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Otra vuelta de tuerca
¡Es una extraña historia!
Aquí la tengo, escrita con tinta desvaída y la letra de una mujer
que fue la institutriz de dos niños hace ya mucho tiempo.
Inexperimentada e inocente,
ella había conocido a su tutor en Londres.
Un hombre joven, desenvuelto y alegre,
el único pariente que quedaba a los niños.
Los niños vivían en el campo con una anciana ama de llaves.
Habían tenido una institutriz, pero ésta se había ido.
El niño, por supuesto, iba al colegio,
pero también estaba la niña, y las vacaciones habían empezado.
Ésa sería, pues, su tarea.
Pero había una condición:
él estaba tan ocupado,
con negocios, viajes, amigos, visitas, siempre había algo,
que no tenía tiempo para esos pobres pequeños.
Ella debía ocuparse de todo,
ser responsable de todo,
no debía preocuparle, no, nada de escribirle,
tenía que ser discreta y dar lo mejor de sí.
Ella lo dudó mucho.
Pero le entusiasmaba la idea de que él, tan apuesto y encantador,
un hombre de mundo, necesitara su ayuda.
Al final dijo: "Acepto".
Al final dijo: "Acepto".
Ya estamos llegando.
Muy pronto sabré,
sabré lo que me espera.
¿Quién vendrá a recibirme?
Los niños, los niños.
¿Serán listos?
¿Les agradaré?
Pobrecillos,
sin padre ni madre.
Los querré como quiero a los míos,
a mis seres queridos que se quedaron en casa,
tan lejos de aquí.
Tan lejos de aquí
y tan distintos.
¿Qué haré si sale mal?
¿A quién me dirigiré?
Aquí no hay nadie de mi condición.
Sólo está el ama de llaves.
¿Cómo me recibirá ella?
No he de escribir a su tutor,
eso es lo peor de todo.
Pase lo que pase,
yo sola he de tomar la decisión.
Un mundo extraño
a pedido de un extraño.
Oh, ¿por qué habré venido?
No, he dicho que lo haré.
Y lo haré por él.
No hay nada que temer.
¿Qué va a pasar? 57 00:06:35,720 --> 00:06:38,553 Valor, valor.
Ya estamos llegando.
Pronto lo sabré.
Pronto lo sabré.
Señora Grose, ¿cómo será ella?
¿Será simpática? ¿Será severa?
¿Por qué tarda tanto?
¿Por qué no está aquí? ¿Le agradaremos?
¡Callaos, niños!
¡Dios mío, me mareáis!
"¿Será así? ¿Será asá?" Lo habréis dicho ya cincuenta veces.
¡Basta ya!
Pronto lo veréis.
Y ahora sed buenos.
¡Señorita Flora, tu delantal!
¡Señorito Miles, tu cabello!
Tranquilos, niños, me estáis volviendo loca.
Enséñame cómo saludas, Miles.
Y tú, Flora, haz una reverencia.
¡El saludo!
¡La reverencia!
Aquí está.
Vd. debe de ser la Sra. Grose.
Me alegro mucho de conocerla.
Me alegro mucho de estar aquí.
Encantada, señorita. Bienvenida a Bly.
Tú debes de ser Flora.
Y tú, Miles.
¡Son encantadores y guapísimos!
Estamos muy contentos de que esté Vd. aquí, señorita.
Y son muy guapos.
Sí, los niños son muy buenos, señorita.
Pero demasiado vivarachos para una anciana ignorante.
La casa y el parque son magníficos.
Nunca había visto nada tan bonito.
El Srto. Miles es muy aplicado
y la Srta. Flora también es muy lista.
Necesitan a alguien más inteligente que yo. Ahora les irá mucho mejor.
¡Ven con nosotros, ven con nosotros!
Siento que Bly empieza a gustarme.
¡Primero te enseñaremos la casa y luego el parque!
¡No te quedes ahí hablando!
