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Al tiempo que crece la tensión entre los gobiernos de Irán y EE.UU en el ya volatil estrecho de Ormuz,
y Rusia y China comienzan a cuestionar abiertamente la injerencia de Washington en su política interna,
El mundo continúa al borde de una gran tensión militar.
En cualquier caso, lejos de ser un observador distante de los acontecimientos, los medios de comunicación han sido vitales en esa escalada de tensión,
y en preparar al público para la inevitabilidad de la confrontación.
Mientras los tambores de guerra vuelven a sonar una vez más en Irán,Siria, el Mar de la China Meridional, y otros posibles puntos calientes de todo el globo,
los ciudadanos preocupados se preguntan cómo un mundo tan harto de sangre y una población tan cansada de conflictos puede encaminarse a este punto de nuevo.
Para entender esta aparente paradoja, debemos entender primero los cientos de años de historia sobre cómo los medios han sido usados para meter al país en una histeria belicista,
deshumanizar a los supuestos enemigos, e incluso manipular al público para que crea unas causas de la guerra que, décadas después, se admitió que eran completamente ficticias.
El término "periodismo amarillo" se acuñó para describir el tipo de cobertura sensacionalista, motivada por el escándalo, y a veces errónea,
popularizada por periódicos como el New York Journal de Randolph Hearst. En uno de los ejemplos más flagrantes de este fenómeno,
los diarios de Hearst pregonaron a los cuatro vientos el hundimiento del Maine como obra de los españoles.
Arrastrados hacia una histeria anti-española por un torrente diario de noticias describiendo las supuestas torturas y violaciones a cubanos por parte de los españoles,
y con el incidente del Maine como gota que colmaba el vaso, el público dio la bienvenida al inicio de la guerra Hispano-Americana.
A pesar de que en la actualidad se cree de manera extendida que la explosión en el Maine fue debida a un incendio en una de sus carboneras,
los escabrosos informes iniciales sobre la participación española coló y la nación fue conducida a la guerra.
De muchas maneras, la frase tristemente atribuída a Hearst en respuesta a su ilustrador "Tu encárgate de la pintura y yo me encargaré de la guerra",
tan apócrifa como puede ser la anécdota, codifica perfectamente el método por el cual el público sería conducido a la guerra una y otra vez a lo largo de las décadas.
EE.UU se vio arrastrado a la I Guerra Mundial por el hundimiento del Lusitania, un transatlántico británico que transportaba pasajeros americanos
cuando fue torpedeado por barcos de la marina alemana frente a las costas de Irlanda, matando a más de 1.000 de sus pasajeros.
De lo que no se informó al público en ese momento, por supuesto, es que sólo una semana antes del incidente, el entonces Primer Lord del almirantazgo Winston Churchill,
había escrito al Presidente de la Cámara de Comercio que "lo más importante era atraer embarcaciones neutrales a nuestras costas,
especialmente con la esperanza de enredar a Estados Unidos con Alemania."
Al igual que las informaciones sobre el ataque tampoco dijeran que el barco transportaba munición para rifle y otros suministros militares.
Al contrario, las informaciones enfatizaron de nuevo que el ataque era un golpe de improviso de un maníaco enemigo, y se dirigió al público a la guerra.
La participación de EE.UU en la II Guerra Mundial fue igualmente el resultado de una deliberada desinformación.
A pesar de que el Honolulu Advertiser predijo incluso el ataque sobre Pearl Harbour días antes, de que los códigos japoneses ya habían sido descifrados en aquel momento,
y de que incluso Henry Stimson, el Secretario de Guerra de EE.UU, anotó en su diario la semana anterior que había discutido durante una reunión con Roosevelt
"cómo debíamos colocarlos (a los japoneses) en una posición de disparar el primer disparo sin permitir mucho peligro para nosotros mismos",
el público aún fue manipulado para creer que el ataque de Pearl Harbour fue completamente imprevisto.
