Tip:
Highlight text to annotate it
X
Más allá de las frías y brumosas montañas, a mazmorras profundas y cavernas antiguas,
en busca del metal amarillo encantado, hemos de ir, antes que el día nazca.
Los Enanos echaban hechizos poderosos mientras las mazas tañían como campanas,
en simas donde duermen criaturas sombrías, en salas huecas bajo las montañas.
Para el antiguo Rey y el señor de los Elfos los enanos labraban martilleando
un tesoro dorado, y la luz atrapaban y en gemas la escondían en la espada.
En collares de plata ponían y engarzaban estrellas florecientes, el fuego del dragón
colgaban en coronas, en metal retorcido entretejían la luz de la luna y del sol.
Más allá de las frías y brumosas montañas, a mazmorras profundas y cavernas antiguas
a reclamar el oro hace tiempo olvidado, hemos de ir, antes que el día nazca.
Allí para ellos mismos labraban las vasijas y las arpas de oro; pasaban mucho tiempo
donde otros no cavaban; y allí muchas canciones cantaron que los Hombres o los Elfos no oyeron.
Los vientos ululaban en medio de la noche, y los pinos rugían en la cima.
El fuego era rojo, y llameaba extendiéndose, los árboles como antorchas de luz resplandecían.
Las campanas tocaban en el valle, y hombres de cara pálida observaban el cielo,
la ira del dragón, más violenta que el fuego, derribaba las torres y las casas.
La montaña humeaba a la luz de la luna; los enanos oyeron los pasos del destino,
huyeron y cayeron y fueron a morir a los pies del palacio, a la luz de la luna.
Más allá de las hoscas y brumosas montañas, a mazmorras profundas y cavernas antiguas
a quitarle nuestro oro y las arpas, ¡hemos de ir, antes que el día nazca!
Más allá de las frías y brumosas montañas, a mazmorras profundas y cavernas antiguas...