¡Tranquilizaos, niños! ¡Me tenéis agotada!
En un santiamén la habrán arrastrado por todo el parque.
No, deje que me enseñen todo.
Ahora Bly es mi hogar.
Señorita, una carta para Vd.
¡Aquí tiene!
Es una buena chica, no cabe duda.
Y además guapa.
Ahora todo irá bien,
hemos estado solos demasiado tiempo.
Señora Grose, lo han expulsado del colegio.
¿A quién? - A Miles.
¿Qué querrá decir? No podrá volver jamás.
¿Jamás? - Jamás.
¿Tan malo habrá sido? - ¿Él, malo?
Un peligro para sus compañeros. - ¿Un peligro?
No puedo creerlo.
Dígame, Sra. Grose, ¿le consta que Miles haya sido malo alguna vez?
Para mí, un niño que no es travieso no es un niño.
¡Pero malo, no!
¡No!
Que yo sepa, mi Miles nunca ha sido malo.
No el Srto. Miles. Será travieso, pero no malo.
Mire cuán dulcemente juega.
Y qué cariñosamente mira a su hermana.
Sí, este niño es un ángel.
No tiene sentido,
son todas mentiras.
Son todas patrañas.
¿Qué piensa hacer?
No pienso hacer nada.
Entonces ¿qué le dirá a él?
No le diré nada.
¡Bravo! Yo estoy con Vd., señorita.
¿Me permite?
Esto es precioso.
Cada día me parece más bello.
Y mis queridos niños cada día
me parecen más encantadores.
Mis temores estúpidos del principio ya están olvidados.
También ese miedo insidioso
que no me dejaba olvidar la carta.
Y cuando oí un grito lejano en la noche,
Y leves pasos delante de mi puerta.
Mi único deseo es
poder verlo.
Y que él viera qué bien cumplo su encargo.
Lo bien que cumplo su encargo.
Los pájaros vuelven a sus nidos.
Y yo también estoy en mi hogar.
Sola, tranquila, serena.
¡Ah! ¡Es él!
¡No! ¡No! ¿Quién es?
¿Quién puede ser?
¿Un criado? No, los conozco a todos.
¿Quién es? ¿Quién puede ser?
¿Algún forastero curioso?
Pero ¿cómo entró en la casa?
¿Quién es? ¿Quién?
¿Un loco aterrador que está aquí encerrado?
¿Un aventurero? ¿Un intruso?
¿Quén es? ¿Quién? ¿Quién puede ser?
¿Quién puede ser?
Tom, Tom, el hijo del gaitero,
robó un cerdo y se escapó.
Se comieron el cerdo y azotaron a Tom,
Tom salió gritando calle abajo.
¡Ahora robo yo el cerdo!
¡Vamos, venga ya!
Tom, Tom, el hijo del gaitero,
robó un cerdo y se escapó.
¡Ahora tú me persigues!
¡Te atraparé! ¡Te atraparé!
Se comieron el cerdo y azotaron a Tom,
Tom salió gritando calle abajo.
¡Otra vez!
Niños, ¿estáis listos?
Id delante, que yo os sigo.
Tom, Tom, el hijo del gaitero,
robó un cerdo y se escapó.
Está usted pálida y temblorosa. ¿Qué ha ocurrido?
Me he asustado. - ¿Por qué?
Vi a un hombre mirando por la ventana, un extraño.
Pero ya lo había visto una vez...
en la torre.
¿No era alguien del pueblo? - No.
¿Un caballero? - ¡En absoluto!
¿Qué aspecto tenía?
Tenía el pelo rojizo y rizado,
un rostro pálido y delgado.
Ojos pequeños, una mirada penetrante, fija y extraña.
Alto, bien afeitado, sí, incluso bastante apuesto.
¡Pero inspiraba terror! - ¡Quint! ¡Peter Quint!
Dios, ¿cuánto tiempo
seguirá aterrorizándonos?
