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Hola, soy Ricard Ferrer, técnico lingüístico de la UA,
y os presentaré en cada unidad la lección correspondiente al lenguaje de especialidad y la terminología.
El objetivo de esta exposición es que al final os hagáis una idea general de las características
del lenguaje de especialidad. En una visión general del lenguaje, empezamos por la variación lingüística,
dentro de la cual podemos incluir el registro técnico de la lengua.
Lo definiremos, lo analizaremos y, en último lugar, haremos una breve introducción a la terminología,
un tema que explicaremos en el próximo vídeo.
La lengua es como el agua, se adapta a las circunstancias, o al menos tendría que hacerlo.
Siempre que hablamos adaptamos nuestra manera de expresarnos según nuestras características personales.
Es lo que denominamos variedades estructurales, que incluyen nuestro dialecto territorial, las variedades diacrónicas,
es decir, de qué época somos, y las variedades sociales, que hacen referencia a si somos estudiantes, jueces,
operarios de una fábrica, etc. Por otra parte tenemos los registros, es decir, cuando la lengua se adapta según la situación.
Aquí entra en juego la habilidad de cada uno de saber moverse en diferentes registros, de hablar coloquialmente
en una situación informal y de subir el nivel cuando haga falta.
En resumen, de adecuarse al contexto comunicativo.
El lenguaje de especialidad es una variedad funcional.
Si vemos la lengua como un conjunto, el lenguaje de especialidad ocuparía una parcela.
Una de las parcelas más difíciles de labrar: no se puede acceder
si no es con formación o curiosidad en muchos casos.
Incluye desde la temática más difícil de entender, como la neurociencia o la química, hasta el lenguaje técnico
de los utensilios de jardinería, el lenguaje de la pelota valenciana u otras.
Tema, canal, usuarios y función
Además del tema, la dificultad la marcan los interlocutores: tema, interlocutores.
Interlocutores. Dos coleccionistas de monedas, por ejemplo, hablan de su afición con un lenguaje estándar
e incluyen tecnicismos, pero en general los podríamos entender.
La cosa cambiará en una conferencia sobre construcción o en un artículo sobre las proteínas, por ejemplo.
Y ligado a esto tenemos la función o intención de quien habla: el neurólogo que quiere explicar las cefaleas
en una revista divulgativa lo tendría que hacer en un registro general comprensible.
El lenguaje de especialidad, en general, tiene unos rasgos que lo definen sobre la lengua común.
La base hace falta que sea la lengua estándar (o tendría que ser así).
A partir de aquí, si analizamos este registro podemos extraer unas características comunes.
El lenguaje científico quiere ser objetivo, puesto que describe procesos, fenómenos, etc., de manera general,
y por eso utiliza preferentemente el presente de indicativo. Decía Joan Pellicer, ilustre etnobotánico:
“el culantrillo de pozo es una hierbecita que ha jugado un papel relativamente importante en la fitoterapia tradicional”.
Todo en presente, como veis. Con el fin de ser objetivo se recurre al plural de modestia: nosotros.
Como marca de lenguaje formal, y para destacar el objeto de estudio por encima de quien lo está estudiando,
es muy común encontrar pasivas y pasivas reflejas que esconden al autor. Otro ejemplo de Pellicer:
“El acanto se ha utilizado como emoliente. Las hojas, calentadas y limpiadas...”.
Y ahora haremos una pequeña práctica para comprobar cómo es el lenguaje de especialidad.
Aquí tenéis tres frases que se refieren al mismo hecho, pero con registros diferentes, de más elevado a menos.
En la primera, el traumatólogo escribe en las observaciones para el médico de cabecera el diagnóstico siguiente:
“Protrusión lateralizada en la L5 S1 por contusión”.
Una frase incomprensible para la mayoría de nosotros, entre especialistas, y en la que vemos que no hay ningún verbo.
En la segunda, la que diría el médico al paciente, más comprensible, hay dos participios,
es decir, las formas más nominales del verbo: “una hernia discal causada por la contusión sufrida en...”.
Y la tercera frase, la que le diría el preparador físico al deportista, próxima al lenguaje habitual, tiene 3 perífrasis:
“si no quieres volverte a lesionar, tienes que fortalecer...”.
Por lo tanto, vemos que, cuanto más elevado es el registro, menos verbos encontramos.
Así, el lenguaje de especialidad es... no - mi – nal
Volvemos a las mismas frases para comprobar la cantidad de sustantivos que nos encontraremos,
para comprobar nuestra hipótesis. En el diagnóstico prácticamente todo son sustantivos:
“Protrusión lateralizada en la L5 S1 por contusión”. 3 en total.
En la segunda frase ya baja a 2: “hernia y contusión”.
Y en la tercera, que reserva los verbos para las intenciones, acciones, etc., sólo encontramos un sustantivo, “musculatura”.
Por lo tanto, el lenguaje de especialidad, tiene mucha.... den - si - dad nominal.
Cuanto más técnico sea el registro, más cantidad de sustantivos nos encontraremos.
Estos sustantivos del lenguaje de especialidad se denominan términos.
Con un término expresamos qué quiere decir la palabra X en una especialidad concreta de una disciplina.
Si cambia la disciplina muchas veces cambia el significado.
No es lo mismo: “Me he instalado una valla en el jardín” que “la prueba de 110 metros vallas”.
En el vídeo siguiente ampliaremos el concepto de terminología.
Por lo tanto, después de haber visto las características, podemos afirmar que el lenguaje de especialidad:
Se adapta a las personas y a las situaciones, como lo tiene que hacer también la lengua común.
Tiene mecanismos para mostrar objetividad.
Cuanto más elevado es, más sustantivos encontramos.
Los sustantivos significan normalmente una sola cosa.