Justo el mes pasado, ha aparecido un memorándun recién desclasificado que muestra que Roosevelt había advertido de un inminente ataque japonés sobre Hawai
sólo tres días antes de los eventos de Pearl Harbour, y aún así los libros de historia siguen describiendo Pearl Harbour como ejemplo de ataque por sorpresa.
En Agosto de 1964, al público se le dijo que los norvietnamitas habían atacado a un destructor de EE.UU en el Golfo de Tokin en dos ocasiones diferentes.
Los ataques fueron descritos como un claro ejemplo de "agresión comunista", y se aprobó con prontitud una resolución en el Congreso autorizando al Presidente Johnson
a iniciar el despliegue de fuerzas de EE.UU en Vietnam. En 2005, se difundió un estudio interno de la NASA que concluye que en realidad el segundo ataque nunca tuvo lugar.
En efecto, 60.000 militares norteamericanos y casi tres millones de vietnamitas, sin mencionar los 500.000 camboyanos y laosianos, perdieron sus vidas debido a un incidente que nunca ocurrió,
más que en la imaginación de la administración Johnson y las páginas de los medios americanos.
En 1991 se presentó al mundo la emotiva historia de Nayirah, una niña kuwaití que testificó sobre las atrocidades cometidas por las fuerzas iraquís en Kuwait.
Mientras estuve allí, ví a soldados iraquís entrar al hospital con armas. Sacaron a los niños de las incubadoras.
Los sacaron y los dejaron morir en el suelo frío.
Fue terrorífico.
Lo que nunca se le contó al mundo fue que el incidente fue en realidad obra de una empresa de relaciones públicas, Hill and Knowltown, y que la niña era de hecho la hija del embajador kuwaití.
Una vez más, al público se le enredó en una histeria de odio hacia el régimen de Hussein, no por las atrocidades documentadas que había cometido contra segmentos de su propia población
con armas proporcionadas por el mismo Estados Unidos, sino sobre la base de una historia imaginaria contada al público por a través de sus televisiones, orquestadas por una empresa de RR.PP.
En los meses previos a la guerra de Iraq, los medios americanos se centraron de manera infame en enmarcar el debate de las armas de destrucción masiva del gobierno de Iraq,
NO como una cuestión de si existían o no, sino como una cuestión de dónde habían sido escondidas y sobre qué debía hacerse para desactivarlas.
El New York Times encabezó el grupo con los ahora infames artículos de Judith Miller sobre la noticia de las ADM iraquís,
que ahora se admite que estaban basadas en información falsa procedente de fuentes no fiables, sin embargo el resto de medios siguieron la estela,
con el Nightly News de la NBC preguntando "¿Qué amenaza concreta supone para America las armas de destrucción masiva de Iraq?",
y la revista Time debatiendo si Hussein estaba "haciendo un esfuerzo de buena fe para desarmar las armas de destrucción masiva de Iraq".
Las informaciones sobre escondites de armas químicas se difundían antes de que se confirmaran, y los titulares declaraban crudamente su existencia como un hecho indiscutible.
Sabemos que en realidad los arsenales no existían, y que la administración mintió deliberadamente al país para ir a otra guerra, y sin embargo la oposición más intensa que
recibió la administración Bush por este crimen de guerra documentado fue alguna correción política en el circuito de debates televisivos de tertulianos de los domingos.
-Déjeme preguntarle algo, ¿Si no tenían esas armas de destrucción masiva, por descontado eso es cierto, por qué suponían entonces una amenaza inminente para nosotros, para este país?
Usted y otros pocos críticos son los únicos a los que he escuchado utilizar la frase "amenaza inminente", yo no la usé, el presidente no la usó, y se ha convertido en una falsedad de lo que pasó
-¿Está diciendo que nadie de la administración dijo eso? -No puedo hablar por toda la administración y decir que nadie dijo eso
-¿No dijo eso el vicepresidente? -Si usted tiene alguna cita, me gustaría verla
Aquí hay una, esto lo dijo usted: "Algunos creen que la amenaza nuclear de Iraq no es inminente, y estaría a 4-5 años de conseguir armas nucleares, yo no estaría tan seguro."
