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(Aplausos)
Cuando tuve que
tomar mi primera decisión importante,
de repente tuve que decidir muchas cosas a la vez.
Tuve que elegir un lugar dónde ir todos los días.
Tuve que elegir la cama en la que dormiría cada noche.
Entre otras cosas, tuve que elegir
qué hacer con mi vida.
Fue una decisión difícil.
Al final, la vida que elegí vino a mí por su cuenta,
y solo tuve un día para considerarlo.
Y no pienso en los vuelos de ida y vuelta.
Fueron solo 2 vuelos pero entre ellos
vino la decisión más importante que tomé.
Luego, me llevó mucho tiempo averiguar qué hice mal.
Todo parecía genial de por sí,
pero todo junto, daba un resultado que no era el esperado.
Por eso me sorprendí al descubrir que uno puede elegir la gente.
Quizá en forma bastante accidental, me encontré en un entorno
muy anhelado,
un entorno lleno de gente activa y curiosa.
Al principio, parecía casi ideal para mí.
Sin embargo, con el tiempo, este ambiente del sálvese quien pueda
me pareció que se desmoronaría en cualquier momento.
Creo que para que un entorno sea estable
debe construirse sobre ideas en común
y valores compartidos por todos sus participantes.
Es más, estos valores deben servir a sus propios objetivos egoístas.
Pero incluso eso no es suficiente.
Para que un entorno sea lo más confortable posible,
además de ideas y valores, debería construirse sobre la corresponsabilidad,
o sea, la responsabilidad de cada persona en ese entorno
de cómo entienden estas ideas y cómo las ponen en acción.
Personalmente, esta fue mi única manera de aprender
que el éxito de un individuo
es igual al éxito de su comunidad.
Por lo tanto, ahora estoy tratando con mucho ahínco
de hacer lo mejor para adaptarme a cada ambiente en que me encuentro.
¡Gracias!
(Aplausos)