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Está en todas las ciudades.
La respiramos, se confunde con el aire.
Es la contaminación.
Un conjunto de sustancias tóxicas producidas en su mayor parte
por la combustión de los coches y las calefacciones
que tiene efectos peligrosos para nuestra salud.
Las sustancias más nocivas producidas por los automóviles
son los óxidos de nitrógeno, el monóxido de carbono
y las partículas en suspensión.
Son contaminantes que afectan sobre todo al tracto respiratorio.
Así por ejemplo el monóxido de carbono
que está producido por la deficiente combustión de las gasolinas,
puede combinarse con nuestra hemoglobina
y disminuir nuestro oxígeno en sangre.
Generalmente no son, salvo en hechos puntuales, de gran importancia.
Sin embargo, por ejemplo, los óxidos de nitrógeno
que también están causados por la combustión de las gasolinas,
su mayor peligro no es tanto directamente,
que pueden afectar a nuestro tracto respiratorio también
y transformarse en lluvia ácida, por ejemplo.
Sino que son precursores de otros contaminantes mucho más peligrosos
en determinadas circunstancias, como puede ser el ozono.
Los efectos en la salud pueden manifestarse
en forma de sinusitis, faringitis, rinitis o asma.
Son algunas de las enfermedades que puede provocar vivir
en un ambiente contaminado durante años o décadas.
En la Unión Europea,
la Agencia Europea de Medio Ambiente
indica que puede haber del orden de unas 400.000 personas
que fallecen al año en los 27 países de la Unión Europea
de forma prematura.
Personas que pueden vivir días, semanas, meses o años
si el ambiente fuera el adecuado.
Eso ya indica que es una cifra realmente espeluznante,
y que se traslada en el Estado español
al orden de unas 20.000 personas
afectadas por la contaminación del aire solamente.
Y una ciudad como Madrid serían unas 2.000 personas
que fallecen prematuramente por causa de la contaminación.
Si nos atenemos a las cifras del tráfico, los fallecidos de tráfico,
que son objeto de una alarma social
y preocupación de la DGT y de todas las administraciones,
las cifras son francamente superioriores,
de 20.000 personas que fallecen por contaminación
a las mil y pico por tráfico al año,
pues realmente la cifra es para preocuparse y tomárselo en serio.
Los problemas de contaminación se ven afectados por el medio.
Por eso, a la hora de medirla
hay que tener en cuenta la orografía, los vientos,
la existencia de grandes edificios o zonas residenciales.
Aquí tenemos unos pequeños instrumentos de medida,
que son de estudios de campo.
Este es un captador de pequeño volumen,
que, ayudados por una bomba, succionamos el aire-ambiente,
una vez captado el contaminante gaseoso y puesto en fase líquida,
es cuando se lleva a la instrumentación química tradicional.
Luego se pueden hacer medidas puntuales
como es esta bomba, también es una bomba de succión.
Y es un tubo colorimétrico, específico para cada contaminante.
Nosotros hacemos, gracias a la bomba, pasar el aire por este tubo,
este tubo tiene una sustancia
que reacciona con el contaminante y se colorea,
dependiendo del color, hasta donde llega ese color,
podemos decir que esa es la concentración de contaminante
en el aire que hemos medido.
Estos son pequeños instrumentos para estudios de campo.
Evidentemente las redes de vigilancia de las grandes ciudades
tienen equipamiento mucho más sofisticado y mucho más costoso.
En la ciudad de Madrid, una de las más contaminadas de España,
existen 24 estaciones
de la Red de Vigilancia de la Contaminación Atmosférica.
La normativa que fija los criterios
de dónde y cómo se tienen que hacer las mediciones,
es la directiva europea 2008/50.
Esta normativa indica que por cada 250.000 habitantes
debe haber una estación como esta.
Esta, está en la Plaza de Fernández Ladreda
o Glorieta Elíptica, al Sur de Madrid.
Es una de las más destacadas
lamentablemente por los niveles de contaminación, sobre todo en NO2,
porque está ubicada en una zona de mucho tráfico de vehículos
y también es una zona donde vienen las personas a hacer deporte.
