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Un dolor nuevo es inmediato.
Pones un dedo en el fuego, quema, y lo apartas,
te pones aloe vera, claro.
Y se acabó.
Dolor nuevo, rápido, se acaba, te olvidaste de él,
y mañana harás lo mismo. ¿Vale?
Pero el dolor a largo plazo, el dolor crónico es una de las peores condiciones
que sufre la humanidad.
Al menos el 20% de la humanidad tiene dolor crónico
y mucha más gente tiene pequeños dolores crónicos,
unos meses de esto, otros meses lo otro,
de algún modo aprendemos a vivir con el dolor como un acompañante.
Como alguien de quien no podemos deshacernos nunca. ¿Vale?
Y no sabemos como lidiar con este dolor.
Se puede ver que por un lado nuestra cultura ha desarrollado
medicamentos fantásticos contra el dolor que realmente funcionan.
Y a cada generación, la intensidad y potencia
de todos los medicamentos crece cada vez más.
Ahora existe algo 1000 veces más fuerte que la morfina.
Y se puede ver que estamos evolucionando mucho en encontrar maneras de evitar el dolor.
Maneras de no experimentar dolor, cosa que es increíblemente valiosa
porque si tienes cáncer
y tu dolor es continuo durante meses
somos incapaces de mantener este nivel de dolor
y es maravilloso tener un medicamento que te pueda separar de esto.
Pero yo estoy hablando del dolor crónico, no en estas circunstancias,
sino el dolor en la espalda baja, la migraña,
los dolores que la mayoría de la gente,
como si por conformidad, tienen que acarrear durante la vida
y es como un vecino que no te puedes quitar de encima
y de algún modo tenemos que aceptarlo.
Ahora, vivir en dolor crónico, lentamente,
ya que tenemos que reaccionar a este dolor constantemente
de lo contrario no podemos lidiar con él
terminamos invirtiendo toda nuestra energía y atención
en la manera de no sentir el dolor.
Nos movemos de una cierta manera, pensamos ciertas cosas,
ya no hacemos este tipo de cosas,
tratamos de comer por el dolor, tratamos de pensar por el dolor,
nuestra vida empieza a girar alrededor del dolor.
Y el mundo se reduce.
Mucha gente que sufre de dolor crónico termina deprimida.
Terminan con una vida que no tiene sentido para ellos
porque la vida se acaba convirtiendo en una búsqueda para evitar el dolor.
Y todo gira alrededor de esto, cosa que es verdaderamente terrible.
Y otra vez, se puede ver que creamos un malentendido,
ignoramos todo lo relacionado con el dolor.
Sólo aprendemos como alejarlo, controlarlo, evitarlo,
borrarlo, no sentirlo. Y con un poco de suerte dárselo a otro.
Y todos estos esfuerzos vienen de malentender lo que es el dolor.
El dolor, si no viene de algo que te está matando,
es un intento de tu cuerpo para curarse.
El cuerpo lo produce
para que le des el espacio, tiempo y condiciones para curarse.
No lo interpretas correctamente.
Porque cuando tengo personas con dolor crónico,
y tenemos resultados fantásticos con el dolor crónico,
lo primero que les enseño es a no reaccionar al dolor.
Porque lo que sucede es que el dolor es como una fuerza que me empuja
y yo la empujo a ella.
Si yo no empujo, la mitad de la presión se va.
Es algo difícil de entender
pero si yo empujo esta mano contra esta mano
esto existe solamente porque una mano está empujando contra la otra
o sea que lo primero que hago es enseñar a mi cliente
a reducir lo que hace contra el dolor.
Parar de no respirar,
parar de contraer, parar de tensar,
parar de apartar la atención de esa zona,
parar de hablar de ello, buscar soluciones, etc.
Parar muchas de las acciones que podemos controlar
con el fin de no entorpecer al dolor.
Miro al dolor
y lo respeto al creer que sabe lo que hace.
Me enfoco en el cuerpo: el cuerpo no tiene dolor,
el cuerpo es dolor.
El cuerpo no tiene cosas, ¿vale? Nuestras mentes tienen cosas,
pero nuestro cuerpo "es", no tiene cosas,
incluso en el lenguaje, la forma que nos separamos a nosotros mismos del dolor,
yo no "soy" doloroso, yo "tengo" dolor,
y está allí, y no aquí, está allí,
podéis ver como malinterpretamos el dolor.
Por respeto a la fuerza del dolor, les pido y enseño a mis clientes
a soltar todas las reacciones que tienen contra ésta.
No es que les enseñe a disfrutar del dolor,
y no puedo decir que yo mismo disfrute del dolor,
no es para encontrar placer en el dolor,
sino para reducir todos los esfuerzos,
la energía y atención que invertimos
para empujarlo y no experimentarlo.
Una vez esto se ha ido
hay casi inmediatamente una gran mejora en el dolor.
Si esto se hace sistemáticamente y en forma de proceso,
estructurado y enseñando a la persona como reducir cada vez más
su forma de empujar contra el dolor,
la mayoría de las veces, el dolor se transforma
porque damos al cuerpo las condiciones perfectas,
en las que puede aprovechar esta fuerza y en lugar de que quedarse estancada en algún sitio
hace lo que tiene que hacer.
O sea que respetar el dolor, dándole espacio, permitiendo que esté,
muchas veces es suficiente.
Algunas veces no lo es,
pero entonces, cuando empiezas a ver qué es este dolor ahora,
después de haber parado todas estas reacciones,
muchas veces encuentras
que se trata de reacciones contra el dolor más consolidadas
a lo mejor incluso más antiguas,
pero que la persona no se estaba dando cuenta de que las estaba haciendo.
Y por lo tanto el proceso es ahora aprender
cómo estoy reaccionando ahora al dolor
de modo que pueda parar estas nuevas reacciones que he encontrado,
que, como he dicho, pueden ser viejas, y no nuevas,
y el proceso siga progresando.