se asocia para que el
grupo político que gobierna no quite un parque para poner un casino. Un grupo de trabajadores
de una planta se organiza para acordar un paro laboral en protesta por una medida injusta
del grupo directivo que dirije la empresa. Un grupo de personas que comparte un ideal
se asocia para intentar acceder a los puestos de poder de su municipio. Y así, tenemos
infinitos grupos, objetivos y correntes ideológicas en contínuos enfrentamientos y contínuas
alianzas, que provocan el avance o retroceso social, algo que dejo a la opinión de cada
uno. Una cosa parece clara: incluso cuando la organización
es descentralizada, la unión hace la fuerza. Sin embargo, a medida que un grupo crece en
número y las opiniones son más diversas, es más difícil mantener la unidad, por muchísimos
motivos. Tenemos, aún así, ejemplos de grandes agrupaciones que, más o menos, han podido
mantener la unidad durante un tiempo considerable a pesar de las diferencias y las discusiones.
Grupos políticos como el Partido NacionalSocialista alemán, el movimiento obrero de finales del
sigo XIX... y, sin embargo, casi todos acaban disgregados, por unos y otros motivos.
Por lo tanto, parece una quimera conseguir que la sociedad, no solo de un país, sino
la de todo el mundo, se organice en torno a unos objetivos y unas pautas de acción
más o menos comunes. No parece importar que alrededor del 99% de la población viva bajo
el yugo de una élite mundial. No parece importar que el mundo se esté dirigiendo claramente
hacia el abismo. No parece importar las miles de injusticias que vivimos cada día. La sociedad
está fuertemente dividida. Y hay muchos motivos para ello. Voy a tratar de enumerarlos.
-Gran diversidad de opiniones. Esto está claro, pues cuanta más gente, más difícil
es lograr acuerdos. Esto es algo natural de toda asociación.
-Individualismo y competencia. Vivimos una sociedad que nos ha preparado para pensar
en lo nuestro más que en lo de los demás, y en competir con otros para destacar. Es
muy difícil librarse de ese pensamiento y enseguida vemos al que piensa diferente o
hace las cosas de forma diferente como un rival y un competir más que una fuente de
diversidad y opinión. Estamos poco dispuestos a sacrificar cosas por el bien común.
-Interés personal. En la linea del punto anterior, muchas personas se organizan para
conseguir objetivos, pero pensando en el grupo como medio para aumentar su propio bienestar,
no el del resto. Por ello, no colaboraría si no va a obtener ningún beneficio a corto
plazo. Otros buscan directamente el poder sobre un determinado grupo.
-Multitud de ideologías. Las ideologías han marcado el avance social. Los ideales
han unido a gente y han hecho posibles utopías. Pero también son fuente de división y de
prejuicios. -Miedo y desconfianza. La moral es algo importante
a la hora de unirnos con otras personas. El miedo que puede surgir por la pertenencia
a un grupo o la desconfianza hacia otros miembros, puede llevar, sin duda, a la discusión y
la segregación. -Manipulación. Por supuesto, existe gente
a la que le interesa mantener a la sociedad dividida, así que harán lo posible por manipular
a las personas para que no se unan. Una vez enumerados lo que creo que son los
problemas fundamentales de la unión social global, voy a centrarme en ejemplos prácticos.
Es innegable que, dado que la globalización económica y las élites financieras que traen
consigo están sometiendo a las democracias, es necesario realizar acciones tanto locales
como globales. En este sentido, se están intentando multitud de iniciativas.
Movimientos como el 15M, la plataforma Democracia Real YA!, el movimiento Occupy Wall Street,
ideas como Anonymous... tratan de aglutinar todas las corrientes y grupos sociales posibles
para la consecución de unos pocos objetivos. De ahí la importancia de recalcar que no
somos de izquierdas ni de derechas, sino que somos los de abajo, el 99%, que vamos a por
los de arriba, el 1%, en un intento de cambiar las cosas a mejor.
Las dificultades son muchas, pues todos los factores que hemos visto anteriormente provoca
que la gente esté debatiendo sobre el sexo de los ángeles eternamente. Los casos más
comunes son el hecho de que, a pesar de estar de acuerdo en la mayorías de las cosas, como
objetivos, formas de actuar y demás, reniegan de varios de estos grupos antes mencionados
porque... -Es que no están consiguiendo nada con tanta
manifestación y tanta tontería, y yo quiero una revolución a lo grande.
-Es que apoyaron una vez o dos algo en lo que no estoy de acuerdo y ya no confío en
ellos. -Hay un punto de los objetivos con el que
no estoy de acuerdo. -Ya está bien de manifestaciones y de tonterías,
yo no voy a ninguna más hasta que no saquemos las escopetas. Que vayan a otro a pegarle.
-Es que han surgido algunos líderes que parece que lo que quieren es protagonismo, así que
me niego a participar. -Es que los sindicatos se han unido y son
unos vendidos, así que me quedo en casa. -En una asamblea popular salió un idiota
diciendo tonterías, así que esto no es serio. -Es que son unos rojos comunistas que adoran
a Stalin y a Kim no se qué, ese de Corea del Norte.
-Es que tenía un amigo empresario y unos que decían ser de ese grupo le insultaron.
