Tip:
Highlight text to annotate it
X
El Cielo está abierto, la tierra está abierta,
el oeste está abierto, el este está abierto,
la mitad del cielo sur se abre, la mitad del cielo norte se abre,
las Puertas están abiertas de par en par,
las Barreras tienen descorridos los cerrojos,
y he aquí que Ra aparece en el horizonte
Este sortilegio permitía a los difuntos, ya purificados,
acompañar a Ra en su barca solar, en su recorrido por el firmamento,
además procuraba la aparición del dios solar un día más.
Pertenece al más popular de los textos sagrados del antiguo Egipto:
el "Peri Em Heru", el "Libro para salir a la luz del día",
mas conocido como "El Libro de los Muertos".
Estos textos datan de 1.500 años antes de Cristo,
en el inicio del llamado Imperio Nuevo,
época donde el antiguo Egipto, alcanza su máximo esplendor.
Pero realmente provienen de otros más antiguos.
El libro de los muertos es una recopilación de diversos escritos funerarios
que los antiguos egipcios ya empezaron a dibujar en tumbas y templos, hace 5.000 años.
Por aquel entonces aparecen los primeros testimonios de Ra, el dios Sol.
Pero junto a ellos se encuentran otros vestigios mas difusos.
El debate debió surgir al intentar averiguar dónde estaba Ra en las horas de oscuridad.
Los antiguos egipcios dedujeron que debía existir un lugar debajo del firmamento
donde el sol se regenerase y así poder surgir en un nuevo amanecer.
Lo definieron como el inframundo,
en él vivirían los dioses y los difuntos merecedores de la vida eterna,
pero también sería la morada de las fuerzas del mal y la oscuridad.
Es la eterna lucha entre el bien y el mal,
entre la luz y la oscuridad,
entre la vida y la muerte.
Principios opuestos que no pueden existir el uno sin el otro.
Mantener el equilibrio entre el inframundo y el mundo real
era la máxima preocupación de los antiguos egipcios.
La ruptura de esa armonía destruiría su existencia
y por tanto su máximo anhelo: la eternidad.
El Nilo era para los antiguos egipcios, el eje central de sus vidas
y un manantial inagotable de provisiones.
El progreso y el bienestar que alcanzaron gracias a esta fuente de vida
posibilitó la creación de una de las civilizaciones más extraordinarias que hayan existido.
Pero para sus antiguos pobladores, sus aguas escondían un submundo de oscuridad y misterio.
El Nilo era uno de los senderos espirituales que aunaban la vida y la muerte,
el mundo real y el inframundo.
Podemos remontarnos a cerca de 20.000 años,
cuando los egipcios eran muy pocos,
y vinieron de Sur y del Norte y crearon la comunidad egipcia.
Y vieron cómo el Nilo manaba cada día
cada año, en un día.
y que el Sol se elevaba cada día al cielo
Unieron esos momentos y establecieron una relación entre la salida del Sol,
el fluir del Nilo en el mismo camino,
con algo que llamaron inmortalidad, o eternidad, o la vida eterna.
Al contrario de la mayoría de las civilizaciones,
el color *** para los egipcios no estaba asociado al luto ni a la tristeza,
al contrario, simbolizaba el poder de la regeneración.
Para ellos era un milagro como año tras año al producirse la inundación del Nilo
su *** limo fertilizaba sus tierras.
Cuando estas inundaciones descienden, dejan a su paso una tierra fértil negra
que se llama el "Kemet", de hecho los Antiguos Egipcios lo llamaban Egipto Kemet
y es una tierra muy fértil que los egipcios podían cosechar
y desde luego tener una recogida muy importante
y hoy en día también pasa, el 90% de la población en Egipto vive alrededor del Nilo, que es el que le da estas cosechas.
Sus observaciones no se limitaron al río sagrado,
descubrieron que cada año, antes de la crecida,
una estrella aparecía en el firmamento.
Estudiaron intensamente los astros,
El inicio del Año Egipcio coincide con la salida nuevamente de una estrella, Sirius,
después de una larga invisibilidad.
Este incidente en medio de Julio
ocurre junto con la inundación del Nilo
cuyas las aguas regalan la vida a Egipto.
La salida de esta estrella es símbolo de la celebración del Año Nuevo.
Este hecho fue clave para el desarrollo de la cultura egipcia,
saber cuando se producían las crecidas
les permitía determinar el tiempo de la siembra.
Esto unido a los grandes proyectos de canalización,
hizo que sus tierras llegaran a ser las más fértiles del planeta.
La principal aplicación de estos conocimientos
fue el desarrollo del primer y mas perfecto calendario
que se haya realizado en la antigüedad,
siendo la base del que manejamos actualmente.
Para los antiguos egipcios el día en que Sirio aparecía en el firmamento era el primer día del año.
Éste se dividía en doce meses de treinta días cada uno.
Para que todo cuadrase, al final del año se añadían cinco días,
los días de Anubis, el dios con cabeza de chacal.
El año tenía tres estaciones de cuatro meses cada una:
La época de la inundación, el periodo de las labores agrícolas
y el tiempo de la recolección.
Hemos podido comprobar como dos fenómenos estelares mágicos
marcaban el ritmo de vida de los egipcios:
el recorrido del dios solar Ra,
que garantizaba tanto la renovación de los días,
como el equilibrio de los dos mundos,
y el milagro de la crecida anual del Nilo
gracias a la aparición de la diosa Sotis: la estrella Sirio.
El pueblo Dogón, al sur de Mauritania,
también relaciona a Sirio con sus ciclos agrícolas.
Esta danza pertenece al Bulu, una ceremonia para favorecer la fertilidad de la tierra
antes de las primeras lluvias.
La mayoría de las civilizaciones han personificado en entes sobrenaturales,
los poderes de la creación y las fuerzas de la Naturaleza
responsables de su supervivencia.
Y todas ellas han tratado de comunicarse con sus dioses
o incluso transportarse al lugar donde moraban.
Los Sánemas o Yanomamis del Norte viven en una de las zonas menos exploradas
de Venezuela, en la cuenca del Cáura, afluente del Orinoco.
Tienen una curiosa forma de viajar al mundo de los espíritus de la selva.
Se trata de esnifar un potente alucinógeno llamado sacona o yopo
que obtienen de la corteza del Ama-ahí.
Con ello consiguen hallar su Moresby,
la parte del alma que mora en su animal protector.
Como los Yanomamis, muchos de los pueblos de Nueva Guinea
creen en seres sobrenaturales que habitan en la selva.
En las tierras altas fronterizas con Indonesia viven los Asaro,
conocidos como los hombres de barro,
los Asaro se han aprovechado desde hace mucho tiempo de esas creencias,
se convierten en espíritus para defenderse de sus enemigos.
En la Isla del Sol, en el lago Titicaca,
el yatiri rinde culto al Tata Inti, el Dios Sol.
Al amanecer, el humo del fuego sagrado, se eleva en invocación a Viracocha,
el dios Inca que creo el mundo desde esta isla.
El hombre rogaba al sol que saliese todos los días,
pero también se preguntaba si él era capaz de aparecer por si mismo.