Peter Quint... ¿Quién es?
Dios mío, Dios mío, ¿cuánto tiempo
seguirá aterrorizándonos?
Diga, Sra. Grose, ¿usted lo conoce?
¡Dígamelo!
Sra. Grose, ¿qué ocurrió en esta casa?
Quint, Peter Quint,
era el sirviente del señor.
Lo dejó a cargo de la propiedad.
No era de mi incumbencia, Srta.,
puesto que yo sólo me ocupaba de la casa.
Pero vi muchas cosas
que me disgustaron.
Quint se tomaba muchas libertades con todo el mundo.
Y también con el señorito Miles.
¿Con Miles?
Pasaban horas juntos.
¿Con Miles?
Sí, señorita.
También se tomaba libertades con ella,
con la bella señorita Jessel.
Ella era entonces la institutriz
de estos angelitos, de estos dos niños inocentes.
Y era una dama,
estaba muy por encima de él.
Dios, ¿cuándo acabará esto?
Pero él sabía
cómo engatusar a todos.
Aprecia la belleza, se lo aseguro, señorita.
Y siempre obtenía lo que quería, mañana y noche.
Pero ¿por qué no escribió al señor?
¿Por qué no le dijo que viniera?
No me atreví.
Él no quería problemas.
Y no era de mi incumbencia,
esos dos no eran cosa mía.
Quint era astuto.
Yo le tenía miedo
y miedo de que lo podría hacer.
¡No, Peter Quint, no me gustaba tu manera de ser!
Luego ella se fue.
Ya no se podía quedar.
Se fue para morir.
¿Murió?
¿Y Quint?
También murió. - ¿Murió?
Resbaló en la calle helada,
se rompió el cráneo y quedó ahí tirado hasta la mañana siguiente,
muerto.
Dios mío, ¿cuánto tiempo seguirá aterrorizándonos?
Yo no sé nada de esas cosas.
¿Es este remanso de paz un lugar donde pueden ocurrir
cosas indecibles?
¡Dios mío!
Pero algo está claro:
Aquí han pasado cosas malas
que han dejado huella.
Ese hombre impudente, pervertido, depravado.
Señora Grose, tengo miedo.
No por mí, sino por Miles.
El venía a buscar a Miles, no me cabe duda.
Y sé que volverá.
No entiendo....
Ahora me doy cuenta, tengo que proteger a los niños.
Tengo que preservar su tranquilidad
y la de su tutor.
Ver lo que hay que ver,
saber lo que hay que saber,
para que ellos no vean ni sepan nada.
Por Dios, señorita, no he entendido ni una palabra de lo que ha dicho.
Pero yo la apoyaré a Vd.,
se lo aseguro.
Los sustantivos terminados en -is suelen ser de género masculino.
Amnis, axi, caulis, colis,
fustis, ignis, orbis, ensis,
panis, piscis, postis, mensis,
torris, unguis y canalis,
vectis, vermis y natalis.
Sanguis, pulvis, cucumis,
lapis, casses, manes, glis.
Mis y lis, guis y nis y ris y tis.
Los sustantivos terminados en -is suelen ser de género masculino.
Muy bien, Miles. Te lo has aprendido muy bien.
Y ahora dime...
Dejemos ya eso. Hagamos historia.
¡Boadicea en su carroza!
¡Miradme!
¡Flora, no molestes, querida!
Miles tiene que estudiar latín.
Piensa, ¿de qué más te acuerdas?
¡Piensa!
Malo, malo, preferiría
Malo, estar un manzano
Malo, que ser un chico travieso
Malo, en la adversidad.
Miles, qué canción tan extraña.
¿Te la enseñé yo?
No, me la he inventado.
Me gusta.
¿Y a ti?
Ríos, mares y lagos.
¿Está este lago en mi libro?
No, cariño, es demasiado pequeño.
¿Pequeño? No, es inmenso.
Es un mar inmenso.
