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Crecí en una época en la que la carrera espacial
parecía haber influido en el diseño de todo lo que me rodeaba.
Yo era una niña de los 60,
fanática de la ciencia ficción
como 2001, Star Trek y Star Wars.
El diseño del futuro parecía tan emocionante,
parecía como
si fuésemos a vivir en casas como estas
incluso el nombre de esta casa era "Futuro".
Estaba hecha de plástico de poliéster reforzado
y diseñada para ser producida en masa y puesta en cualquier lugar.
De niña no podía imaginar
un lugar más genial donde vivir.
¿Qué tipo de auto estacionaría en esta casa?
Para mí había sólo una opción,
el legendario Ferrari Módulo.
Fue diseñado por Pininfarina, la casa de diseño italiana,
hace 44 años,
y para mí era todo un sueño.
El techo en su conjunto
se deslizaba hacia adelante; escalarla era una aventura.
¿Y qué se pondría una para salir en este auto?
No es un auto para subirse en pantalones vaqueros y camiseta.
No, no, no.
Como mínimo había que ponerse la línea espacial de Pierre Cardin,
para verse bien en este auto.
Diseñadores de los 60 como Cardin, Andre Koresh, Paco Rabanne,
fueron los responsables de crear la estética futurista.
Incluso proponían que la gente del futuro usaría trajes enterizos;
así tal cual.
(Risas)
En su visión, estas modas futuristas usarían materiales
como plásticos moldeados, fibras sintéticas,
todo tipo de vinilos.
Pero esos materiales de la era espacial se basaban en la industria petroquímica
que creaba la nueva ciencia de los polímeros.
Esos diseños en realidad no eran
muy sustentables, ni siquiera prácticos.
La casa Futuro tuvo que ser retirada del mercado a mediados de los 70
debido a la crisis del petróleo
que hizo de la producción
algo prohibitivamente caro.
El auto Módulo,
bueno, era sólo un concepto.
Era demasiado bajo para ser legal
y, de hecho, sólo se podía conducir en línea recta.
En cuanto a la ropa de plástico y a las fibras sintéticas,
bueno, si alguna vez las han usado, saben que no respiran.
No son muy cómodas,
así que
tuvieron limitaciones.
De niña mi futuro,
ese futuro plástico fantástico,
no contemplaba un mundo con este aspecto.
Varias décadas después
sabemos que los denominados materiales del futuro
en realidad no eran patrones de comportamiento sustentables
y hoy sabemos que tenemos que repensar radicalmente
las materias primas, la fabricación, el consumo y esas cosas.
Seguí mi sueño de la infancia
de ser diseñadora
y me dediqué a la moda
pero seguí interesada en la ciencia y la tecnología.
Buscaba una visión de futuro
en cierta forma positiva;
empecé a investigar
cómo sería esa visión de futuro
y escribí un libro
sobre el futuro de la moda pero no
sobre qué usar en la próxima temporada sino qué usar dentro de 50 años.
Una de las cosas
que descubrí en la investigación fue que si uno quiere indagar sobre el futuro
no debe preguntarle a un diseñador, sino a un científico.
Una de las personas más interesantes que conocí
era biólogo
que al decirle que investigaba la visión de futuro de la moda
me respondió:
"Podrías cultivarla".
Me explicó que los microorganismos
como las bacterias y las levaduras
también pueden producir fibras textiles.
No es necesario cultivarlas en el campo,
pueden cultivarse en un líquido.
¡Guau! Era una visión de futuro que nunca había visto o escuchado:
un vestido que surge de una cuba de líquido.
Por eso ya no trabajo con esto
sino que trabajo con esto otro.
Mis hebras pasaron de ser visibles a ser invisibles,
pero, en esencia, el material
es el mismo, es celulosa.
Ya no pienso en telas
en términos de petróleo o de campos,
lo hago en términos de microbios y recetas.
Esta es la receta de una chaqueta.
Té verde azucarado,
algunos microbios
y un poco de tiempo.
Esta es una solución de fermentación,
la sombra oscura que se ve en la parte inferior
es un organismo viviente.
Es una mezcla simbiótica de levaduras y bacterias
que cuando se alimentan de los azúcares
hilan nanofibrillas de celulosa.
Y éstas se unen y forman fibras.
Con el tiempo eso forma una esterilla gruesa en la superficie.
Estos son baños de cultivo que tengo en mi estudio de diseño.
A la izquierda se ve que se acaba de crear, una cultura viva que se acaba de introducir
y hay un sensor que regula la temperatura.
Dos semanas después
sobre la superficie, se forma un material.
Cuando está lista y estoy feliz con el grosor, simplemente lo lavo
y lo pongo sobre
una tabla de madera para que se seque al aire.
Y algo que tiene dos centímetros de espesor cuando está mojado
una vez que se evapora toda el agua
queda de menos de medio milímetro de espesor.
Y dependiendo de la receta y del modo de preparación
puede tener textura de papel
o algo más parecido al cuero;
eso significa que se puede cortar y coser
como cualquier prenda convencional.
Esta es una prenda cosida a mano
que salió de una tina de azul.
Y aquí está terminada.
Así que es una chaqueta hecha de té azucarado y microbios.
O sea que es totalmente ecológica.
Si quisiéramos podríamos tirarla con las cáscaras de verduras
y se degradaría en forma natural.
O...
podríamos pensarlo así:
en lugar de arrojarla en la lavadora con un poco de jabón,
¿qué pasaría si le ponemos algunos microorganismos
y algunos nutrientes a la solución?
¿Qué tal si en vez
de lavar la ropa, la alimentásemos?
Algunos bichos comerían la suciedad,
limpiando así la prenda,
y otros podrían empezar a crecer en la estructura existente.
¿Qué pasaría si pudiésemos volver a cultivar algo?
Si nos aburrimos de algo no lo desechamos,
lo cultivamos de forma diferente.
Como diseñadora hoy
estoy entusiasmada con el futuro
de los materiales vivientes.
Estamos en el inicio
de la conjunción de la biología y el diseño
creando todo tipo de nuevos materiales.
Y hay mucha gente
haciendo este tipo de trabajo.
Por ejemplo, hay gente tratando de producir seda en un líquido
que pueda ponerse en una impresora 3D
para poder hacer algo
como un par de gafas.
Hay gente
que a partir de residuos de zanahoria
hace materiales orgánicos similares a la fibra de carbono
para hacer cosas resistentes
como tablas de skate.
Si se pudiera aprovechar la materia orgánica del mundo natural, ¿qué elegirían hacer?
En lo personal,
me gustaría mucho algo similar a una
madre perla como esa.
¿Y cómo llegaron hasta aquí hoy?
Quizá usaron uno de estos.
Así que crear
productos de consumo con biomateriales
tiene muchas ventajas.
Obviamente, tenemos que hacer productos que puedan
degradarse fácilmente y de manera segura.
Pero, ¿qué tal si pudiéramos aprovechar las cualidades únicas de estos materiales?
No hablo de imitar a la naturaleza;
el futuro del diseño consistirá
en trabajar y mejorar lo que ya existe.
Por eso, ciencias emergentes como
la biología sintética nos permiten pensar cómo podríamos
diseñar en verdad
nuevas funciones adicionales que beneficien
la materia orgánica.
Y volviendo al caso de la bici,
imaginemos un futuro que no dependa del plástico derivado del petróleo
sino que esté hecho con este bicho.
Muchas gracias.
(Aplausos)