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Me encontré con Gorky cuando, al solicitar empleo
en el Museo de Arte Moderno en Oxford, vi en todas sus galerías
este increíble fuego de colores. Supe que había un idioma ahí; no pude dilucidar qué era ese idioma,
pero supe que deseaba averiguarlo. Agua del Molino Florido es una pintura realizada por Gorky en Connecticut durante un lapso de cuatro años, en los que
llegó a su plenitud como artista. Una de las cosas que Gorky realmente amaba era acostarse en el pasto, mirando
al mundo microscópico que hay debajo. Dentro de la composición uno
puede distinguir
formas biomórficas dibujadas por escarlatas y naranjas brillantes.
Áreas de óleo rebajado donde Gorky describe
flores,
plantas, hierbas,
hasta aves
e insectos. El arco
de un puente, o quizá un aspecto
del molino en proceso de
desintegración. Hace correrse los colores entre sí. Una extraordinaria especie de
vida que está en proceso de procreación.
Connecticut recordaba los campos que rodeaban su aldea natal en Armenia. La familia de Gorky fue sometida al
pogromo en 1915, una parte abrumadoramente traumática de la infancia de Gorky.
Esta pintura describe la propia persona de Gorky.
Debajo de la floración de la vida y
su habilidad para provocar alegría por medio del color, están estos pasajes muy oscuros
donde las formas empiezan a endurecerse, donde hay una
insinuación de una turbulencia.
He logrado
poner un alfabeto a la ignorancia de aquel primer encuentro.
Gorky creó un idioma que realmente
confraternizó con la historia de
la pintura. Encendió algo en mí que me brindó nitidez, y eso
no sucede a menudo en la vida. Gorky definió ese sendero.