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La noche que fuiste concebido
tu mamá y papá
tuvieron sexo
No estoy diciendo algo que no supieras
No estoy diciendo que las mariposas saborean con sus pies.
Es un hecho.
Como durante la Segunda Guerra Mundial
cuando, con días entre sí, los alemanes tiraron dos bombas en el Museo Británico.
La segunda cayó por el agujero que dejó la primera,
pero ninguna explotó.
Así como esa mágica noche con tu mamá y tu papá.
Es extraño y bizarro,
pero pasó.
No nos gusta pensar en nuestros padres teniendo sexo
Me hace acordar a los sandwiches de manteca y mantequilla de maní que hacía mi abuela.
Es asqueroso.
Pero en nueve meses
las células se dividieron y formaron algo hermoso.
A todos los efectos
estabas solo en el útero.
Pudiste haber compartido el espacio con un hermano o hermana,
pero no había nadie para decirte: "esto va a doler".
Y dolió, y duele,
pero siempre será un entrañable recuerdo para tus padres.
Mirá, he conocido hombres que masticaban papel aluminio.
Están ensamblados como maquinaria,
revestidos en una coraza de granito,
tallados por los tiempos difíciles hasta volverlos crueles.
Pero todos te dicen,
todas las artes mecánicas se rompen
la primera vez que ven a su hijo o hija.
Citando a todo hombre que he conocido que tuvo un hijo,
"te cambia."
Y eso me pone triste,
sabiendo que nunca voy a poder conocer este cambio,
habiendo descubrido a una edad temprana
que nunca voy a poder tener hijos.
Todavía trabajo en períodos de "momentos excelentes",
lo que es excelente,
pero mis problemas son verdaderos problemas.
Y me obliga a pensar en mi vida con un tono de finalidad,
que no voy a seguir cuando me haya ido.
Así que, si me muero hoy,
diganle al mundo las cosas que nunca dije.
Como si diciéndolas ahora, las haya dicho, de alguna manera, repetidas veces.
Como si ayer fuera cuando le podía decir algo al hoy.
De ese modo el mundo podría escucharme tan fuerte y
tan claro como el año que el mundo descubrió
que era un adelantado para mi tiempo,
que mi tiempo me dejó atrás para recordarle al tiempo
que estoy acá y ahora para decir que tal vez, este tiempo es mío.
Yo y el fracaso? Hablamos solamente con señas.
Tenemos un vocabulario limitado, por eso discutimos todo el tiempo
Y eso no quiere decir que no he conocido al fracaso.
Lo llevé a citas dobles con la verguenza y la humillación.
Durante la cena, nos sentamos en silencio a mirar a las velas convertirse en esculturas de todo lo que
nunca dijimos y siempre sentimos.
Soy cinturón *** en la disciplina de artes marciales de los retardados emocionales.
Pero he visto a la gente abrir una lata de lombrices que usan de carnada
para intentar pescar simpatía. Por eso sé que no estoy solo en esto
No soy el único con problemas,
y mis problemas no son únicos.
Así que, cada momento antes de que vaya a hablar
me hago acordar de callarme y decir algo.
Entrar a cada conversación
armado con montañas convertidas en guijarros,
y la historia verdadera del cómo y porqué lo hice.
Dejar que las personas sepan que si mis medias tienen olor a mierda
es porque estuve pateando culos todo el día.
Juego a tener conversaciones de a dos con extraños por la sola razón
de hacerlos menos extraños.
Intercambiamos historias como cambiando cartas,
y estamos bien con el hecho de que siempre hemos sido novatos,
y nunca nos convertimos en profesionales.
Y estoy bien con el hecho de que todavía no sé
que voy a ser cuando sea grande.
Pero hoy,
quiero ser fenomenal.
Mañana, quiero traerte una hoja de papel
con el teléfono de una compañía de taxis
que sepan la dirección exacta de mis brazos,
para que el día que necesites un abrazo, voy a estar ahí para eso.
Escuchar lo que tenés que decir sin esperar mi turno para hablar,
dejarte domir sin otra razón que
recordarte que está bien sentirse cansada.
Quiere decir que estás practicando para otro sueño.