¿Un mar? Entonces tienes que decirme qué mar es.
A ver, Flora, ¿qué mares conoces?
El Adriático y el Egeo. - Bien.
El Báltico, el Bosnio y el Caspio. - Bien.
El ***, el Rojo, el Blanco y el Amarillo. - ¿Y cuál más?
El Mediterráneo. - ¿Y cuál más?
Y... y... y... el Mar Muerto.
¿Y éste de aquí?
Es el Mar Muerto.
¿Cómo puede estar muerto un mar?
Lo llaman muerto
porque nada puede vivir en él.
Entonces yo no me metería en ese mar y tampoco Miles.
Duérmete, muñequita, duérmete.
Duérmete ya.
Cántale una nana.
La muñeca tiene que dormir cuando tú quieras.
La muñeca tiene que dormir cuando yo quiera.
Hoy al lado del Mar Muerto.
Y mañana sus párpados de cera
podrían cerrarse en las llanuras de Moscovia.
Y ahora reposa aquí como una reina oriental
y un turco vigila su lecho.
Pero en cuanto se acabe el día,
se convertirá en pastora.
Pero ahora duerme, muñequita mía, duerme y sueña.
Y mientras sueñas,
quizá vuelva el mar a convertirse en palacio.
Pues nada puede seguir igual.
Así es, cariño.
Eres muy buena.
Y ahora, a dormir.
¡Flora, ven conmigo! Tenemos que ir a buscar a Miles.
Hola, ¿dónde estáis?
Ahí está. ¡Ve con él!
¡La Srta. Jessel! ¡Era la Srta. Jessel!
¡Ella también se aparece! ¡También ella!
Flora la vio, lo sé, pero no dijo nada.
¡Están perdidos, están perdidos!
No puedo protegerlos, no puedo salvarlos.
¡Ah, me siento tan inútil!
¿Qué puedo hacer?
Es aún peor de lo que imaginaba.
¡Están perdidos!
¡Perdidos!
¡Miles!
¡Miles!
¡Miles!
¡Miles!
Estoy aquí.
Yo soy todas las cosas extrañas y atrevidas.
El caballo sin jinete,
resoplando y golpeando el suelo duro de la playa.
El heroico asaltante
que saquea, que saquea el país.
Soy el rey Midas
con oro en las manos.
Oro, sí, oro.
Soy la doble faz del mundo,
los talones de Mercurio
que en sus alas oculta malicia y mentiras divinas.
La sutil caricia de la impostura.
En mí se encuentran secretos y deseos medio formados.
¡Secretos, oh, secretos!
Soy la vida oculta que se agita
cuando se apaga la vela.
Mis pisadas apenas audibles
suben y bajan,
el gesto desconocido,
la dulce palabra que obsesiona.
El largo vuelo, semejante a un suspiro, del ave nocturna.
¡Miles!
Te escucho. - ¡Miles!
Estoy aquí.
¡Flora!
¡Miles!
¡Flora, Flora!
¡Miles!
¡Flora!
¡Ven!
Estoy aquí.
Sus sueños y los nuestros nunca se unirán.
Van a abandonarnos.
¡Oh, ven a mí, ven!
Dime, ¿qué veré allí?
Todos aquellos por los que lloramos.
La Bella abandonada en la morada de la Bestia.
La Sirenita llorando en la orilla,
Gerda y Psique en busca de su amor.
Pandora también, con su terrible caja.
¿Qué ocurre en tus sueños?
Calla, para eso también tengo respuesta.
Pandora también, con su caja.
Su saber y el nuestro nunca estarán unidos.
Nos despreciarán...
¡Oh, ven a mí, ven!
En los senderos, los bosques, las riberas y junto a los muros,
en la hierba alta y las hojas muertas,
yo espero, yo espero, yo espero.
En los senderos, los bosques...
las riberas y junto a los muros,
en la hierba alta y las hojas muertas,
yo espero, yo espero, yo espero.
