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Quizás para comprender es necesario distinguir
entre las cuestiones morales
y las cuestiones de espiritualidad o de salud.
Las cuestiones morales se centran en el problema fundamental
del respeto ajeno.
Generalmente, la moral moderna pende a la ideología de los derechos humanos.
Entonces si tuviéramos, por ejemplo, la posibilidad de aplicar
en todo el mundo los derechos humanos,
no habría más guerra,
ni masacre, ni genocidio,
ni robo, ni estupro.
Entonces si respetáramos hoy a los otros seres humanos
como exigiría la moral más perfecta,
la moral de los derechos humanos,
vemos que el mundo estaría progresando. Sin embargo,
y ese es el punto fundamental para entender qué es la filosofía:
aunque respetáramos los a derechos humanos y a los otros,
en la moral más perfecta y mejor aplicada,
eso no nos impide, por ejemplo, de envejecer.
Podemos ser sanos, seres morales que respetan a los otros,
y aún así envejecemos.
¿Para qué envejecer?
Esa es una cuestión extramoral,
va mas allá de la moral.
Podemos ser morales, respetar a los otros,
y, por ejemplo, tener un hijo que tiene cáncer y se muere,
eso no tiene nada que ver con la moral.
Todas esas cuestiones existenciales sobre la muerte,
sobre la enfermedad, sobre la educación,
incluso sobre la banalidad del cuotidiano, ¿qué hacemos con la banalidad del cuotidiano?
Son cuestiones que van más allá de la moral,
que han sido consideradas por las grandes religiones hace poco tiempo,
e incluso por quien es creyente hoy.
Pero creo que si no se es creyente,
esas cuestiones de espiritualidad que no son cuestiones morales
tienen que ser abordadas con ayuda de filosofía.
La filosofía moderna, contemporánea,
debe también, como la filosofía griega,
abordar esas cuestiones y la cuestión de la buena vida
que es, una vez más, la vida libre de miedos,
la vida que alcanza la serenidad y la libertad.