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La noche del 14 de noviembre de 1940
fue una noche de bombardeo;
durante la segunda guerra mundial,
y esta catedral medieval fue bombardeada
Cayeron bombas incendiarias y la Catedral, como la ciudad de Coventry,
ardieron toda la noche.
La catedral medieval en la que estamos
fue destruida.
La ciudad de Coventry está situada en la región
de Midlands al oeste en Inglaterra,
cerca a Birmingham.
Al principio de la segunda guerra mundial,
era uno de los centros industriales más importantes del país
con varias fábricas de armamento,
y por esto el régimen nazi decidió,
en la guerra psicológica que llevaba a cabo contra Inglaterra,
realizar una serie de ataques aéreos.
La incursión aérea del 14 de noviembre de 1940
destruyó la mayor parte del centro de la ciudad,
incluyendo la histórica Catedral de San Miguel,
causando muchas víctimas.
Pero la mañana siguiente
el Decano Howard, líder rector de la catedral,
vino a estos lugares y pronunció dos palabras, dijo:
"Padre, perdona".
Reconoció que todos necesitamos el perdón de Dios,
todos nosotros, tanto la víctima, como el victimario.
No dijo: "padre, perdónalos",
no dijo: "padre, perdona a los alemanes que nos han bombardeado",
dijo: "Padre, perdónanos a todos nosotros".
¡Y este fue un mensaje crucial
y fue el inicio de nuestro trabajo por la paz y reconciliación
aquí, en este lugar!
"Padre perdona"
Descubrieron dos vigas del techo medieval
que habían caído formando una cruz,
y las unieron en la cruz que puede ver detrás de usted,
en el Santuario de la catedral en ruinas.
Lo colocaron sobre el altar hecho de escombros.
También encontraron tres clavos
del techo medieval y los ataron
para formar una cruz de clavos.
Al día siguiente del bombardeo,
se decidió la reconstrucción de la Catedral,
como un signo de fe, confianza y esperanza
en el futuro de la humanidad.
Las ruinas de la catedral medieval permanecen a cielo abierto,
y una nueva catedral, construida en su prolongación,
fue inaugurada en 1962.
El conjunto es un lugar de peregrinación,
visitado cada año por miles de personas
en busca de paz y reconciliación.
Entré al ministerio de la reconciliación
de la misma manera que muchas personas
que son reconciliadores, o tratan de serlo,
lo hacen, sea viviéndolo o viviendo en un lugar de conflicto.
Sarah Hills ella es "canóniga para la reconciliación",
un ministerio especial relacionado con la Catedral de Coventry.
Ella es sacerdote, como mas de 5000 mujeres actualmente en la iglesia de Inglaterra,
esta iglesia ha optado por la ordenación de mujeres sacerdotes y obispos.
La iglesia de Inglaterra forma parte de la comunión anglicana.
Nativa de Sudáfrica,
sus padres se comprometieron en la lucha contra el apartheid.
Se asentaron en Irlanda del norte en 1971,
en lo más recio del conflicto entre Republicanos y Unionistas.
Fue en este ambiente que creció,
antes de pasar a estudiar medicina en Inglaterra
y convertirse en psiquiatra.
Cuando trabajaba con mis pacientes,
algunos de los cuales habían sufrido traumatismos severos,
y traumas psicológicos también,
comencé a preguntarme sobre el concepto de perdón.
Algunas personas parecían ir mejor
cuando perdonaban a su agresor, o perdonaban al criminal,
mientras que otros no iban mejor, así hubieran perdonado.
Entonces empecé a pensar realmente acerca
de estos conceptos de perdón y reconciliación,
justicia y arrepentimiento, en aquel momento como médico.
Entonces recibí el llamado a ser ordenada,
y comencé a pensar
cada vez más y más teológicamente sobre estos conceptos.
Como canóniga para la reconciliación en la Catedral de Coventry,
lidero nuestro ministerio de la reconciliación con mis colegas,
el Decano y demás colegas en el clero de la Catedral.
Creemos que la reconciliación
es el corazón de la Catedral.
Es el corazón de aquello a lo que estamos llamados
como cristianos por nuestro mandato,
el mandato que se nos ha dado en 2 Corintios 5,18:
Somos llamados,
hemos recibido el mensaje y el ministerio de la reconciliación.
