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Traductor: Sebastian Betti Revisor: Denise R Quivu
He pasado los últimos 38 años tratando de ser invisible.
Soy correctora de estilo.
Trabajo en The New Yorker
y corregir estilo en The New Yorker es como ser el jugador estrella
en un equipo de béisbol de las grandes ligas:
el más ínfimo movimiento es captado por los críticos;
Dios no permita que cometas un error.
Solo para aclarar:
los correctores de estilo no elegimos lo que entra en la revista.
Trabajamos las oraciones,
quizá los párrafos,
las palabras, la puntuación.
Lo nuestro son los detalles.
Ponemos la diéresis, los dos puntos, sobre la "i" de "naïve".
Imponemos el estilo de la casa.
Cada publicación tiene un estilo de la casa.
El estilo de The New Yorker es particularmente distintivo.
A veces se burlan de nuestro estilo.
Imaginen que todavía deletreamos "teen-ager" con un guion,
como si la palabra acabara de acuñ***.
Pero uno lee el guion en "teen-age"
y la diéresis en "coöperate"
y sabe que está leyendo The New Yorker.
La corrección de estilo en The New Yorker es un proceso mecánico.
Hay una función relacionada llamada la corrección tipográfica de pruebas
o dar un OK de página.
Si bien la corrección de estilo es mecánica,
la corrección de pruebas es interpretativa.
Hacemos sugerencias al autor a través del editor
para mejorar el énfasis de una oración
o señalar repeticiones involuntarias
y ofrecer alternativas convincentes.
Nuestro propósito es hacer que el autor se luzca.
Noten que no enviamos las correcciones directamente al autor,
sino al editor.
Esto crea a menudo una dinámica de "poli bueno" y "poli malo"
en la que el corrector, lo usaré como término genérico,
es invariablemente el "poli malo".
Si hacemos bien nuestro trabajo, somos invisibles,
pero tan pronto cometemos un error,
los correctores salimos a la palestra.
Este es el error más reciente con el que me he encontrado.
[El martes pasado, Sarah Palin, la personificación pre-Trump
del no-nadismo populista del Partido Republicano,
lo apoyó.]
"¿Dónde están los legendarios correctores de The New Yorker?", escribió un lector.
"¿No se refería el escritor a ser partidaria del nativismo?"
Ay.
No hay excusa para este error.
Pero me gusta: "no-nadismo".
Podría ser la versión vernácula estadounidense del "nihilismo".
(Risas)
Aquí, otro lector citó un pasaje de la revista:
[Ruby tenía setenta y seis años, pero conservaba su porte de autoridad;
solo su marcha inestable ocultaba su edad.]
Agregó:
"Seguramente alguien en The New Yorker conoce el significado de 'ocultaba'
y que significa lo opuesto al uso dado en esa oración.
¡Vamos! Más profesionalidad".
Ocultar: crear una falsa impresión.
Debería haber sido "delataba".
E. B. White escribió una vez sobre las comas en The New Yorker:
"Caen con la precisión de los cuchillos
en un acto de circo, delineando a la víctima."
(Risas)
Y es verdad, recibimos muchas quejas relativas a las comas.
"¿Hay realmente dos comas en 'Martin Luther King, Jr., Boulevard'?"
Quizá no las haya en el cartel, pero sí, es el estilo New Yorker para "Jr."
Un bromista escribió:
["Por favor, ¿podrían despedir o, al menos, parar
al maniático de las comas, de la redacción?]
(Risas)
Ah, bueno.
En este caso, los comas están bien colocadas,
salvo que no debería haber una
entre "maniático" y "de".
(Risas)
Además, si ponemos comas alrededor de "al menos",
podríamos usar guiones largos en torno a esa frase:
"... -- o, al menos, parar --"
Perfecto.
(Aplausos)
Luego tenemos esta:
"Los quiero, me encanta la revista,
pero, por favor,
¿podrían dejar de escribir números enormes como texto?"
[Dos millones y medio...]
No.
(Risas)
Una última protesta apasionada de una purista de la ortografía:
["Esas cosas largas y fibrosas son cuerdas vocales, no acordes".]
El lector indignado añadió:
"Estoy seguro de que no solo soy el primero en escribir
con respecto a este atroz error de corrección ortotipográfica,
sino también de que no seré el último.
¡Qué vergüenza!"
(Risas)
Solía gustarme recibir correos.
Hay un pacto entre escritores y correctores.
El corrector nunca delata al escritor,
nunca hace públicos los chistes malos que debieron ser quitados
ni las historias demasiado largas.
Un gran editor protege al escritor de sus excesos.
