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La energía nuclear que se utiliza en la industria sigue el proceso de la fisión nuclear. En
este proceso se toma un elemento pesado como el uranio o plutonio y se bombardea con neutrones,
al ser bombardeado este núcleo se divide en dos más pequeños desapareciendo parte
de su masa que se convierte en energía. Pero además de energía, en la fisión se liberan
dos o tres neutrones que salen despedidos y que pueden golpear nuevos núcleos, provocando
nuevas fisiones. Este fenómeno se llama reacción en cadena.
El proceso consiste en una vasija en cuyo interior se encuentra el combustible nuclear,
para controlar la reacción se utiliza unas barras deslizantes de cadmio que absorbe los
neutrones y regulan el proceso. También hay un refrigerante que absorbe el calor liberado
por la fisión. La energía que se libera en la fisión calienta el refrigerante, y
este pasa a un generador donde la energía calorífica se transforma en energía eléctrica
que se puede utilizar para el consumo. Produce residuos nucleares que hay que albergar
en depósitos aislados y controlados durante largo tiempo. Y podrían llegar a tener una
gran repercusión en el medio ambiente. Las emisiones contaminantes indirectas derivadas
de la construcción de las centrales nucleares. Y podrían llegar a tener una gran repercusión
en el medio ambiente. Estos residuos tardan siglos en descomponerse
y por lo que su almacenamiento debe asegurar protección y que no contaminen durante este
tiempo. Los residuos más peligrosos generados son
las barras de combustible, en las que se genera isotopos que pueden permanecer radiactivos
a lo largo de miles de años. Otra gran preocupación es que roben estos
residuos y los utilicen como combustible para bombas atómicas o armas nucleares.
La principal ventaja es que no utiliza combustibles fósiles, por lo que no emite gases de efecto
invernadero. Esto es importante debido al Protocolo de Kyoto, que obliga a pagar una
tasa por cada tonelada de CO2 emitido. Además, genera gran cantidad de energía consumiendo
muy poco combustible y las reservas de combustible nuclear son suficientes para abastecer a todo
el planeta durante más de 100 años.