Es la base de todo nuestro trabajo en la Catedral.
La Cruz de clavos de Coventry
se ha convertido en un símbolo de perdón y reconciliación,
inicialmente en Europa, particularmente en Alemania,
luego en el mundo entero.
Justin Welby, Arzobispo de Canterbury y primado de la comunión anglicana,
lo escogió como cruz pectoral,
y es esta cruz la que regaló al Papa Francisco,
el 05 de octubre de 2016, durante su encuentro en Roma
celebrando los 50 años del acercamiento entre anglicanos y católicos.
La "Comunidad de la Cruz de Clavos" (The Community of the Cross of Nails),
fundada en 1974,
reúne a todos los que comparten este compromiso
con la reconciliación y la paz,
con 200 asociados ahora en 35 países.
La comunidad de la Cruz de clavos tiene tres prioridades:
el pasado, el presente y el futuro;
así curamos las heridas de la historia en el pasado,
en el presente aprendemos a vivir con las diferencias y celebrar la diversidad,
y para el futuro estamos tratando de construir una cultura de paz.
La casa de San Miguel es nuestro centro mundial para la reconciliación.
A este edificio traemos a personas
que necesitan ayuda para reconciliarse,
personas en conflicto de todo tipo de lugares,
de la iglesia y el mundo,
entre los cristianos y entre los cristianos y otras confesiones,
y también entre no creyentes.
Nuestro objetivo aquí es crear un espacio seguro,
un espacio, y así lo llamamos, un espacio de donde la esperanza florece
porque reconciliación está basada en la esperanza,
la esperanza del fin de un conflicto,
la esperanza de una mejor relación con la humanidad que nos rodea.
Como estoy verdaderamente interesada
en cómo se cuentan las historias de conflicto
y cómo recordamos un conflicto
de una manera que pueden ser más beneficiosos que perjudiciales,
la historia de Coventry me atrae,
porque allí tomaron un evento terrible, la destrucción de la Catedral, el bombardeo,
para convertirlo en algo bello
del cual podemos hacer memoria, reunir a la gente,
y así la gente aún, 50, 60, 70 años después del conflicto,
se reúne, se reconcilia
por esta forma de contar la historia
de una manera tal que trae reconciliación y construye la paz.
La reconciliación es un largo camino.
Es difícil y es arriesgado.
No es sentarse y ser “amable” con el otro.
Es un viaje en el que
no nos embarcamos a la ligera,
pero tenemos que estar comprometidos,
porque si no lo hacemos, ¿qué pasará?
El mundo no es un buen lugar, ¿no?
Así que tenemos que trabajar,
y trabajar hacia la reconciliación.
El Reverendo Shane Parker
es Rector de la catedral anglicana de Ottawa, en Canadá.
Vino a Coventry unos pocos meses después de la publicación del informe final
de la Comisión "verdad y reconciliación" del Canadá
relativo a los “Internados indígenas”.
Estas escuelas religiosas, financiadas por el estado
para asimilar a los niños aborígenes,
comenzaron a operar en Canadá en la década de 1830 y hasta 1969,
el último internado cerró en 1996.
150.000 menores originarios de las "Primeras naciones",
pero también de los Inuit y mestizos,
fueron internados allí, a menudo sin el consentimiento de las familias,
con muchos casos de muertes prematuras y abusos físicos, emocionales y sexuales.
A su llegada en estas escuelas,
les era prohibido hablar su propio idioma
o vestir su propia ropa.
Se les cortaba el pelo en un estilo uniforme
y se les enseñaba básicamente a ajustarse a la forma europea
de vida, a su forma de vestir, su cultura y también a su religión.
La iglesia anglicana de Canadá fue una de las cuatro iglesias
que manejó los Internados indígenas en nombre del gobierno
y cuando se empezó a contar la verdad,
nosotros, como iglesia,
nos permitimos volvernos vulnerables
y no negar que estas experiencias ocurrieron,
comenzamos a escuchar
las historias de abuso, dolor, sufrimiento
y ruptura con su propia cultura etc....
