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Los animales y las plantas aparecieron sobre la Tierra millones de años antes que los humanos.
La evidencia directa proviene de una sola fuente:
de sus restos, que pueden ser hallados en rocas, como fósiles.
Algunos son espectaculares y dramáticos, esqueletos completos de inmensos reptiles.
Otros son meros trazos de huellas,
dejados por criaturas tan insustanciales como las medusas.
Algunos son restos de criaturas completamente diferentes a las de hoy.
Se pueden hallar fósiles a todo nuestro rededor, si sabemos dónde buscar.
El Sur de Inglaterra, la costa de Dorset, lugar de fósiles de fama mundial.
Las fuertes lluvias han remojado los acantilados de arcilla y caliza.
Las rocas se deslizan, se exponen nuevas superficies.
Durante la noche pueden haberse revelado nuevos fósiles.
Peter Langham patrulla regularmente esta costa buscándolos
y sabe que tras una tormenta es el mejor momento para encontrar algo de interés.
Un par de piedras con buen aspecto.
¿Por qué? Me parecen igual a todo el resto.
En realidad, depende de cómo se mire.
Toma mucho tiempo poder juzgar cuál de los peñascos en un acantilado como éste
es probable que tenga un fósil en el interior.
Pero, claro, Peter ha estado haciendo esto por años.
Generalmente, se dividen con facilidad. Tienen buenos planos de depositación.
Veamos lo que ocurre.
Estamos de suerte. ¡Dios!
Ese es uno de los amonites más conocidos de Lyme, Asteroceras.
Es hermoso.
Los fósiles no siempre aparecen cuando se abre el nódulo de una roca,
pero sí con sorprendente frecuencia
si se puede reconocer el tipo cierto de nódulo y se sabe dónde encontrarlo.
Yo solía venir a estas viejas canteras en Leicestershire cuando era niño para buscarlos,
y los momentos de triunfo, cuando la roca se abría
y revelaba una concha que no había visto el Sol en 200 millones de años
y que yo era el primer humano que la veía,
me parecía entonces, y aún me lo parece, que eran momentos mágicos.
Es encantador, tú lo sabes bien, incluso si no se ha encontrado gran cosa hasta ahora,
que el siguiente golpe de martillo puede revelar de pronto algo asombroso.
No está mal, pero seguiré buscando. Debería conseguir algo mejor.
Lentamente se adiestra el ojo,
y pronto se comienza a reconocer el brillo particular, la curva delatora,
el sutil cambio de color que indica un fósil desprendiéndose de la roca.
No se tarda en juntar una variada colección.
Todos parecen ser restos de animales que vivieron en el mar.
Pero la gente de aquí, de alguna forma, se resistía a creerlo.
"¿Cómo podría ser?" dirían,
"Si estamos en medio de Inglaterra, lejos del mar,
y estos fósiles yacen en la roca,
muy por debajo de la superficie de la Tierra. ¿Cómo puede ser?"
Ellos tenían sus propias explicaciones. Decían, por ejemplo,
que éstas eran uñas del pie del demonio.
Y estos impresionantes objetos con forma de bala,
y hay algunos en el peñasco donde estoy sentado,
esos, decían, eran rayos petrificados, formados cuando un relámpago azotaba la tierra.
Y los más bellos, estos amonites,
esos, decían, eran piedras-serpiente,
y las había de dos tipos: grandes, como ésta, y pequeñas.
Más al Norte, en Yorkshire, cerca de Whitby, donde se hallan exactamente los mismos fósiles,
se tenía una detallada explicación de cómo había ocurrido esto.
Decían que en el siglo VII, una antigua santa cristiana, Santa Hilda,
quiso fundar una abadía pero descubrió que el lugar estaba infestado de serpientes,
así que las transformó milagrosamente en piedra.
Claro que hay un problema con esa explicación:
ninguna de esas llamadas piedras-serpiente tiene cabeza.
Pero cuando los peregrinos devotos venían al lugar de este milagro,
los artesanos locales resolvieron ese problema.
Tallaron cabezas en las piedras-serpiente, así lucían algo más convincentes.
Pero hay algunos fósiles tan perfectamente conservados
que su origen animal simplemente no puede negarse.
Estas diminutas criaturas están confinadas en ámbar,
una sustancia dura que se encuentra en esquistos y areniscas.
¿Quién puede dudar que estos, tan completos en cada cerda y antena,
son realmente hormigas, escorpiones y moscas?
¿Pero cómo llegaron aquí?
El ámbar fue alguna vez líquido y pegajoso,
resina escurriendo por troncos de árboles que crecían en pantanos hace 30 millones de años.
Los insectos eran atraídos, como ahora, por su dulce aroma,
y volaban o nadaban a él, con resultados fatales.
La resina gradualmente se endurecía, formando grumos sólidos.
Finalmente, el propio árbol moría
y comenzaba el largo y lento proceso que produce la fosilización.
El limo y la arena lavada por el mar
se depositaba lentamente en los grumos de resina, cubriéndolos.
Luego de millones de años,
estas capas de sedimento eran comprimidas y compactadas bajo su propio peso,
volviéndose esquistos y areniscas
y luego eran empujadas y enterradas por continentes colisionando formando montañas,
como éstas en República Dominicana, en la isla caribeña de Hispaniola.
Puesto que el ámbar es muy valorado para hacer joyas,
hoy se cava profundo en las faldas para encontrarlo.