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Hoy d’a gastamos en alimentarnos entre comer en casa y fuera, pago de basuras, gesti—n de residuos,
gusto sanitario e impuestos cassia el 30% del salario medio bruto
y sin embargo, m‡s del 50% de los alimentos que producimos se tira.
ÀC—mo hemos llegado hasta aqu’?
Durante cuatro millones de a–os nos alimentamos en base a la cultura at‡vica, o lo que es lo mismo comer de lo que daba el entorno
No fue hasta la revoluci—n industrial que el hombre abandona el campo y el recetario tradicional y se sumerge en el frenŽtico ritmo de las ciudades
Es esa falta de tiempo la que nos lleva a dejar la alimentaci—n en manos de la industria
pero la industria hasta hoy, ha sido incapaz de industrializar los platos de nuestros ancestros
as’ que crea una nueva forma de alimentarnos, nos americanizamos.
y nuestra dieta cambia radicalmente, aparecen cientos de franquicias que alimentan en un tiempo rŽcord y miles de nuevos alimentos
donde lo seductor es el envase no el contenido y dentro de esos nuevos alimentos miles de desconocidos ingredientes que nunca antes hab’amos consumido.
Conservantes, potenciadores del sabor, aditivos, edulcorantes, anabolizantes, nitratos, estabilizantes
emulsionantes, antibiotics, glutamato monos—dico, antioxidants, Sulfito y miles de agentes colorantes diferentes.
Nace un nuevo amo de la alimentaci—n: el supermercado. Que en su bœsqueda del valor a–adido nos hace creer que la prote’na es la carne.
Dejamos de alimentarnos con grano y legumbres para d‡rselos de comer a los animales de granja y luego comernoslos a ellos
y con la carne y los desequilibrios en la dieta la obesidad se convierte en pandemia
y las patolog’as cardiovasculares en un miembro m‡s de la familia.
Esta carne adem‡s produce un metano casi m‡s letal que todo el CO2 de la automaci—n mundial
Y llegamos a d’a de hoy, a un planeta donde conviven mil millones de obesos y mil millones de famŽlicos
donde de los alimentos que se generan para nuestro consumo un 50% se tira a la basura
una parte en el campo por calibres y regulaciones de mercado
otra en el sœper por la caducidad y el resto en nuestras casas.
Imaginar la huella ecol—gica que ha dejado esta industria sobre la tierra.