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La libre expresión es una frase sagrada en nuestra sociedad. Todos piensan que es una buena idea.
Está en la 1era Enmienda de la Constitución de EEUU. Eh, es genial. Pero quiero complicar
las cosas un poco, porque quiero asociar la libre expresión con el antiguo vocablo de 'persuasión'
que usaban los griegos: la Retórica. Hoy suena a mala palabra. La gente
siempre dice "Oh, una campaña legislativa repleta de retórica."
¿Que a uno lo persuadan es algo malo? Bueno, lo sería si hubiese algo distinto
a la persuasión que nos pudiera llevar a la verdad, pero no lo hay. Somos humanos; dependemos
del lenguaje. Todo lo que podemos hacer es persuadirnos los unos a los otros sobre el Teorema de Pitágoras, o
sobre las virtudes de los productos de General Motors, o sobre a quién
votar en la próxima elección.
¿Por qué es la única alternativa? Porque lo único que nos queda más allá de tratar de
de seducir a la gente —tratar de cambiar sus mentes, por así decirlo— es la violencia. Yo puedo cambiar
al menos tus acciones si no tu mente sacando mi .38 que tengo en la cartera
y diciéndote, "O crees en la economía o te disparo." Y podrás decir, "Oh sí,
sí, creo en la Economía. Sí, la Economía es genial." Y eso es todo lo que nos queda.
Por ejemplo, la publicidad. Los publicistas tienen mala fama. Están asociados a la palabra
'manipulation', que mencioné antes. Es terrible. Gente que te intenta convencer.
Pero espera un segundo. Si una alternativa es la violencia, ¿cómo vamos a decidir si la
Coca Cola es lo mejor? ¿Cómo vamos a decidir qué automóvil comprar, excepto por gente
que nos quiere seducir?
En una sociedad de libre elección, ideas libres, libre consumo, la persuasión es la única
alternativa a la violencia. Así que una sociedad libre es una sociedad de publicidad. Una sociedad libre
es una sociedad de retórica. Una sociedad libre es una sociedad de hablar, no de violencia.