Bueno, yo intenté ser preciso, intenté acertar...
Mi visión de la situación era que él tenía... nosotros creíamos con la mejor inteligencia, que otros países también tenían...
De manera noticiable, el público en su mayoría parece no haber aprendido nada de todas estas manipulaciones históricas. En todo caso, los medios se han hecho aún más descarados
en sus intentos de manipular las percepciones del público, envalentonados quizás por el hecho de que son pocos entre la audiencia los que parecen dispuestos a cuestionar
la fotografía que se les presenta en las noticias de la tarde.
En 2008, la CNN emitió imágenes de un borbardeado Tskhinvali en Osetia del Sur, falsamente etiquetado como imágenes de Gori, que decían había sido atacada por los rusos.
Esto fue negado inmediatamente por el cámara que tomó las imágenes.
Hoy cuando llegamos, nos enteramos de la noticia de que Gori había sido bombardeada, yo ví mis imágenes y dije eso no es Gori, eso es Tskhinvali
habiendo recorrido Tskhinvali a lo ancho y largo no necesito mucho para decir en qué punto se grabaron éstas o esas imágenes, puedo jurar delante de cualquier tribunal,
puedo señalar el punto en un mapa de la ciudad porque yo soy el hombre del canal ruso que grabó eso.
Está a 50 metros de distancia de la entrada al territorio de las fuerzas de paz. Esos tipos cuyos movimientos están regulados por la ONU fueron todos asesinados, los osetios bombardearon todo su batallón.
En 2009, la BBC mostró una foto recortada de una manifestación en Irán que ellos afirmaban que era una multitud de manifestantes que se reunían para mostrar su oposición al gobierno iraní.
Una versión no recortada de la misma fotografía mostrada en la web del LA Times, reveló sin embargo que la foto pertenecía en realidad a una manifestación de apoyo a Ahmedinejad.
En Agosto de 2011, la BBC mostró imágenes de lo que ellos afirmaban ser una celebración en la Plaza Verde de Tripoli. Cuando los televidentes con buena vista se dieron cuenta de que las banderas
que aparecían en las imágenes eran en realidad banderas de India, la BBC se vio forzada a admitir que "accidentalmente" emitieron imágenes de India en lugar de Tripoli.
También ese mes, la CNN informó sobre una noticia del Observatorio Sirio de Derechos Humanos que afirmaba que ocho niños en incubadoras habían muerto en un hospital de Hama
cuando las autoridades sirias cortaron la electricidad en la zona. Algunos websites de noticias incluso mostraron fotos de los niños.
Luego se reconoció que esas fotos habían sido tomadas en Egipto y nunca han aparecido pruebas que apoyaran las acusaciones.
Tan impresionantes como son estas mentiras, manipulaciones y los llamados "errores", no representan las únicas funciones de los medios para la maquinaria bélica.
En la actualidad, el gobierno de EE.UU está cada vez más involucrando en dar forma al mensaje de los medios sobre la propaganda de guerra,
y el gran público está incluso más atrapado en una falsa fotografía del mundo a través de las lentes del propio Pentágono.
En 2005, la Casa Blanca de Bush admitió haber producido videos diseñados para parecer informaciones de legítimos periodistas independientes,
para suministrarlos a las cadenas de noticias después como material empaquetado listo para ser emitido en las noticias de la tarde.
Cuando la Oficina de Responsabilidad del Gobierno dictaminó que estos informes falsos constituían de hecho propaganda ilegal encubierta,
la Casa Blanca sencillamente declaró legal la práctica.
