Tip:
Highlight text to annotate it
X
CUENTOS DE LAS CUATRO ESTACIONES
CUENTO DE INVIERNO
Eres una imprudente.
Calle Victor Hugo, 36.
Es fácil de recordar.
En Courbevoie. Pero no recuerdo el código.
No importa. Está cerca de Neuilly.
En cuanto llegue te escribo. ¿De acuerdo?
Escríbeme, sin falta.
CINCO AÑOS DESPUÉS
¡Félice!
¡Que son las ocho!
¡Ya son las ocho!
Buenos días.
Esta noche voy a casa de Nicolás. ¿Te vienes?
No, esta noche ceno en casa de mamá.
Mañana no sé. Quizá me vaya con mi hermana hasta el lunes.
- Que tengas un buen día. - Gracias. Tú también.
Sí, claro. Es una situación corriente.
No, anoche.
Tiene Vd. Razón.
No, no tengo por qué quejarme.
De acuerdo, quedemos en el martes.
No hay de qué. Gracias a Vd. Adiós.
¿Quién era?
¿Qué te ocurre?
¡Ya está!
¿El qué? ¿Se fue Juliette?
El que me marcho soy yo.
Cojo el coche. Quedé a las dos para el inventario.
¿Ya? ¿Tan deprisa? Pero si no me dijiste nada.
Si sólo me enteré anoche. No te lo iba a decir por teléfono.
Además estaba seguro de que estabas con ése.
Te dije que ocurriría antes de fin de año, o sea ahora.
¿Cuándo vuelves?
Ya no vuelvo. Me instalo allí.
No voy a dejar la tienda cerrada durante las fiestas.
¿Y yo qué?
Te quedas hoy y mañana para ocuparte de las clientes.
El martes llegará el nuevo gerente. Tienes que estar aquí sin falta.
Luego te reúnes conmigo en cuanto puedas.
¿Y mi hija qué?
Allí hay escuelas.
Son las vacaciones. Tienes tiempo de sobra para matricularla.
¿Y Juliette? ¿Lo sabe?
Sí, se lo dije ayer.
¿No se ha...?
No. Pensaba que daría alaridos. Pero fue más bien lo contrario.
Me echó ella de casa.
Te está bien empleado.
Lo prefiero así. Metí mis cosas en el coche y me largué a un hotel.
¿Y si yo no me viniera? Te quedarías solito.
¿Por qué dices eso? ¿A que vendrás?
Aún no he dicho que sí.
Eras tú quien quería dejar París. En parte me voy por ti.
En parte, en una pequeñísima parte.
No me vengas con cuentos.
No crees en mi amor.
Ni tú en el mío. No te fías de mí. No me dejas elección.
Son meses comentándolo.
- Pero sin concretar nada. - Para mí era concreto.
Lo sería para ti, para mí no.
¿Tienes miedo?
No he dicho que sí, pero tampoco he dicho que no.
Ya que tengo que decidirme...
¡Digo que sí!
Lo siento. No pensaba que todo iría tan rápido.
Sería maravilloso poder irnos juntos.
Antes de Nochebuena no puedo por Elise, y por mi hermana y mamá.
Podría acercarme el domingo para verlo. ¿Queda lejos?
¡Que va! Son dos horas de tren.
Sales el sábado por la noche y te vuelves el lunes por la tarde.
Buena idea. No se me había ocurrido.
Bueno, debo irme.
No había visto que tenías el coche.
No cojas frío.
Nos vemos el sábado.
Cuidado con el hielo.
- ¿Cómo está Vd.? - ¿Y Vd.?
Muy bien, gracias.
- ¿Llegué demasiado pronto? - No.
Le cojo el abrigo.
Debimos abrir hace 5 minutos. Mi compañera se retrasó.
Perdone.
Aquí está Armelle.
- ¿Le doy mechas? - Si quiere.
Hola. Maxence se fue a Nevers.
Consiguió su peluquería. Empieza el martes.
¿Y tú qué?
Por ahora me quedo. Ya te contaré.
¿Se va Maxence?
Descuide, la peluquería no cerrará.
¿Vd. Se queda?
No, me marcho.
- Hola, mamá. - Hola, cariño.
¿Acostaste a Elise?
Hace dos minutos. Ve deprisa. Aún no le apagué la luz.
- Buenas noches, tesoro. - Buenas noches.
Dame un besote.
Un besito.
Pues yo tengo a mi padabum bum bum.
Pues yo ya no duermo más.
¿Qué hiciste hoy?
Jugué con Anna.
Al papá y a la mamá.
Al ratón amarillo, al rosa y al verde.
Al cartero y al pillapilla.
Muy bien. Ahora vas a dormir. Anda, a la cama.
Ahora quiero que apagues la luz.
Tú te acuestas y yo apago la luz. Anda.
Anda.
Elise, vamos.
Cosquillas.
Nada de cosquillas.
Sí, cosquillas sí.
Deja a mi conejo o te va a pegar.
De acuerdo.
Minino, le quiero a Minino.
- A dormir. ¿Duermes? - Sí.
Buenas noches.
No han empezado aún las fiestas y ya hay unos atascos tremendos.
No importa. Acabo de meter el gratén en el horno. Tradará cinco minutos.
A no ser que vayas a casa de Loïc. ¿Pensabas ir hoy?
No, esta noche no.
Además...
Ya me he decidido. ¿Te conté que Maxence iba a instalarse en Nevers?
Pues se marchó esta mañana y quedamos en reunirnos allí.
¿Tan pronto?
Me acerco el domingo para verlo. Luego me vuelvo.
Me instalaré con Elise después de Navidad.
¡Tan deprisa! Pensaba que seguíais reñidos.
Esperaba a que dejara a su mujer. No tenía por qué seguir con ella.
¡Tú seguías con Loïc!
Sólo para presionar a Maxence. Quería salirme con la mía.
Por favor, Félice. ¡No digas esas cosas!
Sé que no lo piensas. Además eres muy dura con Loïc.
¿Sabe que te marchas?
No se lo he dicho aún. Me enteré esta mañana.
Tengo que decírselo con miramientos.
Se va a quedar destrozado.
Tanto como destrozado, no creo.
Lleva esperándose que le plante desde que nos conocemos.
No es ninguna novedad.
Tampoco me hace gracia a mí. Me entristece mucho dejarle.
En cierto modo le quiero más que a Maxence.
De quedarme en París, me hubiera gustado tenerle de amigo.
No creo que lo hubiera aceptado.
No me extraña. ¿Por qué no tenerle de marido?
No creo que encuentres a un hombre mejor que él, que está loco por ti.
Por mi parte, le prefiero mil veces a tu peluquero.
Le preferirás tú, yo no.
Loïc no es mi tipo de hombre, ni por su físico, ni por su carácter.
¿Qué le reprochas a su carácter?
Nada, pero no... Es demasiado intelectual.
Y eso, a la larga, hace que me sienta inferior.
No sé... Es demasiado dulce.
No está nada mal un hombre dulce. Hay tan pocos.
Últimamente no tan pocos.
Con el carácter que tienes, no creo que te guste que te dominen.
Pues ya ves. No me gusta la gente que se cae en cuanto saco las uñas.
No me gusta que me dominen intelectualmente. Físicamente, sí.
Me gusta un hombre fuerte, y no uno encorvado sobre sus libros.
No son cosas incompatibles.
Ya lo sé.
Charles sabía muchas cosas, incluso más que Loïc.
Pero lo que sabía lo aprendió viviendo, y no en los libros.
El sí, pero Maxence no.
Bueno, Maxence...
Tiene buen gusto. Le gustan las cosas bonitas.
Le gustan las mujeres guapas y a mí los hombres guapos.
Para mí la belleza de un hombre siempre ha sido su inteligencia.
No es tan tonto como lo pintas.
No es mucho menos listo que Charles aunque un poco más safio.
Zafio con z.
¿Zafio? Ya ves, no está claro que yo sea menos bruta que él.
- No trajiste casi nada. - Sólo para dos días.
No te dejaré irte.
¡Sinvergüenza!
Vamos.
¿Es esto el casco antiguo?
No, es el barrio de las tiendas. La peluquería está en la esquina.
De acuerdo.
- Está situada fenomenalmente. - Pues sí.
Es monísimo.
Es muy elegante.
Y es muy amplio.
