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El término arte moderno parece indicar que es algo actual,
pero ese estilo en realidad se desarrolló hace más de 150 años
e incluye artistas de renombre clásico,
como Picasso, Matisse o Gauguin.
Y lo que es aún más irónico es que los pioneros de este movimiento
--considerado revolucionario e incluso escandaloso en aquella época--
se inspiraron en gran medida
en los objetos de diseño tradicional y clásico.
Ya en el Renacimiento,
los principales movimientos artísticos europeos destacaban
por una representación convencional e interés por las formas clásicas.
Pero eso empezó a cambiar a finales del siglo XIX
con artistas como Van Gogh y Cézanne que ampliaron los límites de la pintura.
Al poco tiempo, surgió un movimiento que buscaba crear
un estilo de arte completamente nuevo.
Y una manera de lograrlo era inspirarse más allá de la civilización occidental.
Por ejemplo, Paul Gauguin se trasladó a la isla de Tahití en la década de 1890.
Allí encontró la inspiración
en los habitantes, el paisaje y la cultura de la isla
y creó obras de arte que entrelazaban
temas europeos con la tradición de Polinesia.
Otros se fijaron en las culturas del mundo islámico,
pero la inspiración más influyente vendría del África subsahariana.
Mientras los imperios europeos se adentraban en el continente africano,
sus artefactos y obras de arte acababan
en manos de museos y coleccionistas.
Uno de estos coleccionistas era Henri Matisse,
quien mostró a su amigo Picasso una máscara que había adquirido,
hecha por la tribu dan de Costa de Marfil.
La máscara despertó la curiosidad de Picasso,
y lo llevó a visitar el Museo Etnográfico Trocadéro en París, en 1907.
Fundado para albergar adquisiciones de las conquistas coloniales,
el museo se enorgullecía de su colección de arte africano,
con figuras estilizadas y máscaras de madera
decoradas con colores y materiales simples.
La visita fue toda una revelación para Picasso,
quien proclamó que las máscaras africanas significaban pintura de verdad.
Por aquel entonces, Picasso estaba trabajando
en una pintura de cinco mujeres desnudas
en un estilo que llegaría más adelante a llamarse cubismo.
Y mientras tres de estas señoras muestran rasgos faciales
presentes en el arte ibérico antiguo,
un recuerdo de la herencia española de Picasso, las caras
de las otras dos a la derecha se parecen mucho a las máscaras africanas.
Creada en 1907 después de cientos de bocetos y estudios,
"Las señoritas de Avignon" se considera
la primera y una verdadera obra maestra del siglo XX
que rompió con muchas nociones previamente apreciadas en el arte.
Era a la vez agresiva y abstracta,
distorsionada y a la vez primordial en su geometría incipiente,
un nuevo lenguaje artístico con nuevas formas, colores y significados.
Estos rasgos vanguardistas causaron sensación
cuando la pintura fue exhibida por primera vez casi 10 años más tarde.
Chocó mucho al público
y los críticos la denunciaron como inmoral,
incluso los propios amigos de Picasso quedaron sorprendidos
y al mismo tiempo, ofendidos y atraídos por su audacia.
Otros artistas siguieron pronto los pasos de Picasso.
Constantin Brancusi y Amedeo Modigliani en París,
o los expresionistas alemanes,
todos basaron la estética de su trabajo en las esculturas africanas.
Otros buscaron un continente diferente como fuente de su inspiración.
El escultor británico Henry Moore
inspiró muchas de sus esculturas de bronce semiabstractas
en una réplica de un Chac Mool,
una estatua yacente distintiva de la cultura tolteca-maya.
El arte precolombino tuvo también una gran influencia para Josef Albers.
Creó una serie de composiciones,
como las series geométricas "Homenaje al cuadrado",
inspiradas por las pirámides y arte local
que encontró en sus frecuentes visitas a México.
La inspiración de las culturas clásicas asentó las bases
de uno de los movimientos más revolucionarios en la historia del arte,
pero ¿estos artistas jugaron el papel de exploradores o conquistadores,
se apropiaron de las ideas
y se aprovecharon de estas culturas que consideraban primitivas?
Preguntas como estas merecen atención
mientras los artistas continúan redefiniendo los estándares.
Tal vez pronto estas innovaciones audaces del arte moderno
parecerán unos dogmas rancios,
ignorados por un nuevo movimiento de pioneros radicales
que encontrarán su inspiración en otra fuente inusitada.