Y tenemos que practicar.
Esta el razón de porqué se inventaron los botones del despertador.
La razón de porqué no despertamos y decimos "cinco minutos más".
Un sueño es el centro de rehabilitación para las personas insomnes.
Duermo siestas porque mis padres me dijeron
"podés ser lo que quieras, sólo seguí tus sueños".
Así que, practico,
sabiendo muy bien que nunca voy a alcanzar la perfección.
En una vida suficientemente larga todos fracasan.
El éxito no es inmortal.
Hay veces que lo enterramos como un hueso en el patio,
cavando bien profundo,
pero en el camino nos damos cuenta que nuestro dedos tienen facetas similares
que encontramos en los equipos de búsqueda que mandamos
para buscar un lugar apropiado para que descance.
Las últimas palabras del éxito fueron, y siempre serán,
"lo menos que podés hacer es todo".
Así que, hacé todo,
como si la vida fuera muy corta y vos muy alto.
Enamorate tantas veces como haga falta,
para que cuando el resto del mundo se despierte
puedas decir, "lo hice bien esta vez".
Hoy soy prueba viviente de que un tipo que nunca levantó muchas pesas
puede levantar el techo, todavía.
He amado esta vida.
Sonrío porque tengo pequeños sueños
que juegan a la rayuela en las comisuras de mi boca.
Y cuando respiro, flotan,
cuando me río, remontan barriletes.
Pasé largas noches en hospitales mirando electrocardiógrafos,
dandome cuenta de que mi corazón tiene un horizonte.
Y he visto demasiadas personas que ponen limpiaventanas
para que sus ojos puedan ver sus vidas pasar frente a ellas con claridad.
Que es por lo que trato de señalar mis más mundanos recuerdos
con monumentos que marquen mi tiempo como algo más que momentos.
Como el 21 de noviembre de 1999;
entré a una cafetería, e invité a salir a una chica.
Ella dijo, "Estoy ocupada hasta el próximo eclipse lunar".
Así me fuí riendome, sabiendo que minutos antes
había leído un artículo que decía que el próximo eclipse lunar
sería el 21 de enero del 2000.
Dos meses después.
¿Una coincidencia?
No. Es escalofriante.
Pero terminamos saliendo, y la pasamos muy bien
hasta que le conté esa historia y ella dijo,
"es una locura. Es el tipo de historia que le contás a tus hijos".
No había nadie que me dijera, "esto va a doler"
Y dolió, y duele. Fue y siempre será,
un recuerdo que me hace acordar que nunca podré tener hijos.
Enotnces de vez en cuando, tengo que ser un niño.
Venir al mundo armado de curiosidad y asombro.
Combinar las cartas sin enviar de mi vida en una palabras: "sí".
Si a las cenas románticas a la luz de una linterna cuando se acaban las velas.
A las almohadas con manijas para que puedas agarrarte a tus sueños.
A los equipos de trineo de perros perdedores, que usan gatos rabiosos en vez de caninos,
a las minas llenas de papel picado,
a las manos firmes de los amigos que viven como cirujanos
operando nuestros corazones rotos,
construyendo marcapasos de los repuestos de la piedad.
Nos pasamos la vida tratando de descubrir lo que no queremos.
Nos obsesionamos con el remordiemiento,
porque casi siempre triunfamos a pesar de las dificultades.
Vamos a lo seguro.
Perdemos tiempo preguntandonos, "¿y si estamos errados?"
¿Y si fracasamos, que pasa si perdemos, que pasa después?
Bueno, entonces sos un perdedor. Pero no estás solo.
Hay incontables personas que fuimos derribadas.
En una vida suficientemente larga, todos fracasan.
Hay un universo entero hecho de los emails a amores secreots,
un cielo vacío relleno de detalles perdidos
de lo que se siente no saber,
porque vamos por la vida sin siquiera intentar
Sientiendonos justificados por nuestras excusas de "que pasaría si".
¿Qué pasaría si el/ella/ellos/eso/aquello, que pasaría si no?
Y yo pregunto, "¿qué pasaría si sí?"
El niño en mí dice que sí a todo,
el amor en mí dice, "calláte y decí algo".