En los senderos, los bosques, las riberas
y junto a los muros,
en la hierba alta y las hojas muertas.
¡Ven sin falta!
¡Allí estaré!
¡Allí estaré!
¡Señora Grose, vaya a buscar a Flora!
¿Qué ha ocurrido?
¡Miles!
¡Flora no está en su cama!
¿Qué estás haciendo aquí?
Lo ves, soy malo, soy malo, ¿verdad?
¿Lo ves?
Soy malo, soy malo.
¿Por qué me arrancaste a mis sueños de sala de estudio?
¿Yo llamé? ¡No fui yo!
Lo que oíste fue el terrible ruido de las alas de un cisne salvaje.
¡Cruel! ¿Por qué me has llamado?
¿Yo te llamé? ¡No, no fui yo!
Fue tu corazón latiente que engañó a tus pasiones.
¡Traidor!
¿Dónde estabas cuando caí en el abismo?
¿Traidor? Yo no.
Yo esperaba el sonido de las campanas anunciando mi muerte.
Y ahora, ¿qué estás buscando?
Busco un corazón amigo. - ¡Estoy aquí! - No.
¡Te engañas a ti misma!
Quint, Quint, ¿acaso has olvidado?
¿Has olvidado, Quint?
Busco un corazón amigo,
alguien dispuesto a seguirme adonde yo le conduzca,
hábil cual malabarista para captar al vuelo mis pensamientos.
Soberbio, curioso, ágil,
alimentará mi poder creciente.
Entonces a su brillante servilidad
expondré las pasiones desesperadas
de un corazón angustiado.
Y en esa hora...
"La ceremonia de la inocencia se ha hundido".
Yo también necesito un alma con quien compartir mi dolor.
Despreciada, traicionada, humillada, para siempre encadenada estará
a mi espíritu desgraciado.
"La ceremonia de la inocencia se ha hundido".
Día tras día rompemos los barrotes,
rompemos el amor que los rodea
y engañamos a los ojos vigilantes.
"La ceremonia de la inocencia se ha hundido".
La ceremonia... - Se ha hundido.
La ceremonia... - Se ha hundido.
De la inocencia...
"La ceremonia de la inocencia se ha hundido".
Perdida en mi laberinto, ya no veo la verdad.
Tan sólo veo los neblinosos muros del mal que me oprime.
Perdida en mi laberinto, ya no veo la verdad.
Oh, inocencia, me has corrompido.
¿Adónde dirigirme, adónde?
Aunque nada sé del mal,
lo temo, lo siento,
incluso peor, lo imagino.
Perdida en mi laberinto, ¿adónde dirigirme?
Perdida en mi laberinto, ¿adónde dirigirme?
Perdida en mi laberinto, ¿adónde dirigirme?
Oh, cantémosles un nuevo canto.
Que todos los fieles alaben al Señor.
¡Oh, días y trabajo,
que el Señor os bendiga!
¡Oh, ríos, mares y lagos,
que el Señor os bendiga!
Oh, amnis, axis, caulis, colis,
clunis, crinis, fascis, follis... - ¡Que el Señor os bendiga!
Loadlo y glorificadlo por siempre.
Señorita, qué bella mañana.
Sí... - ¡Lápidas y árboles, alabad al Señor!
Luminosa como las campanas de una mañana dominical,
me encanta su sonido.
¡Oh, campanas y torres, alabad al Señor!
Y los queridos niños,
qué tiernos se les ve juntos.
¡Oh, senderos y bosques, alabad al Señor!
No se preocupe, todo se arreglará.
¡Oh, escarcha y hojas muertas, alabad al Señor!
Son tan felices con usted.
Oh, dragones y serpientes, gusanos y aves de rapiña...
Y usted es tan buena con ellos.
¡Alabad al Señor!
Todos la queremos, señorita.
Señora Grose, que Dios la bendiga.
Que nunca la maldiga.