Y los correctores tienen su código también;
no anunciamos nuestros descuidos.
Me siento desleal divulgándolos aquí,
por eso, veamos qué hacemos bien.
No sé por qué tengo fama de severa.
Pero trabajo con escritores que saben cómo llevarse conmigo.
Conozco a Ian Frazier, o "Sandy", desde principios de los 80
y es uno de mis favoritos,
a pesar de que a veces escribe una oración
que me deja sin palabras.
Este es un ejemplo de una historia
sobre Staten Island tras el huracán Sandy:
[El resto de un muelle partido por el medio que perdió su otra mitad
colgaba sobre el agua
con sus tubos y alambres de soporte inclinados hacia adelante
parecidos a unos lingüini que se deslizan al salir de la caja.]
(Risas)
Antaño, esto nunca habría pasado la corrección gramatical.
Pero ¿qué podía hacer?
Técnicamente, en inglés, "parecido a" se sustituye por "como",
pero corregirlo sonaba ridículo,
como si el autor estuviera a punto de embarcarse en un extenso símil homérico
"como ocurre al abrir una caja de lingüini".
(Risas)
Decidí que el huracán hiciera justicia poética con Sandy
y dejé la oración sin cambios.
(Risas)
En general, si creo que algo está mal,
lo consulto tres veces.
Se lo dije a Sandy no hace mucho, en un momento de indiscreción, y dijo:
"¿Solo tres veces?"
Así que ha aprendido a aguantar.
Recientemente, escribió una historia para "Talk of the Town"
la sección de la portada de la revista con artículos breves sobre temas
que van de la exposición de Ricky Jay en el Museo Metropolitano
a la introducción de las bolsas para la comida sobrante en Francia.
La historia de Sandy trataba del regreso al Bronx
de Sonia Sotomayor, jueza del Tribunal Supremo.
Había tres cosas que tenía que plantearme.
Primero, un tema gramatical.
La jueza vestía de *** y Sandy escribió:
[Su rostro y manos destacaban,
parecidos a un cuadro antiguo, en gran parte oscuro.]
Ahora, a diferencia del huracán,
con este "como", o "like" en inglés,
el autor no tenía la excusa de describir los daños del huracán.
"Like" en este sentido es una preposición,
y una preposición pide un complemento, que es un sustantivo.
Este "like" tenía que ser "as", en inglés.
"Como en un cuadro antiguo, en gran parte oscuro".
Segundo, un tema ortográfico.
El autor estaba citando a alguien que estaba ayudando a la jueza:
["Será breve.
Estamos 'micronando' a la jueza"]
¿"Micronado"? (mic'ed)
En el mundo de la música, el micro se deletrea "mic" en inglés
porque es así como lo pone en los equipos.
Nunca había visto que se usara como verbo con esa ortografía
y me angustiaba pensar que "micronando"
apareciera en la revista bajo mi supervisión.
(Risas)
El estilo New Yorker para abreviar "colocar un micrófono" es "mike".
Finalmente, había una difícil cuestión de gramática y uso
en la que el pronombre tiene que tener el mismo número gramatical
que su antecedente.
[toda la gente de alrededor contuvieron su respiración]
"Su" es plural y "gente", su antecedente, es singular.
Uno nunca debería decir: "La gente estuvieron allí".
La gente estuvo allí. La gente está aquí.
Pero la gente dice "La gente contuvieron su respiración", todo el tiempo.
Para darle legitimidad,
los correctores lo llaman "el 'su' singular",
como si con llamarlo singular dejara de ser plural.
(Risas)
Cuando veo escrito algo así, mi tarea consiste en eliminarlo.
No podía usar un adjetivo posesivo que indicara "ella",
ni que indicara "él"
ni que indicara "él" o "ella".
Cualquier cosa que yo sugiriera tenía que encajar.
Pregunté, a través del editor,
si el autor consideraría cambiar
a "Todos contuvieron la respiración",
porque "todos" es plural.
No.
Intenté de nuevo: "¿Los presentes contuvieron la respiración?"
Pensé que esto sonaba vagamente judicial.
Pero el editor señaló que no podíamos usar "presentes" y "presencia"
en la misma oración.
Cuando me llegó la versión final,
el autor había aceptado "as" por "like",
y "miked" por "mic'ed".
Pero en "La gente contuvieron la respiración", se plantó.
Dos de tres no está mal.
En el mismo número,
en el artículo sobre las bolsas de comida sobrante en Francia,
un francés decía una palabrota injustificadamente.
Me pregunto,
¿que ofenderá más a los lectores cuando me llegue el correo?
(Risas)
Gracias.
(Aplausos)