¿Te gusta?
Sí, está bien. Trabajando aquí cabemos cinco por lo menos.
De momento somos tres.
Ya reharemos la decoración.
A mí me gusta. Tiene un toque 1900. Los lavabos están bien.
¿Has visto que tiene infrarrojos?
Vaya, está de lo más equipado.
Te queda algo por ver: Nuestro pequeño nido.
- Deja. - Gracias.
Sube.
Estoy impresionadísima.
Vamos, pasa.
Espera, paso yo delante.
Entra.
Es espacioso.
- ¿Te gusta? - Sí. ¿Ya tienes muebles?
Dejaron unos cuantos. Nos podemos deshacer de ellos.
No, no. Son cómodos.
- ¿Con qué libros vas a llenar esto? - Pondremos chucherías.
Aquí están los armarios.
¡Qué cómodo!
Aquí está la cocina.
Y aquí está el dormitorio.
Ya sé que no es tu estilo.
Creo que será el primer cuarto que pinte.
Quitaremos los ángeles.
¿No son amorcillos?
Es porcelana de Nevers.
Es preciosa.
Mira, son amorcillos.
- ¿Cómo lo sabes? - Por la fecha. Son hijos de Venus.
Y no es ésta la Venus de... ¿Cómo se llama?
De Botticelli.
MUSEO ARQUEOLOGICO
Max, mira estos jarros con las espirales.
Precioso.
Parece un frasco de perfume.
¿Qué significa relicario?
Es el ataúd de cristal
en que se la puso para exponerla.
Tiene una nariz recta.
Hay una calle de las lindas gafitas.
En la calle de las lindas gafitas...
Hay lindas gatitas.
Pues no hay ni un gato.
Pero yo estoy con mi gatita.
Y yo con mi gatazo.
Te quiero.
En la calle de las lindas gafitas.
CALLE ROMPECRISMAS
¡Qué paredes tan bonitas!
Sí, me encantan.
¿Subimos?
No corras.
No corro.
- Ya no puedo más. - Venga.
¡Qué bonito! ¿Es el Loire?
Sí.
Por donde está el puente, antaño vadeaban los peregrinos el Loire.
¿Lo cruzaban andando?
Pues sí.
¿Qué es esa torre?
Es la torre de la fortificación. Vamos si quieres.
Sí, vale.
Siempre me extrañó que no te dejara su dirección.
No es extraño. Le proponían varios restaurantes. Y tenía que escoger.
En algún sitio viviría mientras tanto.
Eso no lo sé.
¿Y no te dijo a qué ciudad iba?
Sí, pero no me acuerdo. No me sonaba el nombre.
Sólo sé que estaba en América.
¿Del Norte?
Digo yo.
Aunque quizá fuera América del Sur.
No, sí que era en los Estados Unidos.
Me daba igual. Le hubiese seguido a cualquier sitio.
¿Cómo me iba a imaginar que me equivocaría dándole mi dirección?
¡Hace falta ser idiota!
¿Es que no sabías dónde vivías?
Sí, pero confundí un nombre con otro. Me ocurre a menudo.
¿Cómo se llama eso? Un...
- Un lapsus. - Eso es, un lapsus.
Quise decir Levallois y me salió Courbevoie.
¿Por qué fue? Así es la vida.
¿Eso crees?
Me di cuenta seis meses después.
Al rellenar los papeles de la clínica, repetí ese lapsus.
Entonces comprendí mi error al darle mis señas.
Antes de darte cuenta, pensarías que te había olvidado.
Más bien pensé que había muerto.
¿Y pensaste en no tener al bebé?
Ni se me ocurrió. Va en contra de mis convicciones.
No de mis convicciones religiosas...
ya que estoy algo reñida con la religión,
sino de mis convicciones...
personales.
Intimas, mejor dicho.
Eso es, íntimas. No me gusta lo que va en contra de la naturaleza.
Y ya que había perdido a Charles, al menos tenía una hija suya.
Una hija y unas fotos. Él no tiene ni lo uno ni lo otro.
Habrá pensado que le habías tomado el pelo.
No.
Le diste una dirección falsa. ¿Qué quieres que piense?
Yo sé lo que pensaría.
Es un suponer. Pero es tan válido como el tuyo.
¿Y qué es lo que pensó?
Cuando me di cuenta de mi lapsus, estaba embarazada pero trabajando.
Vivía con mi madre porque iban a tirar la casa de Levallois.
Fui corriendo a correos en Courbevoie.
Fueron bastante amables pero no sabían nada.
No dejan constancia.
Si hay remite, devuelven la carta. Si no, la tiran.
¿Y la lista de correos?
También fui y tampoco había nada.
Sin embargo averigüé que hay una calle Victor Hugo en Courbevoie.
Fui por si alguien hubiese dado con la carta.
Y adivina lo que vi.
Ni idea. ¿Que no existía tu número?
Sí, también tenía un número 36 esa calle.
Pero ya no estaba. También lo estaban tirando.
Entonces pensé que si Charles me había buscado,
y estaba segura de que lo había hecho,
habría entendido que no era culpa mía si le devolvieron la carta.
¿No son demasiadas suposiciones?
No, es totalmente lógico.
En todo caso, me dio valor.
Cuando al año siguiente conocí a Loïc, me ayudó muchísimo.
Escribió a muchas organizaciones. Pero tenía un gran problema.
No sabía su apellido.
¿No sabías su apellido?
En el restauran todos le llamaban Charles.
Como no estaba declarado, no tenía nómina.
Tenía un apellido danés u holandés.
Acababa en "en" o en "er", en "den" o en "der".
Él conocía tu apellido.
¡De mucho le servía!
Siempre he vivido en casas ajenas.
Mamá usa su nombre de soltera. Mis hermanas se casaron.
No hay quien dé conmigo.
¡Pobre! No has tenido suerte.
¡Qué imbécil he sido!
Imbécil de remate.
"Loca de remate".
No es "imbécil de remate" sino "loca de remate".
Ya ves, no sé ni hablar.
A todos nos puede pasar.
Que va.
No quiero recordarlo más. Lo pasado pasado está.
No hablemos más de ello. Sólo quiero pensar en ti.
Sólo quiero amarte a ti.
- ¿Quieres amarme? - Sí.
Por ahora no me pidas demasiado.
Te quiero, pero quisiera quererte más.
Un poco más.
¿Un poco?
Sí, no falta mucho, pero no puede ser algo inmediato.
Cuenta conmigo. Soy paciente. Puedo esperar.
Te comprendo. No te meteré prisas.
¿Confías en mí?
Sí, claro. Si no, no estaría aquí.
- Soy yo. - Mira. Aquí está mamá.
Hola, mi niña.
Hola, mamá.
¡Qué flores!
¡Qué bonitas! ¿Son para mí?
- Para mamá. - Para todo el mundo.
Éste y éste y éste. Son para todo el mundo.
Pero si es una princesa.
No, es una niña que se ha puesto una corona en la cabeza.
Sí, ya veo la corona.
¿Sigues tan decidida a irte?
Más que nunca. Está todo muy bien. Le gustará a Elise.
¿Cuándo te marchas?
Después de Navidad. Tengo que quedarme aquí para cubrir el hueco.
Voy a tener muchísimo trabajo.
Tengo que ver a Loïc mañana como muy tarde. Eso es lo más urgente.
Pero él no está a favor de las mujeres.
Dice: "Moralmente no sirves para casarte".
Ni de los hombres ni de las mujeres.
- Ya, pero... - Los trata igual.
A todos no, porque protege a Ricky. A él le dice:
"Físicamente no sirves para casarte".
Y él cojea. Y dice: "Las mujeres invocan el derecho de la naturaleza.
Ahora bien, la naturaleza no vale un comino, de no ser un comincito".
Buenas noches.
Llegas en plena tertulia.
Te presento a Quentin.
- ¿Leíste "El viaje más largo"? - No.
Yo lo leí hace tanto que es como si no lo hubiera leído.
Mentira, ya hemos hablado del debate del principio
acerca de la realidad del mundo y de la vaca.
Ya sabes, cuando enciende una cerilla y están todos en Cambridge,
y un personaje evoca la existencia de la vaca.
Sí pero eso es filosofía.
El libro es algo más.
Pero es importante establecer que existe la realidad del mundo.
Eso entiendes tú.
