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Soy un Moi, como lo fueron mi padre y mi abuelo.
Desde hace mucho tiempo nuestros antepasados vivieron en esta tierra.
Me llamo Awayo.
Awayo: Del temor a la fe
Siempre hemos vivido temerosos de los espíritus.
Nosotros los Moi somos un pueblo muy fuerte.
Pero morimos muy pronto.
Los espíritus nos devoran.
Ellos controlan todo --lo que comemos, lo que cazamos y dónde construimos nuestras casas.
Los espíritus nos observan.
Los escuchamos en el viento.
Controlan la noche.
Si no los obedecemos, envían ciempiés como flechas para mordernos.
Nos obligan a matar.
Mi primo cometió adulterio.
Los espíritus estaban enojados,
así que la familia de su esposa lo mató.
Sin embargo, mi familia tuvo que ser compensada por su muerte.
La familia de ella trató de pagar con monedas de concha.
No era suficiente.
Sólo la sangre podría satisfacer la deuda.
Muerte por muerte.
De esta manera vivimos los Moi.
Cultivamos nuestros jardines. Cazamos. Construimos nuestras casas.
Los espíritus nos observan.
Un día, una nueva voz en el viento me aterrorizó.
Corrí para ver lo que era, y me escondí.
Pensé: “¿Quiénes son estos extraños?
¿Son hombres como yo, o espíritus que vienen a devorarnos?”
Mi gente invitó a los extraños para que vivieran entre nosotros.
Pasaron los años, y ellos aprendieron a hablar nuestro idioma. Aprendieron de nuestras costumbres.
Seguí preguntándome: “¿Son hombres o espíritus?”
Los extraños compartieron el mensaje del Creador. Unos cuantos de los Moi los escucharon, pero yo no.
Los oí decir: “El Creador es más poderoso que todos los espíritus.”
Pensé: “¡Son puras mentiras!”
Cuando algunos de los Moi oyeron el mensaje del Creador
sus corazones cambiaron.
En nuestras fiestas, ellos no temían violar las leyes de los espíritus. Cazaban lo que querían.
Ni siquiera tenían miedo de comer la comida tabú.
Les dije, “¡Ustedes morirán pronto por esto!”.
“La muerte es pequeña,” me contestaron. “El mensaje del Creador es grande.”
Pensé: “¿Serán puras mentiras?”
No sabía con seguridad.
Me preguntaba qué harían los espíritus.
Cuando el ciempiés me mordió,
supe que los espíritus estaban enojados.
Mi familia me cortó para que saliera la sangre mala
pero la enfermedad se hacía cada vez más grande.
Así que mataron un cerdo pero aún así los espíritus no estaban satisfechos.
Me estaba muriendo.
Entonces vinieron ellos.
Los creyentes Moi vinieron por la noche con medicinas.
Vinieron en la noche para salvarme.
¿Por qué no le temían a la oscuridad? ¿por qué no les temían a los espíritus?
Todos los días durante muchos meses, escuché la historia del Creador.
Vi mi propio pecado.
¡Estaba asombrado! El mensaje del Creador es poderoso.
Lentamente, pude ver la luz de la verdad.
Jesús murió por nosotros – por mí.
Una muerte por mi deuda.
Sé que hay muchos pueblos como los Moi.
Gente que no conoce al Creador.
Personas que nunca han escuchado que Jesús murió por ellos.
¿Quién les dirá?