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Aquello fue un maremagno de emociones.
Las primeras reuniones sobretodo fueron muchos gritos. Muchos gritos de rabia, de frustración,
y de acusaciones. No entre nosotros, sino de acusaciones al Gobierno valenciano, a Ferrocarriles de la Generalitat, a los sindicatos.
Algunos, no muchas voces, pero algunos acusaron que aquel grupo que todavía no era una asociación
estaba tomando partido, estaba politizándose, cosa que no entendimos nadie que puñetas significaba eso.
Estamos aquí porque somos afectados y lo que queremos es saber la verdad.
Las víctimas del metro eran como los afectados.
Ningún miembro del Consell ha ido a un acto en memoria de las víctimas.
Sí que participaron una vez, para inaugurar el monolito que el Ayuntamiento decidió instalar en el jardín
que era la antigua estación de Jesús.
Fue un momento muy tenso porque fue el arzobispo también y las familias tenían los nervios a flor de piel.
Siempre ha habido mucha tensión entre los responsables políticos de gestionar tanto el accidente
como después el proceso de indemnizaciones y entre las víctimas.
Nosotros nos hemos enterado de milagro. No nos han comunicado nada y pensamos que más derecho que nosotros no tiene nadie
Concretamente era un numerito surrealista. Es decir, las víctimas vienen a la Catedral a celebrar la eucaristía
y el arzobispo se va a Torrent a celebrar la eucaristía de las víctimas.
El arzobispo de Valencia nunca presidió en la Catedral la misa que se hacía por las víctimas.
En principio los responsables de la Catedral dijeron que sí podían hacer la misa si buscaban un capellán
pero cuando descubrieron que ese capellán era yo ya no les venía bien.
Un capellán que no intentara neutralizarlos sino que intentará potenciar sus reclamaciones
La dignidad de las víctimas, de todas las víctimas, requiere luz, constancia, denuncia y búsqueda de la verdad.
No les venía bien que estuvieran allí las víctimas, y sobretodo que en la misa pudieran hablar, hacer alguna admonición y cosas de esas.
La Catedral, que debería ser el templo más representativo no fue así.
En definitiva, el lugar privilegiado para un cristiano y para la Iglesia son las víctimas, no es el poder.
En ese sentido la Iglesia no ha estado a la altura de las circunstancias. Quieren mantener el equilibrio,
las buenas amistades políticas con la Generalitat.
Claro, eso hace que la postura oficial de la Iglesia no sea ni nítida, ni clara, ni mucho menos cristinana.