Eso dice en el primer capítulo.
¿Entonces cómo interpretas a Ricky?
¿Quién vive la realidad del mundo?
El personaje de Ricky aparece poco a poco.
Aparece él sobre el fondo de una historia filosófica.
¿Para ti es el personaje...?
- El personaje central. - No opino así.
Déjalo, Félice. Ya me ocupo yo.
- ¿Qué tal? - Bien.
¿Necesitáis ayuda?
No. Gracias, Edwige. Podéis sentaros en la mesa.
¿Qué os creéis? Ya vamos todos por una cantidad de vidas incalculable.
¿Crees eso?
Estoy segura. Tú vas por lo menos por la vida 500.
¡500 vidas! Es imposible.
¿Y tú que sabes? Es incalculable. No vienes derecho del mineral,
a tu nivel, al que supongo ser tu nivel espiritual,
directamente del mineral en pocos años.
Sino en 3 ó 4 vidas.
Precisamente los gatos tienen siete vidas.
Es un tope para nosotros.
Tal vez hayas sido un gato. ¿Verdad, Loïc?
Tal vez. En la medida en que uno puede creerse esas cosas.
Ya, pero Edwige siempre exagera.
Pues a mí, Loïc, para un católico, me parece cerrado a lo sobrenatural.
Para mí no es sobrenatural, es mera superstición.
No es superstición.
Tu sobrenatural y el mío no son diferentes.
Tú si que los ves diferentes, pero al revés.
Rechazas el sobrenatural cristiano, ¡pero te hacen tragar cada camelo!
¿Quiénes?
Unos charlatanes.
No me han dado por ningún charlatán. No pertenezco a ninguna secta.
No tengo ningún gurú.
No doy dinero a nadie. Sólo compro unos libros y rebajados.
Tú sí que te dejas engañar por la impostura de la Iglesia.
Aceptas el milagro de Lourdes
y rechazas mi historia.
Mi fe no se basa en los milagros.
No seré un buen católico,
pero me cuesta creerlos.
Y te la das de creyente.
Claro que sí.
Pero sin sobrenatural, ya no hay religión.
Tu sobrenatural no es el verdadero.
¿Qué quiere decir "sobrenatural verdadero"?
Tu sobrenatural no es religión, es magia.
¿Magia? Todas las religiones creen
en la reencarnación. Hasta es compatible con tu cristianismo.
Creo que no.
¿Y por qué no?
No es una idea moral. Suprime la responsabilidad.
Se es responsable de una vida. De varias no.
Me temo que no conseguirás deshacerte de tu moralismo.
¿Por qué habría de hacerlo?
Yo no estoy de acuerdo.
Al revés: Si el espíritu vive en varios cuerpos,
puede perfeccionarse poco a poco.
Ni impide la responsabilidad.
No está mal lo que dices, pero sólo son palabras huecas.
Sé que soy inculta.
¡No, mujer! El inculto es él.
No ve más allá de su catecismo.
Hombres ilustres creyeron en la metempsicosis. Así se llamaba
la reencarnación.
Sí, poetas como Victor Hugo.
"Un animal va y viene,
ruge, aúlla, muerde".
"Un arbol alza sus ramas erizadas".
"Una losa se derrumba en la calzada
que la carretera aplasta y el invierno destruye".
"Bajo estas capas de materia y de noche,
árbol, animal, adoquín, peso que nada levanta,
en esa terrible profundidad,
un alma sueña".
"¿Que hace? Sueña con Dios".
¡Bravo!
¿Cuándo nos volvemos a ver?
Después de estas fiestas, ¿no?
Bueno, si quieres. ¡Feliz año Kármico!
¡Feliz año Kármico!
- Tu bolso, Edwige. - ¡Mi bolso!
¡Feliz año nuevo!
¡Feliz año!
Kármico o no.
Kármico seguramente.
Un beso, Félicie.
Que os lo paséis bien.
Vale, gracias.
No sabías que iban a venir. ¿No te habrás aburrido?
Quise decirte que estaban invitados. Pero colgaste antes.
Estaba con una cliente. Hubiera venido de todos modos.
Tenía que decirte algo importante.
Muy importante.
¿Decirme el qué?
Una noticia que no podía esperar.
Pues si no podía esperar, dilo ya.
Verás, he tomado una decisión.
Bueno, ¿qué decisión has tomado?
Espera. No siempre es fácil tomar una decisión.
Hay que sopesar el pro y el contra. Y uno se decide porque sí.
Pues dímelo ya.
Me voy con Maxence.
¿A ese pueblucho?
Ya tiene su peluquería.
No es un pueblucho. Es Nevers. ¿Te suena?
Sí, ya me hablaste de ello. Max es oriundo de esa ciudad.
¿Cortó con su mujer?
Eso espero.
¿Sólo lo esperas?
Es un decir. Aquello hace tiempo que acabó.
¿Y tu hija?
Se viene con nosotros.
¿Cuándo os marcháis?
Yo iré dentro de una semana.
¿Qué me dices? ¿Tan pronto? ¡Y sólo me lo dices ahora!
Siempre me pones ante un hecho consumado.
¿Y a eso has venido? No haberte molestado.
Me lo dijo el viernes por la mañana. Se fue inmediatamente después.
El sábado fui yo para ver el piso y la peluquería. Volví anoche.
Ya me olí algo cuando me dejaste aquel recado.
No sabes mentir.
No te mentí. Te dije el viernes
que tenía un compromiso.
Mentiste acerca de los motivos. Lo sabes desde hace cinco días.
No iba a anunciártelo por teléfono. Pensaba prepararte
y no decírtela brutalmente cuando te ibas a la cama.
Lo siento. No me podía haber salido peor.
Me hubiese gustado una despedida tranquila y serena
ya que seguiremos siendo amigos como antes, aunque nos veamos poco.
También a mí me cuesta dejarte, pero debo hacerlo.
No, nada te obliga a vivir con un hombre al que no amas.
Pero sí que quiero a Maxence.
Siempre lo dije y que por eso
no aceptaba que siguiera con la otra aunque dijera que habían terminado.
Nunca dijiste que le amaras.
Pues te lo digo hoy.
Vaya novedad.
Decías que sólo podrías amar al padre de tu hija.
Sí, pero hay varios tipos de amor.
A Charles le quería. Le sigo queriendo.
A Maxence le quiero de otro modo.
A ti también te quiero.
Pero no sientes amor.
Por Maxence tampoco siento amor.
Me gusta hacer el amor con él. No por ello le amo.
No sé si me entiendes.
Le quiero porque me gusta vivir con él
aunque hubiera preferido vivir con otro que no está a mi lado.
Muchas preferirían vivir con otro hombre que el suyo.
Pero éste no existe. Es un sueño.
Para mí ese sueño se hizo realidad.
Sigue siendo realidad, una realidad ausente.
Es más: Hasta es posible que me vaya por Charles.
Así no será más que un sueño. Tal vez eso sea mejor.
Fíjate, el viernes, en París, creí ver a Charles por la calle.
¿Eso creíste?
Seguramente no era él. Pero a veces me imagino que le veo.
En París tengo una posibilidad de dar con él y eso me obsesiona.
En Nevers no tendré tal oportunidad, y así tendré la mente despejada.
¿Quién sabe? ¿Por qué no iba a ir él también a Nevers por casualidad?
Para ya. No me metas esas ideas en la cabeza.
Ya también podría mudarme a provincias.
No quiero que te sacrifiques por mí.
No sería un sacrificio ya que sólo me importa estar contigo.
Te hace falta una mujer que te quiera tanto como tú a ella.
Yo nunca te querré lo suficiente. Ya lo sabes.
Bueno, ve con tu Maxence. Le quieres y él te quiere a ti.
Deseo sinceramente que seas feliz.
Loïc.
Déjame. No me gusta que me consuelen.
Si ha de acabar, que sea cuanto antes.
Como seguíamos, me había hecho ilusiones.
Se acabó. Mejor, así está claro.
Escúchame, Loïc.
Quiero que sepas que estoy triste, quizá más que tú.
¡Anda ya!
Te echaré mucho de menos como amigo. No podré sustituirte.
Pero tú no me echarás mucho tiempo de menos como mujer... Eso espero.
Quedándome, impido que des con la mujer de tu vida. Sé que existe.
En realidad te conviene que me vaya. Lo digo en serio.