Señora Grose, no están jugando,
están diciendo atrocidades.
¡Eso nunca!
¿Por qué están tan encantadores y tan anormalmente buenos?
Créame, no están con nosotros, sino con los otros.
¿Con Quint y esa mujer?
Con Quint y esa mujer. - Pero ¿qué podrían hacerles?
Podrían destruirlos.
Señorita, tiene que escribir a su tío.
¿Decirle que su casa está envenenada,
los niños locos
o que yo lo estoy?
Me pidió que no le molestara.
Sí, odia que le molesten.
Nunca le escribiré.
Oh, senderos y árboles... - Señorita, no se preocupe.
¿No los siente nunca rondar a su alrededor?
Los niños son tan felices con usted.
Están aquí, están por todas partes. - Y usted es tan buena.
Están por todas partes... - Todos la queremos a usted.
Y los niños están con ellos... - ¡Tranquilícese!
No están con nosotros. - Paciencia, todo se arreglará.
Venga, señorita,
es hora de ir a misa,
seguro que le sentará bien.
¡Flora, Miles, venid conmigo!
¿Te gustan las campanas? Me encanta cómo suenan.
Todavía siguen tañendo. - Sí.
Ahora que podemos hablar,
dime cuándo volveré al colegio.
¿Acaso no eres feliz aquí?
Ya soy mayor y echo de menos a los chicos de mi edad.
Sí, ya eres mayor.
Me gustaría hacer tantas cosas, podría hacer tantas cosas...
Yo confío en ti, Miles.
Confías en mí, querida,
pero piensas y piensas...
en nosotros y en los demás.
¿Piensa mi tío lo mismo que tú piensas?
Alabadlo y glorificadlo por siempre.
¡Me está retando!
Él sabe lo que yo sé y me provoca para que actúe.
Pero ¿quién creería mi historia?
¿La señora Grose?
No, ella no es la persona adecuada, tiene demasiadas dudas.
Estoy sola.
Sola.
Tengo que irme de aquí,
ahora que están en la iglesia,
lejos de esos bonitos ojos falsos,
lejos de mis temores,
lejos del horror,
lejos de este lugar envenenado,
¡lejos, lejos!
¡Está aquí!
¡En mi propio cuarto!
Aquí comenzó mi tragedia,
aquí comenzará mi venganza.
Cada vez se acerca más.
Desde el lago, por la escalera.
Aquí sufrí
y aquí encontraré la paz.
Por la escalera,
por el pasillo.
¿Dije paz?
Paz no,
sino poder causar feroz dolor.
Por el pasillo...
hasta el corazón de mi reino.
Me acerco cada vez más.
Me acerco cada vez más,
y cada vez más a menudo.
Está desplegando su tenebrosa influencia.
¡No lo permitiré!
¡No lo permitiré!
¡No lo soportaré!
Tendré que esperar, siempre esperar,
esperaré, rondando, a la niña.
¿Qué haces aquí?
¡Ay, Dios mío!
Es mío, el escritorio es mío.
¡Ay, Dios mío!
Son míos, los niños son míos.
¡Ay, Dios mío! No encuentro reposo.
Nunca los abandonaré.
Estoy muy cansada, pero no encuentro reposo.
¡Fuera, fuera de aquí,
horrible y malvada mujer!
No puedo irme. No puedo.
Pero ya no puedo soportar esto sola por más tiempo.
Tengo que escribirle.
Tengo que escribirle ahora.
Estimado, no, querido señor,
no he olvidado que Vd. me exigió silencio.
Silencio...
Pero hay cosas
que usted debería saber.
Tengo que verle,
verle y hablarle.
Lo antes posible.
Perdóneme, perdóneme.
Eso es todo.
Malo...
que ser un chico travieso.
Malo en...
¿Qué pasa? ¿A qué esperas?
Miles, ¿todavía no estás en la cama?
¿Ni siquiera te has desvestido?
Estaba aquí sentado, pensando.