En Abril de 2008, el New York Times reveló un programa secreto del Departamento de Defensa que fue lanzado en 2002 y que consistía en usar
agentes retirados del ejército para implantar en los medios de comunicación los mensajes clave del Pentágono.
Los agentes eran presentados como "analistas independientes" en debates televisivos y programas de noticias, a pesar de haber sido especialmente instruídos
previamente por el Pentágono. En Diciembre de 2011, el propio Inspector General del Dpto de Defensa difundió un informe que concluye que el programa
cumplía perfectamente con las directrices y regulaciones gubernamentales.
Ese mismo año, fue revelado que el gobierno de EE.UU había contratado a HBGary Federal para el desarrollo de un software que crea cuentas falsas en redes sociales
para manejar la opinión pública y promover la propaganda en websites populares.
El contrato federal para el software tiene su origen en la Base de la Fuerza Aérea de MacDill en Florida.
Como el vehículo a través del que la información del mundo exterior es capturada, clasificada, editada y transmitida hasta nuestros hogares,
los grandes medios de comunicación tienen la enorme responsabilidad de modelar e informar nuestro entendimiento de acontecimientos a los que no tenemos acceso de primera mano.
Esta es una increíble responsabilidad incluso en las condiciones más favorables, con reporteros diligentes guiados por editores de confianza dando lo máximo
para informar sobre las noticias más importantes de la manera más honesta.
Sin embargo con un paisaje periodístico en el que un puñado de compañías poseen virtualmente todos los medios de comunicación impresos, de radio y televisión de cada país,
el único recurso que tiene el público es alejarse de todos los grandes medios de comunicación. Y eso es precisamente lo que está sucediendo.
Como estudio tras estudio e informe tras informe han mostrado, la muerte de los viejos medios se ha acelerado en los últimos años,
con más y más personas que están abandonando los periódicos y ahora incluso la televisión como su principal fuente de noticias.
Por contra, el público se está volviendo cada vez más hacia fuentes online para las noticias y la información, algo que preocupa necesariamente a la propia maquinaria bélica,
un sistema que sólo puede florecer verdaderamente cuando el brazo propagandístico se mantiene firme bajo un control monopolista.
Sin embargo, al tiempo que los ciudadanos se alejan del New York Times y se vuelven hacia websites independientes, muchas de ellas dirigidas y mantenidas por
ciudadanos periodistas y editores amateur, el sistema que ha consolidado su control sobre las mentes del público durante generaciones parece dar muestras finalmente
de que podría no ser invencible.
Por supuesto huelga decir que los medios online no son impermeables a los defectos que han hecho a los medios tradicionales tan poco fiables.
Bastante al contrario. Sin embargo la diferencia está en que aún existe una relativa libertad de elección a nivel individual en los medios online.
Mientras haya libertad en internet, los lectores y espectadores no tienen que creer la palabra de ninguna web o experto comentarista sobre cualquier asunto.
Pueden comprobar la documentación de la fuente original por sí mismos, a excepción, quizás no por casualidad, de las webs de los bastiones de los medios tradicionales,
que tienden a no enlazar al material de la fuente original ni documentación en sus artículos.
De ahí la ley SOPA, la Protect IP, los intentos del gobierno de EE.UU de secuestrar websites a nivel del nombre de dominio,
y todos los demás ataques concertados que hemos visto sobre las libertades en internet durante los últimos años.
Porque en última instancia, un público informado y comprometido es mucho menos probable que acepte guerras libradas por poder y beneficios.
Al tiempo que el público se informa mejor sobre los mismos asuntos sobre los que los medios les ha mentido durante tanto tiempo,
se da cuenta de que la respuesta a toda esta animación bélica de los grandes medios de comunicación y a tanta manipulación descarada
es quizás más sencilla de lo que nunca sospechamos:
Todo lo que tenemos que hacer es dejar de verlos (apagarlos)
Traducido por: http://www.nuevoorden.es/