Te lo digo sinceramente. Créeme.
Te creo. Creo que lo dices sinceramente.
¿Sabes por qué te quiero?
Porque eres guapa, pero con eso no basta.
¿Por qué?
Porque es como si leyera en tu corazón.
Y eso ocurre con muy poca gente.
A veces miento.
Sólo con cosas sin importancia.
No creo que vuelva a encontrar eso en otra mujer.
No digas eso.
¿Y por qué no?
No quiero impedir que quieras a otra.
Serás para mi lo que Charles es para ti.
No bromees con eso. No tiene nada que ver.
Amaba a Charles 100 veces más que tú a mí.
Y él me quería mil veces más de lo que te quiero.
No me apetece volver a casa.
¿Puedo dormir arriba?
Dormiré yo arriba. No hay calefacción.
No seas tonto. Iré yo. No soy friolera.
Como prefieras.
¿No me das un beso?
Que duermas bien.
Lo intentaré.
Félice no vendrá en Nochevieja.
- ¿De qué está relleno? - Una ardillita.
¿Quieres la ardillita?
Y el árbol de Navidad.
- Un Papá Noel. - De todos los colores.
¿Quieres un Papá Noel?
Está ahí. Lo sé.
Aquí está. ¿Lo ves?
¿Te interesa esto?
Para mí no. Se lo daré a Coralie.
¿Te la llevas?
¿Y por qué no?
¿No se mosqueará tu chico?
Que diga misa cantada. No tiene por qué opinar.
Es el padre de Elise. Tienen derecho a tener su foto.
Estando las cosas como están...
¿El qué?
No sé si deberías hablarle tanto de su padre.
Y más ahora que va a tener a un padre adoptivo.
Sabe que no es su verdadero padre.
Tengo la suerte de tener esta foto. ¿Por qué iba a ocultarla?
Es normal que un niño sepa cómo es su padre.
Pero habiendo desaparecido...
Podría volver a aparecer, quizá después de mi muerte.
No se puede contar con eso. Y tú lo sabes.
Le has dado esperanzas que serán defraudadas. Será una frustración.
Más vale tener una esperanza que no tener nada.
Así puede decir en la escuela:
"Yo también tengo papá. Está de viaje y es guapo".
A su edad, ¿cómo va a saber si un hombre es guapo o feo?
Te puedo asegurar que sabe que Charles es más guapo que Loïc.
¿Te lo ha dicho?
No. Se lo he dicho yo y me cree.
Félice, te estás pasando.
Me cree porque ya lo sabe ella.
Pues a mí Loïc no me parece feo.
Hasta me gusta más que éste.
De gustos no hay nada escrito.
Guapo o no, Loïc no es el tipo de hombre que me atrae.
En serio, no me gusta nada de él, ni en conjunto, ni por partes.
Ni su nariz, ni sus ojos, ni su boca.
Y eso que tenéis la misma nariz.
Razón de más. Me horroriza mi nariz. Nunca me gustaron las narices así.
La tuya es más recta.
Si tuviéramos hijos, con su nariz más la mía serían espantosos.
Además hay algo que demuestra...
o mejor dicho, algo que indica que no le quiero.
Y es que no me gustaría tener hijos con él.
Con Maxence no me importaría.
Bueno, no sé. Ya veremos.
- ¿Qué dijiste? - Nada. Sólo dije: "Ah".
Si te gusta, eres muy dueña. Apenas le conozco.
Te parece demasiado cachas. No me van los delgados.
Prefiero los hombres rellenitos.
No se puede decir que éste sea feo. Pero es como demasiado...
¿Demasiado guapo?
Demasiado guapetón.
Pues mejor, ¿no?
Demasiado perfecto.
A mí no me molesta. Me gusta la belleza perfecta.
No olvides que soy "esthéticienne". Estética significa belleza.
Demasiado como un modelo ideal.
De anuncio de colonia, vamos.
No pensaba en eso, sino más bien en un marinero de ensueño.
Pues es cocinero.
Ya, pero cocinero en hoteles de lujo.
No, en buenos restaurantes caseros.
Mi príncipe azul es cocinero.
Si hubiera conseguido ahorrar bastante dinero, hubiese recorrido
todos los restaurantes de América en su busca.
¿Ya no lo harías?
He tomado una decisión. No sé si buena o mala,
pero tenía que elegir.
¿No sabes si es buena o no?
Eso nunca se sabe. Siempre se arriesga uno a equivocarse.
Hay que pensárselo.
Y tú te has decidido en muy poco tiempo.
¿Te gusta Nevers?
Es difícil juzgar por lo que vi, ya que fui un domingo.
Pero es una ciudad bastante grande y nada triste.
Aún estás a tiempo de cambiar de opinión.
¿Por qué iba a hacerlo?
No te veo yo muy entusiasmada.
¿Con la ciudad?
Ni con la ciudad, ni con el tío.
Con haber estado colada por un tío una vez me basta.
Me parece que escogiste a Maxence sólo por no escoger a Loïc.
Estás muy equivocada.
Haber estado loca por Charles y estar triste por dejar a Loïc
no impide que pueda ser feliz con Maxence.
Con él encontraré la tranquilidad que necesito. La necesito de verdad.
Nevers está a 238 kilómetros de París. Vendré a verte.
Podrás ir a vernos. Haremos excursiones.
No está, cogeremos un taxi.
Espera.
Sólo tardaré un minuto.
Hola.
¿Tuviste un buen viaje?
¿Cómo estás, Elise? Dale un beso a Maxence.
Esto se deja aquí.
Vamos a subirlo.
No.
Lo siento. Tardaré otros 15 minutos.
¿Te importa que no haya ido?
No, no importa. Anda, sube, Elise.
Este es el cuarto de Maxence y de mamá.
Ven que te enseñe el tuyo.
¡Qué cama más grande!
¿Te gusta?
¿Qué te pasa?
¿No es molesto vivir encima de la tienda?
No, qué va. Este es nuestro piso.
Estaréis muy tranquilos.
¡Mamá, mamá!
Lo podía haber trinchado yo.
No importa. Tampoco es tan difícil.
¿Cómo estás?
No sabía que vendrían invitados. Eso es todo.
Te podía haber ayudado.
¡Mierda!
Déjalo. Ya me ocupo yo. Llévate esto.
Gracias.
Gracias, señora.
Llámeme Félicie.
Ni hablar. Es la dueña. Hay que decirle señora.
Buenos días, señor.
Buenos días, señorita.
Buenos días, señora. Michelle, me subo un rato.
Hola, Michelle.
Ahora bajo.
¿Qué tal?
¿Qué te pasa?
¿Por qué no hay jardín?
Hay uno pequeñito.
Eso no es un jardín.
No es como el de la abuela, desde luego.
Loïc sí que tiene un jardín.
Sí, pero tiene una casa pequeñita. Esta es muy grande.
¿Por qué?
Porque sí.
Allí había un jardín.
Lo viste al venir de la estación. ¡Qué lista! Pero hoy hace frío.
Tengo mi abrigo.
Es que no puedo ir. Tengo que quedarme.
¿Por qué?
Porque tengo trabajo.
Bueno, esta mañana habrá poca gente.
Anda, ponte el abrigo. Vamos a salir.
No.
¿En qué quedamos?
Salgo un ratito con Elise.
No tardes demasiado. Van a llegar clientes.
Ve a buscarlo.
Anda.
Vente, ya nos volvemos.
Venga, volvamos a casa.
¿Es una iglesia?
Sí. Bueno, no. Es una catedral.
Anda, vente.
¿Qué quieres?
Quiero ir a ver el belén.
¿Qué quieres?
Quiero ir a ver la iglesia.
Ahora no nos da tiempo.
Sí que nos da.
Bueno, pero poco tiempo.
¿Has visto al niño Jesús?
¿Le reconociste?
Anda, ven.
No, quiero quedarme.
Míralo, pero sin tocar.
¿Qué pasa? Te estamos esperando.
Lo siento. Paseé a Elise.
Dices dos minutos y te vas dos horas... ¡No es serio!
¿No has dicho que soy la dueña? Sé lo que hago.
Vamos, sube a tu habitación.
Mamá.
Gracias.
¿Es éste su abrigo, verdad?
La niña tiene hambre. Me subo un momento.
De acuerdo.
Gracias.
