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Bueno, estoy nervioso.
Lo lamento, pero mi inglés no es muy bueno.
Pero intentaré contar algunas historias de mis vecinos, de mi aldea hoy.
Soy Gede, nací en un pueblo de Songa, área de Kintamani.
Así que soy balinense 100 %.
Songa es un pueblecito a 1000 m sobre el nivel del mar
rodeado de volcanes, montañas y lagos.
Así que estoy feliz, orgulloso de mi pueblo, de mi región.
Imaginen un joven pobre
que vivía en medio del bosque de una región calurosa y desolada.
No hay acceso por carretera,
no hay agua, no hay electricidad, nada. No hay Internet.
¿Qué puedo hacer?
Más aún, la primera vez, que vi gente blanca,
me asusté mucho, me escapé.
porque pensé que eran fantasmas o algo así
como espíritus malvados.
Y pensé: "Tal vez los humanos se parecen a mí: pelo ***, piel dorada, no como Uds."
Así que estaba muy asustado.
Pero como un chico local, soy muy activo.
Soy optimista, y me encanta aprender.
Traté ir a la escuela, dos o tres veces, cuando tenía cuatro, tres años.
Pero fui rechazado, porque todavía era muy joven.
Y un día, —esta es mi historia divertida—
me pidieron que intentara alcanzar mi oreja sobre mi cabeza
pero era muy pequeño
mi cabeza era todavía muy grande para mi brazo, pensé.
Así que no puedo hacerlo,
y en su lugar, traté de engañarlos agarrando mi oreja desde la nuca.
Hice algo así.
Y siempre intenté parecer un chico grande.
Pero de nuevo y de nuevo, fui rechazado.
Así que me fui a mi casa llorando.
Después de volver de la primaria,
mis padres me pidieron que me quedara en casa —y los quiero mucho—
para cuidar de las cabras y de las vacas.
Y luego pensé:
"Dios, tal vez si me quedo aquí,
tal vez pueda ser una vaca también. o una cabra también".
Así que, luego dije: "No!" Y me marché.
Porque me gustaba seguir estudiando,
me gustaba continuar la escuela.
Así que dije "Adiós" a mis amigos, mi pueblo y mis familiares.
Cuando logré cosechar más éxitos fuera del pueblo,
volví a casa de nuevo,
y vi a la gente alrededor de los pueblos lejanos,
mis vecinos que necesitaban transporte para los centros de salud,
y empecé a llevarlos
a médicos locales, al hospital de Depasar.
Todos los días. No me importaba: mañanas —Me llamaban en la noche
me llamaban a la tarde—.
Yo sólo los llevaba.
Y a veces mi auto se dañaba, porque eran muchos.
Pero bueno, me hacía feliz
al verlos sonreír, al verlos reírse.
Sólo lo hago.
Y en el año 2007, creé una fundación
u organización sin fines de lucro para ayudar a los chicos de la montaña
con clases de inglés.
Mi inglés no es tan bueno, pero lo intento.
Y voy hasta allí con mi hija Cempaña.
Todos los domingos empezamos a las 12 y volvemos a las 18.
Todos los domingos, sin importar nada, voy hasta allí con ella.
Y ella habla muy bien inglés,
y su madre, una gran sudamericana alta , está capacitada para ayudar.
Ella es nuestra gran profesora de inglés.
Y estoy feliz. Estamos felices.
Estamos orgullosos de los chicos de la montaña.
Sus caras están anchas con una sonrisa.
Estamos orgullosos de ellos.
Y ahora pueden hablar inglés,
pueden practicar,
pueden escribir, pueden leer.
Me enorgullece.
Así que hoy, marco una diferencia.
Gracias.