-Es que no han apoyado una convocatoria que a mí me interesaba, así que son todos unos
hipócritas y unos vendidos. -Es que tal persona es de este grupo, pero
llevaba un Iphone, así que es un vendido, y me niego a participar en lo que él participa.
-Es que la gente de ese movimiento lleva una máscara de una película, así que son unos
frikis que no saben lo que dicen. Y así podría seguir hasta mañana. Por supuesto,
adivinad quién se frota las manos cuando observa a la gente huir de una unión social
fuerte por cosas como las que acabo de mencionar. Sí, exacto. Aquellos contra los que intentamos
luchar. Las personas tienen la absurda tendencia a
fijarse mucho más en aquello en lo que no están de acuerdo que en aquello que los une.
Un ejemplo claro lo tenemos en la Guerra Civil Española, en la que el bando republicano
se vio sumergido en disputas entre comunistas, anarquistas y socialsitas que facilitaron
la victoria al bando nacional. Un ejemplo más reciente lo tenemos en Anonymous, en
el que el hecho de no estar conforme con una operación de cien, ha llevado a muchos incluso
a renegar de este movimiento. Es decir, si de cincuenta cosas, hay tres en las que no
estamo de acuerdo, en lugar de sacrificar un poco para obtener mucho, o de buscar un
consenso, la tendencia es, no solo separarse y rechazarlo, sino incluso a veces el insulto
y la calumnia. Y yo me pregunto, ¿por qué? Todos queremos
lo mismo, más o menos. Todos rechazamos este sistema total o parcialmente. Todos estamos
hartos de muchos gobernantes, de las injusticias, de la impunidad... Todos somos conscientes
del poder de la unión. Y sin embargo, preferimos estar inmersos en continuas disputas sin sentido.
Podemos unirnos si ponemos de nuestra parte y sin rechazar a nadie, provenga de donde
provenga, siempre y cuando nos ajustemos a unos principios mínimos.
Movimientos como el 15M, Occupy Wall Street, YoSoy132 o Anonymous, plataformas como la
PAH o DRY, ciertos sindicatos e incluso algunos partidos políticos... son tremendamente abiertos.
¿Acaso alguien busca algo perfecto?¿Por qué hay entonces tanta gente se desanima
cuando ve algunas cosas que no le gustan? Muchas son inevitables. Somos muchas personas.
Hasta ciertos políticos bastante odiados por la gente han reconocido lo increíble
de que tantas manifestaciones y tan numerosas terminen sin incidentes. ¿Tanto nos cuesta
unirnos? Hemos hecho ya dos manifestaciones globales, tres huelgas en varios países al
mismo tiempo, y las convocatorias fueron exitosas. ¿Por qué no seguir en esa línea?¿Por qué
no si vemos algo que no nos gusta tratamos de arreglarlo en lugar de enfrentarnos e insultar?¿Por
qué no tratamos de comprender que una experiencia personal no siempre es generalizable?¿Por
qué no tratamos de entender por qué algo no nos gusta?
Un gran número de gente se desanima y se frustra al ver que las conquistas que logramos
son pocas y lentas. Me gustaría recalcar pues que sin una unidad social firme y global,
no vamos a conseguir nada. Y cuanto antes entendamos esto, mejor. ¿Quieres hacer barricadas
y sacar la escopeta? Bueno, es muy respetable, pero la mayoría de la gente no lo quiere
así, y seguro que en lugar de quedarte en casa, consigues más apoyando acciones no
violentas, o proponiendo acciones no violentas algo más contundentes, o promoviendo una
mejor organización. ¿Crees que esa gente son unos rojos y unos perroflautas? Molestate
un poco en conocer que no, que hay gente de todo tipo, y que incluso esos rojos y perroflautas
estarán encantados de acoger tus ideas si no les prejuzgas. ¿Estás harto de que en
dos o tres años de protestas no se haya conseguido gran cosa? Quizá deberías entender que los
cambios sociales son muy lentos, que algo tan grande como el movimiento obrero ***ó
décadas en conseguir sus primeras conquistas, que la dictadura franquista duró cuarenta
años, que la Revolución Francesa tuvo como resultado el Imperio Napoleónico y no una
verdadera democracia... quizá no estamos fallando, sino que las cosas tienen un proceso
y los frutos más jugosos requieren años de trabajo y esfuerzo.
Somos personas, nunca olvidemos eso. Siempre va a haber errores. Siempre va a haber derrotas.
Siempre va haber frustraciones. Conflictos. Discusiones. Enfrentamientos. Sacrificios.
Pero de nuestra capacidad de saber superar todo eso y, en definitiva, centrarnos en todo
aquello que nos une, que es mucho, en lugar de en lo que nos separa, es lo que nos llevará
a lograr un mundo mejor para todos. Centrarnos en objetivos y acciones concretas. No prejuzgar.
Entender al otro. Pensar en el bien común. Y es el mayor golpe que podemos darle a aquellos
que nos condenan a un mundo de injusticias. No podemos olvidar que, hagamos lo que hagamos,
lo que cierta gente poderosa desea es que la sociedad siga dividida y enfrentada, a
costa de lo que sea. Somos el 99%. Unidos por el cambio global.
No olvidemos estos lemas. Nos vemos en las Internet, en las redes y,
sobre todo, en las calles, luchando contra el sistema.