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Jean Siméon Chardin busca la belleza en las cosas de la vida cotidiana.
A partir de los años 30 se dedica a la pintura de figuras,
que en cuanto a la jerarquía de los géneros se consideraba superior a la pintura de bodegones.
Entonces empieza a hacer escenas en donde el tema
es de una gran humildad, un joven haciendo burbujas de jabón,
o una chiquilla enseñando a su hermanito cómo leer, etcétera.
O escenas más pequeñas en tamaño todavía en donde una madre
está a punto de empezar a comer con sus hijas y está rezando una oración.
La Bénédicité fue quizá la obra más popular en Francia en el siglo XIX.
Fue muy popular porque representaba a la Francia
del siglo XVIII, la idea del pueblo, de la burguesía,
lo opuesto a la idea que uno tiene de la vida disoluta de los reyes.
Lo opuesto a la imagen que transmitía Boucher.
En Francia todos tenían la sensación de que Chardin
era la Francia del siglo XVIII,
la Francia que llevaría a cabo la Revolución Francesa.
Esta obra era muy popular, de hecho la obra que está aquí en la exposición
se la regaló Chardin al Rey.
Quiero decir, esto es un solo un aspecto de Chardin, hoy en día esta obra es quizá un poco anecdótica.
Hoy en día preferimos las obras sin un tema real donde se ve más la dificultad a la hora de pintar.
La Bénédicité es una obra crucial para descubrir a Chardin,
es un obra muy bonita pero quizá no sea el Chardin que nos gusta ahora.
Esta es una de las grandezas de Chardin, cada generación tiene a su propio Chardin,
cada generación le interpreta de una forma y esto lo consigue un gran artista.