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En Julio de 1984, el cuerpo de una niña de 9 años fue encontrado; estaba desnuda de cintura para abajo,
en un bosque cerca de Cambridge, Maryland.
Había sido violada y golpeada hasta la muerte.
La policía hizo circular un retrato robot
por dos chicos que habían visto a un hombre caminando con la niña.
Los llamaron diciendo que se parecía al ex-marino Kirk Bloodsworth.
Kirk fue arrestado y no pudo presentar una coartada sólida.
Manifestó su inocencia
pero el caso fue llevado a juicio y la sala estalló de felicidad
cuando fue juzgado culpable y condenado a muerte en la cámara de gas.
En 1992, tras leer sobre la nueva ciencia del ADN,
los abogados se las arreglaron para conseguir una muestra del *** que había sido preservado de la escena del crimen.
Esto probó su inocencia
y se convirtió en el primer condenado a muerte liberado gracias a las pruebas de ADN.
En 2003, se identificó al verdadero asesino.
Era un agresor *** que había sido liberado de la prisión local
menos de dos semanas antes de que se cometiera el asesinato.
La primera vez que escuché sobre el asesinato de Dawn fue en las noticias.
Y ya sabes, fue horrible.
Quiero decir que una persona corriente no puede imaginarse lo que le ocurrió a esa niña.
Fui interrogado el 8 de agosto de 1984 sobre ello,
y les dije que no tenía nada que ver.
A las 2:45 de la noche siguiente, se escuchó "¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!"
en la puerta de mi primo
y alguien dijo:
"Salga Mr. Bloodsworth, está bajo orden de arresto por el asesinato en primer grado de Dawn Hamilton, hijo de puta."
Fui juzgado culpable con todos los cargos:
culpable de asesinato en primer grado, culpable de agresión ***, culpable
culpable de violación, culpable de todo.
Yo estaba ahí de pie y mi cara estaba lo más roja que puede llegar a estar una cara.
Estaba cabreado e histérico.
Y mi padre, ya sabes, intentando objetar al juez,
como si fuese a servir de algo,
y mi madre sólo lloraba.
Me enviaron a una celda.
Y dieron un portazo con la puerta de 135 kilos.
Como la plataforma trasera de un camión de basura.
Podía tocar ambos lados de la pared sólo haciendo esto.
Literalmente. Es decir, a penas 3 cm a cada lado.
Podía escuchar el abucheo que procedía de ese sitio, ya saben.
Vamos a cogerte Kirk.
Vamos a hacerte lo que le hiciste a esa niña.
Yo en cierto modo hice oídos sordos.
No sabía qué hacer pero sentí que mi momento estaba llegando.
Hundí mi cara en la manta
y lloré hasta que me dormí.
No paraba de decirle a la gente que era inocente.
Es como si estuvieras en una habitación insonorizada
y todo el mundo está fuera,
y tú estás dentro gritando y golpeando la ventana.
Y estás intentando hablarles
y ellos pasan de largo como si no estuvieras ahí.
La fe es importante, ya sabes.
Eres inocente, puedes probarlo,
sólo necesitas tiempo.
Cogí este libro sobre la primera vez que una prueba de ADN había sido utilizado en un caso criminal.
Es en ese momento cuando tuve mi revelación.
Si te puede condenar, ¿por qué no te puede liberar?
Comencé a recordar
"muchos cigotos de esperma encontrados", en un informe, en una diapositiva.
Mi abogado pagó la prueba de ADN de su propio bolsillo.
Costaba aproximadamente 10.000 dólares
y nunca me ha pedido que le devuelva un solo dólar.
Estaba sentado en mi celda, y estábamos cerca del final del mes de Abril de 1993.
Un guardia pegó una nota en mi celda.
"Urgente. Llamada de tu abogado. Urgente".
Me puse al teléfono y estaba gritando al otro lado.
"Kirk, eres inocente, eres inocente".
Lo sé. ¿Cuándo me vas a sacar de aquí?
Mi historia no es única
y sólo 18 de los que estamos en el corredor de la muerte han sido exonerados mediante la prueba de ADN.
De los 142 que tenemos ahora
en la mayoría de los casos no había restos de ADN,
y en caso de que los haya, no te permiten que hagas los análisis.
No podemos ser, obstruccionistas, ya sabes,
estar en contra de las pruebas de ADN, porque afecta a todo el mundo.
La familia de Dawn Hamilton, la euforia que sintieron cuando creyeron que se había hecho justicia con su hija,
era mentira.
La angustia y el dolor que mi padre y mi madre sintieron.
Fue horrible para ellos.
Todo el mundo les decía que su hijo era un monstruo.