¿Pensando?
¿En qué pensabas?
En esta extraña vida,
esta vida que llevamos.
¿Qué quieres decir?
¿Qué vida?
Lo sabes perfectamente, querida.
Siempre estás vigilando.
No lo sé, Miles.
Nunca me has contado nada,
nunca me dices nada.
Nada de lo que ocurrió antes de que yo llegara.
Hasta hoy creía que eras plenamente feliz.
Y lo soy.
Pero siempre estoy pensando.
Miles, acabo de escribir a tu tutor.
Tendrás mucho que contarle.
Tú también, Miles.
Miles, mi pequeño Miles,
¿no hay nada que quieras decirme?
Miles, ¿me estás escuchando?
Miles, ¿qué ocurrió en el colegio?
¿Y qué ocurrió aquí?
¡Miles! Estoy aquí,
estoy aquí.
Miles, si supieras cómo me gustaría ayudarte...
¡Miles, estoy esperando!
Ojalá me dejaras salvarte.
¿Qué ha ocurrido?
¡La vela se apagó de repente!
Yo la he soplado.
He sido yo, querida.
¡O sea que ha escrito!
¿Qué ha escrito?
¿Qué ha escrito?
Todo lo que sabe.
Pero ¿qué sabe ella?
Está allí, sobre la silla.
Allí, allí está.
Es fácil cogerla,
es fácil.
¡Cógela, cógela!
¡Cógela!
¡Cógela!
¡Qué chico más listo!
Debe de haber practicado mucho.
Nunca he conocido mejor niño.
No cabe duda, es brillante.
Ambos lo son.
Han progresado mucho gracias a Vd.
Con niños como estos, todo es posible.
Lo he hecho. Le he escrito.
La carta está lista.
Ha hecho usted bien, señorita.
Sigue tocando, querido.
La señora Grose disfruta viéndote tocar.
Todos disfrutamos.
¡Qué chico tan listo!
Nunca he conocido mejor niño.
Y la señorita Flora juega a la cuna del gato.
Tiene dedos ágiles.
Las cunas de gatos son de cordel y aire.
De cordel y aire.
Si la sueltas, no queda nada.
No queda nada.
Pero si somos hábiles
y tenemos dedos ágiles,
durarán para siempre.
Las cunas de gatos durarán para siempre.
Cuna de gato... - Cuna de gato...
Las cunas de gatos durarán para siempre.
Señora Grose, ¿está cansada?
Sí, estoy dando cabezadas.
Hace mucho calor aquí.
Cierre los ojos
y tendrá una cuna.
¡Miles, Miles!
Y el señorito Miles está tocando...
Duérmase.
¡Miles!
¡Miles! ¡Miles! ¿Y Flora?
Señora Grose, despierte. Ella se ha ido.
¿Qué, quién, señorita? - Flora ha ido a reunirse con ella.
¡Venga, tenemos que encontrarla!
¡Dios mío! ¿Y deja aquí a Miles?
Qué importa ahora, está con Quint.
Ha encontrado un truco perfecto para distraerme mientras ella se iba.
¡Venga, venga, venga!
¡Flora!
¡Flora!
¡Ahí está!
¡A quién se le ocurre salir corriendo
y tan lejos, sin abrigo ni sombrero!
Eres una niña muy mala.
¿Por qué te has ido?
Cariño, ¿dónde está la Srta. Jessel?
¡Flora!
¡Ahí está, mirad, ahí está!
¡Mira, pequeña desgraciada! ¡Mire, señora Grose!
¡Está ahí!
Señorita, yo no veo nada.
Mire, querida. ¿No ve nada ahí?
Ahí no está, pequeña. Ahí no hay nadie.
¡Pero mire!
Yo no veo a nadie, no veo nada, nada de nada.
No sé qué quieres decir.
Nosotras lo sabemos todo, ellas no saben nada...
Eres cruel, malvada, odiosa. ¿Por qué viniste aquí?