Felices Pascuas.
Gracias. Adiós.
Adiós. Felices Pascuas.
El hombrecito era muy bueno.
Y la familia bruja era muy mala.
Toma. Come.
¿Por qué eran malos?
Porque querían atrapar a niñito.
Félice, ¿me oyes?
Sí. Estoy en la cocina.
Querían... querían...
querían coger al oso y al niño.
¿Y por qué los querían coger?
Porque el osito...
...y el niño...
ayudaban a toda la gente que tenía problemas.
¿Ah sí?
¿Qué te pasa?
He estado pensando. Tendremos que organizarnos.
No puedes ocuparte a la vez de la niña y de las clientes.
Durante las vacaciones necesitaremos a una chica más o a una niñera.
¿Qué te parece?
Tú decides.
No se trata de eso.
¿De qué se trata entonces?
Come.
Ven.
Lo siento. No quería molestarte al decir que eras la dueña.
Todo está en organizar esto.
Me vuelvo a París.
¿Qué me dices?
Estoy decidida. Me vuelvo a París.
Explícame por qué.
Cuéntame. ¿Qué me reprochas ahora?
No te reprocho nada en concreto. No ha cambiado nada.
Te quiero igual que antes, ni más ni menos.
¿Entonces qué pasa?
No te quiero bastante.
¿Qué quieres decir con "bastante"?
Sólo podría vivir con un hombre al que quisiera con locura.
A ti no te quiero con locura.
Estás loca.
Ya, es una locura querer con locura.
Pero estoy loca. Hay que aceptarme como soy.
No querrás pasar tu vida con una loca.
¡Qué vas a estar loca!
Fue una locura decidir
venir tan rápido.
Igual de rápido has decidido irte.
No es lo mismo.
No veo qué diferencia hay.
Pues yo sí.
La primera decisión la tomé por decidir algo.
No lo tenía nada claro.
¿Y ahora sí?
Ahora lo tengo clarísimo. Nunca lo tuve tan claro.
De repente todo se ha vuelto muy claro.
¿Qué tienes tan claro?
Lo que dije antes: Sólo viviría con alguien al que quisiera con locura.
Crees que estoy hablando por hablar. Pues no.
No lo he comprendido. Lo he visto. No hay más que hablar.
¿Qué dices?
No entiendo nada.
¡Cómo vas a entender! Lo he visto yo, no tú.
- ¡Suéltame! - Escucha.
Me haces daño.
Mala suerte.
No suelo enfadarme. Pero como me enfade, ¡ten mucho cuidado!
Sería una pena, llevándonos tan bien.
Creo que estás cansada.
Contrataré a una ayudante para una semana o más.
Dejarás lo de la peluquería y podrás instalarte cómodamente.
Me vuelvo a París. Suéltame o te doy.
Perdona, no lo soporto.
No soporto que me agarren a la fuerza, y menos hoy.
Te dejaré de todos modos. Separémonos como buenos amigos.
Te quiero pero en otra situación.
¿En qué situación? La situación puede cambiar.
En una situación que no fuera definitiva.
¡No te acerques!
Concédeme un favor al menos.
No puedo impedir que hagas lo que quieras pero espera un poco.
Dame una prueba de tu confianza.
No estoy hablando de amistad y menos de amor.
No, no serviría de nada. Créeme.
Me da vergüenza hacerte esto.
Te pongo en un buen aprieto. Te harán muchas preguntas.
- ¡Qué más da! - Perderás tu respetabilidad.
Pues no te vayas.
Al revés. Cuanto antes me vaya, menos preguntas habrá.
No te preocupes por mí. Contaré la verdad.
Diré que tuviste una depresión que te durará una semana o una hora.
Con o sin ella, estás cansada.
¿Qué piensas hacer de comer?
Te invito a comer fuera.
Enfrente, no. Hay mucho ruido. En La Cagnotte, ¿te parece bien?
Suéltame, Max. No me toques.
De acuerdo. Me voy.
Un paseo me vendrá bien.
No te impido hacer lo que quieras.
Me voy. Hasta luego.
¿Acabaste ya?
¿Comiste el pollo?
No tengo hambre.
Bueno. Acábate el postre, que nos marchamos. Volvemos con la abuela.
¿No nos quedamos?
No. Nos vamos en el tren.
¿Por qué?
Porque sí. ¿En el fondo estarás contenta?
¿Qué significa "en el fondo"?
En el fondo de ti misma. Seguro que me entiendes.
Hola.
¿Qué te pasa?
Hola, mamá.
No pasa nada. Cambié de opinión.
¿Os habéis peleado?
Ni siquiera. Estuvo muy atento. No intentó retenerme.
Tenía escrúpulos porque me presentó allí como su mujer.
Así que le hago quedar fatal. Pero no le importa.
¿Y tú qué sabes?
Me lo dijo él.
- Deja el abrigo en tu cuarto. - Espero las lucecitas.
Déjalo ahora. Ya vendrás luego.
¿Y tú tampoco le importas?
Sí, pero lo comprende.
¿Qué es lo que comprende?
Que no se puede vivir con una mujer que no te quiere.
¿No decías que le querías?
Sí pero no lo bastante como para vivir con él.
Bueno. No sé por qué le estoy defendiendo.
Siempre pensé que elegiste mal.
No se trata de elegir bien o mal.
Se trata de no tener por qué elegir.
Algún día deberás elegir. Félicie.
Tomé una decisión. Lo pasado pasado está. No se hable más.
Ahora deseo tener la mente clara.
Trataré de encontrar un pisito para Elise y para mí.
El trabajo no es un problema. En "Lucie" me querían tener.
Espero que siga en pie la oferta.
¿Y Loïc?
Pues Loïc...
No está mal.
¡Félicie!
- ¿No te has ido todavía? - Sí, pero he vuelto.
¿Has vuelto?
- ¿Te molesto? - No, qué va.
Vamos a mi despacho.
¿Y Maxence?
Se quedó. Le dejo.
¿Ah sí?
Siéntate.
Fue raro. Ni siquiera nos peleamos.
Dijo algo que me hirió. Fue lo que hizo rebasar la copa.
¿Y antes de eso qué ocurrió?
Nada. Me daba la impresión
de que ya no funcionaba.
¿El qué?
No funcionaba nada. La primera vez que fui a Nevers, todo estaba bien.
La ciudad, la casa, la gente...
La segunda vez todo resultaba feo.
Antes veía lo bueno. Ahora veo lo malo.
Disculpa.
Sí, desde luego.
Gracias por llamar.
¿Y te dejó marchar así sin más?
Pues sí. Pensaba que tendría que discutir horas y horas.
Le veía venir con sus "Piénsatelo con tiempo".
"No te apresures".
Lo dijo, pero luego me dio la espalda y se fue a comer.
¿Ah sí?
Tú hiciste lo mismo. No me retuviste.
No iba a retenerte a la fuerza. Y contigo de nada sirve discutir.
Pues tú siempre hablas mucho, aunque esa vez no tanto
como acostumbras.
Porque pensé que aquello iba en serio.
La única manera de retenerte era no insistir.
¡Y no resultó!
Pero has vuelto.
Pero no he vuelto por ti.
Bueno, en parte sí.
¿Qué es lo que quieres?
¿Vernos a tus pies? ¿Oírnos hablar de suicidio?
Sabes de sobra que no.
Me encanta que los dos estéis tan atentos.
Pero me sigue pareciendo curioso.
¿Curioso, por qué?
Porque lo es. Empezaste a chillar y de repente lo dejaste.
Eso es normal. Uno domina sus impulsos.
Ya. Para mí era demasiado fácil.
Cuando no se me resiste, me siento...
¿Desconcertada?
Eso es. Me quedo flotando. Es una impresión curiosa.
No me parece curioso tratándose de una veleta como tú.
Bueno. ¿Y ahora qué vas a hacer?
¿Perdiste tu empleo?
Encontré otro. Fui esta mañana. Me dan la respuesta esta tarde.
Me pagarán mejor que Maxence.
Alquilaré un piso para vivir con mi hija.
- ¿Dónde? - Donde pueda.
Vente a vivir a casa. Se puede arreglar el cuarto de arriba.
Si dejé a Maxence, no es para volver contigo.
Te propongo que vivamos juntos como amigos.
Eres muy amable. Pero sé que no lo piensas.