Así esto fue una gran preocupación
para toda la iglesia
porque reconocimos nuestra complicidad
en una mala política gobierno
y en 1992, el primado de Canadá, Arzobispo Michael Peers
pidió perdón formalmente
a las primeras naciones de Canadá
y fuimos la segunda Iglesia en hacerlo.
No puedo decir cuánto siento que hayamos tratado
de transformarlos a nuestra imagen
quitándoles su idioma
y las bases de su identidad.
No puedo decir hasta qué punto lo lamento....
Hay personas que son escépticas
con la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
que piensan que los internados indígenas
no hicieron todo mal o actuando erróneamente.
Estamos todos en diferentes etapas de este caminar.
Creo que lo que es importante
es entender que la reconciliación
es un proceso y es también un resultado,
y yo diría que estamos realmente en un camino.
Y una parte importante de este proceso
es aceptar que hay lugares
donde no hay reconciliación,
comprender las diferencias,
ser capaces de estar juntos,
aunque expresemos diferentes puntos de vista
porque es nuestra realidad.
Cuando la Comisión de la Verdad y Reconciliación publicó su informe final,
hubo un súbito sobresalto en la conciencia de los canadienses
por conocer a los pueblos indígenas,
y eso es una buena cosa.
Los canadienses en su mayor parte, estaban indignados y avergonzados
por el pasado de estos internados indígenas.
Ya no hay nada oculto,
y creo que hay una mayor conciencia de todo esto,
que, creo, es algo apreciado por los pueblos indígenas de Canadá.
Ya no se encuentran más explicando
su verdad frente a personas que no quieren escuchar nada.
Hay un sentimiento de que la historia ha sido contada,
esto es indiscutible.
Es cierto que es una historia triste,
los internados,
pero para nosotros, los sobrevivientes,
el hecho de hablar nos hace bien.
Entre las primeras naciones,
no sé de ninguna que haya oficialmente perdonado al gobierno de Canadá,
pero soy consciente de que algunos individuos
perdonaron a aquellos que los maltrataron en estos internados.
Es un proceso, esto nos tomará una generación o dos
para asumir el legado de los internados indigenas.
Yo creo que la reconciliación no es solo una prioridad,
¡la reconciliación es el Evangelio!.
Reconciliación es la misión de Dios en el mundo:
“Dios reconcilió todas las cosas en Cristo”.
Los cristianos han siempre respondido diciendo:
“ama a tu prójimo” en situaciones de conflicto,
pero Jesús dice algo más radical: “Ama a tu enemigo”.
Y no solo a nuestro enemigo político o nuestro enemigo en un conflicto físico,
sino también se aplica a nuestro enemigo teológico.
Nacido en Belfast, David Porter se comprometió durante toda su vida
en trabajar por la reconciliación y la paz en Irlanda del Norte,
en particular a través de una organización llamada
"Contribución Evangélica en Irlanda del Norte",
del cual fue el primer Director.
De origen bautista, asume la responsabilidad
del ministerio de la reconciliación en Coventry,
y luego frente al arzobispo de Canterbury,
en Lambeth Palace, en Londres,
donde ahora es responsable de la estrategia y del personal.
Mi definición favorita de reconciliación
es la de Stanley Hauerwas
quien dijo que la reconciliación ocurre cuando mi enemigo me cuenta mi historia
de tal manera que yo puedo decir: “Sí, esa es mi historia”.
Así pues este es el Evangelio,
no es solo una prioridad o la prioridad del Arzobispo Justin Welby;
es LA prioridad, la misión de la Iglesia.
He pasado la mayor parte de mi vida
trabajando en este tema en el campo político.
Y lo que pienso acerca de esto en términos de guerra y conflicto es:
(1) Se trata siempre de política,
porque política para mi es el arte de negociar las relaciones.
Por lo tanto, siempre estamos negociando las relaciones con la gente,
en nuestras familias, nuestras comunidades
en nuestras Iglesias, en nuestras naciones, entre las naciones.
En esa negociación, los asuntos de poder y de identidad son muy importantes.
Podemos dirigir nuestra negociación de relaciones
con los demás tratando de dominarlos,
y porque creemos que nuestra identidad es más importante que la de ellos,
excluirlos, decir que ellos no pertenecen,
y nos encontramos con ellos en una interacción que se convierte en una barricada
tras de la que todo lo que se encuentra al otro lado necesita ser destruido o dominado.