Entonces tiene varios contaminantes, por un lado sería el NO2,
que proviene de la combustión de los vehículos,
y después en verano, paradójicamente,
también se producen altos niveles de ozono otroposférico,
que afecta a las personas que hacen ejercicio
y a los ancianos y a los niños.
Realizar deporte en estas condiciones está desaconsejado,
ya que el deporte es saludable, si el aire que se respira lo es.
Y es que hay que tener en cuenta que, en el momento de hacer deporte,
la ingesta de aire es cinco veces mayor
que en una persona que está en reposo.
Esto provoca una situación paradójica:
se puede optar por utilizar la bicicleta
como medio de transporte no contaminante,
sin embargo, inhalar las sustancias tóxicas
que producen el resto de los automóviles
pone en peligro la salud de los ciclistas.
En el contexto urbano,
las mascarillas con pastillas de carbono activado
pueden proteger, en parte, nuestros pulmones.
El ciudadano medio recibe dos discursos contradictorios.
Por un lado se abren constantes infraestructuras de transporte,
con lo cual se dice utilice usted el coche,
porque tenemos más autopistas, más autovías,
y más medios para desplazarnos en vehículo.
Y por otro lado se abren muchas líneas de metro,
entonces, realmente, la postura humana
es estar recibiendo dos mensajes muy contradictorios.
La postura humana es ir a la postura más cómoda
y si dispones de recursos vas a tirar siempre del vehículo.
Aunque sepas que te va a ir en detrimento de tu calidad de vida
o de la de tus vecinos, tus hijos, tus nietos.
Por eso los gestores de la calidad del aire y los gestores en general,
los políticos tienen que mandar un mensaje unidireccional
y lo que no pueden andar es entre Pinto y Valdemoro, no definiendo.
Incluso, lanzando mensajes que son opuestos, ¿no?
18 de las 24 estaciones de medición madrileñas
superaron en 2010 los valores límite de dióxido de nitrógeno,
fijados en 40 microgramos por metro cúbico de concentración media anual.
Por este motivo, la ONG Ecologistas en Acción
planteó una denuncia contra el Alcalde de Madrid
por un presunto delito contra el medio ambiente.
Se ha argumentado en otras ocasiones
que los autores son miles de ciudadanos
que van con los coches por la ciudad,
entonces, por lo tanto, no se puede culpabilizar a nadie.
Eso es evidente, ¿no?
Pero por otro lado, hay unos gestores
que están para velar por el conjunto de la sociedad,
que son los que tienen que actuar en ese sentido para rebajarlo y,
más todavía, si hay un referente como es la directiva europea
en forma de decreto-ley en España, que hay que cumplir.
Pero, cuando la contaminación llega a niveles peligrosos,
¿qué medidas inmediatas se ponen en práctica en las ciudades del mundo?
Las medidas.
Vamos a ver, realmente ya está prácticamente no todo estudiado,
se han utilizado pautas y hay un decálogo, un catálogo de medidas:
desde la Congestion Charge en Londres,
es decir, el impuesto de peaje para acceder a Londres, en Estocolmo,
o catalogar a los vehículos por su grado de incidencia y contaminación,
como ocurre en Berlín,
colocar etiquetas para señalizar vehículos
que no pueden acceder a determinadas zonas,
matrículas pares o impares,
eso en medidas de medio plazo o medio largo plazo.
Luego después en situaciones de emergencia,
todos conocemos que en ciudades del norte de Italia
como es en Milán y Florencia,
cuando la contaminación es muy elevada
suspenden el tráfico de vehículos durante unas horas.
Son medidas puntuales, lógicamente baja,
pero al recuperarse el tráfico de nuevo,
se vuelve a producir la misma circunstancia.
La contaminación es inherente a las grandes ciudades,
donde se dan grandes desplazamientos
entre el lugar de residencia y el de trabajo,
muchas veces atravesando o bordeando toda la ciudad de punta a punta.
Las ciudades están íntimamente relacionadas
con el modo de producción.
Para evitar 400.000 muertes prematuras al año por contaminación,
tan sólo en la Unión Europea,
es necesario replantear las relaciones entre el ser humano,
su hábitat y el sistema económico.