Sí que lo pienso. Pero ya sabía que dirías que no.
- Entonces, ¿por qué me lo pides? - Por si consigo convencerte.
No, no voy a caer en lo mismo.
Si algún día vivo con un hombre, desde luego no será contigo.
No pongas esa cara. ¿Y sabes por qué?
Porque te quiero lo bastante como para no destrozarte la vida.
¡Si no lo haces!
No vuelvas a empezar.
El haberme ido ha aclarado las cosas. Ahora podemos ser amigos.
¿No quieres?
De acuerdo.
¿Seguro?
Sí, seguro.
Me gustaría quedarme contigo. ¿Qué haces esta noche?
Esta noche, voy al teatro.
¿Vas solo?
Sí. Pero si llegamos pronto, seguro que te conseguimos una entrada.
Ahora, no sé si te gustará.
- ¿Qué dan? - Algo de Shakespeare.
Ya. "Romeo y Julieta".
Esta noche dan "Cuento de invierno".
¿Y de qué va la historia?
La leí hace tiempo. Es bastante rocambolesca.
¿Complicada?
No. Ocurren cosas...
Perdone.
Ocurren muchas cosas extraordinarias.
Gente a la que se tiene por muerta. Gente que se exilia.
Gente que vuelve, que resucita.
No sé cómo contártelo.
Si es como "Romeo", seguro que me gusta.
Hasta luego.
Hasta luego.
Paulina, os honramos y os causamos una gran molestia.
Pero venimos a ver la estatua de Hermiona.
Hemos visitado vuestras galerías.
Y nos han sorprendido por sus rarezas.
Sin embargo no hemos visto...
lo que mi hija ansiaba ver:
La estatua de su madre.
Así como no tuvo igual
mientras vivió,
su imagen muerta sobrepasa todo lo que habéis ya visto
y todo lo creado por el hombre.
Por eso la guardo sola y apartada de lo demás.
Pero aquí está.
Preparaos a ver la vida imitada con la misma sorprendente veracidad.
Con que el sueño sabe imitar a la muerte.
Mirad.
Decidme, ¿no es su mismo retrato?
Me agrada vuestro silencio. Es la mejor prueba de vuestro asombro.
Pero hablad.
Vos primero, majestad. ¿Se parece?
¡Es ella!
Regáñame, querida piedra,
para que pueda decir que eres de verdad mi Hermiona.
O más bien tú sí que eres ella,
pues como ella eres incapaz de regañar.
Era más dulce, más tierna que un niño.
En esta majestad reside magia.
Me recuerdas mis faltas.
Y tu hija de pie ante ti se ha quedado tan embelesada al verte
que también parece una estatua.
Permitidme, sin acusarme de superstición,
que de rodillas implore su bendición.
Señora, querida reina,
cuyos días terminaron al empezar los míos, dejad que bese vuestra mano.
¡Tened paciencia! La estatua es nueva y aún no está seca.
Dejad la cortina.
No la miraréis más. Tengo miedo de que imaginéis que se mueve.
¡Dejad! ¡Que me muera, si no me lo parece ya!
¿Acaso no parece que respira
y que en esas venas corre de verdad la sangre?
Es una obra magistral. Sus labios tienen el calor de la vida.
Sus ojos parecen moverse.
¡Tal es la ilusión del arte!
- La cubro, el rey está arrebatado. - No. Dejadla así.
¡Otra vez!
Sigo pensando que emana de ella una respiración.
¿Qué cincel tan fino consiguió esculpir un aliento?
No os burléis de mí. Quiero besarla.
Absteneos, majestad.
Los labios no están secos aún. Un beso los borraría.
Vuestra boca se mancharía.
Absteneos; insisto. Abandonad esta capilla,
o preparaos a nuevos asombros.
Si lo resistís, haré que la estatua se mueva, baje y os dé la mano.
Vuestra fe tiene que despertarse.
Permaneced todos tranquilos.
Los que crean ilícita la obra que emprendo, que se marchen.
Seguid. Nadie se mueve.
¡Música, despiértala!
¡Empieza!
Ya es tiempo.
Descended. Cesad de ser piedra.
Herid de asombro cuantos os contemplan. Venid.
Cerraré vuestra tumba. Sí, venid.
Legad vuestro torpor a la muerte.
Pues la vida os rescata y os quiere para ella.
¡Queridísima vida!
No os echéis atrás.
Sus acciones serán tan santas como mi magia lícita. No la huyáis,
antes de que muera de nuevo. Eso la mataría por segunda vez.
Dadle la mano, majestad.
Cuando era joven, vos implorabais de ella ese favor.
Con el paso de los años, ¿debe suplicaros ella?
¡Siento su calor!
Si es cosa de magia, será un acto tan lícito
como la acción de comer.
Ella le abraza.
Se suspende de su cuello.
Si no es un fantasma, que también hable.
Y que nos cuente cómo sobrevivió,
y quién la ayudó a escapar de la muerte.
Si se os contara que vive, todos diríais que es un cuento de hadas.
Pero vive, está claro, aunque no hable.
Esperad todavía un poco.
Intervenid. Suplicad a vuestra madre de rodillas.
Querida reina, vuestra Perdita es hallada.
¡Oh, vosotros, dioses!
Mirad hacia abajo y verted de vuestras sagradas urnas...
vuestras mercedes sobre la cabeza de mi hija.
Cuéntame, hija mía.
¿Cómo te salvaste? ¿Dónde viviste?
¿Y cómo volviste a la corte de tu padre?
Debes saber
que Paulina me contó que el oráculo predecía tu regreso,
y gracias a ello me he conservado en vida para ver el desenlace.
¿Te apetece tomar algo?
No sé.
¿Te acompaño a casa?
Ahora no. Vamos a tu casa. Ya volveré yo en taxi.
Te va a costar un riñón. Te llevaré yo.
No, tomaré un taxi.
Ya veremos.
No pensaba que te conmovería tanto.
Reacciono como una niña pequeña.
Cuando se movió la estatua, por poco grito.
¡Por poco grito yo de lo fuerte que me agarrabas la mano!
No me di cuenta.
Y eso que era inverosímil.
No me gusta lo verosímil.
A mí me molesta la ambigüedad.
No se sabe si la estatua se mueve por magia o si jamás murió la reina.
No has entendido nada. Está muy claro. La resucita la fe.
Soy mucho más religiosa que tú.
En ciertos aspectos sí.
En todos los aspectos. Te voy a contar algo que te dejará pasmado.
Ayer entré en una iglesia y recé.
- ¿Dónde fue? - En Nevers.
Me había peleado con Maxence. Me hirió algo que dijo.
Entonces salí a dar una vuelta con Elise.
Al pasar delante de la catedral quiso ver el belén.
Mamá le habla de Dios y le ha montado un belén en casa.
Así que entramos.
Y mientras lo miraba, yo me senté.
¿Y rezaste?
Sí, pero no recé como me lo enseñaron de niña.
Recé a mi manera.
No era exactamente una oración, sino una reflexión.
¿Una meditación?
Eso es.
Como cuando tienes la mente absorta en algo,
cuando has dormido poco y debes tomar una decisión.
Entonces la excitación te hace pensar mucho más deprisa.
Pues eso mismo sentí, pero mil veces más fuerte.
De repente todo se volvió clarísimo, de una manera...
Deslumbrante.
No, no me deslumbró. Que va. Lo veía todo nítido.
¿Qué es lo que viste?
Es difícil de explicar.
No pensé. Vi, vi mi pensamiento.
En un segundo hice todos los razonamientos de si debía irme o no.
Fue entonces cuando vi.
Vi lo que tenía que hacer. Y vi que no me equivocaba.
¿Tenías que regresar a París?
Elegir me traía loca. Me di cuenta que no tenía por qué elegir,
ni por qué decidirme por algo que en realidad no deseaba.
No es una idea nueva. Ya la había tenido.
Pero de repente esa idea me pareció obvia.
Es difícil de explicar.
No, te entiendo.
También he tenido yo esos momentos de lucidez aunque nunca tan fuertes.
La gente que se convierte,
a veces ha tenido iluminaciones, a veces como tú en una iglesia.
Ya, pero yo no me he convertido.
Porque ya lo estás.
Si yo fuera Dios, sentiría un cariño especial por ti.
¿Por qué?