O lo vemos como una interacción en la cual lo que encontramos
necesita ser entendido y celebrado,
y nuestras pertenencias se hacen mutuas.
En las palabras de Miroslav Volf, es exclusión o abrazo.
Es la elección que enfrentamos
todo el tiempo cuando conocemos lo que es diferente a nosotros.
(2) La segunda cosa
es que la mala religión triunfa sobre la buena.
A nosotros como personas religiosas no nos gusta escuchar eso.
Muy a menudo la buena respuesta
religiosa es compleja.
Vivimos en un mundo
que no quiere escuchar de complejidad,
que responde a todo eslogan con una respuesta fácil:
levantas una pancarta y se unen a ella,
y que acepta la retórica religiosa
que dice: “¡Ellos son malos, nosotros somos buenos!”
Entonces creemos que de alguna manera
nuestra tierra es especial, más que la de ustedes.
Así que somos el pueblo elegido por Dios:
protestantes de Ulster, católicos irlandeses, usted escoge...
Este nacionalismo religioso, creo, es la gran idolatría comunal.
Si la lucha del cristiano como individuo
es contra el mundo, la carne y el demonio,
la lucha de la comunidad cristiana es contra el nacionalismo religioso:
"Dios, tierra y nación"
(3) La tercera cosa es:
el pasado es importante.
Nosotros, en nuestro mundo moderno, olvidamos el pasado.
Las heridas profundas de la historia nunca están muy lejos de la superficie.
Por lo que la capacidad del pasado
para generar ruido en el presente
y destruir nuestro futuro es enorme.
Es una carga, es una cadena.
La única cadena que la rompe
es la misericordia y el perdón.
La gente dice que el pasado no puede cambiarse.
De hecho, se puede.
En 1987, Terry Waite estaba en misión en el Líbano
como enviado especial del Arzobispo de Canterbury
para liberar a unos rehenes cuando él mismo fue capturado en Beirut.
Pasará casi cinco años en cautiverio,
la mayor parte de ellos en aislamiento total,
con las manos y los pies encadenados a la pared.
En 2012, decidió regresar al Líbano, al lugar en la que fue capturado
en un proceso de reconciliación con sus secuestradores.
Volví al lugar donde me capturaron
y me reuní con ese grupo
que presuntamente fue responsable de mi captura.
C'est ici, c'est bien là
¡Ellos estaban un poco sorprendidos de verme!
Esto fue muchos años después.
¡Creo que estaban más nerviosos de lo que yo estaba!
Habían cambiado, por supuesto, con el paso de los años,
se habían desarrollado y crecido... Les dije exactamente lo que acabo de decir, dije:
"Me gustaría dejar ese desafortunado episodio del pasado, en el pasado,
y construir algo creativo a partir de él."
Y ellos dijeron, " Pues bien, ¿qué? "
y yo dije:" Bueno,
acabo de regresar de la frontera y vi a refugiados que cruzan la frontera.
Sufren de frío, tienen hambre, lo han perdido todo.
¿Al menos, podrían darme algo de combustible de calefacción para esas personas?".
Ellos dijeron:" Sí, lo haremos”.
Ahora bien, no creo que ese simple gesto
vaya a desencadenar cambios políticos-
no lo creo en absoluto.
Puede haber ayudado a algunas personas,
tal vez un número limitado de personas.
Pero, si 10.000 personas en Israel
y 10.000 personas en los territorios ocupados de Palestina
fueran capaces de sentarse juntos y hacer eso,
tendríamos las bases para una solución política.
Y así me gustaría animar a cada individuo
a pensar seriamente
sobre cómo cada uno puede ser un reconciliador,
y reconciliar las diferencias que existen entre ellos mismos
y las personas con las que quizás tienen desacuerdos.
Hace 10 años,
Patrick Blythe, escultor americano-irlandés,
tuvo una experiencia interior decisiva en las ruinas de la catedral de Coventry.
que inspiro una de sus obras.
Así el nombre de la pieza es "Reconciliación",
se trata de dos figuras que se unen después de un período de distanciamiento,
y para mí eso simboliza lo que tiene que ver con la reconciliación.