No está ahí.
Lléveme de aquí. La odio.
¡Silencio, silencio!
¿A mí?
No veo nada, no veo a nadie.
Sí, es una equivocación, volvamos rápidamente a casa.
Eso es, marchaos, marchaos...
¡No me falles, Flora!
Lléveme de aquí. Ella es cruel, malvada, odiosa.
¡Marchaos!
Es repugnante.
Amiga mía, me has abandonado.
Al final me has abandonado.
Flora, te he perdido.
Ella te ha enseñado a odiarme.
¿Soy acaso repugnante?
¿Repugnante? No, no.
Pero he fracasado.
He fracasado lamentablemente.
Y en mí ya no queda inocencia.
Y ahora ella me odia.
¡Me odia!
¡Señora Grose!
Oh, señorita, tenía razón,
hay que llevársela de aquí.
Si supiera la noche que he pasado...
No, no me lo pregunte.
Las cosas que esta niña ha dicho en sueños.
Cosas que yo ni sé ni quiero saber y
que ni siquiera me atrevo a recordar.
Querida, creía que la había perdido,
pensaba que no me creía.
Tiene Vd. razón, tengo que llevármela.
Sí, vaya a casa de su tío.
Él ya sabe que algo va mal.
Ha recibido mi carta.
Querida, su carta nunca fue enviada.
Desapareció de donde estaba.
Miles...
Miles debió llevársela.
Debió llevársela.
No importa, váyase ahora.
Yo me quedo aquí,
me quedaré para afrontar lo que sea con el niño.
Oh, Miles, no soportaría perderte.
Tú serás mío
y yo te salvaré.
Querida, ahora estamos solos.
¿Estamos solos?
Me temo que sí.
¿Tienes miedo,
tienes miedo de estar solo?
¿Y tú?
Querido Miles, adoro estar contigo.
¿Por qué crees que me quedo?
¿Te quedas por mí?
Me quedo como tu amiga.
Miles, no hay nada que no haría por ti.
No lo olvides.
Sí, sí.
¿Y si yo hago algo por ti ahora?
Dime, ¿en qué estás pensando?
¿En qué piensas?
¡Miles!
Quiero que me lo digas.
¿Ahora?
Sí, sería lo mejor, te lo aseguro.
¡Ten cuidado!
¿Qué pasa, Miles? ¿Quieres ir a jugar?
Sí, me encantaría.
Te lo contaré todo más tarde.
¡No!
Pero ahora no.
Miles, ¿robaste tú mi carta?
¿La robaste tú?
¡Miles, ten cuidado con ella!
¿La robaste tú?
No.
Sí... Yo la robé.
¿Por qué, por qué la cogiste?
Para ver lo que contabas sobre nosotros.
¡Cállate!
Miles, mi pequeño Miles, ¿quién es, a quién ves?
¿A quién esperas?
No reveles nuestros secretos. ¡No te fíes de ella!
No sé qué quieres decir.
¿Quién es? ¿Quién? Dímelo, por piedad.
Miles, eres mío.
¿Está ahí? ¿Está ahí?
¿Quién está ahí, Miles? ¡Dímelo!
¡No nos traiciones, Miles!
¡Nadie, nada! - ¿Quién?
¡En los senderos y los bosques, acuérdate de Quint!
¿Quién te dijo que robaras la carta?
En la ventana, sobre la torre, cuando la vela se apaga...
¿A quién esperas?
Él dirige, acecha, espera...
¡Di su nombre!
¡Sólo su nombre!
Él espera...
Di su nombre y él se irá para siempre.
¡Peter Quint, eres un demonio!
¡Miles! - ¡Miles!
¡Estás salvado! - ¡Hemos fracasado!
¡Estás salvado! - ¡Hemos fracasado!
Ahora todo se arreglará. - He de irme.
Todo se arreglará. - He de irme.
Juntos lo hemos destruido.