Porque has sufrido de un modo totalmente injusto,
y eres capaz de sacrificarlo todo, tu vida, tu felicidad,
por un amor que no está presente.
Si Dios me quiere, que me devuelva a Charles.
¿Quién sabe si conviene pedirle eso?
Yo no le he pedido nada.
Ni siquiera pensé en Dios, aunque a veces pienso en él.
Durante ese segundo tan cargado de significado, pensé...
que estaba sola en el universo, que mi vida estaba entre mis manos,
y que no tenía que dejarme llevar ni por nada ni por nadie.
Eso no te ayudará a encontrar a Charles.
Pero así no haré cosas que impedirían que le encontrase.
Además...
también pensé en algo más mientras duró ese segundo...
Quizá tengas razón: Dar con él es poco probable.
Y puede estar casado o no quererme ya.
Pero no por ello voy a renunciar.
Tú misma confiesas que la probabilidad es casi nula.
¿Arruinarás tu vida por ello?
Claro que sí, porque si le encuentro, será algo tan...
una alegría tan grande que bien puedo dar mi vida por ello.
Y no la arruinaré.
Vivir con la esperanza es una vida que vale como cualquier otra.
¿Sabes lo que dices?
Sí y lo pienso, aunque parezca idiota.
No me parece nada idiota puesto que alguien muy inteligente ya lo dijo.
Casi con las mismas palabras. No creo que lo hayas leído.
¿Quién fue? ¿Shakespeare?
No, fue Pascal.
¿Es un filósofo?
En cierto modo, lo es.
Llama a ese razonamiento la apuesta.
Dice que el apostar por la inmortalidad,
la ganancia es tal que compensa la poca probabilidad,
y que aunque el alma no sea inmortal, el que cree que lo es
vive mejor que el que no.
Yo también creo que el alma es inmortal. Incluso más que tú.
Tú sólo crees que lo es después de la muerte y yo creo que también
existe antes del nacer.
Edwige te habrá convencido, pero a mí no.
No necesito a Edwige para creer eso. Me parece tan obvio.
Si el alma vive después, ¿por qué no va a existir antes?
¿Qué es el alma sin la identidad de un ser?
Si no recuerdas tu otra vida, no es tuya.
Sí que soy consciente de esa vida. Existe.
No es algo claro, pero existe.
Tú también tuviste una, aunque no te des cuenta.
¿Por qué estoy tan segura de querer a Charles?
¿Cómo iba a estar tan segura si no?
Cuando le conocí, tuve la impresión de algo ya conocido.
¿No será porque nos conocimos en otra vida? ¿Hay otra explicación?
Déjalo ya. ¡Puedes conmigo!
Que no son tonterías.
Una vez más posees la ciencia infusa.
Pero esta vez no es Pascal.
- ¿Es Victor Hugo? - No, es Platón.
¡Vaya, el que faltaba!
Ya ves, también creía en la reencarnación.
Sí y no. Eso es otra historia.
Lo curioso es que utiliza tu mismo razonamiento
para demostrar la inmortalidad del alma.
A eso le llama argumento de la reminiscencia.
¿Y tú no estás de acuerdo?
No creo en la religión de los griegos.
Y no está claro que Platón creyera en ella.
"Ese es el significado de la teoría, dijo Cebes, si es que es correcta".
"Explica que nuestro saber no es más que un recuerdo,
y que tenemos que haber aprendido antaño
lo que nuestra memoria recupera ahora.
Sería imposible recordarlo si nuestra alma..."
Cuidado, que está caliente.
"No existiese ya antes de nacer con forma humana".
Estudié este texto en la facultad. No se me ha olvidado.
Pero para Platón, la reencarnación...
es lo que se llama un mito, ¿entiendes?
Ya, la mitología.
No, eso no.
Quiere decir que no cree en ello como en una realidad objetiva.
Es una explicación cómoda vinculada con las creencias de aquella época,
que no demuestra que el alma sea una substancia inmortal,
sino que afirma la presencia en nuestra capacidad cognitiva
de algo anterior a la experiencia.
Por eso es tan moderno.
¿Te aburro?
No, me diviertes.
Contigo he aprendido mucho. Me encuentro mucho menos inculta.
Me has dado ganas de leer.
Pero nunca tendré tu manera de ser.
¿Qué manera de ser?
No sé. Que no puedes vivir sin libros.
Si digo que te quiero, vas a mirar si no lo escribió ya Shakespeare.
Sólo crees en lo que está escrito. Eso nos separa más de lo que crees.
Pues a mí no me molesta.
Pues a mí, sí.
¡Si acabas de decir que te alegras de que te haya enseñado tanto!
Sí, pero nunca seré una intelectual.
No quiero ser una intelectual. Quiero ser yo misma.
Ayer en la catedral me sentí totalmente yo misma.
Hace 5 años también me sentía yo misma.
Estando contigo...
me encuentro bien, pero me siento distinta.
Quizá nos hayamos conocido en otra vida.
Quizá. Pero habrías sido...
mi hermano, a lo mejor, pero mi amor, no.
Tuvo que haber cariño entre los dos.
Quizás eras mi perro o mi gato o yo el tuyo.
No me apetece volver a casa.
Me gustaría dormir contigo, pero te aviso: Me dormiré en seguida.
De acuerdo, está bien.
Espera, Elise. No corras tan deprisa.
Espera. Espérame. Vamos a comprar los billetes.
Mira su rabito.
Mira el león en la jaula. Vamos a ir a verlo.
Eso sí que es un buen trabajo.
Ya te lo dije.
Me lo dijiste y ahora lo he visto.
Dame la mano y coge el pastel en la otra.
Anda, camina.
Espéranos.
¿Por qué no puedo pasar?
Ayúdala tú a pasar.
Vamos, aúpa. Vd. Perdone. Aúpa.
Vamos a tomar el metro. Vuelve directamente a casa.
No. Venid las dos a casa. Avisarás a tu madre por teléfono.
Vamos a casa de Loïc.
DOMINGO 30 DE DICIEMBRE
Mira qué bonito es mi castillo.
Sí, muy bonito.
Y ahora lo han destrozado todo.
A mí me gustaría vivir en un castillo como éste.
Quizá puedas vivir en uno así algún día.
No, nunca podré vivir ahí.
¿Por qué?
No sé.
Bien. Estábamos un poco apretadas. ¡Sí ella durmió mejor que yo!
- ¿Quieres más pan? - Nos quedaremos también hoy.
Es que Elise estaba cansada y yo también.
Nos daremos una vuelta en coche con Loïc.
Vale. Un abrazo. Te pongo con ella.
Elise, ven, tesoro.
Hola, abuelita. ¿Cómo estás?
Sí, estoy bien.
Dormí con mamá en una cama grande.
Ya me parecía que había un mercado los domingos.
Está muy bien. ¿Vienes a menudo?
Llevo diez años sin venir.
Ha cambiado poco, a pesar de las nuevas casas.
Detrás de los árboles,
hay una pequeña iglesia muy bonita.
¿Y la iglesia?
Está detrás de los árboles.
Oye, que estamos a domingo. ¿Qué es de la iglesia?
Quieres decir que debería estar en misa.
Pues no. Ahora estoy contigo. A no ser que quieras acompañarme.
Eso sí que no.
El otro día fuiste a la iglesia.
Pero entre semana. Eres católico. Deberías ir a misa.
Tal vez, si estuviera solo. Pero no te quiero dar la lata.
A mí no me molesta. No quiero que sacrifiques tu fe por mí.
Pues vente conmigo.
No. Tampoco quiero sacrificar mis convicciones por ti.
Bueno, mis convicciones...
Tú que sabes rezar, reza por mí.
¿Qué harás mientras tanto?
Me iré de compras y nos pasearemos por el parque.
No, ya iré otro día.
No, vete hoy y reza por mí.
Siempre rezo por ti.
Ya, pero hoy rezarás por mí de verdad. Rezarás como lo haría yo.
¿Y qué pediré?
Lo que pediría yo, aunque no estés de acuerdo.
Como ves, soy muy exigente.
Es lo que hago siempre.
Rezo por tu felicidad, aunque no haga la mía.
Pero hoy quiero que lo hagas con toda el alma.
Trataré de hacerlo con el alma.
¡Sólo "tratarás" de hacerlo con toda el alma!
Efectivamente, es mucho pedir.