Y el simbolismo es personal,
mi hija y yo estábamos distanciados desde hace bastante tiempo
y hemos tenido un gran reencuentro también.
Así que en cierto modo puedo ver como la figura blanca
que representa mi hija
y la oscura como representándome a mí: parece más vieja, no es tan hermosa;
creo que hay un toque muy personal aquí,
pero también tiene connotaciones más amplias.
"Me gusta que el personaje blanco parezca joven y muy vigoroso"
Creo que los contrastes son muy importantes
y que por lo general es algo con lo que te enfrentas al ocuparte
de la reconciliación:
contraste de opiniones, o posiciones frente a problemas.
Me gusta el hecho de que da inicio a conversaciones
cuando la gente viene a mi estudio y la ve,
a menudo comparte su historia personal de reconciliación
y alguna de las historias que he oído, han sido tan cautivadoras, tan notables
que de alguna manera odio ver esta obra dejar mi estudio
porque un gran iniciador de conversaciones.
Pero recuerdo a una señora mayor mirarla,
ella estaba en sus ochenta
y al mirar el trabajo ella habló de su relación con su hija,
y cómo no habían hablado desde hace treinta años
y cuando se fue del taller ella dijo
"voy a llamar a mi hija" ...
Creo que todo el mundo tiene una historia de reconciliación.
Mis dos abuelos no volvieron de la guerra,
ambos murieron en ella.
Dos de mis tíos también:
el hermano de mi padre y el hermano de mi madre.
Murieron muy jóvenes, a los 16 años.
Cuando era una niña, le pregunté a mi abuela:
"¿Dónde está mi abuelo? ¿Dónde están mis abuelos?”
Ella decía”: “Ellos murieron en la guerra “.
Cuando crecí, preguntaba:
"Abuela, ¿no estás enojada?
¿No odias?
¿No quieres vengarte?”.
Y mi abuela respondía siempre así:”
¡Debes orar!" Y “Debes creer “ y “ ¡Dios está con nosotros y Dios nos ayuda! "
Hace diez años, mi propio hijo murió de cáncer
y desde entonces pude darme cuenta
de lo que realmente significa perder a un hijo.
Y esos diez años que han pasado han sido para mí como muertos.
Simplemente no viví.
Y este viaje a Coventry,
fue para mí también un pedazo de la vuelta a la vida.
Es prodigioso. Es como un regalo del cielo.
El rector Richard Howard
escribió las palabras "Padre, perdona"
en la pared detrás de la cruz formada a partir de las vigas
que se encontraron en los escombros de la Catedral.
Estas palabras tocaron generaciones de personas
y son oradas en la letanía de la reconciliación
que tiene lugar todos los días en la nueva catedral al mediodía
y los viernes en las ruinas
y en muchos lugares alrededor del mundo.
Esta letanía de reconciliación, establecida a partir de los siete pecados capitales,
se abre con estas palabras de la Carta a los Romanos:
" todos pecaron y están privados de la gloria de Dios."
Es una confesión universal
e intemporal de fracasos de la humanidad,
pero esos pecados y debilidades
se ven a la luz del amor de Dios que perdona.
Todos pecaron y están privados de la Gloria de Dios. (Rom 3, 23)
El odio que divide nación contra nación, raza contra raza, clase contra clase,
Padre, perdona.
Los deseos codiciosos de personas y naciones de poseer lo que no es suyo,
Padre, perdona.
La avaricia que explota el trabajo de las manos humanas y devasta la tierra,
Padre, perdona.
Nuestra envidia del bienestar y la felicidad ajena,
Padre, perdona.
Nuestra indiferencia ante la situación de los presos, los indigentes, los refugiados,
Padre, perdona.
La lujuria que deshonra los cuerpos de hombres, mujeres y niños,
Padre, perdona.
El orgullo que nos lleva a confiar en nosotros mismos y no en Dios,
Padre, perdona.
Sean más bien buenos entre ustedes, entrañables, perdónense mutuamente como los perdonó Dios en Cristo.
En la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación;
pasó lo viejo, todo es nuevo.
Y todo proviene de Dios,
que nos reconcilió consigo por Cristo
y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo,
no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres,
sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.