Hasta luego.
¿Nos vamos de compras?
No tengo obligación de ir a Nantes. La familia se reunió en Nochebuena.
Celebramos Nochebuena. Nochevieja no es nada especial.
Si te quedas, ¿qué harás?
Lo que quieras.
¿No te apetece una excursión al borde del mar?
Sí, pero no podré ir. En casa tenemos una fiesta.
La de Navidad fue triste porque me iba. Y no estaba una hermana mía.
Ahora sí que estaremos todos.
¿Y si hubieras quedado en Nevers?
Me hubiera vuelto ese día con Maxence.
Y tú te puedes venir.
¿Como tu novio?
Sería una situación forzada. ¡Con lo que te quieren en casa!
No me imagino yendo a casa de tus padres.
- Vente. - ¿Bromeas?
Que va. Mis hermanos vienen con mujeres, maridos y niños.
Yo parezco bobo ahí solito.
Pero no soy tu mujer. ¿Qué dirían tus padres? ¿No son muy católicos?
Sí, pero son muy abiertos.
Claro que si te presentara, pensarían que nos vamos a casar.
¿Les gustaría que su hijo se casara con una madre soltera?
Hoy en día, eso...
Pero no estoy viuda ni divorciada.
Y Charles puede aparecer del día a la mañana.
¡Del día a la mañana! Eso no se lo cree nadie.
Tú misma me dijiste que ya no te lo creías.
Un desconocido lo tiene más fácil para seducir a una mujer virtuosa
que tú para encontrar al padre de tu hija,
si es que te sigue queriendo.
Todo el mundo piensa lo mismo.
Puse se equivocan todos. Sólo lo ven desde fuera.
Vuelva o no vuelva Charles, lo que importa
es que sigue en mi corazón. Por eso no se lo puedo dar a nadie.
Dices que te expresas mal.
Pero a veces te salen unas frases preciosas.
Porque hablan los sentimientos.
Nos subimos.
Buenas noches.
Dale un beso a Loïc.
Buenas noches, Elise.
Buenas noches.
¿Te bajas luego?
No. ¿Por qué?
Todavía es pronto. ¿No te irás a acostar ahora?
- Leeré un rato. Hay libros. - Aquí también puedes leer.
No quiero despertar a Elise luego.
Aquí hay una cama.
Sí, pero ahí duermes tú.
Antes de ayer también.
No era lo mismo. Necesitaba un consuelo. No era un día corriente.
¿Y los días corrientes?
Los días corrientes, no dormíamos como hermanos.
Podríamos continuar así, ¿no?
¿Eso le pediste a Dios hoy?
Eso depende de ti. Si tú quieres ser mi mujer, Dios estará de acuerdo.
Y si no lo quiero, Dios tampoco querrá.
Buenas noches.
Déjame. Me siento débil. No te aproveches.
Anda, ven.
A veces preferiría estar en tu lugar.
No digas eso.
Es verdad.
¿No te acompaño?
No, me voy de compras. Tengo muchas cosas que hacer.
Vale. Te deseo un feliz fin de año.
Gracias. Yo también. Feliz año nuevo.
Hasta pronto.
No. Quiero dar un beso a mamá.
Dale un beso a Loïc.
Nos vamos.
Dame un beso, mamá.
Dile adiós.
Podíamos comprarle una tetera. Mira. ¿A que son bonitas
estas teteras?
A ver, la boca.
Cierra la boca.
Siéntate bien.
¡Félicie!
¿Estás en Francia?
Sí, desde hace poco.
¿Es tu hija?
¡Si supieras lo estúpida que soy!
Haberlo dicho.
Lo hubiera entendido.
No es eso. No pienses eso. Me equivoqué de ciudad.
¿Qué me dices?
Me equivoqué. Dije Courbevoie en vez de Levallois.
No lo hice adrede. Fue un error tonto, un lapsus.
No me digas.
Pues sí.
Félicie, Dora.
Hola. Charles me habló de Vd. ¡Que historia tan tremenda!
Y yo cometí la idiotez de no dejarle dirección.
¿Por qué?
No me iba a quedar en Cincinatti. Le podía haber dado la de un amigo.
¡Nunca piensas que la gente se equivoca!
Es que es un error tan grande.
No hubiera pasado
si le hubiese dejado unas señas. Cómo eres, Dora.
Déjame tu dirección.
Y te llamaré. Ábrame la puerta, por favor.
Estás loco.
Loca estarás tú. Déjame tus señas.
- ¿Y tu mujer? - No es mi mujer. Es una amiga.
Te daré yo mis señas. Así no temerás que trastorne tu vida.
¿Tú temes que trastorne la tuya?
Yo, no. Ahora mismo no hay ninguna mujer en mi vida.
Ni ningún hijo.
¿Conque no tienes mujer ni hijo?
¿Por qué te iba a engañar?
Lo de la mujer, lo creo.
Pero lo del niño...
No me digas.
¡No me digas que es hija mía!
¿A que se parece a ti?
¡Y huías de mí! ¡Estás loca, mujer!
Pensé que estabas comprometido.
Aunque hubiera estado casado, tampoco...
No lo hubiese resistido.
¿Cómo se llama?
Pregúntaselo.
- ¿Cómo te llamas? - Elise.
Elise.
Pregúntale cómo te llamas tú.
¿Cómo me llamo?
Papá.
Estoy soñando. No es posible.
Le enseñé tus fotos.
Yo no tenía fotos tuyas.
Y aún así me reconociste.
¿Dónde vives? ¿Cerca de aquí?
Que va. Voy a casa de mi madre en autobús.
¿Y tú qué haces?
No sé, no voy a ninguna parte en concreto.
Te acompaño si quieres. A no ser que...
¿Bromeas? Ahora que te pillé ya no te suelto.
Ven, vamos a coger el autobús.
Mamá.
Mamá, te traigo un cocinero.
¿Un cocinero?
- Buenas tardes. - Buenas.
Pero si es...
- Es Charles. - Es papá.
Nos encontramos en el autobús.
¡En el autobús!
¿En serio? Es increíble.
En el bus.
¿Elise lo sabe?
Le reconoció enseguida.
¿Estás contenta de haber encontrado a tu papá?
- Pase por aquí. - Gracias.
Mi papaíto.
He adelgazado un poco.
No demasiado, está bien.
No tenía fotos, pero aún así yo tampoco
te he olvidado.
Durante todos estos años, alguna mujer habrá habido, ¿no?
Sí, dos. Pero nunca funcionó del todo. Y no sentí dejarlas.
A Dora,
la conocí antes que a ti.
Nos vemos cuando vengo a París y nos lo contamos todo.
Lo de hoy no hará falta contárselo.
¿Y tú?
Algún hombre tendrás, ¿no?
Tenía a uno y le planté hace dos semanas por otro.
¿Y al otro?
Le planté hace una semana por ti.
¿Por mí?
Si no sabías que nos encontraríamos.
Pues sí. Tuve una corazonada.
- Me instalo en Francia. - ¿En París?
En Bretaña. En la isla no, en la orilla del golfo.
¿Te vienes conmigo?
- ¿Qué podría hacer? - Ayudarme.
¿En la cocina?
En la caja o recibiendo a la gente. Como quieras.
Seré la dueña. Contigo me gustará serlo.
¿Estás de acuerdo?
Espera.
Últimamente me precipité en cosas que no me comprometían del todo.
Pero esto es infinitamente más serio.
Estoy de acuerdo en eso.
¿Qué te pasa?
¿Estás llorando?
No estoy llorando. Lloro de alegría.
¿Tienes un Kleenex?
¿Qué te pasa, tesoro?
Ahora vuelve mamá. Está con papá.
¿Estarás contenta de tener a tu papá?
No llores.
Lloro de alegría.
No te muevas, ya voy yo.
Ya voy.
Hola.
Se acordó. ¡Qué detalle!
¿Lo abro?
Sí, es para ti.
- El marinero ha vuelto. - ¿El marinero?
Te Llamábamos así.
Es Vd. ¡Es increíble! ¿Encontró nuestra dirección?
Mi hermana, mi cuñado.
Mucho gusto.
Di con él en el autobús.
¡Jamás hubiera pensado que fuese posible!
¡Ocurre cada cosa!
Y Félicie tiene cada corazonada.
Sentía que sentías que algo iba a ocurrir.